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Ante dos malas opciones, escucha al rabino

26 de julio de 2024 (EIRNS)  Hay una anécdota del rabino que aconsejaba, que ante dos malas opciones, elegir siempre la tercera. 

Entonces, ¿qué podría ofrecer esta semana el ministro de Asuntos Exteriores de China, Wang Yi, a su homólogo de Ucrania, Dmytro Kuleba: ceder alguna cantidad de terreno para detener la matanza? ¿Van Rusia y Ucrania a estabilizar la situación estableciendo una línea de demarcación? ¿Y China sabe trazar esas líneas mejor que ningún otro país? 

Al parecer, Wang Yi recordó a Kuleba que Ucrania y China se hicieron socios estratégicos cuando, en diciembre de 2013, el entonces Presidente de Ucrania, Víktor Yanukóvich, se sumo al recién iniciado programa de la Franja y la Ruta del Presidente de China, Xi Jinping. Omitió con elegancia algunas verdades desagradables: que Victoria Nuland y su proyecto de "revolución de colores" de $5.000 millones de dólares dieron un golpe de Estado en Kiev dos meses después, lanzando a Ucrania a una guerra civil. La cuestión era que había un camino que no se había tomado y que habría proporcionado a Ucrania un futuro sólido y próspero; y Pekín volvía a poner esa perspectiva sobre el tapete, sin sermones sobre que Ucrania merecía lo que había conseguido en los últimos 10 años, etc. 

La idea de que existe una tercera opción, cuando uno está atascado ante dos opciones imposiblemente malas, sólo funciona cuando uno vive en un mundo en el que existe un futuro más amplio, más próspero y más feliz, un futuro que todavía no se ha realizado. Es decir, el caso de estar atascado con dos malas opciones es sintomático de que una persona, o una nación, no ha seguido el camino más elevado en el momento oportuno. China no tropezó simplemente con el éxito, sino que la cultura había sufrido mucho a causa de cierta deficiencia que permitió al imperio británico del siglo 19 esclavizar una cultura milenaria. Y la "Revolución Cultural" antioccidental tampoco les condujo al camino superior. Más bien, hubo un prolongado período de tener que elaborar sin descanso una solución al problema histórico de tener un vasto campesinado atrapado en una profunda pobreza. Una vez hecho esto, hay una mano firme, serena e implacable al timón del Estado. 

El miércoles 25 de julio, en el Congreso de Estados Unidos, hubo más del sabor y la sensación de un estrambótico mitin de Núremberg, con al parecer hasta 52 ovaciones en pie en la demagógica y descarada farsa del Primer ministro de Israel Benjamin Netanyahu, todo ello en aproximadamente una hora. Media docena de familiares judíos de rehenes en Gaza, que permanecían en silencio con camisetas en las que se leía "Sellemos el acuerdo ya" (exigiendo a Netanyahu que pusiera fin a su belicismo y aceptara el acuerdo de cese al fuego con los rehenes), fueron detenidos. Netanyahu llegó a afirmar que Israel proporcionaba más de 3.000 calorías diarias de alimentos a todos y cada uno de los palestinos de Gaza, por lo que la orden de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de que Israel tenía que poner fin a la hambruna de los palestinos de Gaza era en realidad “antisemitismo” del más puro. Netanyahu elogió a los representantes electos de Estados Unidos que se habían enfrentado al antisemitismo de la CIJ. No hay mucho arte de gobernar en Washington. ¿Qué diría el rabino? 

Los estadounidenses se enfrentan a unos 100 días de palabrería, de aquí a la jornada electoral del 5 de noviembre, mientras se preguntan si el dedo de un cuestionado Joe Biden está en el botón nuclear. Pero entonces, ¿inspira confianza Kamala Harris o, para el caso, el siguiente en la línea de sucesión presidencial, el congresista Mike Johnson, mientras que Estados Unidos parece intrínsecamente atrapado en un enfrentamiento termonuclear contra Rusia? ¿Qué diría el rabino? 

En Nueva York se presentan dos estadistas de probada eficacia, que dominan el camino más elevado, una para el Senado, Diane Sare, y otra para la Cámara de Representantes por un distrito del Bronx, José Vega. Ninguno de los dos puede ser Presidente esta vez, pero pueden desencadenar ese proceso necesario en el que los estadounidenses se hagan mucho más fuertes y capaces, al adquirir el poder de la perspicacia para saber dónde ha extraviado su alma el país. ¿Qué más puede pedir un rabino?

 

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