Escritos y discursos de Lyndon LaRouche

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Al borde del enjuiciamiento:

CANTEN: "DESPERTAD, NOS LLAMA LA VOZ!"

 

Por Lyndon H. LaRouche, Jr.
16 de junio de 2011


Puede ser que el comienzo de acontecimientos mezclados, aunque convergentes de hoy, no resulten en la experiencia demorada tipo "Watergate" de Presidente Barack Obama de salida; pero, por el momento, las señales acumuladas hoy lo hacen un conjunto de acontecimientos probable. La violación que hizo ese Presidente de la Ley de "Poderes de Guerra" se complementa con un conjunto convergente de acontecimientos que resuenan, que podrían —entiéndase, "podrían"— que podría ser la ruina anticipada del cargo de ese Presidente. ¡En buena hora! Ahora parece que el conteo comenzó con el arresto de Domique Strauss-Kahn. Parece que las Furias se aglomeran sobre las cabezas de quienes se pretende sean condenados.


En los años que siguieron inmediatamente al final de la Segunda Guerra Mundial, una secta que predicaba que "no hay conspiraciones en la historia", logró cierto grado de aprobación de cantidades crónicamente enfurecidas del liberalismo de la posguerra. Una cualidad fundamentalista de veneración a la creencia en las estadísticas sustituyó la cordura como sentimiento oficial de esos tiempos y los subsecuentes. Ahora, como en los últimas noticias de este día presente, todas las tendencias han cambiado de repente; Las tendencias que se presuponían antes prácticamente han desaparecido del pizarrón, donde se le ha dado una cierta acta de nacimiento oficial a la aparición súbita de nuevas tendencias contrarias.

Esto no quiere decir que lo que antes se consideraba como tendencias, no haya existido; más bien, dicho de manera simple, se ha cambiado el orden del día, de manera bastante súbita. Las estadísticas, una vez más, quedan expuestas como la religión de las almas muertas.

En este momento preciso, sería apropiado que ayudásemos a los perplejos en su recuperación de la temporada de locura que fue siempre la devoción prevaleciente por las estadísticas. De repente, esa locura se muestra como lo que ha sido realmente, todo este tiempo, algo que a veces se describe apropiadamente como el carácter demoníaco de la locura laplaceana que fue siempre ese disparate.

El punto central del cual se cuelga el retrato fraudulento de la historia, y de la ciencia física verdadera, es la falla del creyente en tales disparates fatalistas implícitamente matemáticos o similares. A saber: Los acontecimientos marcados por la coincidencia de la violación del Presidente Obama a la Ley de Poderes de la Guerra y la situación sin esperanza de la economía del "euro" y sistemas afines, han llegado a un punto crítico en el cual la tendencia aparente de los acontecimientos mundiales en el sector transatlántico, ha dejado de existir súbitamente hasta en la forma de lo que aparentemente era una proposición fungible incluso entre un número creciente de estúpidos o locos.

De modo implícito, lo que estalló como la remoción de Dominique Strauss-Kahn de la acción que se pretendía asignar al FMI, le ha mostrado a los verdaderamente concientes, incluso a los renuentes, que la apuesta a otra ronda significativa de "rescates" era un sueño imposible, una pesadilla inconcebible. Desde el momento en que Strauss-Kahn intentó, pero que se le impidió, abordar el avión, una cierta semejanza al tic-tac del reloj de la bomba monetarista internacional, se ha venido agotando en las semanas faltantes, detrás de la situación aciaga que se desarrolla tras las pantallas de las ilusiones y deseos. De repente, en los últimos varios días anteriores a los acontecimientos singulares de hoy, todo parece haber cambiado. Ya estaba cambiando, incluso para quienes ahora de repente fueron rebasados por la sorpresa de hoy.

Hay una cuestión de principio más de fondo que está en juego aquí, ahora.

El error de Laplace, como lo había destacado mi colega Sky Shields hace poco más de una semana, y como había insistido yo repetidamente sobre el mismo punto con un razonamiento ligeramente diferente en el transcurso de los tiempos recientes. La esencia de la cuestión es que Laplace exigía el derecho a predeterminar el futuro, cuando no tenía un concepto competente de lo que es el futuro. Laplace, como muchos otros matemáticos ostensiblemente descollantes, y los prácticamente muertos en vida por igual, no tenía un concepto del modo en que el universo se cambia a sí mismo, mediante la acción de los poderes volitivamente creativos de la mente humana.

Cómo cambiar el futuro

El gran misterio veraz de todos reside en la expresión de los poderes creativos atribuidos diversamente, de modo único, tanto al Creador universal como al potencial de la mente humana individual. En verdad, no solo los procesos vivos, sino la mente humana individual encarna poderes que son verdaderamente creativos, que transforman el momento del pasado o el presente, por igual, en una existencia de cualidad nueva que no existía antes de ese momento. Así se mide el tiempo, cuando se evalúa debidamente, y nunca de cualquier modo en contrario.

El tiempo no es lo que mide la existencia. Es la vara de medir del cambio en las realidades lo que define al tiempo. El tiempo, cuando se define de modo ontológico, es físico, no una realidad abstracta. La medida del tiempo es la creatividad relativa tratada como un principio físico universal característico del cambio ontológico, de la creatividad así entendida.

Esa actitud de la práctica en el universo, es la que, por ende, constituye la única definición y medida del tiempo.

La cuestión urgente, la cuestión más urgente que se nos plantea ahora en lo inmediato a nosotros que estamos vivos, es el desafío de transformar a una civilización pronto condenada actualmente, en una que de nuevo crezca. Debemos, como habló una vez el Presidente John F. Kennedy: Debemos hacerlo porque está allí.