Escritos y discursos de Lyndon LaRouche

Informe especial

Capítulo 2

Los ciclos de onda larga de Vernadsky

El desarrollo completo de un programa tal como el NAWAPA–Más abarcará un ciclo de capital de aproximadamente dos generaciones: 50 años, incluyendo un ciclo primario de construcción de casi un cuarto de siglo. Esto es comparable al actual programa de desarrollo a largo plazo de China. La construcción de infraestructura a largo plazo en China, como, por ejemplo, la presa de las Tres Gargantas y empresas similares, desarrollará el interior de China con mejoras significativas, lo que conducirá a que el crecimiento de la productividad despegue en el segundo cuarto de siglo del ciclo de 50 años. El desarrollo del sistema del NAWAPA–Más, desde el Ártico hasta la frontera sur de México, será un esfuerzo comparable. Esto incluye no sólo los aspectos abióticos del sistema, sino que también debe contemplar que los sistemas hidráulicos empiecen a surtir efectos, y que progrese la forestación y otros aspectos integrales de la instalación terminada y en funcionamiento. Desde el comienzo habrá una mejora significativa en los niveles de empleo y de vida de la población, pero que alcanzará un grado de prosperidad relativa en la fase preliminar de equilibrio económico de elementos iniciales fundamentales del proyecto, como tales. Al igual que en el período de la posguerra en los EU, a mediados de los 1950, los proyectos iniciales requerirán del progreso acumulado logrado a lo largo de una década o más.

Basamos estos cronogramas aproximados en dos conjuntos de hechos que más o menos imbrican. Primero, lo que hemos aprendido de obras parecidas del pasado, como las emprendidas por el presidente Franklin Roosevelt. Segundo, una rama de la ciencia física, la biogeoquímica, como la desarrollara uno de los científicos más consumados del siglo 20, el famoso biogeoquímico ruso Vladimir I. Vernadsky, en su concepto de noosfera. Esta es la relación del progreso científico con las transformaciones, funcionales y cualitativas, necesarias de la biosfera.

Partiendo de la misma perspectiva general de la química física experimental que su maestro, Dmitri I. Mendeléiev, Vernadsky definió los procesos del planeta Tierra como una combinación de tres clases distintas de causas físicas: no vivientes, vivientes y creativas mentales humanas. No me meteré en los recovecos de la ciencia que atañe, excepto para indicar la importancia de la obra de Vernadsky para la administración a largo plazo de los recursos naturales de los que depende la sociedad. Me concentro en comparar ciertos aspectos que tienen en común dos ejemplos del problema de la administración mundial de estos recursos, los de las regiones de Eurasia y América donde han de encontrarse la mayor parte de los recursos a desarrollar en esos continentes hoy día.

Los métodos experimentales desarrollados y refinados por Vernadsky y sus seguidores demostraron que, primero, la vida es un principio antientrópico que no puede derivarse de los procesos no vivinetes; es un principio independiente del universo que interactúa con los procesos no vivientes, pero que no se deriva de ellos. Segundo, los procesos creativos humanos antientrópicos, mediante los cuales la humanidad realiza y aplica los descubrimientos de principios universales, no existen en la física típica de los procesos no vivientes, ni tampoco entre las formas de vida inferiores al hombre. Estos tres principios distintos en interacción tienen características distinguibles de forma experimental, igual a cómo los procesos vivientes axiomáticamente antientrópicos tienen una escala cronológica diferente, y tienden a tomar control de lo que generalmente presumimos es el dominio axiomáticamente entrópico de lo no viviente, así como los procesos creativos humanos característicamente antientrópicos tienen una escala cronológica diferente, y tienden a tomar control de tanto lo no viviente como de lo viviente.

Contrario a los engaños popularizados entre muchos autoproclamados ecologistas, el progreso humano no necesariamente ocurre a costa del bienestar de otros procesos vivientes, sino más bien, con la guía de la ciencia, el hombre mejora toda la biosfera de maneras de las que de otro modo no se beneficiaría. Las implicaciones del trabajo de Vernadsky y de otros es que en general el universo es característicamente antientrópico, no entrópico, y que el como especie hace posible un grado y ritmo de desarrollo antientrópico de los procesos abióticos y vivientes que no es posible más que mediante la intervención del hombre.

La única salvedad que hay que señalar sobre el conflicto entre la entropía y la antientropía, es que el hombre debe tener la determinación de hacer avanzar la antientropía, una determinación que debe guiar el progreso de la ciencia.

Entre los resultados pertinentes de esas distinciones están los siguientes.

Los recursos minerales de los que hoy depende la sociedad, se encuentran en concentraciones económicas principalmente en depósitos sedimentarios donde esas concentraciones han quedado como "las cenizas" de procesos vivientes. Así, hay un ritmo al que el hombre agota dichos depósitos, en comparación con el ritmo al que se producen depósitos equivalentes. En algunos casos, el ritmo actual de agotamiento de ciertos depósitos pertinentes le presenta a la sociedad un serio desafío a mediano o largo plazo.

Debemos considerar una combinación de formas de abordar esos límites de las clases conocidas de fuentes de recursos que, o ya sabemos, o sospechamos, que existen. Una de estas formas es la administración de alternativas de materiales usados en las manufacturas. Otra, es intentar acelerar el proceso mediante el cual los procesos vivientes "reúnen" y concentran ciertos minerales. Otra forma es la transmutación controlada, que puede que sea viable de más maneras que las que sospechábamos. Pueden haber otros medios que los de la "fuerza bruta" de la fusión termonuclear, que puedan causar las transmutaciones deseadas.

El desarrollo de las biosfera tiene una importancia más inmediata. El aumento del crecimiento útil y eficaz de procesos vivientes tales como pasturas, árboles y quién sabe qué, es la forma antientrópica más conocida de transformar radiación solar, de forma directa o indirecta, en biomasa aprovechable, y de mejorar el clima. Sabemos mucho ya; nos falta mucho por aprender; entre tanto, tenemos que tratar de hacer más con lo que sabemos.

Hay otra dimensión humana en lo que toca administrar la biosfera, que seguido se pasa por alto: el hecho de que la mente del hombre, nuestro poder de descubrir y desplegar principios físicos universales y relacionados, sitúa a la especie humana, de manera absoluta, aparte y por encima de todas las formas de vida animal. El poder específicamente antientrópico de la mente humana, un poder así definido, le permite al hombre transformar la biosfera, y también el dominio abiótico, a ritmos que, por su naturaleza, tienden a subyugar a las formas inferiores de procesos abióticos y biológicos.

El poder del individuo para realizar un descubrimiento válido original de un principio físico universal, o para recrear el acto de hacer dicho descubrimiento, es típico de este poder que sitúa a la humanidad por encima de las bestias. En la medida que dejemos de tratar a grandes segmentos de nuestra población como si fueran ganado humano, y pongamos el acento en formas de educación y empleo que nutran el desarrollo de los poderes creativos de la mente de una proporción mayor de nuestra población, el ritmo del dominio humano sobre nuestro planeta acelerará de conformidad. Sólo viendo al hombre en su verdadera naturaleza, como la expresión de la noosfera, habremos de dominar los límites aparentes de la biosfera.

La conquista el Gran Desierto Americano que comparten México y los EU, y el desarrollo y uso apropiado de vastas áreas de la biosfera, además de los grandes recursos minerales, de Sudamérica, representan un gran reto inmediato para la cooperación entre las naciones soberanas del hemisferio durante el próximo medio siglo. Tal es el desafío para nuestro hemisferio. Eurasia, África, y Australia y Nueva Zelandia enfrentan un desafío parecido.

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