Escritos y discursos de Lyndon LaRouche

La desregulación es el suicidio nacional: LaRouche

El 16 de abril de 2002, Lyndon H. LaRouche, fundador de Executive Intelligence Review y precandidato presidencial para las elecciones de los Estados Unidos de 2004, se dirigió por vía telefónica a más o menos un centenar de personas reunidas en la ciudad de México, bajo los auspicios de EIR y el Movimiento de Solidaridad Iberoamericana (MSIA), para hablar sobre la política de energía y otros problemas. LaRouche fue presentado por Marivilia Carrasco, presidenta del MSIA en México. A continuación publicamos una transcripción del discurso de LaRouche y de su diálogo con los asistentes.

Marivilia Carrasco: Quisieramos darle la bienvenida a Lyndon LaRouche, un buen amigo de México.

Estamos celebrando el vigésimo aniversario de una obra histórica en nuestro movimiento, "Operación Juárez", que Lyndon LaRouche le dedicó a México, y a una relación especial de México y los Estados Unidos en el espíritu de Abraham Lincoln —que LaRouche representa— y que era fundamental cuando México peleó por su existencia en 1982.

La forma en que procederemos es que LaRouche va a hablar más o menos 20 minutos, para decir lo que quiera decir sobre la situación actual, el estado del mundo, en lo que él está ocupado. Se encuentra al momento actual en los Estados Unidos haciendo actividades relacionadas a su campaña presidencial, a su precandidatura en el Partido Demócrata para alcanzar la nominación en el 2004.

Después de eso habrá posibilidades de hacer preguntas. Las preguntas se tendrán que hacer en español y cerca del micrófono. Les pedimos que sean breves, concisas, porque tenemos sólo 20 minutos para que él dé respuestas.

Al finalizar eso, tendremos la oportunidad de continuar con la intervención del senador Joseph Neal, de Nevada, y con Harley Schlanger, que es el vocero de la campaña de LaRouche para toda el área del suroeste de los Estados Unidos, desde Texas hasta California, quienes complementarán, y con los cuales podremos dialogar sobre aspectos más específicos relacionados al problema eléctrico en particular, el problema de la desregulación eléctrica, la experiencia del senador Neal de luchar contra la desregulación en los Estados Unidos, sus éxitos, y también sus esperanzas. Y con Harley Schlanger, al lado del senador Neal, formaron equipo en la lucha contra Enron.

Así que sin más, le dejo la palabra a Lyndon LaRouche.

LaRouche: Muchas gracias, Marivilia. Tenemos tres temas que debemos abordar para tratar de ubicar y enfocar el asunto de política energética en cuanto a lo que se refiere a México, y también la relación de México con los Estados Unidos.

Ahora, como ya se habrán dado cuenta, los Estados Unidos en estos momentos no son capaces de conducir una política eficaz en muchas áreas medulares. Y el número de áreas donde esto es así ha aumentado. Hace poco vieron el golpe y el contragolpe en Venezuela. Esto es típico de la confusión que existe en Estados Unidos, en el Poder Ejecutivo del gobierno de Estados Unidos.

Hay una situación parecida en Colombia que quizás han observado. Hay tres políticas respecto a Colombia que vienen de diferentes facciones del gobierno de los Estados Unidos. Una, es la de los que proponen respaldar mi política sobre el narcoterrorismo; eso es cuerdo. Hay otros que quieren que Estados Unidos envíe tropas a Colombia. Eso es una locura. Yo me opongo a eso. Y hay un tercer grupo que no quiere que se haga nada, porque está sacando dinero de sus negocios con el narcoterrorismo. Y ustedes ven, por lo tanto, el desastre que ha resultado de la indecisión en cuanto a Colombia, y ven también el desastre por el golpe y el contragolpe en Venezuela, y quién sabe qué ocurrirá después.

El sistema monetario y financiero internacional está desplomándose. Las actuales políticas de EU asegurarán que ese desplome, del cual estamos al borde, acelere, y no hay indicio alguno de una política racional de parte del gobierno estadounidense, de ninguna facción relevante, sobre este tema. Ese desplome se viene encima ya, y es una parte importante de nuestro problema en cuanto a la política energética.

Hay crisis estratégicas: una guerra en Afganistán que no se ha ganado, sino que apenas empieza; vemos el peligro de una guerra en el Oriente Medio; un ataque a Iraq, encima de la guerra actual entre Israel y Palestina. Y los militares estadounidenses nos están diciendo que se requerirá medio millón de tropas para poder llevar adelante esa guerra contra Iraq que se planea para este año. Los Estados Unidos no tienen medio millón de tropas para meter a ese teatro.

Y lo mismo se aplica a la política militar en general. Estados Unidos está perdiendo su capacidad militar estratégica; se está gastando mucho dinero en ese renglón, pero no se está gastando de una manera eficaz. Entonces, estos son los problemas que tenemos ante nosotros.

Además de eso, tenemos el fracaso de la llamada nueva economía, que se ha desplomado por completo. Tenemos el fracaso catastrófico de la globalización, y en ese respecto, el papel de Estados Unidos como "importador de último recurso" está acabándose por completo. Esto afecta a China, está causándole una crisis al Japón que puede estallar en cualquier momento. También es una crisis muy grande para México, que depende de Estados Unidos como mercado para las maquiladoras y otras exportaciones; es un factor muy importante.[FIGURE 21]

Al presente no hay señas de una solución que venga del gobierno de los Estados Unidos, y con las políticas imperantes, no habrá solución. Así es que mi tarea es informarles a ustedes de esto, a la vez que hago todo lo posible por cambiar la situación en y en torno al gobierno de Estados Unidos, con la esperanza de que la crisis misma fuerce al gobierno a resolver algunos de los problemas de su propia política y el diseño de esa política.

La pregunta entonces es, ¿cuáles son las soluciones a estas crisis, en especial en lo económico y la crisis energética? Por un lado, es obvio que lo que funcionó en el pasado fue lo que el presidente Franklin Delano Roosevelt, como Presidente de los Estados Unidos, hizo entre 1933 y 1945, al organizar una recuperación económica de unos Estados Unidos que estaban al borde de ir por el camino de Hitler, lo que hubiera ocurrido sin la presidencia de Roosevelt. Roosevelt llevó adelante la pelea durante la guerra, y dejó luego un legado, que aunque no se siguió del todo, en general fue muy beneficioso para todo el mundo en el período comprendido entre 1945 y 1965.

A partir de 1971, pero sobre todo desde 1982 —en el caso de Iberoamérica, en particular—, el cambió de orientación política que se introdujo a mediados de los 1960, probó ser un desastre de 35 años para Estados Unidos y para todas las naciones de Centro y Sudamérica.

Por lo tanto, cometimos un error grave, terrible, con este cambio de orientación política. Tenemos que regresar a la orientación de Franklin Roosvelt de 1933–1945, como un ejemplo de cómo debe elaborarse la política tanto en nuestras naciones como entre nuestras naciones. Y tenemos que reconocer, a la vez, la importancia de regresar específicamente a un modelo proteccionista de economía, al tipo de modelo que siempre ha funcionado para Estados Unidos, y que ha sido el mejor modelo para los países de Centro y Sudamérica.

Ahora, el problema de hoy en día es el siguiente, en lo que se refiere a la energía como tal: no tenemos energía suficiente. Es decir, hemos destruido el sistema energético, sobre todo desde que Jimmy Carter asumió la Presidencia de los Estados Unidos. El verdadero jefe de Carter era Zbigniew Brzezinski. Y aunque Carter es responsable de lo que hizo, yo no creo que él fuera responsable en el sentido de saber lo que hacía. Pero Brzezinski sí representaba a los que diseñaron estas políticas que le han causado la crisis a México, y también al pueblo de los Estados Unidos.

Si estudian las estadísticas se darán cuenta; si examinan el 80% de la población con los ingresos más bajos, ese 80% de la población con los ingresos familiares más bajos ha estado perdiendo posiciones a un ritmo catastrófico desde que Carter asumió la presidencia en los 70. Y se ven efectos parecidos o peores en países como México y el resto del hemisferio.

Así es que, lo que tenemos que hacer, obviamente, es regresar a políticas que funcionaron, a la idea de una orientación proteccionista, a la infraestructura económica básica, incluyendo el suministro de energía.

Más que nada, necesitamos dos cosas: tenemos que regresar a un modelo proteccionista de sistema monetario y económico internacional, para reemplazar al actual modelo en quiebra. No hay manera de que este sistema, el sistema actual, pueda sobrevivir; está condenado. No hay recuperación posible dentro del marco del actual sistema del Fondo Monetario Internacional. No puede recuperarse nunca dentro de ese sistema. Pero sí podría recuperarse si aplicáramos las lecciones de 1945–1965 para reformar el sistema monetario, para que funcione de la manera en que funcionó para la recuperación de la posguerra después de 1945. Podríamos organizar la recuperación regresando al modelo de sistema monetario que funcionó en ese período de la posguerra. Y eso es lo que tenemos que hacer.

Tenemos que regresar en gran medida a lo que en los Estados Unidos se conoce como la política de Franklin Roosevelt de desarrollo y seguridad.

Ahora bien, lo que necesitamos para lograr esto es una gran masa de crédito público, que se prestaría a tasas de interés simples del 1 o 2 por ciento. Este crédito se tiene que usar sobre todo para la infraestructura económica básica, para construirla y mantenerla, porque este factor debe ser en general más o menos la mitad de toda la actividad económica de cualquier nación. Esta área en general tiene que ser dirigida por el gobierno, operada por el gobierno, o al menos regulada por el gobierno. Esto incluye tales cosas como la educación, sistemas energéticos, sistemas generales de transporte como ferrocarriles, cosas por el estilo, sistemas de manejo de aguas y, por supuesto, sistemas de salud pública y de bienestar social.

Estas son las responsabilidades esenciales de un gobierno nacional, o de las autoridades estatales o municipales. Y estas son obras públicas. A veces es posible establecer arreglos, acuerdos, en el que la iniciativa privada puede invertir en estos servicios públicos. pero el gobierno tiene que reglamentarlo, y eso es aceptable. Pero de todas maneras estamos hablando del 50% o más de la actividad económica total de una nación, de una economía nacional, tiene que ser en esta área de la infraestructura económica básica. Si no, la economía no va a funcionar.

Es la carencia de tal infraestructura que causa el subdesarrollo perpetuo de los llamados países en vías de desarrollo; adolecen de la infraestructura necesaria para que su fuerza laboral en general sea productiva. Aun si invierten en las llamadas industrias modernas, la debilidad de la economía que rodea estas industrias las arrastra hacia abajo.

También se necesita una cantidad adecuada de esta infraestructura, del lado energético en particular. Como requiere de cinco a diez años construir y activar hasta los elementos básicos del aumento de producción energética que se requiere —es decir, una planta generadora grande y el sistema de distribución que va con ella—, tenemos que construir estas cosas antes de que sean necesarias, porque sino no vamos a tenerlas cuando las necesitemos bajo condiciones de crecimiento. Eso quiere decir que tenemos que fijar los precios, regular los precios; necesitamos el tipo de regulación que teníamos antes para que esto funcione.

Tomemos el caso de México, en particular. En México hubo un cambio en el período posterior a 1982, y empezó a dependerse cada vez más del mercado estadounidense para la existencia misma de México. Ahora, gran parte de ese mercado se ha desplomado. Bajo las condiciones actuales va a desplomarse más, y las exportaciones mexicanas a los Estados Unidos van a venirse abajo. Por lo tanto, México tiene que volver a hacer proporcionalmente un mayor hincapié en su mercado interno, como, por ejemplo, la generación de energía, el desarrollo de recursos energéticos y su regulación; el desarrollo del sistema de transporte; el desarrollo de nuevos centros urbanos, que pueden ser centros de producción con un buen sostén de infraestructura; cosas por el estilo. Esto quiere decir que hay que regular estas empresas, reglamentarlas. Y como dije, un marco general totalmente regulado.

Se requieren medidas proteccionistas. Eso no quiere decir que deba desplomarse el mercado de Estados Unidos por completo para México, pero sí quiere decir que México tiene que volver a recalcar más, como era el caso antes, su mercado interno, un mercado interno que sería grandemente estimulado por el impacto de un empleo creciente en actividades estatales de infraestructura básica.

Esa es la dirección en la que tenemos que movernos en México, también en las relaciones México-Estados Unidos. Es la dirección en la que el mundo tiene que moverse. Como ustedes saben. estoy muy involucrado, en lo intelectual, en la propuesta de lo que llegó a conocerse como el Triángulo Productivo Europeo para la reconstrucción de Europa posterior a 1989, y en el esfuerzo posterior, de 1992, para establecer el Puente Terrestre Eurasiático, que será el mercado más grande del mundo si se desarrolla. Y esperamos que nosotros participaríamos en eso como socios.

Nos encontramos en un período donde es absolutamente necesario un nuevo sistema grande, con ese tipo de objetivos ambiciosos, para lograr una recuperación económica en cualquier parte del mundo.

Pero lo que tenemos hoy en día, lo que se propone en varios países es más globalización, lo que es un desastre. Más desregulación, que es el suicidio nacional. Y el problema es que también a la vez, como dije, el problema es que la idea del Estado nacional ha sido socavada, ya no es una idea popular, ya no está de moda.

Pero regresemos a una cuestión muy simple: si tenemos una depresión económica, ¿cómo salimos de ella? Sólo hay una manera de salir de una depresión económica, y es un acto de voluntad. Es decir, una acción llevada a cabo más que nada por el gobierno, el gobierno reorganiza sus asuntos financieros, su sistema bancario, con el propósito de usar el poder del Estado para crear deuda estatal, como una manera de generar los flujos de capital necesarios para emplear la fuerza de trabajo en la producción expandida. La expansión de cualquier economía vendrá sobre todo de la expansión en la infraestructura económica básica. La expansión de esta infraestructura tendrá dos efectos sobre el empleo en general. Primero, el hecho de que se haya aumentado el empleo significará que la gente que está empleada puede aumentar sus compras. Eso aumentará las oportunidades de negocios para los contratistas que participan en proyectos de construcción y cosas por el estilo, y a la vez estimulará nuevas industrias en el entorno de los proyectos de infraestructura. Los beneficios de esa infraestructura mejorarán las condiciones para nuevas industrias y también el empleo. Y, por lo tanto, con el uso inteligente del crédito de manera regulada, uno puede estimular una economía para que se recupere mediante este proceso de aumento de empleo público, y esfuerzos dirigidos para causar que el empleo privado responda a ese crecimiento del empleo público, para que haya un crecimiento general en el ingreso nacional total.[FIGURE 22]

Esa es la respuesta para México, y para casi todo los países del mundo. Esta es la respuesta para todos los países de Europa.

Para poder hacer esto tiene que haber un Estado nacional republicano, cuyo gobierno pueda asumir el compromiso de endeudarse por 25 años. Es decir, para hacer esto tiene que haber un gobierno nacional que constitucionalmente pueda incurrir una deuda de una duración de 25 años, a tasas de interés fijas y bajas, y usar esa deuda pública como una manera de estimular el crecimiento del mercado interno. Si eso no se hace, cualquier país que no haga eso, ahora, está condenado a una depresión económica horrible, mucho peor de lo que hoy se está viviendo.

Entonces, en el área de la energía, la energía es una de las categorías fundamentales para la inversión pública en este tipo de requerimientos de infraestructura. Las inversiones en la energía van de la mano con las del transporte, el manejo de aguas, proyectos hidráulicos y proyectos de salud pública, y así por el estilo.

Así que este es el punto más importante, y si no puede haber un enfoque de crédito público en una industria energética regulada, regulada por el gobierno por un período de hasta 25 años, entonces la posibilidad de una recuperación económica en las economías actuales, es minúscula. Pero con eso, sí podemos tener una recuperación. Eso quiere decir un sistema proteccionista del tipo que solíamos tener, y del que nos enorgullecíamos. Y tenemos que ver los mejores aspectos de la experiencia, en especial de la posguerra, de 1945 a 1965 y un poco más, ver lo que hicimos en ese entonces y decir: "Las reglas que usamos en ese entonces eran cuerdas, mejoramos. Quizá no se logró toda la justicia necesaria, pero sí mejoramos las condiciones. Desde entonces, y para las Américas, Centroamérica, Sudamérica, desde 1982 en particular, las economías han estado cayendo en un abismo sin fondo, y el pueblo ha seguido en ese abismo.

Entonces, las políticas que tuvimos de 1945 a 1965, obviamente, comparadas con las que tuvimos después y hasta ahora, sabemos que cometimos un error en los últimos 35 años, sobre todo en los Estados Unidos; fue un grave error. Tenemos que reconocer nuestro error, y regresar a la idea de un Estado nacional, a una economía del Estado nacional como la que teníamos antes y de la cual nos enorgullecíamos cuando Franklin Roosevelt era presidente y antes de que acabará Johnson su mandato presidencial. Muchas gracias.

P: ¿Por qué hoy estamos tan mal como en 1923? El problema es la corrupción que existe entre el presidente Fox, el director de Luz y Fuerza y el Sindicato Mexicano de Electricistas. Acabándose la corrupción, no tenemos por qué endrogarnos. La solución es subirles la luz a los industriales, que no tengan ellos esa concesión que acaban de quitarle al pueblo.

LaRouche: No creo que sea necesario decir mucho en cuanto a precios discriminatorios para algunos sectores. Estoy de acuerdo, como dije antes, que tenemos que ver el pasado, las lecciones del pasado como una base para una comprensión corriente de la situación actual en particular. Si uno quiere lograr un cambio radical en la orientación política que se necesita ahora, hay que encontrar, hasta donde sea posible, en la experiencia del pueblo, en tanto pueblo, la lección a la que uno se pueda remitir, que le permita a éste comprender lo que propones y lo que haces.

A menudo, sobre todo en política, eso es una condición para cualquier cambio repentino. Así que, por supuesto, la experiencia del pasado de México es muy importante para el presente. Pero, en general, yo creo que si hacemos las cosas correctas podemos producir energía eléctrica, y claro, estimulando la economía, podemos producir cantidades de energía, a precios que serán beneficiosos para el pueblo, y no tenemos que ser discriminatorios con ello.

Si alguien es un industrial y emplea a la gente, entonces eso lo alentamos. Pero también protegemos a la gente que trabaja. Si alguien quiere energía, cuando hay una escasez, para propósitos que no son útiles para la economía, bueno, en ese caso sí deben pagar un precio más alto. Pero fuera de eso, en general, no apoyo la idea de precios discriminatorios. Necesitamos más bien energía abundante disponible para todos y, sobre todo, para las necesidades de todos los que están en la economía: para los hogares, para la comunidad, para proyectos de importancia nacional y local, para la industria, para los empresarios y para todos los demás. Y claro, la prioridad, estaría yo de acuerdo, deben ser aquellos que son los más importantes para la sociedad, y ellos siempre deben recibirla primero.

En los Estados Unidos tenemos una ley que es la ley fundamental. Está en el preámbulo de la Constitución federal. No se originó en los Estados Unidos, aunque así se conoce. De hecho, es una ley que se introdujo en la civilización europea en el siglo 15, durante el Renacimiento Dorado. Se llama la ley del Bien Común. Es decir, que el gobierno no tiene derecho a gobernar, a no ser que esté comprometido de manera eficiente a promover el bienestar general o el bien común de la población en su totalidad, para todo el pueblo y su posteridad.

Respecto a lo que pasó en los 1920, bueno, México tuvo cierta experiencia con Woodrow Wilson, el Presidente de los Estados Unidos que era un entusiasta del Ku Klux Klan, y un seguidor de los filibusteros que desde Polk invadieron y saquearon a México. Así es que si vemos que los años 20 no fueron muy buenos que digamos en lo que toca a las relaciones entre México y Estados Unidos; no debe sorprenderles, porque la mejoría vino con Franklin Roosevelt. Quizá no fue perfecta la relación, pero sí fue una mejora, y Roosevelt procedió desde la óptica del bienestar general. Así es que si un hombre está sirviendo al bienestar general, aunque no de manera perfecta, tenemos que tolerar sus pequeños errores.

¿Qué le legaremos a nuestros nietos?

P: Sr. LaRouche, usted toca un tema fundamental para reactivar las economías de los países en vías de desarrollo. En efecto, en el período del presidente Roosevelt se reactivó a fondo la economía de los Estados Unidos, y hoy es una gran potencia. Y en Latinoamérica, en el reciente foro El Financiamiento para el Desarrollo, se reafirmó que la globalización es para beneficio de las naciones industrializadas y de los organismos del financiamiento y del comercio. En México tenemos un proyecto de amplia visión y largo alcance para precisamente revalorarnos como nación, desarrollar nuestro enorme potencial hidroeléctrico, hidráulico, en general energético, y crear las condiciones idóneas para que el país salga del lacerante subdesarrollo. Considero que personas tan importantes en el ámbito mundial como usted y otros grandes pensadores tendrían esta responsabilidad de impulsar a naciones como México.

Yo nada más quiero felicitarlo, pero sobre todo quiero una respuesta de usted sobre cómo los mexicanos, con este proyecto de nación, encontraremos la oportunidad de salir adelante.

LaRouche: Bueno, primero que nada, lo que tenemos que hacer es trabajar juntos. Esto no es sólo cuestión de trabajar juntos de gobierno a gobierno, de nación a nación; esto también es de pueblo a pueblo. Esto es muy importante, como la discusión que ahora tenemos, esto representa ideas, tenemos que tener un diálogo en torno a ideas, debemos establecer cuál debe ser el propósito común de nuestros respectivos gobiernos soberanos, cuáles son nuestros intereses. Por ejemplo: la seguridad de México es parte esencial de la seguridad de los Estados Unidos. Por tanto, la gente cuerda de los EU debe preocuparse del bienestar, la estabilidad y la prosperidad de México. Porque es en nuestro beneficio que México sea próspero, que sea seguro, que sea estable. Y cualquiera en Washington que no entiende eso, ¡es un idiota!

Ahora bien, hay algo que les quiero recalcar: los Estados Unidos no son una nación próspera. Déjenme decirles lo que pasó, porque ocurrió también en México, pero de forma diferente.

Desde mediados de los 1960, los Estados Unidos empezaron a sufrir un cambio fundamental en su carácter como nación, en especial en su economía. Solíamos ser una economía productora, esto es, que la idea básica de la economía de la mayoría de la gente era que producías riqueza para la sociedad, en cantidades suficientes para obtener el ingreso necesario. Entonces, veías una relación de causa y efecto entre tu productividad, la de tu comunidad, y el bienestar de la nación en la que participabas.

Pero a medios de los 1960 cambiamos eso. Pasamos de ser una sociedad productora, a una de consumo. Del mismo modo que la Roma antigua, después de la segunda guerra púnica, cambió de manera sustancial con la introducción generalizada de la esclavitud en Italia, convirtiéndose en una sociedad de consumo, en la que Italia producía cada vez menos de sus propios satisfactores, y más bien los conseguía a precios bajos de los países sometidos por las legiones romanas.

Lo que ha ocurrido en los últimos 35 años, en especial desde 1971, cuando Nixon rompió con el patrón oro, es que el mundo ha sido sometido cada vez más a una condición de esclavitud para que produzca lo que comen los Estados Unidos, pagando menos por los productos de México, Sudamérica y otros países. Los precios que en realidad se pagan en los mercados internacionales por los productos de estos países quedaron por los suelos. Y los Estados Unidos dijeron, "compraremos a nuestros precios". Europa estaba metida en los mismo, al igual que Japón.

De modo que ahora tenemos países dependientes, cuyos productos están siendo saqueados por los precios impuestos por autoridades monetarias internacionales. ¡Y fueron saqueados! La población estadounidense perdió sus empleos. Los empleos se fueron a México, a China, al Sudeste asiático, o a otros lugares. Y las fábricas estadounidenses fueron abandonadas; los EU ya no producen la mayoría de sus propios productos. Son una sociedad improductiva, consumista, que trabaja en empleos de servicios que no tienen valor intrínseco alguno.

¿Cómo pagamos? Bueno, no lo hacemos, no en los EU. Tenemos un déficit de cuenta corriente de cerca de un billón de dólares al año; a lo mejor ya llegó al billón, pero no sabemos porque las cifras están tan alteradas que nunca se sabe. Pero además, los mercados financieros de los EU, que de otro modo se desplomarían, se mantienen con una cantidad ingente de flujos financieros que entran a los mercados estadounidenses, provenientes de Europa, Japón y de todas partes. Por tanto, ¡somos una economía parasítica!, no somos una economía próspera, saludable. ¡Somos una economía enferma!, ¡muy enferma!, que depende del resto del mundo, a través de lo que se llama globalización y libre comercio. Y eso es la globalización y el libre comercio. En México, Sudamérica, Asia y demás, significa: "Nosotros comemos de su trabajo, pero no pagamos por ello".

Y ese es el problema, un sistema del todo inequitativo; debemos comprender a qué clase de mundo nos llevará. Lo vemos en el caso de la caída del Imperio Romano. Pasaron 300 años, desde que César Augusto llegó al poder, para que el Imperio Romano en Occidente se derrumbara. Pero se derrumbó. Este último siglo hemos seguido una dirección parecida en la civilización europea: ha privado una degeneración moral que se ha extendido de forma progresiva a través de dos guerras mundiales y, en especial, de los últimos 35 años. Y esto está destruyendo la civilización a nuestro alrededor.[FIGURE 23]

Nuestro interés va más allá de lo que comeremos hoy. Nuestro interés se extiende más que nada a qué clase de mundo tendrán nuestros nietos, a qué clase de vida van a tener esos nietos. ¿Cuáles son las posibilidades que tienen estas naciones, o nuestros nietos, bajo las condiciones de una caricatura de un Imperio Romano caduco que se desploma? Y cuando logramos ver más allá de nuestros intereses materiales como tales, y nos fijamos más bien en nuestros intereses inmortales, aquellos intereses que perduran más allá de nuestra muerte, los intereses que benefician a nuestros nietos y los que siguen después de ellos, encontramos nuestro propósito en la vida: vivimos nuestra vida para darle a ellos el beneficio de haber vivido nosotros.

Si pensamos que nuestros intereses se definen así, si pensamos en ese sentido moral, entonces habremos entendido qué es lo que tenemos que hacer. Y si pensamos así, podemos hablarnos uno al otro y entendernos, y así cooperar.

P: Sr. LaRouche, coincido con muchos de sus puntos de vista. Yo creo que, en efecto, hay que impulsar la construcción de infraestructura. El problema que usted plantea es contratar deuda, emitir bonos de deuda a 25-30 años. Tengo una duda al respecto: ¿cuáles serían los efectos inflacionarios de esto? Y por otro lado, ¿con qué poder se puede motivar para que las estructuras políticas puedan variar sus políticas, que en este momento están condicionadas por un modelo neoliberal?

LaRouche: Muy bien, vean primero el problema que tiene el presidente George Bush, presidente de los Estados Unidos. Por eso lo mencioné al principio. Si ven el desastre en Colombia, la política estadounidense en Colombia, que algunos de ustedes que siguen estas cosas en las Américas reconocen esto bien, es un desastre total. No sólo es un desastre para la gente de Colombia, es un desastre hecho en los Estados Unidos por la incapacidad del actual Presidente, y no es que estemos diciendo cosas buenas del Presidente anterior, pero éste es absolutamente incompetente para poder desarrollar una política eficiente, consistente, respecto a Colombia. Y esa política afecta a todo el hemisferio. Si se destruye a Colombia, ¿qué pasa con el Hemisferio? Ya tenemos suficientes problemas.

Pero, ahora, vean a Venezuela. Bien, yo no voy a tomar partido ni de un lado ni del otro en el caso de Venezuela. Pero la manera en que los Estados Unidos manejaron este golpe y el contragolpe, y cualquier político que conoce la situación sabe que es así, se da cuenta de que en Washington, la Presidencia de los Estados Unidos no está dirigiendo de manera competente su propia política. Alguien hizo un golpe, con la bendición de los Estados Unidos, luego de negociaciones en Florida, como siempre ocurre. Y se organizó un golpe en Venezuela en contra del gobierno de Chávez. Les salió el tiro por la culata. Alguien en Washington se dio cuenta de que no estaba funcionando, así que respaldó y aceptó un contragolpe. ¿Qué clase de gobierno es ese?

Vean la política financiera de los Estados Unidos, ¡están hablando de recuperación! ¡Nunca habrá recuperación con estas políticas! Se habla de un paquete de estímulo. El paquete militar no es un paquete de estímulo, no va a funcionar, sólo se le está dando algo de dinero a la gente que respaldó a Bush en las últimas elecciones. No es más que eso, no hay ganancia neta real en el lado militar de lo que están proponiendo.

Hay una crisis estratégica general: el Oriente Medio. Están tratando de hundir al mundo en una guerra de choque de civilizaciones generalizada, que es lo que significaría este ataque contra Iraq. Israel está fuera de control, es literalmente un gobierno fascista, y los Estados Unidos lo llaman "democracia". Si los Estados Unidos respaldaran a los europeos y a otros sobre esta cuestión, podríamos controlar esta situación, y terminar con este baño de sangre. Tal vez no tengamos una solución perfecta, ¡pero por lo menos no tendríamos esta carnicería!, y entonces podríamos encontrar una salida.

El problema es que hemos llegado a una situación que estamos describiendo. Si uno lo analiza como historiador, esto es una tragedia clásica, es la tragedia de toda una nación; la tragedia de una gran potencia que está derrumbándose, que está haciéndose polvo por su propia incapacidad de responder a sus problemas. Yo no quiero que mi gobierno en los Estados Unidos se vuelva polvo. Pero hacia eso se encamina, ahora mismo, junto con el gobierno de Israel, que va hacia la perdición total autoimpuesta.

Entonces, en la historia, llegamos a un momento de crisis en el que, u ocurre una tragedia, es decir, la inercia de las actuales políticas continúa y lleva al mundo a la perdición, como el emperador de Persia cuando fue a Gaugamela a ser aniquilado por Alejandro el Magno. U ocurre lo que se llama lo sublime, nos inspiramos con una idea de lo que puede enfrentar esta crisis y resolverla. ¡Ah!, pero hay un factor en la historia, y es el factor de la crisis. Porque en un momento de crisis, cuando se hace evidente que cierto tipo de gobierno no funciona, y que cierto tipo de opinión pública no funciona, se llega a un momento de cambios súbitos, drásticos, en la opinión pública. Y si uno tiene una idea buena que pueda inspirar a la gente, e inspirar a las instituciones para que cambien su forma de funcionar, esa nación, ese pueblo, puede salvarse de lo que de otra forma sería una crisis inevitable.

Y yo les propondría a ustedes, que lo que estamos viendo como algunos de los síntomas —los que acabo de indicarles, y les podría dar una lista mucho más larga—, que si no cambiamos, si no cambia el gobierno de los Estados Unidos, si no cambia la manera en que hace las cosas, y cambia sus políticas, los Estados Unidos no van a durar mucho tiempo más, van a desmoronarse, tal y como ocurrió con el antiguo Imperio Romano.

Y por lo tanto, en un momento de crisis como este, aquellos de nosotros que podemos presentar la alternativa optimista al actual desastre, de repente tenemos una capacidad de influir a las poblaciones, que hubiera parecido imposible en el período anterior.

Yo creo que este es nuestro momento, y que tenemos que aprovechar esta oportunidad.

P: Profesor LaRouche, lo felicito por sus ideas, con las cuales coincido, y quisiera rogarle por favor que me indique ¿cuál fue el papel de la Comisión Trilateral en el desarrollo y diseño del modelo del neoliberalismo, y qué papel sigue jugando en estos momentos?

LaRouche: El autor principal de este modelo neoliberal, la agencia central que lo diseño, es una organización creada en Gran Bretaña bajo el patrocinio personal de Winston Churchill, en el período de la posguerra. Se llama la Sociedad Mont Pelerin, porque tuvo su conferencia fundadora en Suiza, en Mont Pelerin. Federico von Hayek la dirigió por muchos años, quien fue un seguidor del satánico Bernard de Mandeville, y eso no es una buena recomendación que digamos.

Ahora, como parte de un renacimiento del racismo en los Estados Unidos, en parte provocado como reacción al liderato de Martin Luther King, y la colaboración del presidente Johnson con Martin Luther King, en las leyes de 1964 sobre los derechos civiles, un grupo en torno al presidente Richard Nixon, entonces candidato a la Presidencia de los Estados Unidos, lanzó esa candidatura con dos temas: número uno, racismo; Nixon se fue a Mississipi y se reunió con los líderes del Ku Klux Klan como un trampolín para su campaña política. También las ideas de la Sociedad Mont Pelerin. Acuérdense, Milton Friedman es un ejemplo muy estúpido, John Robinson lo describió con justicia como el "profesor del post hoc ergo propter hoc"; pero, de todas maneras, esto se convirtió en la ideología oficial. Entonces, como subproducto de este viraje hacia una política monetarista, o monetarista radical, también llamada "neoliberal", Zbigniew Brzezinski organizó la Comisión Trilateral, quien, les advierto, está claro que es un demente, un sicótico, y es peligroso. Brzezinski organizó, con el patrocinio de David Rockefeller, la Comisión Trilateral. Esa comisión es en verdad una organización del "fascismo universal", por lo menos en la intención de Brzezinski, Huntington y otros. Algunos abordaron ese tren porque era importante, pero ese es otro cuento.

Brzezinski creó el gobierno de Jimmy Carter, él lo escogió personalmente y lo hizo presidente. Brzezinski fue el verdadero dictador del gobierno de Carter, y cambió los procedimientos de seguridad del gobierno estadounidense mientras estuvo a cargo. Entonces, la Comisión Trilateral en sí —claro, George Bush fue miembro de ésta en los 1970—, pero la Comisión Trilateral no es el problema. El problema es que existe una facción dentro de las instituciones angloamericanas, en particular, que toma como modelo al Imperio Romano, y como libro de referencia, El soldado y el Estado, de Samuel Huntington. Este es un libro que se ha reimpreso muchas veces desde los 1950, cuando lo editaron por primera vez los amigos de Kissinger en Harvard. Este libro es el manual básico para una dictadura militar mundial al estilo del Imperio Romano, y comparte las mismas características de política militar de los nazis de las Waffen-SS. Por supuesto, cuando Huntington estaba redactando el libro, allá en los 1950, no era muy popular que digamos decir "Propongo reactivar el sistema militar nazi", así que le puso otro nombre. Pero si uno lee ese libro, y si conoce la política militar, uno se da cuenta de que Huntington es lo que se conoce como un "fascista universal", quien ha propuesto como sistema de gobierno mundial estadounidense, o angloamericano, un imperio global, controlado por fuerzas militares modeladas en las legiones romanas y, más recientemente, en las Waffen-SS nazis. Ese es el problema.

Con los neoliberales, el problema es el neoliberalismo, y para cualquiera que lo entienda, éste destruirá cualquier economía moderna que toque, si perdura lo suficiente. Destruye al Estado nacional, destruye al pequeño empresario, incluyendo al agricultor, y al pequeño empresario que tiene cierta tecnología, quienes son esenciales para la sociedad, y le cede todo el poder a las corporaciones, que están en manos de una camarilla financiera que las controla y las usa como arma contra la sociedad. Puede que produzcan algo, pero su motivación política esencial es esa.

Entonces, el asunto aquí, es una cuestión política. ¿Queremos una sociedad en la que el individuo, el intelecto individual, el intelecto desarrollado de la persona individual, hace aportes al avance de la sociedad? O, ¿queremos reducir al ciudadano a la servidumbre, donde no deba pensar, donde sólo haga lo que se le ordena, donde no se le permita tener una granja, que pueda controlar, o ser un pequeño empresario, y tener este tipo de cosas? Así que la cuestión es la filosofía representada por la Sociedad Mont Pelerin, en la que la Comisión Trilateral es sólo una expresión de eso. Por ejemplo, puedo nombrar instituciones igual de importantes: la Fundación H. Smith Richardson, una fundación fascista; otras fundaciones dirigidas por la familia Mellon Scaife; el Instituto Olin de Harvard; etc. Es una larga lista de instituciones, en los Estados Unidos y en otros lados, que son por completo fascistas, en el sentido del fascismo universal defendido por Huntington y Brzezinski. Ese es el peligro. La Comisión Trilateral es sólo un producto secundario, en tanto institución, de este movimiento.

Carrasco: Tenemos que despedirnos de Lyndon LaRouche. Muchísimas gracias. Creo que aquí hay mucha gente que le gustaría seguir conversando contigo. Ha sido muy aleccionadora tu intervención. De verdad, te agradecemos mucho [aplausos].

LaRouche: Gracias, gracias a todos.

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