Escritos y discursos de Lyndon LaRouche

Una casta de lacayos feudales que ha tomado control de los asuntos de los estados de sus amos
La verdad sobre el imperialismo estadounidense

La ira en aumento alrededor del mundo contra las necedades tiránicas del actual gobierno estadounidense de Bush, tiende a asumir la forma de un engaño entre los críticos de los Estados Unidos que podría ser tan fatal para el mundo entero, como la necedad del actual control de los "gallinazos" neoconservadores sobre las políticas interna y exterior de los Estados Unidos. Las razones para semejantes disparates por parte de algunos europeos debieron ser obvias.

El engaño popular cada vez mayor entre los críticos extranjeros de los Estados Unidos, de manera errónea le atribuye un origen específicamente estadounidense a la combinación del unilateralismo del Presidente y el imperialismo de sus captores "gallinazos". Lo que confunde a los europeos y a otros hasta ahora, es que el origen tanto del derrumbe en marcha del sistema monetario–financiero mundial como de la ofensiva bélica imperial, es la virtual toma del control de la economía estadounidense, del Presidente y de las fuerzas que ejercen un control vertical sobre ambos partidos políticos; es la importación exitosa del sistema liberal angloholandés de Guillermo de Orange y John Locke en un aspecto que hoy controla la práctica económica de los Estados Unidos del período posterior a 1964–1971.

Para subrayar este asunto crucial, lo que más le aterra al mundo sobre los Estados Unidos actualmente, es el fruto lógico del mismo liberalismo que sigue siendo una influencia de control dentro de Europa (y otras partes) hoy día.

Por razones relacionadas, existen ideologías de autoengaño dentro de Europa, tal como la visita de Angela Merkel a los Estados Unidos reflejó a ciertas élites de los círculos de la Unión Democratacristiana y la Unión Socialcristiana en Alemania, que asumen que las consecuencias catastróficas de un ataque exitoso contra Iraq debilitarán el poder estadounidense al grado que Europa tendrá entonces más espacio para expresar sus propios intereses específicos. Los alemanes así convencidos, por ejemplo, han de compararse con el estado de engaño de la famosa frase de Maria Antonieta: "Entonces, que coman pasteles". La combinación de la actual pérdida del control de la política estadounidense a manos de los utopistas de las armas nucleares de los Estados Unidos e Israel, significaría un rápido descenso hacia una temprana Era de las Tinieblas para Europa y para otras partes del mundo. Sólo un dirigente europeo en un estado de terror cava vez mayor, impulsado por la negación de la realidad, sacaría una conclusión contraria.

Enfrentemos la realidad. Los "gallinazos" neoconservadores, ejemplificados por el subsecretario de Defensa de los Estados Unidos Paul Wolfowitz y el presidente de la junta de asesoría de Política de Defensa Richard Perle, en esencia, son fascistas neonietzcheanos de la variedad de Leo Strauss, Carl Schmitt, Martin Heidegger, Michael Ledeen y demás. Son, como Adolfo Hitler en el búnker, utopistas del fin del mundo que disfrutan de una estrecha pero sucia base de apoyo entre las filas de los fetichistas ignorantes del Armagedón más obtuso. Ellos no representan a una aristocracia financiera —aunque no carecen de la propensión a robar—, sino a una casta de lacayos feudales que ha tomado control de los asuntos de los estados de sus amos. La notable obsesión de esta runfla de lacayos es su devoción a la doctrina de Bertrand Russell de efectuar una guerra nuclear preventiva como una forma de aterrorizar al mundo para que se someta a un gobierno mundial utópico de las cualidades que propusieron Russell y H.G. Wells. Su evangelio es la película de los 1930 de H.G. Wells, "La vida futura".

En Washington, debe prestársele atención a esta clase de los lacayos —incluyendo los candidatos "Bull Moose" (nombre popular del Partido Progresista de los Estados Unidos, que organizara Teodoro Roosevelt para su campaña presidencial de 1912—ndr.) de Conrad Black para 2004, John McCain y Joseph Lieberman, y al lunático huésped de Black, Laurent Murawiec— que le arrebata de las manos el control de la formulación de política a los propios círculos financieros y de los profesionales, tal como Hitler tomó el poder de manos de aquéllos que respaldaban a Hjalmar Schacht.

La cuestión de la guerra contra Iraq se reduce a la imagen del presidente George "Hindenburg" Bush poniendo en el poder a algunos "gallinazos hitleres", con el pretexto del incendio del Reichstag. Los tontos aceptaron que Hindenburg designara a Hitler, como una afrenta temporal al buen gusto político. La resignación ante la supuesta "inevitabilidad" de la guerra contra Iraq, debería recordarnos a los mentecatos generales alemanes de 1933–1934 que abandonaron al canciller Von Schleicher por "razones" no peores que las de los europeos que hoy se disponen a aceptar la "inevitabilidad" de una guerra contra Iraq. Esos generales alemanes, entre otros, pagaron caro por ese error respecto a Von Schleicher, en julio de 1944. El costo para el mundo hoy día podría ser mucho mayor.

En otras palabras, el proverbial "a fin de cuentas", es que no hay esperanza para el mundo en el corto plazo, quizás por generaciones aún por venir, excepto a condición de que se efectúen de inmediato ciertos cambios axiomáticos generales dentro del sistema político estadounidense. No hay vía alternativa a la seguridad para ninguna parte del mundo.

De hecho, hay dos implicaciones de lo más decisivas en el tipo de negación de la realidad que descubrimos entre diversos europeos destacados: una, es el conjunto de puntos recién señalados; la segunda, que la influencia continuada del liberalismo angloholandés en Europa, como en la Unión Democratacristiana de Angela Merkel o el Partido Liberal de Westerwelle, evita que las víctimas del engaño consideren la adopción urgentemente necesaria de medidas de recuperación económica del tipo de las emprendidas por Franklin Roosevelt. Este último engaño evita que los europeos víctimas de esa ideología reconozcan que, sólo con el derrocamiento de ese tipo de liberalismo en los Estados Unidos —la mentada forma "tory americana" de las víctimas incautas de John Locke—, se liberaría a esta nación de la forma mortal combinada de unilateralismo e imperialismo "gallinazo" que amenaza hoy al planeta.

<<Página Anterior