Otra vez: Braden o Perón

Un corrupto Departamento de Justicia de EU
detrás de la campaña “anticorrupción” para encarcelar,
o matar, a Cristina Fernández de Kirchner

22 de agosto de 2018 (EIRNS) — La misma red corrupta del Departamento de Justicia de Estados Unidos (DOJ) y del FBI que ha venido coordinado la operación anticorrupción llamada Lava Jato en Brasil, utilizada en contra de las instituciones de la nación, que son los mismos que están al mando de la investigación del Rusiagate para tumbar al Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, son también los mismos que están detrás de la ofensiva similar en Argentina, que buscan encarcelar o crear las condiciones para el asesinato de la ex Presidente Cristina Fernández de Kirchner. 

Esto no tiene nada que ver con la corrupción, sino que se trata de una ofensiva dirigida desde Londres en contra de cualquier gobierno o dirigente político que se atreva a proponer políticas de verdadero desarrollo económico o aliarse con Rusia y China, en la Iniciativa de la Franja y la Ruta de ésta. Como lo dijo acertadamente Fernández de Kirchner en su discurso del 22 de agosto en el Senado argentino, se trata de una campaña regional, que afecta a Argentina, Brasil y a Ecuador. Lo que no mencionó es que la investigación del Rusiagate que está llevando a cabo en Estados Unidos el fiscal especial Robert Mueller, en contra del Presidente antisistema Donald Trump, en colusión con la inteligencia británica y redes corruptas en los más altos niveles del Departamento de Justicia y del FBI, es parte de la misma ofensiva regional.  

Se trata de una sola operación. Como lo documentó EIR en diciembre del año pasado, el juez de Lava Jato, Sergio Moro, fue entrenado por el Departamento de Estado de Estados Unidos. Él coordinó directamente con un alto funcionario del DOJ, Kenneth Blanco, ex Fiscal General Adjunto interino de la División Penal del DOJ, para lanzar las detenciones de gran repercusión mediática, así como los encausamientos selectivos, en contra de individuos selectos en las principales empresas de construcción e ingeniería de Brasil.  

En un discurso que dio en julio de 2017, Blanco se jactó de los resultados extraordinarios que había producido su coordinación con Moro y otros fiscales de Lava Jato, entre ellos la destitución de la Presidente Dilma Rousseff, y de haber conseguido el veredicto de culpabilidad contra el ex Presidente Lula da Silva, dizque por aceptar sobornos. Su trabajo fue tan efectivo, dijo Blanco en ese discurso, porque operaban fuera de los procesos formales, y porque solo se molestaron con las formalidades judiciales cuando fue necesario. [Ver EIRNS, 16 de diciembre de 2017: https://larouchepub.com/spanish/boletines/2017/1216-lava_jato.html]. Es difícil. Imaginar una mejor relación de cooperación en la historia reciente—alardeó Blanco—que la del Departamento de Justicia de Estados Unidos y los fiscales brasileños. 

Cabe destacar también que en su arenga, Blanco le reservó un elogio especial a la sección de fraudes de la División Penal, por su éxito en iniciar la operación Lava Jato. La sección de fraudes la dirigía entonces nada menos que Andrew Weismann, quien fue transferido en junio de 2017 al equipo especial encabezado por Robert Mueller para derrocar a Donald Trump con la imputación absurda de que se había coludido con Rusia en las elecciones de 2016. Weissman, un antiguo asociado de Mueller, tiene tal historial de conducta indebida y de abuso como fiscal que se le conoce como el pitbull judicial de Mueller.

 ¿Y Argentina? El 9 de noviembre de 2017, Blanco informó que en un viaje que hizo a Argentina esa misma semana, se había reunido con los más altos niveles del gobierno de Macri, y con su presidente de la Suprema Corte [Ricardo Lorenzetti]. Durante todo el año pasado, hemos estado trabajando muy estrechamente con los argentinos en las áreas de corrupción... Estoy impresionado con su firme compromiso y las medidas que están tomando, para erradicar la corrupción en todas sus formas. Compartimos un compromiso común para seguir trabajando juntos de manera muy estrecha. 

El caso de corrupción en contra de Fernández de Kirchner ahora, se da con el telón de fondo de una economía en proceso de desintegración y de una revuelta social en contra de la austeridad dictada por el FMI e impuesta por el Presidente Mauricio Macri. El caso sigue el mismo modelo exactamente que Brasil, con un circo mediático en torno a la cadena de empresarios arrepentidos que han marchado por los tribunales para negociar su confesión a fin de evadir la cárcel. El 23 de agosto, el columnista del diario Clarín, Marcelo Bonelli, publicó un informe no confirmado de que el gobierno de Trump ya le ha dicho informalmente al gobierno de Macri que están dispuestos a ofrecer información confidencial sobre los bancos y cuentas bancarias supuestamente utilizadas por el gobierno de Fernández para ocultar los sobornos. Si eso es cierto, plantea la cuestión de si el coordinador de Lava Jato, Kenneth Blanco, que ahora dirige la unidad de delitos financieros en el Departamento del Tesoro de EU (conocida como FINCEN, por sus siglas en inglés), está metido en el caso. Según Bonelli, la única condición que se puso a ese ofrecimiento es que toda la información que se les suministre debe aparecer al público como si viniera de la investigación del juez Claudio Bonadio, no como iniciativa de Estados Unidos.  

El juez Bonadio, quien tiene su propio historial sórdido de conducta fiscal dolosa, ha dirigido la cacería de brujas contra Fernández de Kirchner desde que ella dejó el cargo de Presidente en diciembre de 2015. En julio de 2017, el presidente de la Suprema Corte, Lorenzetti, organizó una reunión privada a puerta cerrada con los jueces federales argentinos, entre ellos Bonadio; el invitado de honor en esa reunión fue nada menos que la pieza del Departamento de Estado y colaborador del DOJ, Sergio Moro. Bonadio ha expresado efusivamente su admiración por Moro, y hay una memorable fotografía de Moro, Lorenzetti y Bonadio juntos en la misma reunión. Recientemente Bonadio se reunió en privado con Lorenzetti, sin duda para darle las últimas sobre el caso contra Fernández de Kirchner. Macri también ha derramado sus elogios para la operación Lava Jato, como ejemplo de cómo debe operar un aparato judicial independiente y ha dicho que aspira a que Argentina tenga un sistema como ese.