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El imperio financiero de Londres no puede nombrar al Presidente de Estados Unidos

El Presidente Donald J. Trump saluda a los periodistas el viernes 30 de octubre de 2020, antes de abordar el helicóptero Marine One que lo llevaría a la Base de la Fuerza Aérea Andrews, Maryland, para comenzar su recorrido por Michigan, Wisconsin y Minnesota. (Foto oficial de la Casa Blanca, por Tia Dufour)

9 de noviembre de 2020 – Los mítines cada vez más grandes y las caravanas de automóviles del “Tren Trump” que se propagan por todo Estados Unidos, en protesta por el intento de robo de la elección presidencial, tienen motivos de fondo a los que Executive Intelligence Review (EIR) está aportando claridad y propósito. 

Cuando en el transcurso del humano acontecer se hace necesario a un pueblo disolver las cadenas con las que una oligarquía le ha mantenido sometido, y asumir sus derechos inalienables a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad, el respeto a las opiniones de la humanidad exige que declare las causas que le llevan a esa acción. 

La élite oligarca de los bancos de la City de Londres y el imperio financiero británico pretenden imponer ahora sobre Estados Unidos su candidato cuidadosamente plagiado, Joe Biden, como Presidente. De esta manera, siguen con el “largo tren de abusos”, destruyendo la industria de Estados Unidos, atacando su progreso tecnológico, difamando su optimismo científico y sus misiones en el espacio, controlando sus bancos y socavando su moneda y crédito en el mundo. 

Han conseguido el dominio de los medios estadounidenses por los conglomerados de los capitales financieros de la Mancomunidad Británica y sus socios anglófilos en Estados Unidos. Han establecido cárteles para controlar los alimentos y a los propios productores agropecuarios. 

Acabaron con la Ley Glass Steagall de Estados Unidos, la cual reglamentaba la banca a fin de que proporcionara a los ciudadanos y empresas el crédito necesario, y que fue un ejemplo para el mundo. Y después de esto nos castigaron con un crac financiero que dejó un desempleo permanente del cual no nos hemos recuperado desde hace una década. 

Desde la prematura muerte del Presidente Franklin Roosevelt, nos han negado una banca nacional para construir nuestra infraestructura y para estimular nuestra industria. Desde tiempo atrás acabaron con el sistema monetario de reservas de oro y el sistema crediticio que inició el Presidente Roosevelt después de la Segunda Guerra Mundial, mediante el cual nuestra economía creció firmemente, nos volvimos más productivos, y se mejoró en forma dramática la habilidad industrial y el nivel de vida de la población. Desde entonces, hemos padecido de su especulación que domina la economía. 

Ellos han denigrado el esfuerzo de todos los países en la exploración humana del espacio, en especial el de Estados Unidos. Nos han inculcado tecnologías energéticas tan atrasadas que ni los fundadores de la república utilizarían en su época, celdas solares que se cierran en la noche y en la niebla, disparates de molinos de viento que no funcionan en la tormenta o en la calma. Nos han obligado a utilizar nuestro gas natural para mover las turbinas que respaldan al suministro eléctrico fluctuante provocado por esos retrocesos. 

Ellos han ocasionado el crecimiento entre nosotros de los bancos de Wall Street de monstruosas dimensiones, que se toman nuestro dinero y se niegan a prestarlo, y nos golpean con la ruina recurrente por sus especulaciones sin control. Ellos dominan nuestro banco central, el cual siempre reembolsa sus pérdidas a estos monstruos, pero nunca nos reembolsa las nuestras. 

Estos abusos amenazan ahora a todas las naciones soberanas: un grupo global de bancos centrales está maniobrando para tomar el control total de las monedas y del crédito, y utilizar esto para dar marcha atrás a los avances tecnológicos de la humanidad, para sacrificar a la población humana en aras de “salvar el planeta”. 

El Presidente Donald Trump, casi solo entre los mandatarios de las naciones, ha rechazado de manera consciente por completo esta dictadura de los bancos centrales sobre sus gobiernos soberanos, y ha retirado a Estados Unidos del Acuerdo Climático de París, que es un arma mayor de esto. Este acuerdo de 2015 fue planificado por el heredero real británico, Carlos príncipe de Gales, y sus amigos cercanos y colaboradores, el ex gobernador del banco central británico, Mark Carney, y el multimillonario de la City de Londres y Wall Street, sir Mike Bloomberg. 

Ahora Carlos y estos sus socios, junto con la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva y otros directores de bancos centrales, declararon en junio de este año que este mentado Nuevo Trato Verde se convertirá en el “Gran Reajuste” de los asuntos financieros y monetarios. Para despistar a los ciudadanos, funcionarios del gobierno británico de toda ralea le han dado el nombre de “Reconstruir Mejor”; con referencia al mundo posterior a la pandemia de la COVID-19. Ellos le han dictado la consigna a su siempre plagiario pretendido presidente, Joe Biden, quien lo adoptó fielmente para su vacilante campaña. 

Nosotros vamos a tomar nuestros derechos, no obstante. Vamos a recuperar nuestro derecho a reglamentar a los bancos, a tener una banca nacional para el crédito productivo. Vamos a llevar nuestras misiones de exploración espacial a lo más remoto. Vamos a negociar con otras naciones un nuevo sistema de crédito internacional que deje fuera a la oligarquía financiera de Londres y lleve la industrialización a las regiones subdesarrolladas del mundo. En especial, vamos a trabajar con la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China, y con otras naciones destacadas como Rusia e India, para hacer realidad estos cambios internacionales y colaborar en los proyectos globales de infraestructura que se necesitan con urgencia. 

Vemos que naciones como México, Bolivia, Argentina, Bielorrusia y otras han enfrentado todas ellas elecciones robadas, “revoluciones de color” y abiertos golpes de Estado como este en los años recientes, y los han derrotado, la nación más grande de África, Nigeria, enfrenta ahora un intento de revolución de color contra su Presidente. Hacemos un llamado a las naciones a que apoyen un resultado justo y legítimo en estas elecciones presidenciales de Estados Unidos, en las que hay enormes indicios de que el Presidente Trump ganó realmente.

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