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Detrás de la "misión de paz" de Orbán, una normalidad tranquila e implacable

17 de julio de 2024 (EIRNS) — Hace dos semanas que el Primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, pilló desprevenidos a los atlanticistas al aterrizar en Kiev el 2 de julio, en lo que sería el primero de cinco viajes de su "misión de paz". Le siguieron reuniones en Moscú, Pekín, Washington y Mar-a-Lago. Aparentemente imperturbable por los gritos y aullidos de los burócratas de Bruselas, ayer presentó su resumen a Charles Michel, presidente del Consejo Europeo. El mensaje fue claro. Luego de advertir que, como van las cosas, "la intensidad del conflicto militar aumentará radicalmente en un futuro próximo", así que propuso a la Unión Europea (UE) que se reuniera con China para organizar una conferencia de paz. 

Por un lado, China ya ha presentado a la UE y a otros su propuesta de paz de 12 puntos, así que ¿qué tiene de nuevo la propuesta del Primer ministro de Hungría? ¿Qué diferencia puede tener que un miembro de la UE, y de la OTAN, rompa filas y secunde la iniciativa de China? 

Más allá de las acciones concretas de Orbán en las dos últimas semanas, lo que atormenta a los atlanticistas es que Orbán sabe que habría gritos de indignación y, al parecer, ya lo había tomado en cuenta. Se mantiene firme, imperturbable. En este sentido, comparte un enfoque con Xi Jinping. Ambos saben que están hablando con líderes occidentales que tienen, para decirlo con diplomacia, una familiaridad pasajera con la locura; sin embargo, proceden con calma, implacablemente, como si todo el mundo fuera completamente inteligente y de buena voluntad. 

Vale la pena mencionar que Orbán no está impulsando un esquema geopolítico para que Occidente se aleje de Rusia, sólo para volver a prepararse para un gran enfrentamiento con China. Orbán y Hungría quieren formar parte de los grandes proyectos de infraestructuras de la Franja y la Ruta. La adicción de Occidente a una serie de esquemas fraudulentos de pirámides financieras ha sido el motor de esquemas geopolíticos militaristas; pero no es normal. 

China acaba de anunciar un superávit comercial récord el mes pasado de $99.000 millones de dólares. El año pasado, China exportó $3,38 billones de dólares en productos manufacturados. Cabe destacar que en los cuatro trimestres que terminaron en marzo de 2024, los nuevos préstamos bancarios netos a prestatarios industriales alcanzaron seis veces su máximo anterior, hasta $614.000 millones de dólares. En palabras del diario New York Times, "los préstamos a las industrias han sustituido casi exactamente a los préstamos que antes se destinaban al sector inmobiliario". Es decir, ante la enorme burbuja inmobiliaria especulativa de Evergrande, China intervino, desapalancó la especulación y canalizó el crédito hacia la industria. Esto puede deberse a la estrategia del Banco Nacional de Alexander Hamilton, o a un código moral confuciano, o a la versión china del socialismo; en cualquier caso, hicieron lo que haría cualquier país sensato normal. 

El diario semioficial chino Global Times publicó ayer una extensa entrevista con el candidato independiente al Congreso de EU por el Bronx (CD15), José Vega, partidario del economista y filósofo Lyndon LaRouche, que pretende reconstruir el Bronx con métodos hamiltonianos. Global Times destacó el valor y la moralidad de Vega y dos colaboradores (Simon Miller y Robert Castle) al denunciar públicamente a quienes, como el neoconservador Matthew Pottinger, "difunden mentiras y les pagan para confundir al público estadounidense. Intenta meternos en guerras y en una confrontación nuclear, no sólo con China, sino también con Rusia. Su trabajo consiste en asegurarse de que el público estadounidense sienta una especie de odio infundado e irracional hacia China". Hay muchos chinos a los que les gustaría saber que existen algunos estadounidenses normales. 

El Presidente de China, Xi Jinping, ha puesto sobre la mesa del mundo el modelo muy estadounidense de que se puede eliminar la pobreza y crear clases medias con grandes proyectos de infraestructura elegidos adecuadamente, y la protección de las prácticas de formación de capital a largo plazo para ayudar e inducir esos proyectos. Orbán ha puesto sobre la mesa del mundo que un líder de una nación occidental puede escuchar eso, tanto en lo que se refiere a la economía como a la colaboración pacífica entre naciones. 

Hace toda la diferencia del mundo que los patriotas de cada uno de sus países, al liberarse de la fantasía de que la OTAN conseguirá que su sustituto ucraniano derrote militarmente a Rusia, aprendan el optimismo paciente e implacable de Orbán o Xi, basado en el enfoque de la Franja y la Ruta. Ese proceso de, llamémoslo, "nacionalismo inteligente" no sólo debe seguir adelante, sino que debe superar los asesinatos y el terror esperados de los más sucios de la camarialla atlanticista de la "guerra permanente". La videoconferencia semanal del Instituto Schiller del 10 de julio "Orbán ejerce la diplomacia mientras la OTAN planea más guerra" debería ayudar a acelerar el avance de los buenos. 

 

Para mayor información escriba a preguntas@larouchepub.com

 

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