¿Están las élites occidentales sordas, mudas y ciegas, o simplemente en bancarrota?
9 de agosto de 2024 (EIRNS) — El domingo 4 de agosto, el viceministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Ryabkov, uno de los diplomáticos más veteranos del país, dio unas declaraciones estudiadas y aleccionadoras en una entrevista que le dio al canal de televisión Rossiya-1. Anunció que "la era de las concesiones unilaterales de Moscú [a Estados Unidos y la OTAN] ha terminado definitivamente". También informó sobre planes terroristas "extremadamente inquietantes" contra Rusia, entre los que parece figurar un complot del gobierno ucraniano, respaldado por Estados Unidos, para asesinar al Presidente Vladimir Putin.
Pero posiblemente lo más significativo de todo fue la afirmación de Ryabkov de que "el problema es que ya no hay interruptores automáticos... Los ataques en el territorio de Rusia están permitidos. De nada valen las garantías de los estadounidenses de que no se han tomado tales decisiones ni se han concedido indulgencias a Kiev".
Como para dar la razón a Ryabkov, sólo dos días después unos 1.000 soldados de élite ucranianos lanzaron una gran incursión en la región rusa de Kursk. El gobierno de Biden, la Unión Europea y los principales grupos de expertos transatlánticos salieron en defensa de la acción ucraniana. La caja de Pandora de los ataques terrestres y aéreos sistemáticos respaldados por la OTAN en territorio ruso ya está abierta.
"El problema es que ya no hay interruptores automáticos...".
El peligro de desencadenar una guerra mundial global en torno al genocidio israelí en Gaza y las provocaciones en todo el sudoeste de Asia es casi tan grande como el que proviene del teatro de Ucrania. ¿Cómo interpretar, si no, la presencia inmediata, tras el asesinato selectivo israelí el 31 de julio del líder de Hamás Ismail Haniyeh en Irán, del jefe del Comando Central (CentCom) de Estados Unidos, el general Michael Kurilla, en Tel Aviv, y del secretario del Consejo de Seguridad de Rusia, Serguéi Shoigu, en Teherán?
Hay otros dos aspectos de esta crisis de descomposición estratégica que hacen que la situación sea aún más peligrosa.
Primero: La censura en tiempos de guerra y las medidas enérgicas contra la libertad de expresión y de reunión se están instaurando rápidamente en todo el mundo occidental, para que no se susurre en ningún rincón del reino ninguna "narrativa" que no sea la oficial. Los esfuerzos por intimidar y silenciar a los críticos abiertos, como Scott Ritter y Tulsi Gabbard; los esfuerzos similares que se están llevando a cabo en Alemania y otros países de la Unión Europea contra diversos medios informativos; y el rápido crecimiento de las listas negras nazis de Molfar y del Centro para Contrarrestar la Desinformación (CCD), financiados por los gobiernos de Estados Unidos y el Reino Unido, son todos componentes de la campaña de guerra descrita anteriormente.
Segundo: La desintegración del sistema financiero transatlántico, infestado de especulación, está dando lugar a violentos flujos financieros, como los que están detrás del desplome de los mercados bursátiles de todo el mundo en el Lunes Negro de esta semana. A las naciones del Sur Global se las está sometiendo a niveles de austeridad y saqueo impuestos por el FMI que hacen imposible la existencia de gobiernos estables, abriéndole las puertas a una ocupación militar de facto dirigida por la OTAN. Esto hace que la ruptura definitiva del Sur Global con el sistema especulativo denominado en dólares sea aún más necesaria, y posible, en la próxima cumbre del BRICS del 22 al 24 de octubre en Kazán, Rusia.
El viceministro de Asuntos Exteriores Ryabkov lanzó la necesaria advertencia: "Los que sólo se escuchan a sí mismos, sentados en Washington, en Bruselas, en Varsovia o donde sea, deberían prestar atención".
Mejor aún, Helga Zepp-LaRouche, fundadora del Instituto Schiller, ha señalado la solución a esa advertencia:
"Creo que estamos absolutamente al borde del apocalipsis en dos frentes", declaró Zepp-LaRouche en su Diálogo Estratégico semanal por internet del 7 de agosto. "Uno es, naturalmente, Oriente Medio, y el otro es la escalada de la situación en Ucrania. Creo que esto requiere una movilización extraordinaria de mucha gente y muchas fuerzas en todo el mundo para cambiar la situación... El Nuevo Paradigma significa pensar en la Humanidad Única; en cómo viviremos juntos dentro de 100 años; en cómo podemos superar todos los conflictos supuestamente tan importantes, y pensar realmente en qué es lo que nos une como especie humana".
Para ello asiste a la reunión del 9 de agosto de la Coalición Internacional por la Paz: "¿Es ésta la última llamada antes de la Tercera Guerra Mundial, o son los primeros pasos hacia un nuevo paradigma de paz?”.
Para mayor información escriba a preguntas@larouchepub.com