Escritos y discursos de Lyndon LaRouche

LOS HECHOS TRAS EL CASO FRANKLIN
Somos presa de una estrategia de tensión mundial

por Lyndon H. LaRouche

2 de septiembre de 2004.

Siempre que el mundo moderno ha estado en medio de la arremetida de un derrumbe general inminente del sistema monetario–financiero mundial existente, como ahora, suceden fenómenos epidémicos tales como el desplome de los gobiernos existentes, revoluciones, la imposición de regímenes fascistas y guerras. Ahora vivimos una época de crisis mundial comparable a la que llevó al desplome del sistema del patrón oro británico en 1931, momento que desencadenó el ascenso del poder del fascismo con todas sus fuerzas, un momento que desató la guerra que el presidente Franklin Roosevelt se vio obligado a pelear en el transcurso de 1939–1945.

Ahora ya entramos a la fase aguda de un período explosivo de crisis económica y monetario–financiera mundial, como la que llevó al cartel financiero trasatlántico de entonces a crear el Banco de Pagos Internacionales con sede en Basilea, así como al cartel de los bonos que le acompañaba y que, de hecho, ejerció un margen de control decisivo sobre los activos empresariales —como los del famoso Göring Werke—, en ambos bandos de la guerra de 1939–1945. Ése es el cartel que se las ha ingeniado para sobrevivir como potencia financiera descollante en el mundo hasta la fecha.

En un momento de crisis como este, los elementos más cuerdos del gobierno y su entorno actúan para tratar de evitar las formas de pánico que quieren explotar los aspirantes a déspota, como el vicepresidente Dick Cheney y sus compinches utopistas, quienes buscan inducir a las naciones a destruirse ellas mismas. Ése es el significado de lo que ha venido a conocerse en tiempos recientes en la prensa como “el caso Franklin”. De modo que las fuerzas influyentes más cuerdas de ciertas instituciones nacionales o internacionales han actuado para asegurarse que la prensa aborde esto del modo que agarraron con las manos en la masa al hijo de la ex primera ministra del Reino Unido, Margaret Thatcher, tratando de asestar un golpe asesino en África.

En la fase terminal de una crisis monetario–financiera, como la presente, vemos, como en el caso específico de Argentina hoy, que los poderosos intereses del cartel financiero reaccionan con violencia, sacándole hasta la última gota de sangre a las naciones, actos hechos en un esfuerzo desesperado de los financieros por salvar a los acreedores de la bancarrota. Dichos intereses cartelizados pretenden forzar a los gobiernos elegidos existentes a imponer esos programas de “austeridad fiscal” de “triaje” genocida contra los mismos ciudadanos que eligieron a esos gobiernos. Usan el terrorismo, organizado en favor de tales intereses del cartel, para quebrantar la voluntad de los gobiernos y sus pueblos y, al final, derrocarlos de cualquier modo, como hicieron en Alemania en 1931–1933, sin importar qué tan supinamente cómplices hayan sido esos gobiernos.

Ésa fue la historia de Europa continental, desde las fronteras soviéticas hasta Gibraltar, durante la toma fascista de 1922–1945 de la mayoría de las naciones de ese continente. Ésa es hoy la naturaleza subyacente de la amenaza estratégica a la existencia de nuestra república, y a la de otras naciones.

Ahora bien, a pesar de todas las mentiras oficiales descaradas del Gobierno de Bush y de otros, la economía estadounidense está hundiéndose ya en un estado temprano de desplome físico inducido por medios financieros. Esta depresión que embiste, no sólo golpea a los Estados Unidos de América. Toda la economía mundial, que está globalizada de una forma patética, pasa por una crisis económica mucho más peligrosa hoy que durante ese derrumbe de 1929–1933 en el que la economía estadounidense cayó a la mitad, lo cuál ocurrió con las medidas continuadas de austeridad fiscal impuestas por el presidente Herbert Hoover. Estamos en un momento en que las guerras, las revoluciones y cosas peores constituyen los efectos a reconocer como las amenazas esperadas contra la civilización entera.

Con esa idea en mente, enfrenten la horrible verdad que esconde el nombre de “terrorismo internacional” hoy día. Enfrenten la verdad que el pobre presidente George W. Bush no podría decirles, y que su controlador putativo, el vicepresidente Dick Cheney, no les diría.

Para entender lo que ahora ha llegado a conocerse de forma popular, con cierto efecto engañoso, como “el caso Franklin”, este caso del que informan no puede entenderse sin considerar el cuadro estratégico más amplio de lo que conocíamos, allá en los 1970, como “una estrategia de tensión”. Ese caso, según informó la prensa, es sólo una faceta curiosa de una amenaza mucho más amplia, e incluso más mortífera, que la amenaza inmediata de crear, más bien de inmediato, un caos económico mundial, ya sea mediante un ataque estadounidese, o israelí, o conjunto, de “guerra preventiva” contra Irán, Siria, o ambos.

La guerra asimétrica

Piensen ahora en el mapa del mundo para ver los efectos pertinentes.

En estos momentos, la prensa internacional informa de una proliferación de ataques terroristas y relacionados, y de operaciones afines, no sólo por toda la región del Caúcaso y Asia Central, que fue el foco de mi documental de 1999 “Tormenta sobre Asia”. Los blancos también incluyen a Francia, Alemania, Rusia y los Balcanes en Europa, además de los gobiernos del mundo árabe y otros.

Concéntrense en las partes del mundo en donde prolifera ahora ese terrorismo: el llamado “Oriente Medio”, el Caúcaso, Asia Central, Rusia, Europa Occidental y Central. Marquen las regiones que al presente son blanco de operaciones terroristas, y que ahora abastecen al mundo entero la mayor parte de su flujo más abundante y barato de petróleo y gas natural. El caos en el llamado “Oriente Medio”, y el que Rusia esté ahora en la mira, a través del Caúcaso, basta para apuntar en dirección a que el precio del petróleo suba a 100 dólares el barril, y más y más allá, muy por encima del precio central relativamente fijo de poco más o menos 25 dólares, en el que el efecto sobre la economía mundial sería en general aceptable.

Ésa es sólo una conclusión inevitable a sacar como implicación crucial de esta pauta de amenazas. Estas amenazas no vienen de una entidad mítica llamada “terrorismo internacional”. La gente culta y de mente clara sabe que el “terrorismo” es un efecto, un predicado, y no una causa, no un sujeto en sí. Lo que llaman “terrorismo” es el terrible efecto real de medidas que por lo general echan a andar en estos días esos intereses poderosos, trabajando tras bambalinas, los cuales despliegan lo que la prensa mundial y otras fuentes, como el Gobierno de Bush y Cheney, les dicen que es el “terrorismo internacional”. Ese efecto no surge por sí mismo, lo causan más que nada esas fuerzas que lo despliegan en la forma de operaciones encubiertas, o, como hizo Bremer en Iraq, lo provocan con su necio comportamiento de provocación

¿De quién son las manos que han provocado, o que de hecho controlan las operaciones “terroristas” dirigidas tras las bambalinas de las mentiras oficiales y parecidas que hoy protegen a los verdaderos autores del terrorismo? Consideren un caso apropiado.

Los ciudadanos de mediana edad, que no nacieron ayer, verán en retrospectiva los precedentes pertinentes de esta clase de cosas en el siglo pasado, comenzando con las oleadas de actos terroristas y relacionados de los 1970, que entonces fueron clasificados, de forma varia, como una “estrategia de tensión”, el “Complot del Compás”, y así por el estilo. Consideren el caso del asesinato del ex primer ministro de Italia Aldo Moro.

¿Quién mató a Moro en realidad? ¿Algún grupo izquierdista? En lo absoluto. La operación la dirigió una rama de esa parte del aparato nazi controlada por el general de la SS Karl Wolff, a quien Allen Dulles y su James J. Angleton de los EU limpiaron y colocaron en una posición clave en la organización guerrillera secreta que crearon de forma oficial, conocida como “Gladio”. La incorporación del aparato nazi —del cual el fascista Otto “Caracortada” Skorzeny con sede en España es sólo un representante— al cuerpo de “combatientes anticomunistas experimentados” de los EUA y del sistema de la OTAN, conformó el núcleo del pie de cría en Europa, en México, y en varias partes de Sudamérica, que representa una parte crucial de las amenazas activas actuales contra los propios EUA.

Esto es lo que muchos de los altos círculos del Gobierno de los EU (y otros) conocían en los 1970 como la “estrategia de tensión”, que hoy es un elemento integral y revelador de la amenaza contra nuestra seguridad.

Eso no es una especulación, es un hecho documentado en abundancia, un hecho conocido para los círculos pertinentes de los gobiernos, incluso para el nuestro. Yo he conocido por décadas una parte fundamental de esos hechos, en parte de fuentes del Gobierno estadounidense y de otras fuentes calificadas, y, por tanto, también sé que hay círculos pertinentes que conocen muy bien lo que acabo de escribir respecto a esos nexos con los nazis.

¿Quién nos protege contra esta amenaza real de los que, de hecho, están detrás de los meros instrumentos del terrorismo hoy? Por supuesto no el Gobierno actual de Bush, ni Cheney ni sus gallinazis neoconservadores en lo absoluto. Son los círculos del vicepresidente Cheney dentro del Gobierno de los EU, y también dentro de los círculos pertinentes en Israel, los usados para fomentar esta proliferación del terrorismo internacional bajo la fachada de la doctrina de Cheney de crear, o de buscar pretextos para emprender una “guerra nuclear preventiva”, como lo hizo mediante fraudes al meternos en una guerra en Iraq. ¿Por qué esta ola de terrorismo está dirigida ahora contra las víctimas escogidas de las doctrinas del gallinazi Cheney, tales como Francia, Alemania, Rusia, los Balcanes, el Caúcaso, Asia Central, el Sur de Asia, Corea del Norte y China? Semejantes objetivos de esta doctrina de “guerra nuclear preventiva” de Cheney ya han llevado al mundo, en efecto, al borde de una proliferación generalizada de una suerte de guerra que la propia civilización perdería.

¿Por qué círculos patriotas del Gobierno estadounidense responderían, como en las implicaciones de la denuncia pública del caso Franklin, a la importancia estratégica de esas transgresiones a nuestra seguridad nacional que son la verdad de fondo tras el caso algo coincidente del neoconservador Larry Franklin? Del bando opuesto: ¿por qué la convención nacional republicana presentó la actuación del demócrata apóstata Zell “Doctor Insólito” Miller interpretando de nuevo el tema de “protejan nuestros preciosos fluidos corporales”?

La guerra asimétrica moderna

Consideren cuatro ejemplos de las variedades de uso de lo clasificado como empleo estratégico de métodos terroristas. Dos de la experiencia de los 1980, y dos de la experiencia del Gobierno de Bush y Cheney. 1) La guerra de Indochina de 1964–1972, en la que la Unión Soviética dejó de lado a China para ayudar a Vietnam a desarrollar una defensa de “guerra asimétrica” contra las fuerzas invasoras de EU. 2) El desquite de los estadounidenses y los británicos al organizar una “guerra asimétrica”, usando a figuras tales como Osama bin Laden, contra la Unión Soviética en Afganistán, un caso cuyos efectos siguen repercutiendo hoy con Bush 43, desde la época del turno de su padre como Vicepresidente. 3) Las oleadas de terrorismo dirigidas por la “estrategia de tensión” en Europa durante los 1970 y después. 4) La inevitable reacción de “guerra asimétrica” a la forma de ocupación de los EU en Iraq, con el disparatado procónsul estadounidense Paul Bremer y sus sucesores actuales.

En los 1980, informé con amplitud del tema de la naturaleza de tales métodos de “guerra asimétrica” bajo la clasificación de “guerra irregular”, o el sinónimo alemán “Kleinkrieg”, definidos en colaboración en esta materia con el historiador del derecho internacional, el general Friedrich von der Heydte.[1] La guerra asimétrica era entonces una piedra angular de la estrategia soviética, y de la china. Era una práctica refinada por los británicos durante y después de la Segunda Guerra Mundial, y devino en la piedra angular de la guerra irregular estadounidense desde el período de la posguerra hasta la fecha. Cabe señalar que, además de mi propio conocimiento de expresiones tales de guerra irregular moderna, también he bregado, en especial desde 1983, con el problema especial de contrainteligencia de la amenaza permanente contra México y los EUA por parte de la organización sinarquista creada ahí por el partido nazi de Hitler, una amenaza importante que sigue activa al presente, y que ahora constituye una de las principales amenazas terroristas contra los EUA.

El surgimiento calculable de la guerra asimétrica, resultado de la estupidez fanática del actual Gobierno de Bush, fue lo que hizo de la dizque victoria estadounidense de ese Gobierno en Afganistán una farsa, y en Iraq peor hoy. Afganistán es un lío peor, y representa un centro del narcotráfico internacional mucho mayor que antes de la guerra; entre tanto, los talibanes van de regreso al poder contra un pobre Gobierno que en términos prácticos está acorralado en la capital nacional. Toda la empresa estadounidense allí ha sido, en su efecto neto, un fracaso estratégico colosal. La operación continua de los EU en Iraq constituye una necia excursión condenada al fracaso, que repite los errores trágicos en las circunstancias significativamente disímiles, tanto de las necedades de los franceses en el intento de suprimir la lucha de Argelia por su independencia, como las de los estadounidenses en Indochina, cuando la situación era más comparable a la del predicamento de los EU en Iraq ahora.

Fue precisamente la insensatez lunática de que los EU hicieran suya la guerra del “complejo militar industrial” en Indochina, lo que llevó al general de los Ejércitos Douglas MacArthur a advertir contra emprender cualquier guerra terrestre estadounidense en Asia. Fue la lección de Indochina la que llevó a los muchos veteranos de esa guerra, quienes ascendieron al rango de oficiales superiores, a jurar que nunca más dejarían que mandaran a los EU al infierno de una guerra como la de Indochina. Sin embargo, el mismo “complejo militar industrial” contra el cual advirtió el presidente saliente Dwight Eisenhower, y para el cual trabaja el vicepresidente Cheney, nos ha metido otra vez a la trampa sin fin de la “guerra asimétrica” en el Sudoeste de Asia y más allá. Así, mandamos a soldados valientes y a otros a pelear guerras en beneficio de aquellos cuyos propios motivos corruptos, o su imprudente insensatez, condenan a esos patriotas honestos, hombres y mujeres, a luchar y a morir en la peor clase de guerra y en la pesadilla de insensateces más inútiles como las que hay en marcha en Afganistán e Iraq hoy día.

La función de los métodos terroristas usados por ambos bandos del permanente conflicto palestino–israelí, ha de entenderse como la misma lógica de “guerra irregular” que los nazis enfrentaron en repetidas ocasiones en Varsovia, y desde la estrategia de guerra asimétrica basada en los estudios prusianos de Federico Schiller sobre los Países Bajos y la guerra de los Treinta Años, para idear la estrategia que usó la Rusia de Alejandro I para atrapar y destruir por completo el Grande Armeé con el que Napoleón invadió a Rusia. Ésa fue la misma estrategia que emplearon después las fuerzas soviéticas resistiendo en Leningrado y Moscú a un costo terrible, al tiempo que montaban la trampa de la contraofensiva de Zujov, que culminó con la derrota de los nazis a manos de los aliados en el flanco occidental.

El caso de la “estrategia de tensión” usada en los 1970 contra los objetivos de Francia, Italia y Alemania, entre otros, tiene el significado especial de poner en una perspectiva más clara el hecho de que el terrorismo que tiene en la mira a esos Estados, en lo principal fue desplegado desde las capacidades de la alianza occidental para realizar operaciones encubiertas al más alto nivel. Escribo esto como veterano del lado de la inteligencia política en los esfuerzos por defender a la civilización en esos casos y otros relacionados, tanto en Europa como en el hemisferio americano. La más mortífera de todas las formas de terrorismo, es el que despliega un gobierno para manipular las mentes de su propio pueblo. Eso es lo que Cheney y su pandilla representan hoy dentro del Gobierno de los EU. La presencia de ese elemento dentro de nuestro Gobierno ahora, preocupa a las mentes juiciosas de los altos mandos del poder sobre si siquiera habrá o no una elección en los EU en noviembre, aun ahora.

De aquí, ¿a dónde?

Lo que he escrito aquí no es nuevo, al menos no en principio, para los diplomáticos profesionales, los militares y los oficiales de inteligencia de nuestro singular sistema presidencial nacional, o de congresistas veteranos igual de calificados. Conocemos este juego. Con un nuevo Gobierno estadounidense que aglutine al núcleo de dichas capacidades ubicadas entre esos veteranos, nosotros en los EUA tenemos los recursos intelectuales necesarios para garantizar que el presidente sea asesorado de forma competente en toda materia relacionada con tales asuntos estratégicos decisivos.

Mi propósito al actuar desde donde estoy ahora, es garantizar que nuestro Gobierno salga del infierno en el que las políticas utopistas del “complejo militar industrial” de Cheney y demás están hundiendo a nuestra ya quebrada nación. Estoy dedicado a crear un concierto de naciones que de verdad esté dispuesto, y que sea congruente con los principios del Tratado de Westfalia de 1648, a actuar en concierto para defenderse todas y cada una contra el terror y el infierno de la guerra religiosa, cuyas políticas como las de Cheney han atizado en el Sudoeste de Asia las llamas de la guerra asimétrica, que corren ya, en formas tales como el terrorismo, para devorar al planeta entero. La guerra religiosa no termina hasta extinguirse por sí misma, una vez que ha reducido a cenizas a las naciones, como la nuestra, que puedan caer en sus llamas.

Hagan a un lado la verborrea técnicamente esquizofrénica y a menudo sin sentido del presidente Bush, junto con la cháchara maligna y mentirosa del abominable Cheney. Rompan el velo de paranoia que esconde la verdad del mentado “terrorismo internacional”. Encaren la realidad que gobierna a la principal amenaza global que envuelve hoy al mundo.

Para lograrlo, tenemos que enfrentar la realidad de la ruina que arremete del sistema monetario–financiero internacional de tipos de cambio flotantes, al presente quebrado sin esperanzas. Tenemos que apresurarnos, como lo hizo el presidente Franklin Roosevelt en marzo de 1933, a rescatar las economías nacionales ahora universalmente putrefactas por la peste de la mentada globalización, y reunir a las naciones prestas a luchar para salvar al sistema mundial de Estados nacionales soberanos de las garras de ese cartel financiero que le produjo al mundo la pesadilla de Hitler en el pasado, y que podría hacerle algo todavía peor al planeta entero hoy.

Detrás del tumulto, del cual la insurgencia de actividad terrorista y parecida por todo el planeta es sólo una expresión muy importante, el asunto principal que subsume a todos los demás, es la erupción de un conflicto titánico entre los intereses vitales del Estado nacional soberano en tanto institución, y su enemigo principal, esos intereses financieros oligárquicos que ahora están decididos a disolver el cuerpo del Estado nacional en el baño ácido combinado, como el del agua regia, de libre comercio y globalización francamente sulfúrica. Al presente, este contenido lo manifiesta con mayor claridad el caso del conflicto de Argentina con el FMI depredador de Anne Krueger, y el conflicto de los Estados nacionales de Europa con el intento de hacerlos cumplir las condiciones de Maastricht, un conflicto expresado de forma más clara en la actual propagación de las manifestaciones de los lunes contra el plan Hartz IV en Alemania.

El hecho de que la elección del presidente Franklin Roosevelt como Presidente de los EU permitió apartar la amenaza de una toma fascista de los EUA, y el papel decisivo que tuvo este país en la derrota de la Alemania nazi en su arremetida por crear un imperio mundial, constituye entonces el faro de esperanza para los EUA, así como para las otras naciones del mundo hoy en peligro. La batalla gigantesca entre lo que el legado de Franklin Roosevelt representa para la actualidad, y la misma oligarquía financiera que trajo la tiranía fascista a Europa, es el único punto de ventaja desde el cual pueden tenerse hoy, de forma eficaz, una perspectiva y una comprensión claras de las implicaciones del caso Franklin.


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[1] La guerra irrregular moderna de Friedrich August von der Heydte, con prólogo de Lyndon H. LaRouche (Colombia: EIR de Colombia Ltda., 1987). Publicado originalmente como Der Moderne Kleinkrieg als weltpolitisches und militärisches Phänomen en 1972.