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¡No sean trágicos! ¡Despierten!

22 de mayo de 2023 (EIRNS) — La desastrosa política de "Vietnam termonuclear" de Estados Unidos y la OTAN, que acaba de reafirmarse en la cumbre "Hiroshima" del G7 en la forma de la guerra sustituta en “Ucrania” — imposible ganar— debe terminar no sólo en la derrota, sino, si continúa, en la disolución sistémica a corto plazo de la propia anglosfera, cualquiera que sea el resultado aparente en el campo de batalla. Como afirma Helga Zepp-LaRouche en su ¡Llamado urgente de ciudadanos e instituciones de todo el mundo al (próximo) presidente de Estados Unidos!: "Hoy nos enfrentamos a una situación estratégica mucho más peligrosa que la del momento más álgido de la crisis de los misiles en Cuba. Los sistemas de armas ofensivas de la OTAN están hoy mucho más cerca de Rusia que Cuba está de Estados Unidos. El poder destructivo de las armas de la OTAN es aún mayor, el tiempo de advertencia antes de su lanzamiento es más corto, y la confianza entre los mandatarios de las grandes potencias nucleares es prácticamente inexistente, comparada con la que existía entre John F. Kennedy y Nikita Jruschov". 

Debemos despertar y, con la ayuda de los principios del drama clásico, enfrentarnos a la incapacidad de nuestros ciudadanos estadounidenses y transatlánticos para, en muchos casos, percatarse siquiera del acelerado desarrollo de la tragedia histórica de la que ahora son partícipes: el "barco de los necios" en el que actualmente son pasajeros. 

Con el espectro de la guerra termonuclear que se cierne ahora sobre el horizonte global, los asuntos pendientes de la era de 1963 a 1983 de la política exterior de Estados Unidos hacia la Rusia actual, China y la "mayoría global" de las naciones del mundo, en especial en lo tocante a las cuestiones de guerra y paz, han pasado a primer plano. Las abortadas acciones políticas para evitar la guerra termonuclear, emprendidas por dos presidentes, John F. Kennedy y Ronald Reagan, uno asesinado y el otro a punto de serlo, al proponer un enfoque de "paz superior" a la entonces vigente Unión Soviética, revelan la mentalidad estratégica que debe informar nuestro enfoque actual para evitar la guerra, y sin la cual la raza humana no tiene ninguna posibilidad de sobrevivir. 

La intención de Kennedy se expresó en su "Discurso de la Paz" en la American University el 10 de junio de 1963: 

"La guerra total no tiene sentido en una era en la que las grandes potencias pueden mantener grandes fuerzas nucleares y relativamente invulnerables y negarse a rendirse sin recurrir a esas fuerzas. No tiene sentido en una época en la que una sola arma nuclear contiene casi diez veces la fuerza explosiva lanzada por todas las fuerzas aéreas aliadas en la Segunda Guerra Mundial. No tiene sentido en una época en la que los venenos mortales producidos por un intercambio nuclear serían transportados por el viento y el agua y la tierra y las semillas hasta los rincones más remotos del planeta y hasta las generaciones aún por nacer". 

Los sentimientos que expresó aquel día, son tan diferentes de la actual política exterior de esta nación, que bien podrían ser calificados de "traición" en la reaccionaria atmósfera política actual. Estaban lejos de serlo. Eran un cambio en los axiomas de la Guerra Fría, que las facciones de inteligencia representadas por Allen Dulles y Bertrand Russell no aceptarían. 

Ocho meses después del casi Armagedón termonuclear de la crisis de los misiles cubanos de octubre de 1962, John Kennedy propondría que la nación "invirtiera el rumbo" hacia su archienemiga, la Unión Soviética. Insistiría en que las dos naciones más poderosas del mundo eran, precisamente por su poder, también las más vulnerables a una aniquilación completa. Esto significaba que las dos potencias debían cambiar rápidamente el mundo hacia la dirección de la cordura. "Porque, a fin de cuentas, nuestro vínculo común más básico es que todos habitamos este pequeño planeta. Todos respiramos el mismo aire. Todos queremos el futuro de nuestros hijos. Y todos somos mortales". 

Hoy, como en 1963, la supervivencia de la humanidad exige un modo de resolución de conflictos superior a la guerra total, o a las "pequeñas guerras" que pueden convertirse en guerra total en cuestión de horas, o incluso de minutos. Desde la época de John Kennedy, hace diez presidentes, ningún mandatario estadounidense —con la excepción del "Presidente no electo" Martin Luther King, en su discurso de "no violencia o no existencia" en la Iglesia de Riverside contra la guerra de Vietnam— ha desafiado con éxito a los estadounidenses a "caminar por el estrecho sendero de la paz" de la misma manera, con una excepción. El 23 de marzo de 1983, el Presidente Ronald Reagan terminó un discurso televisado a nivel nacional con esta formulación: 

"Permítanme compartir con ustedes una visión del futuro que ofrece esperanza. Se trata de que nos embarquemos en un programa para contrarrestar la impresionante amenaza de los misiles soviéticos con medidas que sean defensivas. Recurramos a los mismos puntos fuertes en tecnología que dieron origen a nuestra gran base industrial y que nos han proporcionado la calidad de vida de la que disfrutamos hoy. 

"¿Qué pasaría si la gente libre pudiera vivir segura sabiendo que su seguridad no depende de la amenaza de una represalia instantánea de Estados Unidos para disuadir un ataque soviético, que pudiéramos interceptar y destruir misiles balísticos estratégicos antes de que lleguen a nuestro suelo o al de nuestros aliados? 

"Sé que se trata de una tarea técnica formidable, que quizá no pueda llevarse a cabo antes de finales de siglo. Sin embargo, la tecnología actual ha alcanzado un nivel de sofisticación que nos permite iniciar este esfuerzo. Llevará años, probablemente décadas de esfuerzos en muchos frentes. Habrá fracasos y contratiempos, pero también éxitos y avances. Y a medida que avancemos, debemos ser constantes en preservar la disuasión nuclear y mantener una sólida capacidad de respuesta flexible. Pero, ¿no vale la pena realizar todas las inversiones necesarias para liberar al mundo de la amenaza de una guerra nuclear? Sabemos que sí". 

La política de armas defensivas, una política que, de haberse aplicado, habría evitado incluso que se produjera la situación actual, que sitúa al mundo al borde del Armagedón termonuclear, tiene su origen en el economista y estadista Lyndon H. LaRouche. Eso nunca ha sido generalmente informado al pueblo estadounidense hasta hoy; es conocimiento suprimido. Esa "política de paz superior" fue la razón de la persecución y encarcelamiento de LaRouche y sus asociados, y es el gran secreto de las últimas cuatro décadas de política estratégica termonuclear, y de la historia actual. No está de moda, ni se considera aceptable, discutir la relación entre el "cambio de axioma" de política exterior de John Kennedy en 1963, y la propuesta de "ruptura de axioma" de Ronald Reagan a la Unión Soviética en 1983. Esto "hace cortos circuitos" en la creación de mitos históricos contemporáneos, pero no deja de ser cierto: LaRouche lo propuso y Reagan lo adoptó. 

También es cierto, que a menos que se revelen, y hasta que se revelen, las verdades de la historia contemporánea, desde los cuatro asesinatos estadounidenses de 1963 a 1968 de John y Robert Kennedy, el reverendo Martin Luther King, Malcolm X (y otros asesinatos llevados a cabo por el "Buró Internacional de Asesinatos" en Alemania, Italia, etc. en las décadas de 1960 y 1970), a la verdadera historia de 1983 de la Iniciativa de Defensa Estratégica y la posterior persecución y encarcelamiento de Lyndon LaRouche por el Departamento de Justicia de Estados Unidos (que fue el precedente de las acciones que ahora se llevan a cabo contra ex Presidentes estadounidenses y ciudadanos privados), el peligro de una guerra termonuclear, buscada o no, seguirá aumentando día a día. Es posible no ser trágico, no repetir las lecciones de la historia. Como dijo el poeta favorito de Robert Kennedy, Esquilo: 

"El que aprende debe sufrir. E incluso en nuestro sueño el dolor, que no puede olvidar, cae gota a gota sobre el corazón, hasta que, en nuestra propia desesperación, contra nuestra voluntad, llega la sabiduría a través de la terrible gracia de Dios". 

El sueño de la Razón produce tragedia. ¡Despierten!

 

Para mayor información escriba a preguntas@larouchepub.com

 

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