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La "Declaración Conjunta de Líderes de Estados Unidos y Japón" presenta un plan de guerra para Asia

12 de abril de 2024 (EIRNS) — La declaración conjunta de Estados Unidos y Japón, que emitieron al concluir la reunión del Presidente Joe Biden y el Primer ministro Fumio Kishida en la Casa Blanca el 10 de abril, que ha suscitado hoy una severa respuesta de China, es una larga y nauseabunda diatriba sobre por qué Estados Unidos y Japón están reforzando su cooperación militar para contrarrestar la “malvada y agresiva” amenaza de China contra "la libertad y la democracia". Bajo el subtítulo "Socios globales para el futuro", el párrafo inicial afirma que los dos mandatarios "prometen que Estados Unidos y Japón continuarán nuestro incansable trabajo, juntos y con otros socios, para hacer realidad un Indo-Pacífico y un mundo libres y abiertos". 

De hecho la intención es integrar a Japón en la OTAN (¡está claro que ya no es una nación del Pacífico!) mediante su acuerdo para lograr "una integración inconsútil de las operaciones y capacidades... una mayor interoperatividad y planificación entre las fuerzas estadounidenses y japonesas en tiempos de paz y durante contingencias". 

El hecho de que el objetivo sea China no es nada sutil, ya que se acusa a China de esfuerzos "para cambiar unilateralmente el statu quo por la fuerza o la coerción en el Mar de China Oriental", y "con encuentros inseguros en el mar y en el aire, así como la militarización de los elementos en disputa y el uso peligroso de los buques guardacostas y la milicia marítima"; con "la reciente conducta peligrosa y de escalada en apoyo de sus reclamaciones marítimas ilegales en el Mar de China Meridional, así como los esfuerzos para interrumpir la explotación de recursos en alta mar de otros países", que, según afirman, "son incompatibles con el derecho internacional tal como se refleja en la UNCLOS", la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, tratado-que Estados Unidos nunca ha firmado. 

El "núcleo" de la "asociación global" reforzada entre Estados Unidos y Japón que describen, es el resurgimiento del militarismo japonés, vinculado de manera "inconsútil” al de Estados Unidos. Entre los compromisos que citan se cuenta la cooperación en la construcción de "capacidades de base de alta gama" y el desarrollo del "conjunto de capacidades de contraataque de Japón" (se nombra el sistema de misiles de ataque terrestre Tomahawk [TLAM]). La agenda contempla el trabajo conjunto en la defensa contra misiles hipersónicos y el desarrollo y producción conjunta de misiles en general. 

A esto hay que añadir el establecimiento de "una arquitectura de defensa aérea en red" entre Estados Unidos, Japón y Australia, y la posible incorporación de Japón a la alianza militar AUKUS (Australia, Reino Unido y EU), mediante su participación en los "proyectos de capacidad avanzada del Pilar II" de AUKUS. Se está "explorando" la cooperación trilateral australiana, estadounidense y japonesa "en el campo rápidamente emergente de los aviones de combate colaborativos y la autonomía". Y así por el estilo. 

En cuanto a Taiwán, hay que recordar que los japoneses colonizaron Taiwán durante 50 años, de 1895 a 1945, y sólo renunciaron a ella tras su derrota en la Segunda Guerra Mundial, y que Estados Unidos trata a Taiwán como una semicolonia y la está preparando abiertamente para entrar en guerra con China continental. En ese contexto, los dos mandatarios "reiteran la importancia de mantener la paz y la estabilidad a través del estrecho de Taiwán como elemento indispensable de la seguridad y la prosperidad mundial".

 

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