Escritos y discursos de Lyndon LaRouche

Ciencia y tecnología
El desarrollo de Eurasia; siguiente paso de la biosfera

A continuación reproducimos extractos del discurso "Ganemos la batalla ecuménica por el bien común" que pronunciara el precandidato a la Presidencia de los Estados Unidos, Lyndon H. LaRouche, en la conferencia del Instituto Schiller en Bad Schwalbach, Alemania, el 4 de mayo de 2001.

Hasta donde sabemos, los océanos han dominado la economía de la humanidad. Contrario a todas estas teorías que les dicen los arqueólogos bíblicos británicos, la civilización no nació en Inglaterra y se extendió de ahí por los ríos y mares; todo lo contrario. Lo que sabemos, en especial la información sobre las características internas de los calendarios astronómicos antiguos, muestra que eran calendarios utilizados, más que nada, por una cultura marítima transocéanica, que existió por un periodo largo de tiempo, cuando casi toda Eurasia septentrional estuvo sepultada bajo un glaciar gigante, por casi 100.000 años. Durante ese periodo, la mayor parte de lo que más tarde se convertiría en civilización, se gestaba en los océanos. Desde la época en que estas culturas marítimas regresaron a Eurasia después del derretimiento del glaciar hace unos 20.000 años —cuando comenzó—, comenzaron a aventurarse tierra adentro. La primera dirección que siguieron fue a lo largo de los grandes ríos tierra adentro, a lo largo de las costas, y cerca del mar y el tráfico marítimo. Si observan un mapa del mundo, encontrarán que la característica de ese periodo tan largo de desarrollo es la incapacidad de utilizar las regiones interiores del mundo, sin salida al mar, con el mismo grado de eficiencia y productividad que el alcanzado en las zonas costeras y en los ríos principales.

Vean Asia hoy: en China tenemos las zonas costeras, que reflejan esto, tienen un mayor desarrollo, relativamente hablando, y el interior está muy poco desarrollado, la población tiene un nivel de vida más pobre y escasas oportunidades de desarrollo. Esto se aplica, entonces, al centro y el norte de Asia. Por tanto, ¿qué pasa si conquistamos esta región? Tomemos nada más el transporte. La gente que no piensa cree que el transporte marítimo es la forma más barata de mover carga. Eso es falso. La forma más barata es por tierra, pero no en camión; los camiones que van y vienen por la carretera te indican que está desmantelándose la economía. Cuesta demasiado; es intrínsecamente malo. Los ferrocarriles son mucho mejores. Los sistemas de transporte integrados, con ferrocarriles, en especial los de levitación magnética, son excelentes.

Los sistemas de levitación magnética llevan pasajeros con mayor rapidez, pero el emplear esos mismos sistemas para transportar carga, eso sí que es una maravilla. Ahí es donde está la ventaja. Si puedes transportar carga de Rotterdam a Tokio a una velocidad de 300 km/hora, sin detenerte mucho por el camino, y si a cada 100 km de esa ruta generas riqueza con la producción que resulta de la existencia de ese corredor, entonces el costo de mover la carga de Rotterdam a Tokio es menos que nada. ¿Qué transporte marítimo puede hacer eso? ¿Alguna vez han visto algún carguero que produzca riqueza mientras cruza el océano? ¿Y a qué velocidad?

Un cambio de fase tecnológico

Por eso hemos llegado a un cambio de fase en la tecnología, donde el desarrollo de las masas interiores de tierra del mundo, y la gran frontera típica, se hallan en el centro y el norte de Asia. Eso representa la mayor oportunidad de desarrollo para la humanidad. Esto requiere cambios revolucionarios en la forma como vemos las cosas. Significa que llevaríamos a cabo el mayor cambio al medio ambiente en la historia de la humanidad. Este solo proyecto, digamos un desarrollo a 25 años o más del centro y norte de Asia en esta dirección, incluyendo la conquista de la tundra —la tundra ártica es una de las grandes fronteras a superar, y puede hacerse—, que representaría un gran cambio en el ambiente. ¿Cómo decidiremos qué es bueno o malo cambiar del ambiente?

Lo que la gente piensa hoy sobre el medio ambiente es bastante estúpido. No tiene sentido; la gente no sabe lo que dice, y cuando ves el tipo de educación que recibe, no tiene nada de raro que crean en esas tonterías. Especialmente aquellos que tienen doctorados en física.

La gran teoría del medio ambiente la estableció un ruso con credenciales ucranianas, Vladimir Vernadsky, con su concepto de la biogeoquímica. El problema es que lo que se enseña sobre ciencia en la mayoría de las universidades, es absurdo; para ser francos, es una maldita mentira. La mayor parte de lo que se enseña como física elemental son mentiras. Porque, como Vernadsky lo demostró, a su modo, y como otros lo han hecho, en la relación física del hombre con la Tierra y el universo, en realidad existen tres principios involucrados, tres categorías. Uno, es lo que llamamos procesos no vivos, lo que la mayoría llama procesos físicos. El segundo, que los biólogos moleculares rehusan entender, es el principio de la vida; nunca obtendrás vida a partir de un proceso no vivo. La vida es, como Pasteur insistía, un principio en sí mismo, un principio físico universal en el que, como demostró Vernadsky con su biogeoquímica, los océanos y la atmosfera se producen por medio de procesos vivos que tienen lugar a varios kilómetros bajo la superficie de la Tierra. La mayor parte de la Tierra con la que estamos en contacto, como se creó la humanidad, fue un subproducto de los procesos vivos, de lo que Vernadsky llama los "fenómenos naturales de la biosfera". Podemos medir el poder de la biosfera sobre los procesos no vivos; ¡podemos medirlo! Los procesos vivos son superiores a los no vivos; son más poderosos, aparentemente son débiles, pero sus efectos a largo plazo son más poderosos que los de corto plazo de los procesos no vivos.

Hay una tercera cosa, que Kant no les permitirá conocer —por eso le dicen Kant, porque no puede (en inglés, can't) hacer nada—. La naturaleza esencial del hombre, [de nosotros,] es que somos capaces de realizar descubrimientos de principios físicos universales, descubrimientos que podemos validar de formas experimentales conocidas. Al aplicar estos principios, aumentamos nuestro poder en el universo de formas físicamente cuantificables, per cápita y por kilómetro cuadrado. Podemos medir esto en términos del efecto demográfico de este tipo de acción. Esto es, como resultado de esto, ¿mejora la esperanza de vida y el poder de existir en el universo de la especie humana? Si es así, eso es bueno. El poder elemental que la humanidad ejerce sobre la naturaleza, ha ocurrido en términos de su dominio y desarrollo de la biosfera. Así que, de hecho, la biosfera —incluyendo lo que llamamos infraestructura económica básica, como las vías fluviales, sistemas de energía y de transporte, la construcción de buenas ciudades— es un fenómeno natural de la cognición, que se refleja como mejoras en la biosfera.

La biosfera es débil, es estúpida, no sabe como habérselas con los desiertos que tiene, o con las tundras, o con otros problemas; pero nosotros, como seres humanos, podemos llegar con nuestra pobre y estúpida esclava, la biosfera, y decirle: "Te educaremos, y te haremos más fuerte y mejor".

De modo que la humanidad interviene en la biosfera para mejorarla, y el principio de descubrimiento que se aplica al medio ambiente, crea fenómenos naturales de la cognición en la biosfera, lo que la mejora y aumenta el potencial para la vida humana. Esta no es una esfera misteriosa y arbitraria; es una esfera de la ciencia, de la precisión científica. Lo que implica que lo que debe hacerse no es preguntar si es bueno o malo alterar el medio ambiente; es muy bueno hacerlo, si sabes lo que estás haciendo. Pero debes desarrollar la ciencia de la gestión de aguas, del transporte, de la reforestación, la ciencia de cómo cambiar y controlar la atmosfera y el clima. No puedes cometer errores graves; te acompañarán por un cuarto de siglo o más. Por tanto, debes tener grupos de gente competente que determine cómo hacer esto. Pero al cambiar la biosfera del centro y el norte de Asia, y al cambiar la biosfera de las regiones áridas de China, etc., crearemos el mayor auge para la humanidad en cada rincón de este planeta.

Lo que necesitamos es una conjunción especial de fuerzas que emprenda la planificación política de esto precisamente. Y una que sea internacional.

El papel crucial de Rusia

Ahora bien, la parte singular de esto es el caso de Rusia. Rusia pasó del comunismo al liberalismo, sin pasar por "Go", y ciertamente sin cobrar sus 200 dólares (como en el juego del Monopolio—ndr.). No sacó nada; salió perdiendo dinero con el negocito. El problema de Rusia es que debe definirse. De nuevo, la intención. Esto funcionará si Rusia adopta de motu proprio la intención de jugar ese papel en un programa de desarrollo eurasiático. Eso significa que debe haber personalidades rusas que adopten semejante perspectiva, y el pueblo ruso debe participar cada vez más de la idea del papel de Rusia para cambiar la situación en Eurasia y la suya propia.

En esas condiciones, el papel de Rusia como un eje, con otras partes de Eurasia, es fundamental. ¿Cómo? Primero que nada, existen conflictos de un naturaleza histórica y cultural entre la mayoría de las naciones de Asia. China e India, por ejemplo. China y Japón, Corea con China y Japón, etc. De modo que, sobre una base bilateral, los acuerdos de largo plazo entre estas naciones son muy difíciles de manejar. Sin embargo, si tienen una misión común, con un interés común, que involucre a un cierto número de estas naciones, entonces puedes unirlas en un sistema de cooperación. Este es el papel natural en el que Rusia puede representar una parte mediadora en toda Eurasia.

Esto es lo que se vio cuando Primakov era primer ministro, con la cooperación triangular, que nosostros promovimos bastante y que pugnamos por que hubiera entre China, Rusia e India. Esa es una idea viable. En ese sentido, necesita piernas para andar y una mente que la dirija. En Europa Occidental, podríamos revivir el tipo de potencial exportador de alta tecnología que alguna vez existiera allí. Pero Europa Occidental debe adoptar la misión, y Europa Central también, de participar en este desarrollo de Eurasia como un grupo de Estados nacionales soberanos, por medio de agencias que creen entre ellos mismos para facilitar esta cooperación.

El objetivo sería lograr que los Estados Unidos participasen en esta gran empresa.

Y si observan al África, como discutiremos aquí, no tiene oportunidad —la han saqueado demasiado— a menos que reciba ayuda. La ayuda que requiere es de la misma naturaleza. Las necesidades primarias que debe satisfacer desde el exterior, se encuentran en el ámbito de la infraestructura económica básica, en particular sistemas extensivos de infraestructura a gran escala: conexiones de transporte, redes de energía, gestión de aguas, la redistribución del agua en África, que podrían hacer una diferencia revolucionaria. África necesita ayuda en esto.

De dársele al África el espacio para emprender su propio desarrollo, con ese tipo de ayuda, puede desarrollarse. Con ayuda de otras partes viables del mundo. El caso por exelencia es Eurasia. Si Eurasia se desarrolla con prosperidad, entonces ayudará al África. Pero si las Américas y Eurasia no se desarrollan, no habrá auxilio para ella. Y el castigo por lo que se la ha hecho al África seguirá destruyéndola por dentro y de otras formas, como una enfermedad infecciosa.

Por tanto, debemos ver esta conexión en este mundo: Eurasia es el gran centro de población humana. La conquista del territorio interno de Eurasia es un gran punto de partida para, en este proceso, desarrollar una misión. Cuando volteamos a ver el desarrollo de Eurasia y luego miramos al África, y vemos la miseria que hay ahí, entonces vemos una misión superior que ejemplifica a la humanidad en su conjunto. Esa es nuestra oportunidad. . .

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