22 de marzo de 2024 (EIRNS) — El pasado 26 de enero, la Corte Internacional de Justicia (CIJ) determinó que había una base sólida para la acusación de genocidio por parte de Israel contra los palestinos de Gaza. Ese mismo día, Israel alegó que el Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en el Cercano Oriente (UNRWA, por sus siglas en inglés), la agencia esencial de ayuda que frena el ritmo del genocidio, tenía 12 de sus 30.000 empleados con alguna conexión con el asalto de Hamás a Israel del 7 de octubre. La UNRWA despidió sumariamente a los 12 empleados, sin rebatir las escasas acusaciones de los relatos de las pruebas de Israel, al parecer con la esperanza de que las potencias occidentales se conformaran con el sacrificio.

Durante las últimas ocho semanas, el gobierno israelí ha hecho caso omiso de las órdenes provisionales de la CIJ, en particular, las órdenes de proporcionar los alimentos, el agua y los medicamentos suficientes para hacer frente a la desnutrición y las enfermedades, mientras que más de una docena de naciones occidentales simplemente cortaron toda su financiamirnyo s la UNRWA. Hay algo patas arriba en este cuadro. 

El secretario general de la ONU declaró el 20 de marzo que la investigación independiente de la UNRWA ha demostrado, como se esperaba, que está bien equipada "para garantizar el cumplimiento del Principio Humanitario de neutralidad", y que la comisión ha identificado las mejoras específicas que deben abordarse. 

Así pues, ¿dónde están los titulares de prensa sobre los países que ahora se muestran jubilosos por poder restablecer el financiamiento de la UNRWA, la capacidad logística más inmediata y eficaz para librar la guerra contra el hambre desesperada, las enfermedades y las muertes por inanición? Y aunque no había necesidad de destacarlo, con toda seguridad, ¡esta mañana el presupuesto de emergencia de Estados Unidos que se votará hoy en el Congreso prohíbe cualquier financiamiento para la UNRWA durante el próximo año! 

El Consejo de Seguridad de la ONU se enteró, el 19 de marzo, de los horrores que hay en Sudán, fuera de toda cobertura de los medios “informativos” occidentales, ya que nuestras pobres poblaciones apenas pueden soportar lo que está sucediendo en Gaza. Según la ONU, se estima que unos 730.000 niños sudaneses sufren malnutrición grave, más de 8 millones de personas están desplazadas y una cifra récord de 18 millones se enfrentan a una grave inseguridad alimentaria, incluso durante su temporada de cosechas. En Haití, el director general del Hospital Albert Schweitzer explicó a la cadena ABC News que con "los puertos cerrados, ahora existe una preocupación real de que Puerto Príncipe pueda quedarse sin alimentos y otros suministros esenciales en las próximas dos semanas". Entrevistan a una mujer que ha huido de la violencia y se ha refugiado en un edificio gubernamental abandonado: "Nos estamos muriendo de hambre. Los bebés se mueren de hambre. Los discapacitados se mueren de hambre. Los jóvenes se mueren de hambre. Todo el mundo se muere de hambre. No podemos ayudarnos unos a otros". 

La fealdad y el peligro de la situación actual exigen un optimismo inquebrantable y decidido de que, como dijo Friedrich Schiller, la humanidad ha nacido verdaderamente para algo mejor. Las deliberaciones de la semana pasada de la Coalición Internacional por la Paz (CIP) aportaron un atisbo de esa esperanza, abriendo una brecha entre la esperanza y la desesperación. Hoy, la CIP convoca una reunión de emergencia, en una movilización de "alerta roja", liderando la lucha para forjar un camino a seguir. Ese informe aparecerá aquí mañana. 

Mientras tanto, estudia, como si tu vida -y la de muchos otros- dependiera de ello, el núcleo de la solución, empezando por el vídeo de 14 minutos que resume el "Plan Oasis", y hazlo circular por todas partes. Una vez que se enderece este mundo patas arriba, te preguntarás por qué no lo hicimos antes.