10 de julio de 2024 (EIRNS) — La cumbre de la OTAN, de tres días de duración, comenzó con la patética figura del secretario general saliente Jens Stoltenberg, en un discurso en el que prodigo sus alabanzas a la supervivencia de la OTAN y a su abultado crecimiento durante estos 75 años. Señaló que ha durado más que la alianza de Delos de la antigua Grecia, que había sido pregonada anteriormente como la alianza más duradera (74 años). Es una referencia curiosa y bastante siniestra, ya que la Liga de Delos perdió su misión al cabo de 24 años, convirtiéndose en una broma imperial, lo que dio lugar a algunas de las luchas internas (entre los miembros de la Alianza) más prolongadas y despiadadas que se conocen en la historia. 

Stoltenberg también reiteró que Ucrania debe ganar para que el mundo pueda seguir adelante. Le siguió el Presidente Biden, apoyado en su fiel teleprompter y en su pomposo modo de gritar (quizá con esteroides). Como tal, pareció mantenerse entero durante todo su discurso, reiterando las consignas de que Ucrania debe ganar y Putin debe sufrir la derrota, ante la admiración, pero probablemente ansiedad, de la multitud, que se preguntaba si iba a aguantar la actuación. Alegó que Putin quería borrar a Ucrania del mapa, pero "no se detendrá con eso". Biden aseguró al público: "No se equivoquen, Ucrania puede detener y detendrá a Putin" (lo dijo tan seguro de sí mismo, como que será el candidato demócrata). Y con la misma certeza afirmó que Rusia estaba perdiendo en la guerra, una afirmación que la mayoría del público comprendió sin duda que era pura hipérbole. 

Señaló que ahora había 100.000 soldados estadounidenses en Europa y que se había producido un tremendo aumento de equipamiento y armamento (pero no es que estén “ocupando” a Europa). Dijo que Estados Unidos y sus aliados enviarían a Ucrania docenas de tanques, vehículos blindados de transporte de tropas, sistemas de defensa antiaérea y misiles de largo alcance. También anunció que Estados Unidos y sus aliados enviarían ahora a Ucrania sistemas tácticos de defensa antiaérea. Biden también llamó a Stoltenberg al escenario para imponerle la Medalla Presidencial de la Libertad. El único momento de incertidumbre fue cuando Biden estaba apretando el collar de la medalla alrededor del cuello de Stoltenberg, pero finalmente lo consiguió de manera muy brillante.