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“¡Primero la gente!”: una solución prometeica a una guerra termonuclear

29 de abril de 2023 (EIRNS) — La mano en descomposición del aún zombi Bertrand “Bertie el sucio” Russell (1872-1968) parece haber sido la artífice del llamado a la guerra termonuclear con Rusia publicado el miércoles 26 en la revista The Economist de Londres. “Ucrania está en lo correcto. Los argumentos para negarle los F-16 son cada vez más endebles. Al comienzo de la guerra, Ucrania tenía alrededor de 125 viejos aviones capaces de entrar en combate, de los cuales algo más de la mitad eran cazas de superioridad aérea. Al menos un 40% de ellos desde entonces se han perdido… Si volar en el espacio aéreo ucraniano llegase a ser menos peligroso, Rusia podría establecer la superioridad aérea; primero sobre Donbás y luego sobre otras zonas. Las posibilidades de que las fuerzas terrestres ucranianas retomen el territorio podrían evaporarse… En cuanto al temor desalentador que inspira una escalada, los aviones de combate para Ucrania serían un mensaje para Vladimir Putin sobre el compromiso a largo plazo de Occidente. Él podría responder con sabotajes físicos o ataques cibernéticos posiblemente negables, pero pocos observadores piensan que el despliegue de aviones F-16 llevaría al Kremlin a iniciar la Tercera Guerra Mundial”. ¿De verdad? 

Los británicos omiten hábilmente el pequeño atenuante de que, para que alguien en el mundo pueda transferir aviones F-16 a Ucrania, debe recibir permiso de Estados Unidos. De este modo, Gran Bretaña propone comprometer la política de Estados Unidos en una línea de acción militar que provocaría un enfrentamiento directo con Rusia. En cuanto a la cuestión de la “superioridad aérea de rusa”, el portavoz del Ministerio de Defensa de Rusia, el mayor general Igor Konashenkov, anunció el lunes 24 de abril que “la aviación rusa ha logrado la superioridad aérea sobre todo el territorio de Ucrania”. Sea que uno esté de acuerdo con esta evaluación o no, está claro que los pilotos estadounidenses y los pilotos de la OTAN, se encontrarían tripulando estos aviones, dado que es imposible entrenar adecuadamente a pilotos que se ocupan de aviones completamente diferentes en cuestión de semanas, y el personal de la OTAN también estaría involucrado en el mantenimiento de estas aeronaves. Así que lo que propone The Economist es, precisamente, la Tercera Guerra Mundial. 

Y con relación a la Tercera Guerra Mundial, Dmitri Medvédev, ex Primer ministro de Rusia (2012-2020), ex Presidente de Rusia (2008-2012) y vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia desde 2020, respondió a una pregunta el 25 de abril en una reunión de la Asociación de Construcción de Maquinaria Científica y de Producción: “Usted dijo que Rusia nunca iba a ser la primera en utilizar armas nucleares; pero eso no es exactamente así… Hay verdaderamente una enorme cantidad de cosas que están mal en nuestro mundo… Nuestros enemigos solo entienden el lenguaje del uso de la fuerza y no quieren escuchar o entender nada sino eso… 

“Todas estas especulaciones sobre cómo ‘los rusos nunca harán esto’ o si será al revés, ‘los rusos siguen asustándonos con la utilización de la armas nucleares’, no valen nada. Los analistas occidentales y los comandantes de Occidente —dirigentes militares y políticos— deberían simplemente evaluar nuestras normas y nuestras intenciones”. 

Pero, ¿qué pasa si la anglosfera tiene por dirigentes a unos incompetentes? Esta semana presentaron un nuevo proyecto de ley, la “Resolución sobre la victoria en Ucrania”, en el Congreso de Estados Unidos; esa resolución proclama “que es la política de Estados Unidos ver que Ucrania logre la victoria en contra de la invasión rusa, sostiene que la paz que trae la victoria debe garantizarse integrando a Ucrania en la OTAN, y declara que Estados Unidos debe trabajar con sus aliados y socios para garantizar las reparaciones, la reconstrucción, la justicia por los crímenes de guerra rusos y la rendición de cuentas de los dirigentes rusos”. Scott Ritter, ex inspector de armamento del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), observó que “a los patrocinadores de la resolución parece habérseles escapado la ironía de que una ley estadounidense que pretende defender la soberanía ucraniana sirva de base para la muerte de Ucrania como nación”. 

En una entrevista a “Bertie el sucio” Russell, que le hizo John Freeman en marzo de 1959, le preguntaron sobre algunas de las declaraciones anteriores que dio en la década de 1940 respecta a una guerra nuclear “preventiva” (como la que dio en septiembre de 1945: “Hay una cosa, y solo una cosa, que puede salvar al mundo, y eso es que Estados Unidos haga la guerra contra Rusia en los próximos dos años, y que establezca un imperio mundial, por medio de la bomba atómica”). Russell le dejó bien claro al entrevistador que “no puedes amenazar (con una guerra nuclear) a menos de que estés preparado a cumplir con lo que dices”. En sus declaraciones del 25 de abril, Medvédev se refirió al Reino Unido: “La situación en el Reino Unido no da motivos para ser optimistas. En particular cuando hay, por decirlo de alguna manera, una cosa rara en el poder. Solo vean a sus tres últimos Primeros ministros”, Boris Johnson, Liz Truss y Rishi Sunak. Y el “grupo dirigente” de Estados Unidos no es mucho mejor. 

La verdadera fuerza motriz de lo que ahora es una guerra continua es el derrumbe del sistema monetario transatlántico y su inevitable bancarrota. Sin embargo, esta “causa” destructora de la especie podría ser el medio para apagar la máquina de guerra infernal. Como señalan Pam y Russ Martens, en su blog “Wall Street On Parade”, desde el 15 de marzo (“los idus de marzo”) cuando el diario Wall Street Journal informó que “JPMorgan, Bank of America, Citigroup y Wells Fargo perdieron alrededor de $91.000 millones de dólares en el valor de sus acciones en el mercado durante las dos semanas  pasadas”, se ha estado poniendo en práctica, en el mes y medio pasado, un muy elaborado pero perdedor juego financiero. Los bancos más grandes de Wall Street, en un esfuerzo por apuntalar al First Republic Bank, que ya estaba tambaleante entonces, movilizó a 11 bancos para dar al First Republic un fondo no asegurado de $30.000 millones de dólares el 16 de marzo. Ahora, dado que los banqueros no se conocen por su altruismo, ¿por qué hicieron esto? Lo que les preocupa al JPMorgan Chase, al Citigroup, al Wells Fargo, a Bank of America y otros, es que el mercado de $247 billones de dólares en derivados —de los cuales, más de la mitad son propiedad de los cuatro bancos mencionados— de repente quedara expuesto al mundo como el fraude sin valor que es y los gobiernos podrían optar por tomar medidas para proteger a sus poblaciones, como sería la implementación de una reforma tipo Glass-Steagall a nivel mundial como medida de emergencia. 

Esto significa el desmantelamiento ordenado del mayor cáncer especulativo de la historia mundial, que la City de Londres considera “casus belli”, sobre todo porque, en su retorcido mundo, China y Rusia, India y Brasil podrían insistir en que la guerra pase a un segundo plano para garantizar el bienestar de sus poblaciones y de las poblaciones del mundo; y es aún más horripilante para Londres, que esa política se pueda convertir en la política de Estados Unidos y de otras naciones del sector transatlántico. Las poblaciones víctimas de la guerra ya no aceptarían que fuera la guerra, bien por muerte o por los impuestos, el principal principio organizador y movilizador de la sociedad. 

El escrito de Lyndon LaRouche titulado, “On a Basket of Hard Commodities: Trade Without Currency” (Sobre una canasta de bienes tangibles: comercio sin moneda); los Diez principios para una Nueva Arquitectura Estratégica y de Desarrollo Internacional, de Helga Zepp-LaRouche; el folleto de The LaRouche Organization LaRouche, “The Coming U.S. Economic Miracle on the New Silk Road” (El milagro económico venidero de Estados Unidos en la Nueva Ruta de la Seda); la denuncia del complot para desmantelar Rusia y la denuncia de la Oficina Internacional de Asesinatos son el latido de una nueva resistencia transatlántica. Este movimiento internacional, basado en la solidaridad de los ciudadanos de cada nación en beneficio de la otra, permitirá a los ciudadanos de todas las naciones recuperar sus gobiernos o establecer por primera vez repúblicas de principios. Saber qué es lo que tenemos que hacer, enseñar qué es lo que hay que hacer, y hacer nuestros todos los foros públicos disponibles para abogar por lo que hay que hacer, es la única forma eficiente de ejercitar la libertad, no sólo para sobrevivir este peligroso momento, sino blandiendo este momento tan peligroso como lo hizo la humanidad cuando por primera vez recibió el don del fuego, para abrirnos camino desde la oscuridad actual hacia la verdadera libertad económica y política para todos, y eso por primera vez en la historia de la humanidad.

 

Para mayor información escriba a preguntas@larouchepub.com

 

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