Escritos y discursos de Lyndon LaRouche

Carta abierta de LaRouche a Ari Fleischer
Sobre el presidente Clinton y el Oriente Medio: paz entre dos presidentes


por Lyndon H. LaRouche
2 de marzo de 2002

Estimado Ari Fleischer:

En relación al papel que tuvo el presidente William Clinton en las negociaciones de paz en el Oriente Medio, él únicamente cometió dos errores notables: primero, dejarse atrapar en el papel de virtual abogado del primer ministro Ehud Barak, en vez de actuar como el Presidente de los Estados Unidos de América. Segundo, permitió la exclusión de las dos cuestiones de las que depende, absolutamente, la paz verdadera en el Oriente Medio: el desarrollo económico, y especialmente el asunto de la desalación a gran escala.

Nunca habrá paz en el Oriente Medio con Israel, antes de que aparezcan fosas comunes por muchas partes del mundo, a no ser y hasta que la cuestión de la economía y el agua sean el tema principal de las negociaciones y acuerdos, como he insistido repetidamente en mis tratos públicos, y de otro tipo, con destacados círculos israelíes y árabes, desde mi primera intervención en esa situación en 1975-1976, en mi condición de candidato a la Presidencia de los Estados Unidos. Otros podrán decir lo que quieran, pero a menos y hasta que estas cuestiones se pongan sobre el tapete, como temas primordiales, no hay ninguna esperanza de que nadie, dentro o fuera del Oriente Medio, pueda hacer la paz, como llegó a entenderlo el primer ministro Rabin. Jamás.

Los Acuerdos de Oslo fueron un paso excelente; pudieron haber sentado los cimientos para acuerdos provechosos sobre la economía y el agua. Dos cosas abortaron y destruyeron el proceso de los Acuerdos de Oslo.

Primero, hubo las intervenciones para imposibilitar la acción en medidas de verdadero desarrollo económico. Segundo, hubo el asesinato del primer ministro Rabín de Israel. Además, tanto el gobierno israelí, como el estadounidense, fallaron al no abordar la cuestión del asesinato de Rabín. Rabín había sido el último jefe de gobierno israelí que abordó estos asuntos eficazmente. Desde el fracaso del primer ministro Barak en este asunto, ha sido virtualmente imposible, hasta el momento, establecer una plataforma sobre la cual llevar a cabo una negociación fructífera de acuerdos.

Es importante, y hasta urgente, que el actual Presidente de los Estados Unidos, y su secretario de Estado, examinen el asunto desde esta óptica. Es importante que los logros, así como los errores, del presidente Clinton se evalúen concienzudamente en cuanto a esto. Mis críticas a las acciones del presidente Clinton en esta materia probablemente sean las más maduras, objetivas y exactas de las generalmente disponibles de cualquiera dentro de los propios Estados Unidos.

Tomemos la cuestión económica estratégica como primordial, y entonces consideremos las terribles consecuencias de la tendencia del presidente Clinton a descuidar ese asunto, el asunto que fue la clave de su parte del fracaso del esfuerzo de paz.

Agua y Paz

La cantidad disponible de agua aprovechable en la región de Israel y sus inmediaciones, no es suficiente para sostener a la población actual de esa región a un nivel decente de existencia. Con las presiones para expandir el programa de asentamientos israelíes, este problema del agua imposibilita un verdadero acuerdo de paz eficaz.

Este problema del agua sólo podría resolverse a través de métodos modernos de desalación a gran escala en toda la región, incluyendo a Israel y a los estados árabes que son sus vecinos más cercanos.

Implícitamente, esto pone el énfasis en la desalación con ayuda de la energía nuclear. Puesto que Israel ya posee, después de los intereses angloamericanos, el tercer arsenal nuclear más importante del mundo, no puede haber objeción razonable a instalaciones a gran escala de versiones modernas de reactores de alta temperatura, de entre 100 y 200 megavatios, del tipo Julich de Alemania, como el que han adoptado Sudáfrica y China. Con semejante versión de la operación Ploughshare [el antiguo proyecto de los EU para el uso pacífico de la energía atómica—ndr], manojos de tales reactores pequeños y medianos caracterizan los requisitos de energía necesarios para impulsar los modernos esfuerzos de desalación a gran escala.

Este empleo de técnicas modernas de desalación impulsadas por una alta densidad de flujo energético, reduciría el costo efectivo de producción de ese aumento del abasto de agua potable, a menos de lo que cuesta actualmente en muchas partes del Oriente Medio.

Semejantes programas de desalación en la región, pivote del Oriente Medio y Egipto, representarían una mejora revolucionaria en la economía de ese Oriente Medio que es una encrucijada vital entre la región del Mediterráneo y el Océano Índico. De este modo, la densidad potencial de población de toda la región aumentaría hasta por un orden de magnitud. Una paz negociada conforme a un modelo del Tratado de Westfalia, se convierte entonces en una posibilidad económicamente autosustentable.

Si examinamos el asunto en ese marco de referencia, algunos de los principales logros y problemas del presidente Clinton en esa área podrán reconocerse fácilmente. Por lo demás, su problema obvio, y principal, fue la pesada carga del vicepresidente Al Gore sobre su espalda, y la influencia de ideologías afines a algunas de las de Gore, en su forma personal de pensar. Su segundo problema fue que su forma de pensar, y la de un segmento decisivo de la dirigencia de los dos partidos principales, es la de la mayoría de los representantes de esa generación que llegó a la edad adulta entre mediados y fines de los sesenta, o después.

Aunque Clinton personalmente quizás fue el presidente más inteligente del siglo 20, cargaba con el peso de los axiomas típicos de su generación, a tal grado que, de lo que yo vi, adoleció de la cualidad de decisión necesaria en ciertas áreas específicas decisivas de la toma de decisiones, especialmente en asuntos de la economía. En cuanto a esto, tendía, en su desempeño, a ser embaucado por la ideología del tipo que, como él a menudo afirmaba, compartía con Al Gore. Al final, pudo haber visto razones para arrepentirse de su apego a las ambiciones profesionales de Gore, pero para entonces, imperaba el daño.

El hecho más pertinente en lo inmediato es que, de lograrse la paz en el Oriente Medio, la situación mundial se tornaría relativamente mucho más manejable. De otro modo, puede convertirse en el detonador que empuje al mundo entero a una trayectoria de la que pocos en este ancho mundo regresarían. Posiblemente, en estos momentos, el expresidente estaría de acuerdo. Creo que el presidente actual debe preguntarle eso al expresidente. Quizás ayudaría a unificar a las principales fuerzas políticas de nuestra nación en pos de un renovado y urgente intento.

En una conferencia de prensa el 28 de febrero, el vocero de la Casa Blanca Ari Fleischer dijo—en respuesta a una pregunta de que si el presidente Bush debería invitar al presidente Yasser Arafat a la Casa Blanca, como lo había hecho el presidente Clinton—que Clinton había tratado de "empujar a las partes más allá de donde estaban dispuestas a ir", y que esto "llevó a que subieran tanto las expectativas que se convirtió en violencia". Posteriormente, Fleischer se tuvo que retractar, diciendo que "ningún Presidente estadounidense, incluido el presidente Clinton, es responsable por la violencia en el Oriente Medio".

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