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Un brote de cordura pública

20 de abril de 2023 (EIRNS) — El mes pasado, el Presidente de China, Xi Jinping, y el Presidente de Rusia, Vladimir Putin, tuvieron una reunión en Moscú en la que trataron el plan de colaboración en proyectos económicos para los próximos ocho años. El enfoque de Xi con su “Iniciativa de la Franja y la Ruta” a lo largo de los últimos diez años ha demostrado, país tras país, que las naciones pueden beneficiarse mutuamente, si simplemente eligen proyectos que funcionen en términos de economía física real. Y puesto que una nación no tiene la necesidad de someter a su vecino para progresar, se crea espacio suficiente para definir caminos en los que una nación es importante, incluso vital, para sus vecinos. Los “asombrosos” éxitos diplomáticos de China, con el acercamiento de Arabia Saudita e Irán —y los efectos que se irradian, sobre todo en Siria y Yemen—resultan ser un subproducto normal de una economía sana. Hace aflorar la realidad de que en la raíz de los llamados conflictos irresolubles, a los que estamos acostumbrados, estaba la insensatez económica. 

La semana pasada, el estratega economista físico de Rusia, Serguéi Glazyev, intervino en el Foro Económico de Moscú, en una oportuna mesa redonda centrada en el secreto del éxito económico de China, sobre la saludable generación de crédito y el éxito de la guerra contra la pobreza, con el objetivo de que Rusia importe ese método y erradique la locura de su propio “banco central”. 

Esta semana, más de 150 empresarios rusos y chinos que representan al menos 130 instituciones y corporaciones diferentes se dieron cita en Moscú en el “Foro chino-ruso de cooperación económica, comercial y de inversión 2023” donde no solo escucharon a Glazyev, al presidente de la Asociación China de Desarrollo en el Extranjero, al Consejero Económico de la Embajada de China en Rusia y a otros, que trataron la cuestión de la implementación de las áreas de desarrollo económico propuestas por Putin y Xi; además se informó que llevaron a cabo “encuentros entre empresas in situ” con muchas negociaciones individuales y una “atmósfera cálida”. 

Mientras tanto, ayer en Washington, la congresista Marcy Kaptur (demócrata por Ohio) presentó su “Proyecto de Ley de retorno a la banca prudente”, basado en la famosa y exitosa Ley Glass-Steagall de Franklin D. Roosevelt, que prohíbe a las firmas de inversión y casas de bolsa que realicen actividades bancarias, reserva el papel del gobierno para la protección y el fomento del ahorro, y elimina la adicción a rescatar a los especuladores. El segundo párrafo del anuncio que hizo Kaptur dice: “Esta ley ha sido respaldada por el Instituto Schiller y la Federación Estadounidense del Trabajo y el Congreso de Organizaciones Industriales (AFL-CIO)”. El boletín de prensa de Kaptur agrega : “ ‘El colapso financiero del 2008 estuvo a punto de hundir toda nuestra economía y condujo a la gran recesión que acabó con los ingresos y ahorros de muchos estadounidenses. La bancarrota del Silicon Valley Bank en California y del Signature Bank en Nueva York, recuerda al colapso del 2008, cuando los especuladores se colaron por todos los resquicios de la regulación para encontrar una vía de burlar el sistema’ declaró la congresista Marcy Kaptur. ‘En el 2023, aquí estamos otra vez, viendo las corridas de los bancos, quiebras y adquisiciones en masa. Wall Street ha demostrado que no puede controlarse a sí misma, y es sólo cuestión de tiempo para que lleve a Estados Unidos a la próxima crisis financiera. No puede estar más claro que este es el momento de una reforma sistémica...’ ”. Es tan obvio, ¿pero desde cuándo lo obvio triunfa en Washington, DC? (kaptur.house. gov/ media-center/press-releases/kaptur-reintroduces-return-prudent-banking-act-reinstate-key-provisions). 

También hoy, Robert F. Kennedy, Jr, comenzó oficialmente su campaña para la presidencia de Estados Unidos, con el anuncio de que, mientras que Estados Unidos ha estado destruyendo puentes, carreteras, puertos, y hospitales, China ha venido construyendo esto mismo en todo el mundo, ganándose la justa consideración y confianza de un país tras otro. En lugar de gastar billones de dólares en guerras, ellos optaron por invertir en cosas que retribuyen, que funcionan. Añadió que su papá y su tío querían hacer lo que China ha venido haciendo. Kennedy tiene ciertamente sus cortapisas populistas y sus carencias científicas, pero hay un atisbo de un enfoque estadounidense a la antigua usanza, en el que realmente progresamos buscando ayudar a otras naciones. 

Ayer, Bill Nelson, administrador de la NASA, declaró en una comparecencia ante una subcomisión de Asignaciones del Senado, que Estados Unidos y Rusia, de hecho, han mantenido “una relación muy profesional y competente” en sus trabajos espaciales, y que la colaboración en el vuelo Soyuz-Apollo de 1975 “marcó la pauta del programa espacial civil entre, de otro modo, dos enemigos políticos y geopolíticos”. Eso continuó cuando “trabajamos y construimos juntos la Estación Espacial Internacional... Si podemos seguir colaborando pacíficamente en el espacio, quizás eso sea un modelo para el futuro”. Eso realmente sucedió. 

Y hoy, por el Día de la Cosmonáutica, que se celebra el 12 de abril, en conmemoración del aniversario de la primera vez que la humanidad logró llevar a cabo un vuelo espacial tripulado, el 12 de abril de 1961, hecho por el cosmonauta Yuri Gagarin, Helga Zepp-LaRouche, fundadora del Instituto Schiller, transmitió un saludo a un acto en la Embajada de la Federación Rusa en Perú: 

“Qué alegre y singular recuerdo, pensar en aquel hombre, Yuri Gagarin, que viajó por primera vez al espacio, hace 62 años. Especialmente en estos tiempos, cuando el peso de los peligros y amenazas a la existencia misma de la humanidad, ya sea por el peligro de la guerra, ya sea por la carga de la pobreza o la falta de desarrollo, parecen presionarnos y hacer que nuestro destino sea ineludible, pensar en Yuri Gagarin es impresionante”. 

Gagarin abrió “una nueva época en la historia de la humanidad, que nos estableció no como una especie terrícola, sino como una especie que viaja por el espacio, como una especie capaz de una perfección y un progreso potencialmente infinitos, siempre que seamos fieles al bien y a las leyes del universo físico. Saquemos fuerzas de ese pensamiento inspirador para pensar en el futuro, para pensar cómo trabajaremos juntos como la humanidad única, estableciendo una colonia en la Luna, una ciudad en Marte, y rompiendo las próximas barreras utilizando la fusión termonuclear como propulsión para hacer posible el vuelo espacial interestelar. Entonces habremos dejado atrás el peligro de una extinción por guerra nuclear y la estrechez de miras de los conflictos geopolíticos. Hay muchas razones para ser extremadamente optimistas sobre la nueva época de la que podemos ver los rayos de la mañana...”. 

No es momento de permitir que el cinismo corrosivo de unas décadas de decadencia se interponga en el camino. Más bien ha llegado el momento de que haya un brote de cordura pública.

 

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