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Entrevista de EIR al ex embajador de EU y experto en China, Chas Freeman

15 de diciembre de 2021

La siguiente entrevista hecha al embajador Chas Freeman fue realizada por Mike Billington de la EIR el 29 de noviembre del 2021. La extensa carrera del embajador Freeman en la política exterior de Estados Unidos incluye su papel como intérprete del Presidente Richard Nixon en su famosa visita a China en 1972. El embajador hizo el análisis legal que inspiró la Ley de Relaciones con Taiwán de 1979 y fue Director del país para China, principal subsecretario de Estado adjunto para asuntos africanos, y subsecretario de Defensa. Se desempeñó en el extranjero en India y Taiwán, y como jefe de misión adjunto en las embajadas de Estados Unidos en China y Tailandia. Fue embajador de Estados Unidos en Arabia Saudita durante la guerra de 1990-1991. Editó el artículo de la Enciclopedia Británica sobre diplomacia y es autor de varios libros sobre el arte de gobernar, así como sobre la política de Oriente Medio y Asia.

Chas Freeman: Soy Chas Freeman y es un placer estar contigo, Mike.

EIR: ¿Quiere hablar un poco sobre su historia, sobre sus muchas ocupaciones?

Freeman: Bueno, no particularmente. Fui funcionario público durante 30 años, salí sin un centavo de esa experiencia y desde entonces me he dedicado a remediar esa condición con modesto éxito. Actualmente soy profesor invitado en el Instituto Watson para Asuntos Públicos e Internacionales de la Universidad de Brown y orador frecuente de una serie de temas que son controvertidos en la política exterior de Estados Unidos, incluidas las relaciones con China, Oriente Medio, etc. Así que eso es todo.

¿Comenzará Estados Unidos una guerra nuclear?

EIR: Bien, he preparado algunos temas. Los voy a repasar y dejar que hable de ellos. Quiero comenzar con el peor de los escenarios, que es, como señaló en su presentación en el Instituto Watson la semana pasada, que China inició su desarrollo de armas nucleares después de que Estados Unidos había amenazado con usar armas nucleares contra China durante la crisis de 1958, por las islas en el Estrecho de Taiwán. El almirante Charles A. Richard, el actual comandante del Comando Estratégico de Estados Unidos, dijo este verano que, si bien la guerra nuclear solía considerarse improbable, debido al ascenso de China, ahora era probable.

¿Sospecha que Estados Unidos preferiría usar armas nucleares que perder un conflicto militar sobre Taiwán?

Freeman: Bueno, esa siempre ha sido la doctrina estratégica nuclear adoptada por Estados Unidos: la suposición de que si la guerra convencional falla, existe una opción nuclear, y de hecho ese fue el caso con el uso de armas nucleares por parte de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial. Sólo cuando se determinó que la guerra convencional sería muy problemática y las bajas serían enormes, es que se decidió lanzar armas nucleares sobre Hiroshima y Nagasaki.

Esto es consistente con el razonamiento estadounidense a lo largo de los años. Me parece muy desconcertante, francamente, en el contexto actual. Ahora se sabe que nueve países tienen armas nucleares. Estados Unidos corre el riesgo de que se usen armas nucleares contra nuestro propio territorio si amenazamos o usamos tales armas contra otros. Hemos visto, por ejemplo, que una política de máxima presión sobre Corea del Norte provocó que los norcoreanos desarrollaran un misil balístico intercontinental y una ojiva nuclear, para eso, precisamente para golpear a Estados Unidos y disuadir el ataque estadounidense, o los intentos de un cambio de régimen contra Pyongyang.

Ahora tenemos una situación diferente a la que teníamos en la Segunda Guerra Mundial, cuando teníamos el monopolio de las armas nucleares. Y me parece un error de juicio muy grave imaginar que las armas nucleares siguen siendo el as en la manga que el almirante Richard cree que son. Ahora bien, en el caso de China, no se trata simplemente del programa de modernización nuclear que ha emprendido Estados Unidos, al que hemos comprometido unos 1,4 billones de dólares, gran parte de ellos destinados contra China, para lograr la supremacía en el campo de batalla sobre los chinos, sino también es la ruptura de todos los acuerdos que permiten la convivencia pacífica en el Estrecho de Taiwán.

Para refinar la cuestión de Taiwán en la relación entre Estados Unidos y China, esencialmente, Estados Unidos acordó tres condiciones: una, que pondríamos fin a las relaciones oficiales con Taipéi; dos, que retiraríamos todo el personal e instalaciones militares de la isla; y tres, anularíamos nuestro compromiso de defensa con la isla. Nos hemos retractado de cada uno de estos compromisos.

Es muy difícil distinguir entre la forma en que llevamos a cabo nuestras relaciones con Taipéi ahora y una relación oficial o diplomática. Sabemos que hay tropas estadounidenses en Taiwán entrenando a las fuerzas taiwanesas y escuchamos fuertes declaraciones en el Congreso y en otros lugares para la defensa estadounidense de Taiwán, con el argumento de que es una democracia que se resiste a un gobierno autoritario. De alguna manera se olvidó la historia entre todo esto.

Mencionaste la crisis de las islas de ultramar de 1958, que incluyó a las islas Quemoy y Matsu, como lo que precipitó el programa nuclear chino. Pero Estados Unidos amenazó con el uso de armas nucleares en China durante la Guerra de Corea, y en tres ocasiones más, que yo sepa. Los chinos afirman que hubo seis ocasiones en las que fueron amenazados con un ataque nuclear, precisamente sobre la base que el almirante Richard parece apoyar. Y esto de hecho llevó a Mao Zedong a pedir ayuda a la Unión Soviética para desarrollar una disuasión nuclear china. La negativa soviética a ayudar jugó un papel importante en provocar la ruptura de las relaciones entre China y la Unión Soviética.

Entonces, esta es una historia que es muy enredada, muy larga, muy compleja, y que parece que la vemos más bien al modo de las personas con Alzheimer, ya sabes, donde no recordamos nada y todo es nuevo cada vez.

La disuasión nuclear de China

EIR: Usted también señaló en su presentación con Lyle Goldstein en el Instituto Watson la semana pasada, que China había hecho advertencias justas de sus intervenciones militares ante Corea en 1950, India en 1962 y Vietnam, cuando ellos cruzaron la frontera en 1979. Pero, no obstante, Washington está ignorando advertencias similares sobre Taiwán. ¿Por qué piensa eso y cuál es su expectativa si China de hecho usa la fuerza?

Freeman: Gran parte de la negación que uno ve en Washington sobre temas como este, refleja arrogancia por parte de la llamada "masa amorfa", la élite que hace la política exterior y su componente militar. Pero representa el no poder comprender hasta qué punto el orden global y la geopolítica se han reorganizado, a medida que otros surgen para igualar al poder estadounidense, al menos a nivel regional.

Cuando hicimos el acuerdo de normalización con China y resolvimos la cuestión de Taiwán, China no tenía los medios militares para llevar a cabo una invasión o un ataque a Taiwán con credibilidad alguna. Ahora los tiene. Ha estado desarrollando una amplia gama de opciones para tomar medidas para resolver la guerra civil china, que es como surgió el problema de Taiwán y para llevar a Taiwán a la relación acordada con el resto de China. Prefiere un medio negociado para hacer eso. Pero es evidente que está desarrollando alternativas, incluida una amplia gama de posibilidades para el uso de la fuerza, y es en ese contexto que uno debe ver el reciente aumento de las fuerzas nucleares chinas.

Si China lleva a cabo un aumento calibrado de presión sobre Taiwán para llevarlo a la mesa de negociaciones, que es lo que está haciendo actualmente, eso es una cosa. Pero si se le coloca en una posición en la que no ve perspectivas pacíficas de resolver la cuestión de Taiwán, se verá obligada a considerar el uso de la fuerza. Y la conquista de Taiwán tendría que llevarse a cabo con rapidez y con un golpe contundente. Tendría que presentar un hecho consumado a los estadounidenses que deseen intervenir en ese conflicto. Y es en este caso que la disuasión nuclear se vuelve invaluable, porque China estará en condiciones de decirle a Estados Unidos, "si intervienen, todas las opciones están sobre la mesa", para usar la frase que tan a menudo hemos usado con respecto a los demás. En otras palabras, ¿Estamos realmente dispuestos a renunciar a Chicago para preservar la democracia y la autonomía de Taiwán? Dado que, si hay una guerra por Taiwán, lo primero que perecerá será la democracia de Taiwán y su prosperidad. ¿Estamos realmente preparados para hacer ese sacrificio?

Esta es una repetición del enfrentamiento al estilo de la Guerra Fría de la Crisis de los Misiles Cubanos que deberíamos hacer todo lo posible por evitar. Pero cada día parece más probable.

Resolver pacíficamente el problema de Taiwán

EIR: ¿Cree que hay algún potencial dentro de Taiwán para que el Kuomintang o cualquier otra fuerza dentro de Taiwán, prefiera tener relaciones normales que conduzcan a una reunificación pacífica a largo plazo, para recuperar cualquier tipo de influencia política, o ganar una elección en Taiwán? Y, por otro lado, ¿Qué haría falta para que Washington convenciera al DPP [Partido Progresista Democrático] y a la Presidente Tsai Ing-wen de negociar con Pekín?

Freeman: Creo que las perspectivas electorales del KMT son limitadas y, si es elegido, no será sobre la base de una visión de las relaciones a través del Estrecho, sino sobre la base de cuestiones locales. Tip O'Neill tenía razón, toda la política es local y la gente de Taiwán está mucho más preocupada, en su mayor parte, por los problemas más cercanos a casa que por la perspectiva de un conflicto con su madre patria china.

En el DPP hay una gran variedad de opiniones. Hay quienes están firmemente comprometidos con la idea de la independencia y abogan por arriesgarse ahora. Hay quienes, como Tsai Ing-wen, dicen ahora que Taiwán ya es independiente y no tiene necesidad de declarar la independencia. Esta es una respuesta a los extremistas de su propio partido que abogan por la declaración inmediata de independencia. Desafortunadamente, se escucha de manera muy diferente al otro lado del Estrecho. Pekín considera que eso cumple las condiciones que estableció para tener que usar la fuerza, a saber, que Taiwán logre la independencia, donde no hay perspectivas de una reintegración pacífica de los dos lados del Estrecho.

Entonces, ¿Qué podríamos hacer para influir en el DPP? Tendríamos que abandonar nuestro rechazo del principio de Una sola China. Como recordarán, Taiwán y China continental en 1972, durante la negociación del Comunicado de Shanghai, tanto Taipéi como Pekín estuvieron firmemente de acuerdo en que solo había una China y Taiwán era parte de ella. La democracia de Taiwán ha cambiado la opinión de muchos en Taiwán sobre esa cuestión, por lo que ahora no es fácil tener una discusión. En el gobierno anterior en Taipéi, se habló de los dientes para afuera del principio de Una sola China, y esto permitió un diálogo muy productivo a través del Estrecho; ese diálogo ahora no existe. Si no hay diálogo, si no hay pláticas, no hay un camino aparente para una resolución pacífica de los problemas. Entonces, creo que Estados Unidos debería abogar por el diálogo. Deberíamos decir con firmeza que no estamos de acuerdo con el DPP en que Taiwán es un estado independiente. Pero esto es políticamente muy difícil, dada la histeria contra China en Estados Unidos en la actualidad.

La Franja y la Ruta: una oportunidad, no una amenaza

EIR: Con respecto a esa histeria general contra China, como sabe, la EIR y el Instituto Schiller han promovido durante mucho tiempo la Iniciativa de la Franja y la Ruta. Hasta cierto punto, iniciamos esta idea en la década de 1990 con los chinos. Sin embargo, la idea de llevar un importante desarrollo de infraestructura a naciones a las que las fuerzas coloniales y neocoloniales les han negado la infraestructura y desarrollo importantes, no tiene como objetivo apoderarse de Occidente, como les gusta argumentar a muchos líderes occidentales, sino más bien, liberar a estas naciones de la pobreza, como lo hicieron con su propia población en un tiempo relativamente récord, de 30 a 40 años, eliminando la pobreza abyecta de setecientos u ochocientos millones de personas. Entonces, ¿Por qué, en su opinión, Estados Unidos y la Unión Europea se oponen a este proceso de la Franja y la Ruta?

Freeman: Bueno, creo que, lamentablemente, la respuesta natural estadounidense a cualquier desarrollo internacional en la actualidad es verlo a través de ojos militares. Por lo tanto, existe la sospecha de que la Franja y la Ruta tiene un propósito militar geopolítico. No creo que lo tenga. Creo que se trata de un alcance geoeconómico, que aprovecha el hecho de que China ahora tiene la mejor tecnología y equipos de construcción de infraestructura del planeta. Que tiene excedentes de materiales para la construcción, como concreto, aluminio, acero, etc. Y tiene experiencia en la resolución de problemas de ingeniería muy difíciles, y la está aplicando para crear una comunidad económica potencial que abarcará toda la masa continental euroasiática desde Lisboa hasta Vladivostok, y al norte, desde Arkhangelsk hasta Colombo, así como partes de África oriental.

Esta será una arquitectura económica abierta basada en la conectividad, ya sean carreteras, ferrocarriles, cable de fibra óptica, puertos, aeropuertos, parques industriales o lo que sea. Y creo que a lo que China está apostando es que, en un entorno tan abierto, el tamaño y el dinamismo de China le darían un papel de liderazgo natural. Pero esto es muy diferente a imaginar el tipo de posicionamiento militar que característicamente nosotros tratamos de imponer a tales desarrollos.

Creo que la respuesta adecuada de Estados Unidos a la Iniciativa de la Franja y la Ruta es que debería aprovecharla. Alguien construye una carretera, conduzcamos un automóvil estadounidense por ahí. Alguien conecta a Tokio y Londres con un cable de fibra óptica, usémoslo para mejorar la velocidad de negociación en el mercado de valores. Si alguien construye un aeropuerto, no hay razón para que solo los aviones chinos puedan usarlo, y así sucesivamente. Estoy muy impresionado de hecho, por la medida en que la Iniciativa de la Franja y la Ruta no es solo conectividad física, sino una serie de acuerdos sobre la gestión del tránsito de mercancías, apertura a los servicios, mejora de los procedimientos aduaneros y migratorios, tránsito aduanero entre China y Europa y un tercer país o región. Creo que esta es una gran oportunidad, si se enfoca de esa manera, para las empresas estadounidenses, para la economía estadounidense.

Necesitamos aprovechar la prosperidad de China y la creciente prosperidad de los países de Asia Central y Europa, así como de estos países africanos y los países del sur de Asia, en beneficio de nuestra economía, no considerarla como una amenaza.

No hay trampa de la deuda de China

EIR: Usted dice que la oposición a esto se debe principalmente a que se ve militarmente, pero por otro lado, las instituciones financieras occidentales han dejado muy claro en los últimos años y enfáticamente en la conferencia COP26 de Glasgow, que su interés principal, el interés financiero, de las personas como Mark Carney y el Banco de Inglaterra, y los intereses de Wall Street, es detener las inversiones en combustibles fósiles, en cualquier industria o agricultura que consideren que tiene demasiado carbono, debido a su argumento de que ese carbono va a quemar al mundo y todo eso.

Esta parecería ser una política económica no muy diferente de la política colonial de querer intencionalmente mantener a estos países en un estado de dependencia y atraso. ¿Qué piensa al respecto?

Freeman: Bueno, no estoy de acuerdo con la teoría de que el cambio climático y las emisiones de carbono no deberían abordarse, pero creo que eso es casi irrelevante aquí.

Es casi risible que las mismas instituciones que fueron pioneras en la diplomacia de la trampa de la deuda, una frase inventada por un polemista indio para describir una realidad mítica que involucra a los préstamos chinos, los mismos países e instituciones que fueron pioneros en esto, por ejemplo, en préstamos a América Latina, etc, ahora se oponen a que los chinos compitan con ellos otorgando préstamos. No veo nada muy profundo en todo esto. Es solo un caso de bancos que intentan arruinar a otros bancos.

Si J.P. Morgan y Goldman Sachs y Citibank, o Wells Fargo o cualquiera, cualquier empresa criminal a la que deseen referirse, si no pueden superar los términos que ofrecen los chinos por diversas razones, incluidos los factores políticos y la insistencia occidental en los derechos humanos y otras normas que los chinos dejan a la decisión de la población local, entonces es natural que intenten evitar que China otorgue préstamos.

Como propuesta general, la competencia con China es principalmente económica y tecnológica. No encaja fácilmente en un prisma militar y tampoco encaja fácilmente en un prisma financiero. Entonces, lo curioso es que, si quieres competir, la mejor forma de hacerlo es mejorar tu propio rendimiento y ofrecer mejores condiciones. No tratar de desgarrar o derribar al competidor. Si eres un rival de China, eso podría ser muy beneficioso tanto para tí como para los chinos, porque es una competencia para mejorar el rendimiento de ambos lados.

Si uno es antagonista, que es claramente lo que está sucediendo aquí, entonces el medio de competencia es tratar de hacer tropezar al competidor. Y eso no te ayuda en nada, ni a tu propia gente, ni a tu país, o en definitiva a tu capacidad competitiva. Hay muchos problemas involucrados en esto, pero en el fondo, es solo una tradición de competencia deshonesta y más bien amoral por parte de los bancos occidentales.

Estados Unidos necesita destruir a los monopolios 

EIR: Estoy de acuerdo con usted. Solo mencionaré como una nota al margen aquí, cuando publicamos por primera vez en 2014, el informe de 370 páginas llamado La Nueva Ruta de la Seda se vuelve el Puente Terrestre Mundial, promoviendo esto, era nuestra esperanza, supongo que diría, incluso una expectativa; que lleváramos este informe a los empresarios e inversionistas estadounidenses y ellos dirían: "Sí, maravilloso, es una gran oportunidad para una inversión y un desarrollo rentables". Pero, como sabemos ahora, no sucedió nada de eso.

Freeman: Bueno, creo que parte del problema es que hay una sensación de malestar en Estados Unidos en la actualidad, por una buena razón. Y parte de la razón del bajo rendimiento y la baja competitividad es el surgimiento de una economía dominada por oligopolios corporativos, en lugar de participar en una competencia de mercado abierto. Esto es cierto, la gente lo ha notado, particularmente en el área de medios y redes sociales, las comunicaciones, telecomunicaciones. Pero es cierto en general. Es probable que cualquier centro comercial de Estados Unidos que visiten, tenga las mismas tiendas, las mismas franquicias. El papel de las pequeñas empresas, ya sean librerías o restaurantes independientes o lo que sea, ha sido reemplazado en gran medida por los monopolios y oligopolios a nivel nacional.

Entonces creo que parte del problema, si queremos competir con China, que, a pesar de su etiqueta de comunista o socialista, tiene un mercado interno ferozmente competitivo con una estructura muy fracturada que genera una competencia despiadada entre empresas, ya sean propiedad del Estado o la provincia o la ciudad, o los individuos, o los accionistas, realmente no importa.

Si queremos competir con China, una de las cosas que tenemos que hacer es volver a aplicar la política antimonopolio. Curiosamente, los chinos están aplicando actualmente la política antimonopolio a los mismos oligopolios de los medios, los análogos de los de aquí —los Facebook, Instagram, Twitter, lo que sea— en su propio territorio. Y, en muchos sentidos, me parece que China está recapitulando la respuesta estadounidense a la "Edad Dorada". Ha tenido su Edad Dorada, como la de Teddy Roosevelt y compañía; ahora está descubriendo los méritos de la política antimonopolio. Y sospecho que a John D. Rockefeller no le gustó mucho la disolución de Standard Oil, y que hay quejidos y lamentos en Wall Street acerca de que este es el fin del capitalismo. De hecho, salvó al capitalismo de sí mismo.

Estamos mirando a los chinos a través de lentes que son militares o que ignoran nuestra propia historia, nuestro propio pasado, nuestra propia experiencia con el capitalismo financiero, que los chinos parecen estar decididos a no desarrollar. Les deseo suerte. Puede ser algo inevitable.

La estupidez de la "Cumbre de líderes por la democracia"

EIR: En el lado histórico de todo esto, usted participó en la apertura a China. Estuvo con Nixon en su primera visita, como intérprete. En su presentación de la semana pasada mencionó que la apertura se basó en gran medida en la idea de la "carta China" contra la Unión Soviética. Ahora China y Rusia están coordinando cada vez más sus relaciones estratégicas y económicas. Las provocaciones de la OTAN contra Rusia por Ucrania son tan intensas como las de Taiwán.

En su opinión, ¿Este gobierno, o el anterior, o el Congreso, o los medios de comunicación, o Wall Street, alguno de ellos está tomando en consideración que una operación militar en Taiwán, o en Ucrania, podría fácilmente convertirse en una guerra con Rusia y China?

Freeman: Supongo que hay gente en el Pentágono que lo entiende. Está bastante claro que la élite política estadounidense no hace esa conexión.

Solo una pequeña corrección sobre la apertura a China: fue idea de Richard Nixon abrirse a China después de contemplar las consecuencias de un posible ataque soviético a China, eliminando a China como factor en la geopolítica global. Y eso le llevó a ver a China como una respuesta útil al expansionismo soviético y llevó a Estados Unidos, esencialmente en la década de 1970, a tratar a China como un Estado protegido. No teníamos expectativas reales de que los chinos hicieran algo, pero realmente queríamos que sobrevivieran y que siguieran siendo parte del tablero de ajedrez mundial. Ese fue el origen de eso. Luego resultó que esto creó una competencia sana en Moscú a nuestro favor. Entonces, el famoso triángulo estratégico funcionó a nuestro favor.

En términos generales, en la diplomacia o en la estrategia militar para el caso, se considera prudente dividir a los enemigos, no unirlos. Pero hemos hecho todo lo posible para empujar a Moscú y Pekín a una entente, es decir, una sociedad limitada con fines limitados. No es una alianza. No existe un amplio compromiso de ayuda mutua. Pero claramente está surgiendo un entendimiento sobre precisamente el tipo de tema que acabas de mencionar. Si los rusos se sienten lo suficientemente provocados para quitarle Donbas, que es de habla rusa, a Ucrania, probablemente lo harían coincidir con las operaciones militares chinas contra Taiwán, y tal vez viceversa. Entonces, no nos hemos hecho ningún favor al designar simultáneamente a China y Rusia como adversarios.

Otro punto más. Estamos a punto de tener una Cumbre por la Democracia, lo cual es irónico, porque nuestra propia democracia está claramente en mal estado y se nos evalúa internacionalmente como una democracia parcialmente fallida. Entonces, este es un momento extraño para intentar pregonar las virtudes del sistema que nosotros mismos estamos abandonando. Pero tratar de reorganizar el mundo según líneas ideológicas —democracias versus regímenes autoritarios o no democracias— ¡toda la presunción es ridícula! Porque los autoritarios —conozco a muchos autócratas, he tratado con muchos de ellos a lo largo de los años, nunca conocí a uno que se preocupara en lo más mínimo por los otros— no creen que tengan nada en común. Les preocupa permanecer en el poder, no mantener a otros autócratas en el poder.

Entonces, no hay una liga internacional de autócratas, pero estamos creando una. Porque al excluir a los países que no cumplen o aspiran a ser adulados en la esfera democrática, reuniéndolos como una especie de coalición amplia en contra de Rusia y China, hemos estimulado a Rusia y China a emitir una declaración conjunta en contra de esto, para luego intentar organizar su propia coalición. Estamos intentando replicar la Guerra Fría. No creo que lo logremos, porque básicamente la proposición subyacente de que, de alguna manera, Estados Unidos está actualmente en condiciones de apelar al mundo sobre una base democrática es problemática. Y no creo que los países quieran elegir entre Estados Unidos y sus adversarios designados, ya sean China, Rusia o Irán. En efecto, estamos creando el mismo fenómeno que inventamos e imaginamos. Y no nos beneficia.

EIR: Y no solo excluyeron a Rusia y a China de las invitaciones para esta Cumbre por la Democracia, sino que no invitaron a Hungría, Singapur, y toda Asia Central. Pero invitaron a Taiwán como si fuera….

Freeman: También invitaron a la República Democrática del Congo, que no es una democracia famosa a los ojos de nadie, y creo que se invitó a Angola. Esto huele a geopolítica más que a ideología. Y será interesante ver cómo va. Aquí estamos en un país donde es muy incierto que logremos nuestras próximas elecciones generales sin violencia, o que habrá una transición pacífica en 2024 o 2025 cuando tengamos nuestras próximas elecciones presidenciales. Este es un momento extraño para insistir en que otros se democraticen. Quizás deberíamos centrarnos en practicar la democracia en casa. Estoy totalmente a favor de la democracia. Me gustaría que hubiera más aquí.

Estados Unidos ya pasó la línea roja de China

EIR: [El Secretario de Estado] Tony Blinken no solo invitó a Taiwán a la Cumbre, sino que también fue a la ONU y le pidió a la ONU que le dé la bienvenida a Taiwán de una manera sólida en todas las instituciones de la ONU. ¿Qué tan cerca diría usted que estamos de cruzar la línea roja?

Freeman: Creo que eso está sobre la línea roja. Esta es una resurrección de algo que hice cuando era un diplomático muy joven, a saber, manipular la representación china en la ONU. Taipéi estuvo en el Consejo de Seguridad en representación de China y todos nosotros en el Servicio Exterior de Estados Unidos estábamos comprometidos en mantenerlo así, mientras manteníamos a Pekín fuera y éramos muy buenos en eso. Creo que duró 21 años más o menos. Y finalmente, la realidad nos alcanzó en 1971, cuando el resto del mundo repudió nuestro enfoque.

Pero ahora volvemos a eso. Ayer tuvimos unas elecciones en Honduras, en las que aparentemente se eligió a un candidato comprometido a cambiar las relaciones con Taipéi a Pekín. Será interesante ver cómo se desenvuelve eso. La última vez que esto sucedió, en El Salvador, tomamos medidas punitivas, esto fue bajo el gobierno de Trump, para castigar a San Salvador por cambiar su lealtad.

La señora Castro, aparentemente la Presidente electa, en Honduras, tendrá que tomar algunas decisiones difíciles. Entre otras cosas, una de las razones de la fuerte presencia de Taiwán en la región centroamericana es que suministra el equipo de vigilancia y la tecnología para mantener dictaduras en el poder. No sé si la señora Castro, como Presidente Castro, tiene aspiraciones de acabar con la dictadura con sinceridad, o si será tentada, como lo fue el señor Ortega, en Nicaragua. También enfrentará una reacción violenta por parte de estadounidenses de cierta convicción política, por lo que no le resultará fácil cumplir su promesa de campaña. Hablaste de cruzar líneas rojas. Ese es un esfuerzo de nuestra parte para deslegitimar al gobierno de China y legitimar al de Taipéi. Esta no es una forma de existir, de coexistir pacíficamente con Pekín, haga lo que haga o no por Taipéi.

Estados Unidos sobre Afganistán: Reprensible

EIR: Una propuesta que inició Helga Zepp-LaRouche, para tratar de unir a estos supuestos adversarios, es la situación en Afganistán, donde uno pensaría que es del interés de todas las partes, no permitir que el país descienda de nuevo en un cónclave terrorista y la producción de opio. Helga ha promovido lo que ella llama Operación Avicena, para tratar de unir a todas las naciones, tanto en la región como a nivel internacional, incluidos EUA, Rusia y China, para desarrollar Afganistán con un sistema de salud moderno y otra infraestructura que se necesita con urgencia, para hacer de este país de nuevo una gran encrucijada, como lo fue cuando Bactria era la "tierra de las mil ciudades".

Existe una llamada troika ampliada en funcionamiento sobre Afganistán, formada por EUA, Rusia y China, junto con Pakistán, enfocados, esperamos, en el desarrollo de Afganistán. Y recientemente, Pakistán acordó permitir que India transportara trigo a través de su territorio, que había prohibido antes, para hacer frente al enorme desastre humanitario que tiene lugar en Afganistán.

¿Piensa, como lo hace la señora Zepp-LaRouche, que, si se puede unir a estas naciones en torno a la situación afgana, esto tendría implicaciones para otros puntos críticos, incluido Taiwán?

Freeman: Creo que hay argumentos de peso para afirmar que el esfuerzo que hicieron los rusos, y luego nosotros, para modernizar Afganistán, promover los derechos de las mujeres, mejorar la educación y la atención médica, sólo puede llevarse a cabo de manera efectiva en una base multilateral. No puede llevarse a cabo, como intentaron hacer Moscú y Washington, con una fuerza de ocupación comprometida en la pacificación sobre la resistencia.

La idea de un enfoque multilateral para el desarrollo afgano es excelente, y probablemente el vehículo para esto, lamento decirlo, dado al grado de petulancia y venganza en Washington que es, en mi opinión, inconcebible, porque estamos reteniendo las reservas nacionales afganas del gobierno de hecho en Kabul, y por lo tanto, empujando a Afganistán a un estado de hambruna y anarquía, que creo que tiene la intención de castigar a los talibanes, pero que probablemente proporcionará un terreno fértil para el crecimiento de Daesh, el EIIS, elementos del Estado Islámico, que consideran a los talibanes como pusilánimes.

El vehículo más probable, desafortunadamente, no involucra a Estados Unidos, sino probablemente es la Organización de Cooperación de Shanghai, que incluye a la mayoría de los países que serían necesarios para tal enfoque. Estamos creando una terrible crisis humanitaria en Afganistán mientras hablamos. Los europeos pueden estar más dispuestos que los estadounidenses a dar un paso para cooperar con otros en la región para abordar este problema. Hasta ahora, el gobierno de Biden ha mostrado un grado de desdén despiadado por el sufrimiento de los afganos, que encuentro realmente reprensible.

Preguntaste, ¿tiene esto implicaciones para Taiwán? No lo creo. Creo que hay que abordar Afganistán por derecho propio, y el problema de Taiwán es uno que involucra factores que son bastante diferentes de los de Afganistán.

China no quiere ocupar a Taiwán

EIR: Algo que dijo en su presentación del Instituto Watson me pareció muy interesante; dijo usted que había escrito un libro sobre esto, que las naciones que ocupan países tienden a causar una desmoralización total en general y el deterioro de las fuerzas militares mismas. Creo que su argumento tenía como objetivo decir que los chinos realmente no quieren tener que ocupar a Taiwán. ¿Quiere decir algo sobre eso? Supuse que hablaba del deterioro de las fuerzas estadounidenses y su ocupación de Vietnam y ahora Afganistán, etc. 

Freeman: Bueno, pensé que mi modelo era de hecho anterior a las desventuras de Estados Unidos en Afganistán o en Iraq. Mi modelo fue la ocupación israelí de Palestina, que creo ha llevado a un grado de cinismo y un desprecio insensible por la vida humana, que es bastante contrario a los valores universales del judaísmo, que inspiró la creación original de Israel. Creo que esto es en realidad algo que está documentado en muchos contextos.

Me pareció interesante que el Departamento de Estado Mayor del EPL [Ejército Popular de Liberación], cuando leyeron el libro en inglés, aprovecharan esta pequeña sección en particular como justificación para producir una traducción al chino. Este es el libro, Arts of Power. Está muy claro que los chinos no tienen ningún deseo de replicar la ocupación japonesa de Taiwán. Creo que mencioné, [que] los primeros 25 años de eso se caracterizaron por una resistencia violenta y represión realmente brutal. No creo que en el mundo moderno este tipo de cosas no tengan efectos importantes en las relaciones exteriores de China en general. No dudo que tengan la capacidad de ocupar Taiwán. Creo que lo último que quieren hacer en la Tierra es ocupar a Taiwán. Preferirían con mucho, como dije, una solución negociada que dejara a Taiwán esencialmente autónomo, pero dentro del contexto de Una sola China. Eso es algo que Taipéi y Pekín tienen que resolver; Estados Unidos y otros países no pueden hablar por ninguno de ellos y no pueden resolver la guerra civil china, [eso] tiene que ser resuelto entre los chinos. Pero creo que es tranquilizador que el EPL entienda que sería un desastre si se viera obligado a ocupar a Taiwán.

El fracaso de la política exterior del gobierno de Biden

EIR: Usted dijo en su discurso en el [Instituto] Watson: "No me hagan hablar sobre este equipo en Washington hoy". No estoy seguro de querer “ponerlo a hacer eso”, pero si miramos hacia atrás, Biden ha tenido largas conversaciones, una conversación de tres horas y media con Xi Jinping. Tuvo un par de reuniones con [el Presidente Vladimir] Putin; planea otra reunión antes del fin de año con Putin.

Pero si recordamos, [el ex Presidente Donald] Trump, fue electo, creo que, en gran medida, porque dijo que deberíamos ser amigos de Rusia, deberíamos ser amigos de China, aunque él quería resolver el asunto del comercio. Dijo que deberíamos poner fin a las guerras sin fin. Y por supuesto, nada de eso pasó, sino todo lo contrario. En las circunstancias actuales, Biden parece querer mantener una relación amistosa personal con Xi Jinping y Putin. Pero la pregunta es, ¿Es así como se hace la política en Washington? ¿Y qué piensa de eso?

Freeman: Bueno, el gobierno de Trump esencialmente destruyó el proceso político organizado en Washington. Biden está tratando de resucitarlo, pero el personal del Consejo de Seguridad Nacional, que está a cargo de coordinar la política, creció a un tamaño tan abultado que repite la experiencia de diferentes departamentos gubernamentales y, por lo tanto, es incapaz de sintetizar una estrategia. Lo que quiero decir con eso se ejemplifica mejor con la expresión china que describe a una rana en un pozo. Hay una rana en el fondo del pozo, la rana mira hacia arriba, ve un círculo en el cielo e imagina que ese es el universo. Bueno, ahora hay 100 ranas o más en el CSN, cada una imaginando que la pequeña porción de cielo que ven es el universo y no hay nadie que vincule esos múltiples puntos de vistas en un todo coherente.

No ha ayudado que el personal de Biden, es decir, su Asesor de Seguridad Nacional, que es esencialmente un operativo de campaña, y su Secretario de Estado, que es asesor del Congreso, sean personas que construyeron carreras centradas en la manipulación de la opinión nacional estadounidense en lugar de en la diplomacia o la política exterior en general. No veo ninguna nueva idea o visión que surja de este gobierno. Parte de la razón de eso, y estoy seguro de que el señor Biden, de hecho, lo sé, es una persona muy decente y cálida, y estoy seguro de que desea mantener buenas relaciones personales con otros mandatarios extranjeros, incluido el señor Putin y el señor Xi. Pero el hecho es que está encajonado. No tiene una mayoría contundente en la Cámara y tiene una división del 50 por ciento en el Senado, que ni siquiera es eso, porque en temas importantes hay diferencias con algunos miembros de su propio partido.

Así que, Biden está tratando de aprobar una legislación sobre una variedad de temas y tiene dificultades para hacerlo. En estas circunstancias, no puede hacer nada, para plantear nuevos enfoques hacia China o Rusia. Básicamente, hacerlo sería arriesgarse a una denigración mayor por parte de los políticos en Washington. Entonces, está esencialmente inmovilizado. Solía pensar que tal vez si las constelaciones políticas hubieran cambiado en el 2022 en las elecciones de mitad de período, el señor Biden tendría cierta flexibilidad, cierta capacidad para abandonar las políticas de Trump y las del llamado estado profundo. Pero ahora no se ve que le vaya muy bien en esa elección, lo que significa que solo aumentará la parálisis.

Hemos tenido una serie de reuniones con los chinos y los rusos, e indirectamente con los iraníes. Empezamos estas reuniones, las dos primeras en Anchorage [Alaska], luego en Tianjin [China], con una ráfaga de insultos contra los chinos. Enviamos a Victoria Nuland, de todas las personas, a Moscú para hablar sobre la seguridad de Ucrania. Estas no son las acciones de una institución diplomática madura. Estas son las acciones de un gobierno proveniente de un ambiente demagógico en el Congreso y que no ha trascendido eso. Por tanto, no creo que se trate de un caso en el que las personas implicadas sean estúpidas o malintencionadas, pero su experiencia no les sirve para afrontar estos problemas.

Y finalmente, no hay nadie en este gobierno que realmente conozca a China, aparte de uno o dos de línea dura. Creo que un Rush Doshi, [Director para China en el Consejo de Seguridad Nacional], es el epítome de eso —un académico muy serio, que escribió un buen libro, pero está infectado con el manual de Washington sobre asuntos militares. Kurt Campbell, [Subsecretario de Estado para Asuntos de Asia Oriental y el Pacífico], es un especialista soviético rediseñado.

Cualquiera que haya tratado con los chinos directamente, en lugar de hacerlo desde un punto de vista académico, o mediante visitas ocasionales a nivel diplomático, sabe que el "rostro" es lo más importante. Si quieres sacar de quicio a un chino, niégale la autoestima que proviene del respeto de quienes respeta. Eso es lo que es "rostro". Obtienes una reacción irracional, obtienes una reacción aguda; eso es exactamente lo que sucedió en Anchorage, y nuevamente, en Tianjin.

Y no es que los chinos no sean pragmáticos, o que no se pueda hablar con ellos, pero no se puede iniciar una discusión con nadie, como dije en la reunión de Watson, diciendo: “Eres un réprobo moral, te desprecio. Tus valores apestan. Y voy a hacer todo lo posible para mantenerte abajo, y tal vez hundirte.

 

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