Escritos y discursos de Lyndon LaRouche

La oferta silenciosa de Putin a los EU

por Lyndon LaRouche, Jr.
6 de abril de 2001.

El informe de gobierno que rindió Vladimir Vladimirovich Putin, presidente de Rusia, el 3 de abril, ante el parlamento de Rusia, la Asamblea Federal, es, con mucho, la declaración pública más significativa, en importancia y en cuanto a la sustancia real de su contenido, que haya hecho cualquier jefe de Estado o de gobierno del mundo desde que se desintegró la Unión Soviética, en 1991. Aunque el presidente Putin excluyó conspicuamente de su discurso la más mínima mención de los Estados Unidos por nombre, las referencias a los Estados Unidos estuvieron claramente implícitas, así sea sólo como ademanes hacia algo ubicado tras una puerta sin letrero.

Cualquier evaluación competente de ese discurso oficial del jefe de Estado de Rusia adoptará y presentará los siguientes puntos principales.

Primero, como lo subrayé en mi discurso público del 21 de marzo ante un auditorio internacional, Rusia es una de las tres únicas naciones (las otras dos son la monarquía británica y los Estados Unidos) cuya cultura nacional las impulsa a desempeñar un papel de conducción en los asuntos mundiales. El discurso del 3 de abril del presidente Putin llena esa norma.

En el momento presente de crisis, sólo iniciativas de entre esas tres naciones pueden producir la clase de acuerdos necesarios para salvar al mundo de la peor catástrofe económica y demográfica de los últimos siglos, ya inminente. El discurso del presidente Putin ha abierto la puerta a ese necesario proceso de reforma mundial.

Segundo, es el planteamiento claro de una serie de directrices que representan, de hecho, una determinación competente de hacer volver al orden a un mundo azotado por el caos formando en Eurasia las alianzas apropiadas para desarrollar a las naciones y garantizar su seguridad.

Tercero, esta declaración de política aparece en el momento en que sistema financiero internacional que reina en el mundo padece una ruina fatal que amenaza a las economías reales y a las poblaciones de todas las regiones del planeta. Esto ocurre cuando la incompetencia y chambonería manifiesta del nuevo gobierno estadounidense horroriza a los medios dirigentes de naciones que han sido las más estrechas y antiguas adherentes de un mundo dominado por el liderazgo angloamericano.

Cuarto, la alianza de los Estados Unidos con Eurasia, para poner en práctica la clase de alianzas para la recuperación económica y otros fines implícitas en el discurso del 3 de abril del presidente Putin, representa la oportunidad más grande de construir nuevas formas de cooperación internacional que se necesitan con urgencia para la recuperación económica de ese montón de chatarra que hace unos decenios se conocía como la poderosa y creciente economía de los Estados Unidos.

Es urgente que las patentes implicaciones de la oferta del presidente Putin de una combinación de desarrollo internacional y estabilización económica y política interna rusa, encuentren pronta respuesta positiva tanto entre las principales naciones de Eurasia como en los Estados Unidos. El que alguna combinación de naciones importantes se moviese en esa dirección aportaría las circunstancias indispensables para emprender las profundas reformas generales monetarias y de otra índole que urgen para superar la rquitectura ya sin salvación del sistema del FMI en su forma presente.

El gobierno de los Estados Unidos ha de considerarse una condenada banda de necios si no se dispone pronto a reconocer las implicaciones de ese discurso.

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