Escritos y discursos de Lyndon LaRouche

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El próximo nuevo emprendimiento de la ciencia:

¿Qué tiene sentido?

por Lyndon H. LaRouche, Jr.

30 de noviembre de 2010

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En mi "La caída actual de la Casa de Windsor",[1] había llevado una serie de informes sobre el tema de la definición de la creatividad humana, al punto de una conclusión condicionada. Ahora he llegado al punto de presentar un resumen de cierta cualidad de ese proyecto, con lo cual se allana el camino para que mis asociados tomen control de la continuación de este proyecto.

Ahora, dirijo primero tu atención a la segunda fase de esos informes sobre este mismo proyecto, fase que se puede caracterizar como intermedia, que no llega a lo que será el objetivo final propuesto de mi propio informe aquí, el de definir la creatividad humana como tal. Luego de completar esa segunda fase de mi papel aquí, concluiré este informe con la presentación de una exposición sobre el tema de lo que será el objetivo para la tercera y última fase de mi esbozo aquí.

Hasta aquí, nuestro objeto a lo largo de esta serie de proyectos en el Sótano, ha sido la creatividad humana como tal. Ese objeto reside, de hecho, en ciertas funciones de la mente humana que van más allá del alcance de lo que se ha tratado usualmente, hasta ahora, como percepción sensorial como tal, funciones que son, no obstante titubeos transitorios, el sujeto de esas capacidades que llegan mucho más allá del potencial de cualquier especie viva conocida, salvo la humanidad.

Entonces, en ese sentido, nuestro trabajo ahora ha llegado así a una segunda fase en el estudio presente, a un punto previo a la meta más ambiciosa que abordaré más adelante en este informe, la de definir la creatividad humana como tal. El propósito al presentar esta segunda fase, es que ahora tenemos que incluir la atención de tipos específicos de funciones basadas en principios universalmente que, hasta ahora, usualmente se pasan por alto en su papel de aspectos reales del orden superior, a menudo desatendido, de la totalidad de las funciones de la percepción sensorial.

Entonces, cuando hayamos llegado al tema de redefinir "la creatividad" misma en ese marco de referencia situacional mejorado, entonces nos tocará abordar una cuestión de cualidad diferente, esta vez bajo el mismo título de "creatividad específicamente humana", y no como una extensión del dominio de lo que son meramente variaciones dentro de la experiencia sensible, real o implícitamente, del mero placer o dolor, que la humanidad comparte, en parte significativa, con el impacto de la biología animal.

No obstante, dado que "la creatividad" no existe, ontológicamente, dentro del ámbito de lo que se ha definido, hasta ahora, como la aprehensión incluso ampliada de las funciones de la percepción sensorial como tal, llegaremos al punto posterior en esta discusión dentro del cual nos veremos retados a plantear una consideración fresca y ampliada de la cuestión: ¿Dónde residen los poderes creativos de la actividad mental de cualidad específicamente humana?

Así, en resumen, nos enfrentamos a tres categorías de experiencia humana directa o indirecta: 1) Lo que tradicionalmente se considera el tema de la experiencia sensorial humana; 2) Un dominio intermedio, que reconoce cualidades de experiencia sensorial que se pueden reconocer en dominios mucho más amplios que las nociones convencionales de percepción sensorial; 3) El dominio conocido cuya característica es el papel de los poderes creativos específicamente humanos de discernimiento e innovación.

En informes anteriores sobre esta materia, se ha colocado el énfasis en la importancia decisiva de la segunda área intermedia, la de las experiencias sensibles más allá de la categoría de las cinco nociones hasta ahora "convencionales" de la percepción sensorial, incluyendo el papel prominente de la experiencia adicional que se expresa mediante la ayuda de instrumentos científicos.

Ahora, en este informe, nuestra atención se enfoca en el dominio de una etapa intermedia de nuestras investigaciones obligadas, etapa que se representa en la búsqueda del objeto de esas facultades sensoriales adicionales que se expresan dentro de los rangos de la radiación cósmica, que ahora incluye la que es tanto útil como tolerable para las formas de vida humana y otras, pero que, sin embargo, todavía no son expresión volitiva de los poderes creativos específicamente humanos.[2]

Aunque estas facultades extendidas de la percepción sensorial incluyen, por ejemplo, los sentidos especiales que se expresan en su empleo en el diseño de las aves migratorias, las categorías ampliadas de percepciones sensoriales, tales como las de dichas aves, sí representan una cualidad intermedia, que comparten la cualidad del área intermedia que se ubica entre lo que se podría considerar como las nociones actualmente aceptadas de la percepción sensorial, y las facultades cognoscitivos únicas de la especie humana entre las especies conocidas de organismos vivientes. Luego, viene la creatividad en y por sí misma.

Es mi función en este informe identificar la misión que implica este conjunto de pasos indicado, misión que otros miembros del equipo, principalmente, llevarán a cabo.

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A manera de introducción: Una reseña breve

En este informe, habremos dividido las categorías de la experiencia humana informada, entre tres tipos, a saber:

* 1. Las nociones de la percepción sensorial todavía convencionales en la actualidad.

* 2. La radiación cósmica, aparte de la percepción sensorial ordinaria.

* 3. La creatividad: las facultades de la mente, per se.

Al iniciar la consideración de esta dimensión intermedia, adicional, entre la percepción sensorial ordinaria y la discusión de la ubicación descubrible de los fundamentos de la creatividad humana, es apropiado prologar esta introducción sugiriendo que el lector preste su atención a un proceso pertinente de discusiones que se publicaron entre Max Planck y Wolfgang Köhler, considerando sus ideas con respecto al punto de vista de la tercera y última sección de la tesis de habilitación de 1854 de Bernhard Riemann.

Esos temas sugeridos se deben abordar desde el punto de vista de los avances relacionados con la obra del académico V. I. Vernadsky y sus seguidores, en su investigación de los principios especiales de los proceses vivientes en general, y de la creatividad humana de manera muy enfática.

A partir de esa breve ojeada que se acaba de plantear, en adelante, la cuestión es que nuestro enfoque tiene que destacar el punto de vista más amplio de la radiación cósmica, a diferencia de las nociones actualmente más convencionales, pero antológicamente defectuosas, del espacio y el tiempo como tales. Ésas son perspectivas convencionales que se les considera, erróneamente, prácticamente como la supuesta "parte ontológica vulnerable" de lo que de otra manera se podría considerar como meramente "funciones de onda dentro del espacio". Por nuestra parte, ubicamos la parte inmediata de la discusión de los principios manifiestos sobre los que actúa la creatividad humana. De esta manera, debemos situar el tema, en esta ocasión, en términos de la forma corregida situada dentro del marco ontológico de la radiación cósmica, en vez de la noción desorientadora de funciones de onda dentro de una noción ontológica tácita de un "dominio elemental" de un "espacio" que se presume que es ontológicamente independiente del "tiempo" como tal. Con esa corrección, estamos preparados para reconsiderar de manera más competente los rasgos pertinentes de lo que se han denominado "funciones de onda".

Debemos destacar una advertencia sumamente importante. No se puede tratar a los procesos ordenados que corresponden al rol de los procesos vivientes, con el mismo criterio que a los procesos no vivientes; y no se puede tratar a los procesos específicamente noéticos de la mente humana como si fueran "meramente" procesos vivientes. Esa advertencia de un parte meramente se hace eco de las precauciones riemannianas que V. I. Vernadsky ha empleado de manera específica, con respecto a la litosfera, la biosfera y la noosfera.

También, debemos abordar los rasgos ya conocidos, y también otros que se pueden descubrir, de las funciones sensoriales de los animales, como situados ontológicamente en un universo definido como el papel de singularidades que hay que ubicar, ontológicamente, dentro de un dominio universal elemental de radiación cósmica.

Todo lo que he dicho en esta Introducción, hasta este momento, ha de considerarse como algo que refleja lo que se tiene que adoptar como la idea de un Creador universal cuya imagen se refleja en los poderes creativos de la mente humana individual, en comparación con un aspecto inferior de la fase del universo limitada a los rasgos por otra parte vivientes y no vivientes del universo. En otras palabras, habremos rechazado el error de método intelectualmente fatal de tratar de poner por las nubes a una imagen de la humanidad que, a menudo, y de manera errónea, se supone sistémicamente que se deriva de las conjeturas sistémicamente reduccionistas, ontológicamente, que se infieren al empezar el estudio con imágenes educidas de ejemplos de las bestias, o incluso de dominios no vivientes.[3]

El primer paso en este informe es examinar la extensión de la "percepción sensorial" de los animales, y también la de ciertos rasgos pertinentes de la humana, que están "fuera" de esa gama de la noción habituada de las llamadas "cinco cualidades tradicionales" de percepciones sensoriales entre los seres humanos. De modo emblemático, como lo han destacado algunos de mis asociados, esto significa prestarle atención a evidencias tales como la evidencia, ya algo abundantemente documentada, que atañe a casos como la capacidad de las aves migratorias, y otra fauna, de "seguir", por lo menos de manera frecuente, a aspectos del campo electromagnético para llegar exitosamente a algún destino específico que era su intención implícita, como en las migraciones estacionales recurrentes. Miembros del "equipo del sótano" ya han destacado fenómenos afines en la cuestión de "lo que realmente hace que algunos supuestos patógenos" sean de verdad peligrosos, en ocasiones, pero no siempre, para la salud humana: una distinción que se traslapa con los asuntos relacionados de la radiación cósmica.

Luego está el asunto de la creatividad como tal.

El aspecto de tales estudios que atañe a un replanteamiento subsiguiente del tratamiento del tema de la creatividad humana como tal, es lo que ya está claro de manera implícita en mis publicaciones previas sobre el tema de la creatividad humana: el punto es que la realidad que es accesible a la noción de una cualidad ontológica, y no meramente descriptiva, de la creatividad humana como tal, no se puede definir en términos de las conjeturas ontológicas de la percepción sensorial acostumbrada. Aquí destacaría el enfoque, como por parte de Bernhard Riemann, como en la tercera sección de su tesis de habilitación: los principios universales eficientes se ubican, ontológicamente, en esos rangos atribuibles que están más allá del alcance de la percepción sensorial humana, dentro de los dominios respectivos tanto de lo muy pequeño como de lo muy grande.[4]

Ese bosquejo resumido define correctamente una suerte de "brecha" que yace entre el no-conocimiento que se obtiene desde dentro de los confines de la percepción sensorial, cuando se le considera a la percepción sensorial meramente como tal, o el mejor criterio que se logra cuando también consideramos la diferencia entre tales criterios mejorados sobre el asunto de las percepciones (la segunda categoría definida para los propósitos del informe actual); y la realidad de jerarquía superior de un dominio ontológicamente superior de objetos de nuestra atención que existen solamente como en el descubrimiento y puesta en marcha de un descubrimiento realmente humano de principios universales físicamente eficientes que se descubren. Hay principios que existen, en tanto nociones para nosotros, solo como creaciones de los poderes noéticos de la mente humana (o sea, la noosfera de Vernadsky). Estos son los poderes cuya expresión también se asocia correctamente con la composición artística clásica.

Para replantear el razonamiento presentado en esta introducción hasta aquí, considera lo siguiente.

Tenemos que cambiar la noción de la realidad, de la noción de objetos discretos como tales, a un proceso de percepción sensorial funcionalmente acorde con el efecto práctico de la función de las percepciones sensoriales, tal como los aspectos de la función que yacen más allá de la noción convencional de las implicaciones de lo que han sido, hasta ahora, definiciones convencionales de las percepciones sensoriales. Debemos proceder, de allí, hacia el indispensable punto de vista superior, desde el cual expresan una noción irónica, de manera memorable, los fantasmas de Spukschloss in Spessart[5]: "lo importante, es el efecto". La perspectiva platónica de: "La huella que estamos considerando tuvo un creador".

En este modo de abordar la cuestión, tanto en la fase actual de los escritos sobre esta etapa intermedia de la exploración de la creatividad humana como tal, y más allá de a la creatividad humana como tal, transitamos por una ruta de investigación y práctica relacionada, en la que la creatividad como tal (nuestra tercera categoría) es la expresión del principio que se puede asignar a nuestro universo, la expresión superior a fin de cuentas. Podríamos decir que la creatividad como tal pertenece de manera única al proceso de creación continua del Creador del universo, proceso que nosotros, en tanto mortales, estamos propia y peculiarmente destinados a expresar. Es una expresión, como se encarna en el efecto del descubrimiento de principios universales característicamente antientrópicos, que distingue a la persona en verdad moral de la bestia implícita homínida que desconoce cualquier obligación al servicio de la intención empírea de la creatividad universal per se.

El objetivo de nuestro proceso de descubrimientos en curso, atinentes a la función de la creatividad específicamente humana, tiene una dirección y un objetivo seguros; pero sin embargo, para la gente apropiadamente humilde, nos es una empresa pionera en el transcurso de la cual debemos considerar estratos sucesivos de comprensión de principios descubiertos. Invocar así los poderes superiores de la creatividad, es la comprensión que hombres y mujeres sabios llamaban "ciencia", el avance de un tratamiento crítico de la percepción sensorial, hacia los poderes superiores de la mente más allá de lo que actualmente se consideran los elementos de la percepción sensorial, y al campo de acción de la identidad de la responsabilidad inmortal asignada al individuo de ser creativo eternamente.

Sin embargo, ahora tenemos que añadir una salvedad a la conclusión de esta introducción. El poder de la creatividad no reside en el método deductivo, ni en las matemáticas, ni en métodos deductivos, sino, más bien, en los poderes creativos asociados a los verdaderos modos de composición artística clásica.

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I. Desde la percepción sensorial, a más allá

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Debemos iniciar el planteo de nuestro razonamiento a favor de una ciencia del progreso humano aquí, como algo situado necesariamente en un proceso social, y eso situado dentro de la práctica de naciones particulares y grupos de naciones.

Ésta no es una distracción de los temas científicos a los que hacemos referencia en este informe y otros parecidos. La humanidad no es meramente un espécimen que resulta que lo colocaron en la Tierra; la humanidad es la forma de influencia gobernante inherente a las capacidades específicamente volitivas que representan los poderes creativos del intelecto humano. Es el agricultor, y no el gallo, quien manda en el gallinero. Es el agricultor humano quien reina sobre aquello cuyo destino la humanidad determina de manera volitiva. El gobierno se entrega, debidamente, al principio gobernante de la práctica científica creativa humana de las sociedades y de la especie humana, y otras, que son los sujetos de esas sociedades. Esto significa la inclusión de las facultades artísticas creativas de los más grandes poetas, pintores, escultores y músicos clásicos, cuyo espíritu irónico informa la práctica competente de descubrimiento dentro de los dominios de la ciencia física.

Aunque a menudo se usa indebidamente el nombre de "ciencia" para sugerir que alguna autoridad superior, como el gobierno, controla el destino de la humanidad, tales creencias omiten considerar los procesos que crean y le dan forma a los sistemas de gobierno competentes. Ésa es la materia que debo abordar primero aquí, en este capítulo del informe.

Por ejemplo. El esclavo que acepta su esclavitud culpa de su suerte a fuerzas misteriosas que deciden su destino. Cree, casi de manera a priori, que su condición de esclavo es prácticamente inevitable, porque el poder al que atribuye su condición servil lo ha hecho una especie de esclavo, y por lo tanto él o ella lo considera el poder supremo al que se tiene que someter, o, como alternativa, resistir. No llega a entender aún la noción de que él o ella tiene un hacedor que es su verdadero creador, y que reina, a fin de cuentas, por encima de autoridades políticas ordinarias u otras comparables.

El caso de Hamilton

Toma el caso decisivamente importante del primer secretario del Tesoro de nuestro Estados Unidos, Alexander Hamilton, cuyos logros se deben estudiar a fin de que entendamos cómo las intenciones de la voluntad humana determinan el resultado de la conducta humana, como sobre el territorio del hombre.

Se debería haber vuelto conocimiento prevaleciente de los ciudadanos adultos de nuestro Estados Unidos, por ejemplo, que las diferencias sistémicas fundamentales entre el diseño constitucional de nuestra propia república constitucional y los sistemas de, por ejemplo, Europa, son producto de un principio que había existido en la cultura europea, pero que era de un orden debidamente superior de autoridad en el diseño de las cosas, que cualquier sistema europeo. Debería haber sido el caso, de manera más general, que el gobierno debería ser atribuible a la intención del Creador para la humanidad, de la manera en que los líderes de la lucha de nuestro Estados Unidos por nuestro tipo particular de soberanía, habían procurado consagrar en la búsqueda en evolución por la perfección en nuestro sistema constitucional, una perfección en la concordancia entre el ordenamiento en nuestros asuntos y la intención implícita de esas leyes naturales del universo que reconocen la distinción entre el hombre y un mero objeto de un sistema gubernamental.

Toma en cuenta el genio verdadero de Alexander Hamilton al ubicar con exactitud el principio decisivo de banca nacional cuya aplicación rescató al joven Estados Unidos de un desastre inminente, e impuso el concepto central expresado como nuestra Constitución federal. Capta con exactitud la manera en que Hamilton procuró directamente un principio superior de creatividad, para poder definir una solución que no se podría haber asegurado mediante tentativas de interpretaciones de la supuesta "sabiduría" de los sistemas políticos de Europa en ese momento.[6]

Mientras que los bancos existentes entre las autoridades separadas de las antiguas colonias seguían siendo bancos autorizados por el Estado, la carga de la deuda de guerra arrastrada condenaba a la ruina al joven Estados Unidos. Hamilton resolvió esta dificultad con dos medidas interdependientes que suministraron la base completa para el establecimiento de la Constitución federal de EU. Una fue la creación de la forma constitucional federal de gobierno; la segunda medida decisiva, que exigía la creación de tal forma de gobierno constitucional, fue la de prohibir prácticamente un sistema monetario mediante el establecimiento del principio de un sistema de crédito.

La capacidad de Estados Unidos de copiar el precedente exitoso del rol del chelín Pinetree bajo la carta estatutaria original de la Colonia de la Bahía de Massachusetts, fue la expresión de un principio de crédito, en vez de una doctrina monetarista, principio del que dependía el éxito, entonces muy envidiado, de la colonia de Massachusetts. La intervención británica para suprimir ese sistema de crédito arruinó la economía de Massachusetts bajo la tiranía británica de Guillermo de Orange, y demás.

Benjamín Franklin, quien estaba familiarizado con ese legado de los Winthrop y los Mather, había proyectado el rol de "papel moneda" a semejanza, en cuanto a principios, del chelín Pinetree. Hamilton tomó en cuenta esta conexión, con el efecto esencial incluido de inspirar el diseño original de nuestra Constitución federal.

Hamilton se enfrentó al hecho de que el pago de las deudas que quedaron tras haber librado la guerra por la libertad, no se podía extraer ni del pasado ni del presente. Solo la solvencia crediticia de Estados Unidos que se procuraba en los resultados de su propio futuro, podía servir como cualidad comercial de la futura riqueza física negociable, de la que ha dependido propiamente toda la formulación de política exitosa en Estados Unidos hasta el momento actual. Toda desviación de ese principio del sistema de crédito, al pantano que es un sistema monetarista, ha sido un desastre nacional, tal como se ha experimentado en Estados Unidos, lo peor de lo peor a este efecto, bajo presidentes como Andrew Jackson, Teodoro Roosevelt, Woodrow Wilson, Calvin Coolidge y, peor que todos, George W. Bush, Jr. y Barack Obama.

Como seguiría destacando Hamilton, como secretario del Tesoro y después, el crédito de una nación se garantiza, de manera única, mediante el aumento de la riqueza física futura en las mejoras públicas de la infraestructura económica básica y avances en la forma física de la intensidad creciente en el uso de capital de las inversiones en infraestructura económica básica; y mediante aumentos, impulsados por la ciencia, en el equivalente de la densidad de flujo energético capitalizado, que le han proporcionado a las naciones una fuente de crédito redimible que será capaz de superar la carga de la deuda incurrida.

Una política económica competente es esencialmente una política de progreso científico fundamental en principio, que se expresa, en efecto neto, en la creciente intensidad en el uso de capital físico de obras públicas e inversiones intensivas en el uso de capital en los procesos tanto de producción como de condiciones de vida personal de los ciudadanos y sus hogares. El punto esencial a destacar al respecto, es que la ley física del universo, un universo arraigado en el necesario principio antientrópico continuo de la creación de estados continuamente superiores de densidad de flujo energético en el universo, es la expresión del principio pertinente de ley universal de la existencia física de la humanidad, del que tienen que depender los diseños competentes de los procesos de gobierno.

Tal es el principio clave que sustenta las cuestiones de ciencia física que aquí se consideran.

La verdad, como la de los principios científicos, no se encuentra en ninguna mera fórmula matemática. Se encuentra en esos mismos tipos de principios que descansan dentro del mismo ordenamiento del descubrimiento singular del principio de gravitación universal de Johannes Kepler.

El error a rechazar

Considera la situación de las naciones pertinentes en la actualidad.

La mayoría de la gente, especialmente quienes se piensan muy astutos, se hallan tan profundamente preocupados en considerarse a sí mismos de tal manera, como por un mero deseo de dar la apariencia de astucia, que su admiración por lo que puedan apreciar como su propia astucia es, en realidad, a menudo, esencialmente un asunto de meras sofisterías. Tales personas consideran que las sofisterías son prácticamente un sustituto de lo que son esos principios descubribles de cuyo dominio ahora depende, de la manera más urgente, el destino no solo de naciones enteras, sino de la civilización en general incluso.

Yo entiendo, aunque deploro, tal conducta entre tales personas aparentemente astutas, como entre ciertos miembros del actual Congreso de EU; pero es conducta que no solo es totalmente ajena al verdadero significado de la ciencia, sino a la noción llana de la verdad misma, y es también un oponente de los medios de los que ahora depende absolutamente la existencia actual de naciones y pueblos. El error al que culpo aquí, es la dependencia y confianza en tal astucia autocomplaciente que no conduciría más que a una conducta meramente "astuta", que en realidad es una expresión de las artes de la sofistería cuyo resultado estratégico sería que la civilización globalmente saldría como el minador que "vuela con su propio hornillo.

Tal ha sido esa confianza presuntuosa en la "astucia" de un imperio británico, cuya proeza excesivamente presumida a menudo domina a las naciones engañadas de nuestro planeta, hazaña que logra ese adversario destruyendo los cimientos mismos de lo que actualmente depende la existencia continua de la civilización en su conjunto. En la historia conocida de la humanidad hoy, la historia europea en particular, tal "astucia" presumida en "salirse con la suya" se vuelve, de vez en cuando, la receta para otra nueva era de tinieblas, en esta ocasión, de toda la humanidad. Ésa es exactamente la dirección en la cual se está conduciendo la actual sofistería europea, y también a las culturas del planeta, en la actualidad.

Tal sofistería como la que, al igual que la doctrina de los sacerdotes de Delfos que condujeron a la cultura de la antigua Grecia y que habían adquirido el potencial del más alto grado de astucia de la civilización de su tiempo, potencial por medio del cual condujeron a su nación a su destrucción bajo la influencia de la fe ilusa en la presumida astucia sofista en hacer trampas, como la del envenenador profesional, Aristóteles. Tales son los sujetos que, de manera perenne, repetidamente se pasan de listos y engañan, al final de cuentas, a sí mismos más que a nadie.

La verdad siempre se halla en los procesos de orden superior que se pueden expresar en términos de lo que se experimenta de manera inmediata. "El reloj tiene un hacedor", una de cuyas expresiones es el anhelo por una orden superior de existencia que la que experimentamos en nuestras percepciones sensoriales de nosotros mismos.

Nosotros, en la medida en que nos conocemos a nosotros mismos como reflejos de impresiones sensoriales, ponemos a consideración propia lo que son meramente sombras de los poderes que se expresan como los poderes creativos asignados a la humanidad. Nombramos la sustancia que ha proyectado la sombra, como nuestra percepción sensorial de nuestro ser. Nos olvidamos demasiado rápido que el origen de nuestras capacidades prácticas en tanto especie, expresa una sombra de lo que es la especie humana, sombra que refleja una orden ontológicamente superior de existencia que la sombra que la realidad proyecta sobre el dominio de la mera percepción sensorial.

Hay otro punto adicional, muy decisivo, que hay que añadir en este momento:

Los poderes creativos de la humanidad son propios de la personalidad individual soberana. Estos poderes no se pueden transmitir simplemente por un "medio comunicante"; pero tales descubrimientos se pueden reproducir, no obstante, como eco dentro de los procesos creativos de otros individuos. Así, las sombras parecen admirar a otras sombras. Esto se hace por medio de lo que se puede identificar de manera justa como "provocación", de la manera en que el desarrollo exitoso de discernimiento respecto a la poesía clásica, o la obra de Johann Sebastián Bach, o el papel de la ironía clásica en la poesía y el teatro clásicos, ilustran los tipos apropiados de medios a emplear.

Así, lo correcto de una opinión no es una secreción de algún número de individuos, como el de una mayoría; más bien, el acontecimiento de la aceptación por parte de la mayoría de la experiencia de descubrir principios verídicos y superiores, es la única fuente probable de la aptitud relativa de una cultura o de una nación para sobrevivir. La coincidencia en alguna opinión ampliamente aceptada, meramente porque se la ha considerado como tal, a menudo ha sido, como en el caso de un mitin de Hitler, la peor de las peores normas de autoridad para las ideas de política en cualquier sociedad.

La verdadera soberanía reside no en la opinión popular, y por lo general la opinión popular ha estado peligrosamente equivocada; la verdadera soberanía reside en los poderes creativos de la mente humana individual. Solo la ironía de la ciencia y la poesía clásica individuales y veraces se deben considerar como los modelos de excelencia para forjar las políticas de las naciones.

Estas consideraciones que se acaban de enfatizar de esa manera, son claves para nuestra comprensión de las variedades de grandes disparates a los que la humanidad ha demostrado ser propensa. A saber:

"Siento un imperio del mal"

De tiempo en tiempo, como al presente, los deseos del imperio, tales como los de el verdadero imperio británico que últimamente domina los sistemas políticos tales como el gobierno actual de nuestros Estados Unidos, hasta la fecha, expresan su creencia en el tipo de sofistería que ha llevado al imperio británico y a sus crédulos, en especial a los habitantes de la región transatlántica en su conjunto, a la precipitación en marcha hacia una "nueva era de tinieblas" planetaria, a menos que nos distanciemos súbita y radicalmente de nuestras infames costumbres actuales de orientación británica.

Al final, el infame lord Shelburne del siglo 18, ha resultado, a la luz de los actuales tiempos oscuros, haber sido, a final de cuentas, timado por Edward Gibbon. El anterior rol del imperio británico, moldeado al servicio de la intención de convertirse en un nuevo imperio romano mundial, ha entrado así a su propia fase final, que significa la amenaza presente, inmediata, de una era de tinieblas muy profunda y más prolongada para cualquier civilización basada en el modelo sugerido por Gibbon a lord Shelburne, "Juliano el apóstata", para una Roma futura.[7]

La forma actual, revisada, de ese imperio británico, se estableció en 1971, cuando se proyectó como el sustituto inmediato del sistema de tipos de cambio fijos que había establecido el presidente de EU, Franklin Roosevelt, en el momento de la conferencia de Bretton Woods de 1944. Aquel diseño de Franklin Roosevelt fue hecho trizas bajo la autoridad nominal del Presidente Richard Nixon, en 1971, al mismo tiempo que el imperio británico creaba la apertura para que lord Jacob Rothschild lanzara el fraude supranacional conocido desde entonces como Grupo Inter-Alpha, que ahora se derrumba.

Este grupo, lanzado en esa época, ha alcanzado posteriormente la etapa de controlar lo que mis colaboradores y yo hemos estimado que llega al nivel de 70% de la expansión hiperinflacionaria de su derrame monetarista en el mundo. Ese imperio mundial, a veces llamado irónicamente el "BRIC", se está derrumbando sobre si mismo, debido a los propios instintos fatales de autoextinción del presente imperio británico mundial, como si los británicos fueran igual que las razas de dinosaurios monetaristas desesperadamente hambrientos que, en un golpe de avaricia monetarista, hubieran devorado el último de los huevos otrora fértiles de los demás.

La importancia peculiar tanto de la existencia como de la presente caída de ese Grupo Inter-Alpha, para la cuestión que he planteado con este informe hasta ahora, es que el bienestar de las naciones y pueblos de este planeta, de forma más o menos absoluta, actualmente pende de la esperanza de una terminación relativamente inmediata de lo que se califica como un "Sistema posterior a Westfalia" implícitamente nietzscheano (es decir, fascista), un "sistema posterior a Westfalia" como el sistema fascista de Dick Armey o del gobernador Arnold Schwarzenegger, cuya mera existencia continuada, si no se erradica ahora, condenaría de antemano toda la vida humana decente de este planeta, primero la región transatlántica, con el subsecuente colapso del mercado mundial, en un grado tal que las principales naciones asiáticas serían arrastradas también.

Un acontecimiento tan catastrófico como la desintegración presente, ya en marcha, del sistema mundial actualmente hegemónico, exige atención al asunto de definir una elección de medios relativamente inmediatos que provocarían, por diseño inherente, una recuperación físico-económica, urgentemente necesaria, de las economías nacionales actuales de la mayor parte del mundo.

Lo que se necesita actualmente, de forma por demás urgente, es el lanzamiento de una recuperación general de las principales economías de acuerdo a ciertos diseños físico-económicos para alcanzar tasas de recuperación económica suficientes tanto para detener el colapso, como para iniciar una recuperación económica-física general acelerada.

Para definir tal recuperación, debemos empezar definiendo la enfermedad que requiere el antídoto específico actualmente urgente.

El imperio británico: una enfermedad

La enfermedad actual de la civilización global, de hecho, consiste en el imperio mundial británico actual: tal como prácticamente cualquier irlandés patriota estaría de acuerdo al presente. Sin embargo, la existencia de ese mejunje angloholandés mejor conocido como imperio británico, ha obtenido sus características patológicas presentes como herencia de su hacedor, que fue la variedad de sistema monetario-imperialista veneciano moldeado a la imagen de un Paolo Sarpi emblemático de los aspirantes a modernos hacedores de imperios perversos en la actualidad.

Tales "hacedores", se ejemplifican, como el resultado de una enfermedad potencialmente fatal que se puede trazar hasta el momento actual en las culturas europeas extendidas globalmente, a través de los relatos de la crónica de Homero sobre el sitio de Troya, como también se expresa en la Guerra del Peloponeso que permitió a la antigua Grecia destruir al imperio persa, pero que nunca desde entonces ha llegado a ser vencedora en la amplitud de los sistemas monetaristas imperiales centrados en el Mediterráneo que serían heredados por la caza mayor marítima mediterránea venérea. A Grecia la hicieron a un lado, una y otra vez, como a la princesa que nunca encontró a su príncipe, mientras que cosas como el sistema monetarista angloholandés, neoaristotélico (sarpiano) ha dominado el mundo en su totalidad, desde el inicio de la "Guerra de los siete años" de 1756-63 DC, y desde la victoria del principio veneciano encarnado en el sistema financiero monetario-imperialista angloholandés.

La única alternativa exitosa que se ofrecía ante lo que se estaba convirtiendo en el imperio mundial británico del siglo 18 en adelante, han sido los éxitos alcanzados, de tiempo en tiempo, por el efecto del nacimiento de lo que llegaría a ser nuestra República Federal de Estados Unidos. Las naciones tienen sus valores, pero sin una alternativa al papel del imperio británico hoy día, la virtud de una nación es atrapada, como el legendario mono de Malasia, por su propia esperanza de un futuro en este planeta.

Desde aquel tiempo, desde aproximadamente la derrota de los británicos bajo Cornwallis en 1781, cuando aquel joven Estados Unidos alcanzaba por primera vez su verdadera soberanía, todos los logros principales en el fomento del bienestar general de las naciones transatlánticas han sido, directa o indirectamente, resultado de la influencia que los Estados Unidos heredaron del desembarco de los primeros colonizadores en Plymouth y del establecimiento de la Colonia de la Bahía de Massachusetts, bajo su carta estatutaria real original.

La revocación de esa carta fue consecuencia irradiada de la locura de Jacobo II, tal como los Juicios Sangrientos, un efecto exacerbado por las rapaces crueldades de Guillermo de Orange. Sin embargo, los logros de la colonia original de la Bahía de Massachusetts, continuaron existiendo como las semillas a partir de las cuales emergió Estados Unidos como una república potente, levantándose incluso como los legendarios dientes de dragón en momentos en que parecía estar en su lecho de muerte, como en la actualidad más notablemente, a través de los grandes logros de Presidentes tales como Abraham Lincoln y Franklin D. Roosevelt.

Ese principio de recuperación aún existe en la actualidad, como un principio que se expresa de forma más sucinta en la fundación de la Constitución Federal de Estados Unidos, sobre la base del genio de Alexander Hamilton al modelar el diseño exitoso de un sistema de banca nacional de bancos mercantiles, un sistema de crédito, no un sistema monetario, en oposición a las locuras inherentes representadas, hasta la actualidad, por las locuras monetaristas que siguen siendo, hasta la fecha, los sistemas europeos aún no liberados del cebo engañoso de la antigualla de los planes venecianos y feudales aún más viejos.

Sarpi y el error modernista

Ahora bien, siguiendo con la consideración en este capítulo del papel decisivo de la política en la práctica de la ciencia física, en gran parte, o el predominio de lo que pasa como ciencia física, incluso en universidades y autoridades comparables, debe ser claro para los círculos bien educados de todo el planeta, que lo que a menudo se cataloga como "ciencia", es un balón de fútbol político pateado más de una vez de más. Las diversas doctrinas, usualmente irracionales, de oportunismo político son, hoy más que nunca, dogmas supuestamente "científicos" cuyo origen no es otro que el "puro oportunismo político".

El caso contemporáneo más notable de mentira política en el nombre mal utilizado de "ciencia", es el del Fondo Mundial para la Vida Silvestre (WWF, por sus siglas en inglés de World Wildlife Fund), que fue lanzado en forma conjunta por el consorte de la reina de Inglaterra, en concierto con el hoy difunto ex nazi y consorte de la reina de Holanda, el príncipe Bernardo; un par verdaderamente exquisito. El plan del WWF expresa la intención genocida idéntica del programa de los "comensales inútiles" del régimen de Hitler. El móvil real del culto al que se adhiere el príncipe Felipe, se ilustra más vivamente en el fomento del programa inherentemente antieconómico y destructivo del "control poblacional" al estilo de Hitler, así como de la política explícita que describe la trilogía Prometeo de Esquilo como la denegación del acceso al uso del "fuego" por parte de la clase de "dioses" del Zeus Olímpico.

Este ha sido un programa que, en los hechos de la vida real, era el mismo principio oligárquico que se ilustra en el acuerdo sobre un "principio oligárquico" mundial concertado como una doctrina propuesta de imperio mundial entre el grupo del rey Filipo de Macedonia y el emperador aqueménida. La política de todos los partidarios notables de ese mismo "principio oligárquico", tal como la doctrina de modos genocidas de control poblacional del imperio romano y del mentado "movimiento verde" en la actualidad, son ilustraciones excelentes del papel de la política en un tipo de pseudociencia alguna vez atribuida a las sectas de los sacerdotes babilónicos.[8]

De modo semejante, mientras que el desarrollo original de lo que llegó a ser Estados Unidos de América mismo, lo habían provisto, principalmente, colonos angloparlantes y holandeses que buscaban construir una nueva cultura en Norteamérica, esto fue ayudado por una operación asociada con el autor de grandes proyectos de impulso científico de Francia, Jean-Baptiste Colbert, con su participación en la promoción de la causa de Gottfried Leibniz y la colonización francesa de lo que llegó a ser Quebec.

Mientras tanto, los grandes logros de los colonos norteamericanos con respecto a los que permanecieron en Europa, se debió a que Europa estaba aquejada por la carga que la tradición oligárquica de las instituciones imperantes ejercía sobre los europeos que se quedaron en Europa, que tenían los mismos orígenes culturales. La carga de las instituciones sociopolíticas feudales y relacionadas imperantes en Europa ha evitado que la mayoría de las culturas de Europa logren el mismo grado de libertad político-económica que los emigrantes de las mismas culturas de Europa desarrollaron en Norteamérica. La historia de la inmigración hacia Estados Unidos durante el periodo de la guerra civil estadounidense, como en la tradición de Isla Ellis hasta los cambios que se dieron luego de la Primera Guerra Mundial, demuestra el mismo principio demostrado por la Colonia de la Bahía de Massachusetts hasta el momento en que los británicos revocaron la carta constitutiva original de la colonia. El principio de nuestra Constitución Federal, cuando se contrasta con la persistencia de la cultura todavía apasionadamente monetarista de Europa, ejemplifica el lado opuesto del mismo patrón actualmente. Los casos notables de los patrones de inmigración inglesa, escocesa, irlandesa y alemana hacia los Estados Unidos, ofrecen el más claro de los ejemplos relativamente más simples; el caso de la inmigración italiana prueba lo mismo, pero el legado del empobrecido Mezzogiorno contribuye a una demostración un poco más complicada del mismo principio.

Son los sistemas de cultura política y científica, y no, por el contrario, las consideraciones populistas, lo que constituyen las fuentes principales de la formación de los paradigmas morales, científicos, culturales y afines de las naciones. Un caso un tanto diferente se encuentra en la mezcla argentina de inmigración española, alemana e italiana.

Fue el impacto paradigmático de la motivación expresa de los acontecimientos originales de Plymouth y la Bahía de Massachusetts bajo el liderato ejemplar de los Winthrop y los Mather, lo que dejó asentada la orientación de impulso científico fomentada, primero en Massachusetts, y después en Pennsylvania, como ejemplifica el caso específico de la vida de Benjamin Franklin una matriz cultural paradigmática específicamente estadounidense de los antecedentes profundos de la cultura de Estados Unidos. La fuente principal de los grandes avances en las culturas originales de un pueblo, es un cambio liberador en el paradigma cultural. Son las oportunidades de influencia de un número relativamente pequeño de personas influyentes, sobre la tradición cultural de las masas, lo que siempre ha sido la chispa que enciende los grandes logros de un pueblo.

Desafortunadamente, también lo opuesto es pertinente. No existe mejor ilustración de ese tipo de desventura, que el impacto de un lunático genocida del mismo tipo general de personalidad fallida como el emperador Nerón o un Adolf Hitler, un tipo de personalidad que también ha resultado ser, recientemente, tan desastrosa para unos Estados Unidos que ahora padece la carga de una personalidad enferma, el presidente Barack Obama, hoy día. Sin embargo, regresando a la Europa de mediados del siglo XVI, los casos de dos figuras, Enrique VIII de Inglaterra y el Paolo Sarpi de Venecia, aportan las fuentes más notables de la influencia de la maldad pura en la historia moderna. Lo que apropiadamente se describe como la pasión de Enrique VIII de "ir a la cabeza" en cuestiones maritales, aporta un paradigma para el estudio de casos como este y similares. Los más notables de estos casos, para propósitos de estudios históricos de la civilización europea moderna en la actualidad, son los que comparten la marca de los efectos de Enrique VIII y Paolo Sarpi.

Ahora me referiré a la cuestión decisiva de las implicaciones entrelazadas del caso específico singular de ese par, como "el síndrome de Sarpi", experimentado, por otra parte, como "la placenta del liberalismo británico".

El origen del síndrome de Sarpi

La civilización de la Europa medieval se había derrumbado en la precipitación enorme a la "nueva era de tinieblas" del siglo 14. La recuperación de Europa de esa catástrofe se centró en acontecimientos decisivos tales como el surgimiento de Juana de Arco y el Renacimiento florentino centrado en el gran Concilio Ecuménico de Florencia. De entre este último, el cardenal Nicolás de Cusa surgió para convertirse en la figura intelectual central no solo de las grandes reformas científicas, culturales y religiosas de ese siglo, sino como el autor del plan que envió a Cristóbal Colón a emprender la colonización de las Américas.[9].

Este Renacimiento, anunciado por figuras tan sobresalientes como Juana de Arco, por el gran Concilio Económico de Florencia, y por el ascenso del liderato de Luis XI de Francia, constituyó una amenaza terrible a la búsqueda de retomar el antiguo poder por parte de las potencias monetaristas, esencialmente malvados, de Venecia. Compara el caso inspirador de las reformas de Luis XI con las políticas de su seguidor, Enrique VII de Inglaterra. El resurgimiento de una potencia contraria, veneciana, que pasó por dos fases sucesivas distintas en el transcurso del siglo 15, asumió la forma inicial de un surgimiento del poder de los Habsburgo como instrumentos de la oligarquía veneciana, que incluyó la ocupación de los lechos nupciales de la monarquía española por parte de los Habsburgo. De este modo, se puso en marcha a la Inquisición y su progenie, el lanzamiento de lo que llegarían a ser las grandes guerras religiosas de 1492-1648 en Europa.

El marcado horror de las guerras religiosas ya en marcha pasó a una fase peor con las etapas sucesivas de la orquestación veneciana de la locura del rey Enrique VIII de Inglaterra, que estableció la pauta de lo que se transformaría mediante el rol de un factor nuevo en la escalada, ya en marcha, de un patrón de guerras religiosas por toda Europa, el rol del factor "neoveneciano" de Paolo Sarpi y su seguidor y charlatán profesional, Galileo, el Sarpi que fue el padre (legítimo o no) del liberalismo británico moderno, y de la infame "Guerra de los Treinta Años", cuya fase inicial la presentó Federico Schiller en su trilogía de Wallestein.

No fue tan así de simple. Es indispensable destacar algunos puntos culminantes de los acontecimientos de 1492 a 1648, a fin de tener siquiera un entendimiento razonable de todo ese intervalo de la historia y su resonancia en la historia de la civilización de nuestro planeta desde aquel entonces, hasta la fecha.

El fenómeno de maldad pura que llegó a representar Enrique VIII, ya había empezado con la llegada a Inglaterra de un importante as del espionaje veneciano, Francesco Zorzi, al servicio de Enrique en calidad de consejero matrimonial del rey. Las cabezas pronto empezaron a rodar en la propia Inglaterra; la decapitación de sir Tomás Moro fue un golpe fatal contra toda esperanza de una paz europea en ese momento. Una conspiración que incluía a un agente veneciano y pretendiente al trono inglés, el cardenal Pole, Thomas Cromwell y otros bribones controlados por Venecia, convirtió el divorcio de Enrique de su esposa española Habsburga, en una escalada general de las guerras religiosas por toda Europa. Un solo tipo loco, Enrique VIII, no muy diferente en las cualidades patológicas de personalidad a los casos patéticos del emperador romano Nerón o del presidente Barack Obama en la actualidad, desencadenó el más grande horror sangriento en la historia europea de ese tiempo.

Sin embargo, hubo un acontecimiento sumamente importante que se sumó más tarde, en ese periodo moderno: la reacción a la creciente importancia del genio de Nicolás Maquiavelo.

Maquiavelo vs. Aristóteles

Las dificultades de esa época incluían la guerra del papado contra la soberanía de la República de Florencia. A partir de esto, un funcionario florentino importante, pero no de alto nivel, Nicolás Maquiavelo, con credenciales relacionadas a los herederos de Nicolás de Cusa como Leonardo da Vinci, surgió para convertirse en el principal estratega de la Europa del siglo 16. La influencia de Maquiavelo, como fundador prácticamente de la estrategia militar moderna, fomentó el diseño de formas de resistencia a la tiranía de los Habsburgo, lo cual obstaculizó y agotó los esfuerzos de los Habsburgo, una frustración que condujo al obcecado, pero, en términos prácticos fallido Concilio de Trento.

La influencia del dogma aristotélico sobre el partido Habsburgo, creó el estancamiento estratégico relativo que surgió como oportunidad para el dominio, en cierto grado, de las continuas guerras religiosas de Europa, por parte del lado nominalmente protestante: el cambio del centro de liderato imperial, de la región del Mediterráneo de Europa, al norte anglo-holandés. A partir del ascenso al trono de Jacobo I de Inglaterra, como sucesor del régimen Tudor, Sarpi —operando en gran medida a través de su protegido, el sofista moderno Galileo, enemigo de Johannes Kepler, y accesorios de Galileo tales como Thomas Hobbes— estableció el modelo en evolución que se ha continuado bajo las monarquías inglesas y británicas, y luego los imperios, hasta la fecha.

La característica de ese legado imperial, aún ahora, es la ideología de Paolo Sarpi, como lo sintetiza su expresión en el liberalismo británico, asociado, hasta ahora, con la Teoría de los sentimientos morales de 1759, del Adam Smith que fue la versión extravagante de un "Adam viejo", que aún se debe considerar calificado para hacer número entre los vástagos notables de cualquier Satanás de la vida real, hoy todavía.

En cuanto a un antecedente fundamental muy arraigado, no había nada esencialmente original en el contenido del dogma de la receta de Adam Smith para el liberalismo británico moderno y similar, que persiste hoy en día como eco del código de Paolo Sarpi. Bajo la superficie, la perversidad inherente del liberalismo británico es aristotélica, como destaca Bertrand Russell este punto. Sin embargo, Adam Smith, como los fisiócratas que lo precedieron y a quienes el plagió liberalmente, fue, en todas sus características esenciales, un seguidor del dogma de Sarpi.10 El Karl Marx del Museo Británico, por ejemplo, había sido entrenado, a la manera de un cautivo dentro de un zoológico, que prácticamente rindió culto a Adam Smith y copió la Tableau Economique del fisiócrata François Quesnay como un aspecto central de la apreciación del propio Marx hacia Adam Smith, forjada por el espía británico Frederick Engels.11

Como lo he destacado en diversas publicaciones, la copia que hizo Smith del dogma específico de Paolo Sarpi, se ha de localizar en la Teoría de los sentimientos morales de 1759 de Smith, en vez del tratado antiamericano de de odio hacia Estados Unidos aludido con más frecuencia, su Riqueza de las naciones de 1776. La doctrina exacta de Sarpi queda más claramente manifiesta en el trabajo previo de Smith de 1759, que lo puso bajo el patrocinio activo de Lord Shelburne.

La cuestión esencial que se debe subrayar aquí, es que todo el liberalismo angloholandés se deriva de la misma matriz sarpiana que se presenta con transparencia espeluznante en la defensa que hace Smith de lo que se convirtió en la ideología imperialista británica moderna inherente al rol de lord Shelburne en configurar el imperio británico. El propio argumento de Smith en su Teoría de los sentimientos morales, nos ofrece el núcleo más íntimo del sistema de creencias del lugar que ocupa el imperialismo británico en el zoológico humano del imperialista, hasta el día presente.

Marx en tanto mito

Cuando uno toma en cuenta, el papel real de Karl Marx y el marxismo, Marx se había convertido en una creación de la Oficina de Relaciones Exteriores británica de lord Palmerston, y de las operaciones, dirigidas por Mazzini, de la "Joven Europa" de Palmerston. Notablemente, tenemos el caso de la mentada "Primera internacional", que fue organizada bajo la dirección personal de Mazzini en una reunión en Londres en la que Mazzini nombró al Karl Marx que asistió al evento, como líder designado de lo que se llegaría a conocer como la división de "La Primera Internacional Comunista" del "zoológico" político de lord Palmerston.

Ese hecho fuerza a las mentes sanas a reconocer que los llamados movimientos sociales tienen dos aspectos. El primero de ellos, es el manejo de los especímenes en cada categoría de los ocupantes del "zoológico" político colectivo, y el segundo aspecto descansa en los móviles de los reclusos relegados al cuidado del conjunto pertinente de cautivos —en los arreglos tipo zoológico de Palmerston— entre grupos supuestamente adversarios de especímenes. La variedad realmente fascista de ideología de "destrucción creativa" explícita, desplegadas bajo los auspicios nominalmente anarcoides de lo que muchos observadores consideran como un "sucio Dick" Armey, al presente, ilustra la existencia de una variedad más amplia de víctimas de tales dizque "ideologías" que se pueden rastrear hasta precedentes tales como el "Zoológico de Palmerston".

Al igual que los animales de un zoológico real bien organizado, los cautivos de cada variedad socio-política nominal de "especies" antagónicas, tienen un residuo de sus impulsos naturales, pero, también está el asunto de la "hora de comer".

Hay dos aspectos entrelazados, pero contrastantes, en cada variedad de especímenes reunidos para interpretar el papel como en un escenario, de una de tantas variedades contendientes de tales reclusos de esa especie particular etiquetada de los especímenes políticamente cautivos del zoológico. La ironía más importante consiste en que, los reclusos de cada categoría de internos políticamente cautivos de tal categoría de "inteligencia política" de crédulos, tienen, al mismo tiempo, un carácter que no necesariamente coincide con el punto de vista asignado a ellos por los encargados del zoológico, tal como los tipos cautivos de un jardín zoológico real también tienen un impulso subyacente que corresponde a impulsos arraigados de la propia especie de cada grupo. Hay a menudo un conjunto de impulsos contrarios entre el comportamiento de los "animales" de zoológico inducido por los captores, y los impulsos conductuales de los mismos "animales" cuando se les deja errantes como en estado silvestre.12 La camada actual de los cautivos ideológicos de Dick Armey no es más que emblemática del comportamiento "tipo animal de zoológico", o aun del comportamiento aparentemente robótico inducido por los encargados de esa división actual del zoológico político.

A menudo, las cadenas de la esclavitud se llevan voluntariamente, aún en generaciones ulteriores, en la forma de "nuestra cultura", o, de acuerdo a un tipo relacionado de tradición en la servidumbre, como "nuestra herencia".

No puede haber una visión competente de los internos asignados a la sección nominalmente "socialista" del zoológico de Palmerston, sin tomar en consideración la distinción de los tipos "biológicos" de comportamiento, del comportamiento inducido comparable al asignado por el gerente del circo a las acciones de los actos ejecutados en el circo.

Las diferencias entre los aristotélicos nominales y los liberales modernos nominales seguidores de Paolo Sarpi, son de este tipo específico general. El nombre apropiado de la categoría de semejanza zoológica en la sociedad antigua hasta la moderna, es "imperialismo", un hábito profundamente arraigado de virtual cautiverio por parte de organizaciones supranacionales imperialistas, tales como la propuesta de una "Unión Europea" aparentemente desnacionalizada hoy en día. Cada categoría de recluso del zoológico político imperial, o parecido, lleva sus "colores" específicos asignados a la refriega mutua que proporciona el esparcimiento y las ganancias pertinentes a los encargados de "la liga", que consiste en un "imperio" al estilo jaula de nacionalidades cautivas. La sandez del espíritu de equipo tipo deportista, ha inducido a cada uno de los equipos a renunciar a sus soberanías naturales. Yo, como hombre viejo que soy, he "estado ahí", repetidamente, en esos tiempos pasados en que se solía entender más fácilmente esas realidades entre los estudiados de entonces, que entre las generaciones más jóvenes de la actualidad.

Lo que se ha llamado "guerras imperialistas" pertenecen a esta categoría de estudios sociológicos sobre las características del comportamiento de masas.

La humanidad se libra de la garra de tales formas tipo zoológico de bestialidad humana, solo cuando la idea de un autointerés nacional patriótico se templa por la consideración de los intereses y preocupaciones comunes de toda la humanidad. Esto se reconoció como por un sistema de interés común organizado, como había sido el propósito del entonces presidente Franklin D. Roosevelt para el periodo de posguerra: El Sistema Americano, representado en la dedicación del presidente Franklin Roosevelt, en vez de la reinstauración del viejo imperialismo británico malvado, que todavía hoy, detenta las llaves de nuestra propia república, la cual, con motivo de la muerte de Franklin Roosevelt, el repugnante agente de Wall Street y presidente, Harry S Truman, le entregó al ya casi inofensivo, aunque viejo imperialista, Winston Churchill.

Nuestra causa no es la cuestión, sino quienes detentan las llaves de la vieja tradición imperialista tipificada por el presente cautiverio del gobierno de Estados Unidos actualmente en funciones, las llaves de un sistema de esclavitud de gobierno mundial por parte del imperialismo británico sobre las naciones del planeta, adoradoras del dinero y esclavizadas intelectualmente, hoy en día. El imperio mundial de la actualidad es el sistema mundial de Sarpi.

El sistema imperialista británico en la actualidad

La característica específica de la fase actual del imperialismo británico, desde 1971 a 2010, es la expresión del liberalismo sarpiano, "posaristotélico", representado, a su vez, en el deseo de instalar ahora un sistema mundial dizque "poswestfaliano", un sistema prácticamente sarpiano. Así, tenemos la espantosa realidad de una enorme masa de deuda hiperinflacionaria sin valor expandiéndose cancerosamente, un sistema de deuda cuyo único precedente notable es el colapso de la economía cautiva de la Alemania de Weimar en 1923. Ese legado se ha apoderado ahora, por el momento, de Estados Unidos, el hemisferio americano en general, y a la mayoría del mundo eurasiático fuera de China, India y otros pocos Estados asiáticos. Aún estos últimos han sido gravemente lastimados por la locura que ha dominado a la generalidad del sistema mundial desde septiembre de 2007.

Sin el aborto prácticamente traicionero que ocurrió con el presidente Harry S Truman, el aborto de lo que habían sido las intenciones del presidente Franklin Roosevelt para la posguerra, no hubiera sido posible la larga jornada de las décadas en que se restauró el imperio británico al poder mundial.

Así, la cuestión que se debe destacar aquí, en el contexto que he definido al inicio de este informe, es que los procesos económico-físicos de todo el planeta se forjan mediante la imposición de una expresión dominante de la voluntad humana política y demás. No es el sistema económico en sí, el que de forma más o menos "mágica", reina en el mercado. Es la imposición de expresiones de una autoridad de facto, a veces cancerosa, que delimita la disponibilidad política de las opciones que desearía un gobierno nacional verdaderamente en su interés propio.

No existe la "magia del mercado" en economía. Debe haber, más bien, un entendimiento de los principios de una ciencia de la economía física que regule debidamente los efectos de un proceso de la economía como una ciencia física, si la voluntad política de las naciones se ha de poner en concordancia con los principios educibles de una forma sana de economía física, en vez del sistema monetarista actual.

Eso establece aquí ante nosotros un principio que se ejemplifica en la decisión del gobierno del presidente Franklin Roosevelt de lanzar la Comisión del Valle del Tennessee (TVA, siglas en inglés), y de soltar el potencial de la energía de la fisión nuclear, no solo para la guerra, sino para incrementar los aumentos disponibles en la densidad de flujo energético de las fuentes energéticas de las cuales ya había empezado a depender la supervivencia de la civilización para las futuras generaciones.

Por lo tanto, no puede haber una ciencia física de la economía, ni cualquiera de las prácticas presentes de la economía de hoy, sin proyectos en grande tales como los que representa el diseño de NAWAPA, necesarios para revertir la crisis general de desintegración, actualmente en aumento, de los propios Estados Unidos.

La ciencia, la ciencia real, después de todo, consiste en informar a la voluntad humana de los avances en la práctica cognoscible cuyos beneficios son mensurables en términos de saltos ascendentes en la densidad de flujo energético utilizable de las energías proveídas a los intereses no solo del progreso, sino de la supervivencia misma de la humanidad.

Así pues, ahora que hemos satisfecho esa obligación política en el presente capítulo, somos libres de regresar ahora a la ciencia física competente como tal, a la luz de ese contexto político y cultural.

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II. Sobre el tema de la radiación cósmica

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En mis publicaciones anteriores sobre el tema de la percepción sensorial, he advertido que la percepción sensorial no constituye la realidad, sino nada más que las sombras que se experimentan como si hubiesen sido proyectadas por la realidad. Cuando aplicamos ese buen juicio particular a nuestra consciencia de la distinción entre las sombras y la realidad que proyectan esas sombras, la presunción de una correspondencia simple entre las percepciones sensoriales y la búsqueda de una certeza sensorial apropiada, deja de existir. El hecho más importante sobre tales paradojas, es el hecho de que, en realidad, los principios universales de la naturaleza no se expresan mediante las meras sombras que reconocemos como percepciones sensoriales.

Esa distinción fue dilucidada por, primero, el descubrimiento singularmente original de Johannes Kepler del principio físico universal de la gravitación, como en su capítulo sobre las "Harmonias del Universo", en tanto que ese descubrimiento de Kepler lo puso más en claro la lectura que hizo Albert Einstein del logro de Kepler en definir un universo finito, pero no limitado.

Con el reconocimiento de las implicaciones de esa perspectiva del universo de Kepler y Einstein, ya no estamos obligados a agobiarnos a nosotros mismos con una presunción ingenua e intrínsecamente sin fundamento, la presunción de que las imágenes proyectadas como percepciones sensoriales sean algo distinto a la sombra impuesta sobre el intento de lectura de la realidad a la luz del mero aparato de percepciones sensoriales empleado. Esta misma cuestión se representa de manera más poderosa en la tercera sección de la disertación de habilitación de Bernhard Riemann, donde la ciencia se despoja del estorbo de las meras matemáticas, a nombre de la física competente. En lo muy grande, así como en lo muy pequeño, las métricas de la percepción sensorial ya no pueden reclamar autoridad sobre los principios que residen, de manera esencial, en lo que Riemann señala como esos extremos de nuestro universo.

De hecho, no es más que en esos mismos extremos, en donde se debe buscar en general la determinación decisiva de los principios del universo, si es que se ha de satisfacer la noción de leyes universales.

Ya he subrayado, repetidamente la evidencia de que, hay una distinción fundamental entre el conocimiento de una lectura literal de lo que generalmente se clasifica como percepciones sensoriales, y la realidad que subyace a las experiencias de nuestros órganos de percepción sensorial.

En este respecto, he destacado que si tratamos las experiencias de percepción sensorial como sombras proyectadas por alguna realidad no vista, como sugiere ahora una rica cosecha de "instrumentos científicos", nuestra atención se vuelca a la evidencia de casos tales como el de la famosa Hellen Keller, que nos advierten que el reino de los cinco sentidos humanos atribuidos, no constituye el medio esencial en el cual debiera confiar la mente humana para conducir intervenciones eficientes hacia lo que sea que el mundo real pueda ser, eso aparte de una supuesta realidad directa y única que vincula el mundo que nos rodea con los frutos de la percepción sensorial como tal. Por ejemplo, ¿puede una persona, ciega de nacimiento, obtener conocimiento del mundo real, que sea, a final de cuantas, tan fidedigno, en efecto, como sería una idea del mundo real alrededor nuestro de alguien con uso ordinario de los cinco sentidos preferidos?

Más precisamente, nuestra habilidad manifiesta, como en la ciencia física, para intervenir de modo eficiente al efecto de ser capaces de descubrir medios eficientes, antes no reconocidos pero disponibles, para producir efectos de tipo cualitativo conducidos indirectamente, mediante esa agencia no vista controlada por nuestra voluntad, nos debe impulsar a ver las facultades de la percepción sensorial como más limitadas en su autoridad respecto a nuestro conocimiento eficiente del orden de las cosas en el mundo real, que la autoridad de la persona que se basa, como lo hizo Riemann, en el conocimiento de los principios "invisibles" que puede emplear la ciencia para producir esos efectos poderosos sobre nuestra experiencia que no son accesibles por medio de ninguna otra forma de intención reconocida anteriormente.

Las reflexiones sobre la generalidad de esta evidencia de fuentes tales como los efectos experimentales generados de forma deliberada por medio de la agencia de principios universales descubiertos, como lo hizo Kepler, nos apremia a considerar las impresiones sensoriales como las sombras que ha proyectado una causa no vista en el dominio de la realidad como nuestro poder manifiesto para cambiar la "naturaleza" que experimentamos. Nuestros sentidos dados son en esencia instrumentos, como otros instrumentos de laboratorio, por medio de los cuales una agencia superior, llamada "mente", educe la interpretación requerida de la evidencia experimental adquirida mediante el equivalente a los instrumentos de laboratorio.

Reflexiones ulteriores en esa misma dirección general, nos muestran que la certeza sensorial y el funcionamiento eficiente de la mente de un individuo humano real no ofrece una encarnación real de una identidad común. No hay identidad común entre la acción y la identidad de la sombra que la acción aparentemente proyectó.

De las raíces primitivas de tales reflexiones relativamente crudas, hacemos bien en proceder directamente, desde ahí, a las ideas que señaló Bernhard Riemann en la tercera sección de su famosa disertación de habilitación en Gotinga, en junio 19 de 1854. Desde ese momento en adelante, una práctica competente de la ciencia física fundamenta la idea de prueba de principio físico en esos dominios de lo extremadamente grande y lo extremadamente pequeño, lo cual se ha de asegurar mediante tales pruebas pertinentes de la naturaleza de un principio físico general.

Desafortunadamente, el hecho es que, la noción de la ontología de un principio físico universal que se puede probar ha sido ampliamente ignorado por los reduccionistas modernos seguidores de las sectas respectivas de Ernst Mach, anteriormente, como también de su sucesor, Bertrand Russell de la Escuela de Cambridge de análisis de sistemas, a la cual imita el extravagante Instituto Internacional para Análisis de Sistemas Aplicados (IIASA) de Laxenberg, Austria, o en su alternativa, el error más tenue del matemático de Gotinga múltiplemente frustrado, David Hilbert. La creencia en la insensatez tal como la de Bertrand Russel ha sido el más vicioso de los enemigos modernos del progreso científico real en beneficio de la humanidad.

Todas estas consideraciones y demás se deben referir al dominio de una ciencia de la economía física, donde se ha de hallar la prueba práctica definitiva de las nociones de la ciencia física. Primero, está Dios, después está la humanidad, y después, en un rango inferior de autoridad experimental, está todo lo demás.

Así, se ha dicho que, "Nada es constante, excepto el cambio". "Nunca pasamos por el mismo río dos veces". La interpretación literal común del aparente proverbio de Heráclito, como lo conocemos actualmente, puede no ser una formulación tan rigurosa como se desearía; pero la esencia de la intención manifiesta es lo suficientemente verdadera. El Pármenides de Platón deja más en claro el extracto citado de Heráclito, a pesar del corruptamente reduccionista G. W. F. Hegel, quien no entendió la cuestión en absoluto. Todo los tratamientos dignos en esta área temática de las discusiones, más claramente la de Platón, entre los antiguos, ubica el aspecto esencial de las realidades universales dentro del dominio de un principio de cambio equivalente a un principio de creatividad universal. Ese principio, refleja la única realidad ontológica que fundamenta una ciencia competente de nuestro universo.

Dicho esto, para incitar pensamientos en cierta dirección: ve ahora a la médula del tema en particular del capítulo actual.

Sobre el tema de la mente como tal

En mis escritos publicados anteriormente de esta serie sobre el tema de la creatividad humana, he destacado la evidencia de que la mente humana real, no es expresión de un sistema de nociones de percepción sensorial, sino más bien, que la mente humana real existe, ontológicamente, como "afuera" del dominio de la percepción sensorial como tal. Las ideas ontológicas válidas respecto a nuestro universo, se hallan solo desde afuera del dominio de la mera percepción sensorial. En la mera percepción sensorial vemos las sombras proyectadas sobre la pared, como escribe el apóstol Pablo en el famoso capítulo I, Corintios 13:

Ahora vemos de manera borrosa, como en un espejo; pero un día lo veremos todo tal como es en realidad...

Cuando leemos versiones modernas de este Testamento, nos vemos inclinados hoy en día a atribuir la estupidez relativa en el uso de los hábitos populares del lenguaje, de manera equivocada. Esto se debe decir con respecto al uso del lenguaje del griego clásico antiguo entre los hablantes de un lenguaje mucho más culto influenciado por el griego clásico cuya influencia persistía aun, aunque en una condición un tanto deteriorada, entre las mentes académicas de los usuarios del griego clásico en esa época.

Precisamente para este último asunto, considera la condena a Aristóteles decretada por el gran erudito y amigo del apóstol Pablo en esa época, el Filón identificado como "de Alejandría", o identificado de otra manera como Filón el Judío, quien compuso una sumaria devastadoramente perfecta de la teología absurda de Aristóteles. Ese era el Aristóteles de la noción de "Dios está muerto", una noción fielmente copiada de Aristóteles por el de hecho fascista moderno Friedrich Nietzche, progenitor de la escuela délfica habsburga de la "destrucción creativa" fascista de Werner Sombart y Peter Schumpeter, y de la continuación hasta el presente de esa tradición en los programas y prácticas lunáticas contemporáneas del entorno íntimo del Presidente estadounidense Barack Obama, así como del brote actual de "las hormigas de Dick Armey" del fascismo estadounidense contemporáneo después de noviembre del 2010.

Contrario a la teología patética del "más allá", que se difunde actualmente entre mucha gente que se declara religiosa, la cualidad de creatividad que es específica de la inmortalidad eficiente de la personalidad mortal humana, no es algo relegado a "otro universo", sino que es expresión de la inmortalidad esencial específica de las personalidades humanas otrora vivas, como si residieran en un universo real del Creador. Un universo que subsume nuestra percepción de la inmortalidad potencial de esos poderes creativos y esas concepciones verdaderas creadas, que existen sólo en la mente humana, entre todas las especies vivientes conocidas.

Esa cualidad de inmortalidad específica de la personalidad humana, es lo que se experimenta como se ejemplifica en su expresión como verdaderos descubrimientos de principios físicos universales, y como la raíz ontológica de la creatividad científica en el dominio de la imaginación conocido como metáfora artística clásica. Esto se demuestra, para cualquier mente científica competente, con la inmortalidad del tipo de ideas que corresponden al descubrimiento de un principio universal verdadero de la ciencia física, y de esa cualidad de una verdadera metáfora artística clásica que aporta la substancia del medio de los modos artísticos clásicos del descubrimiento científico de principios físicos universales. Estos son principios que perduran como principios eficientes de la organización de los avances de la humanidad, incluso mucho después de que el cascarón mortal del descubridor se haya ido. Así hablaba el apóstol Pablo.

Esa misma línea de pensamiento se encuentra en textos antiguos tales como la trilogía de Prometeo de Esquilo.

Ahí, en esa trilogía, Esquilo continúa al modo de las epopeyas de Homero, al definir los procesos sociales descritos en términos de un contraste entre los llamados "dioses" del Olimpo y los "simples mortales" sobe los cuales pretendían reinar los olímpicos. Tales maneras repugnantes de esos olímpicos eran características de las doctrinas esos canallas délficos, los defensores de los cultos de Apolo y Dionisio, para cuyo dogma la idea de la inmortalidad humana yace en el cesto de basura de las almas muertas. De ahí, la justa denuncia de Filón del farsante conocido como Aristóteles.

No obstante, con todo lo dicho aquí hasta ahora, no predico teología, sino que presento un resumen de la evidencia del papel de los poderes creativos distintivamente humanos que existen como potencial único de la mente humana entre todas las criaturas vivientes conocidas al presente. Se le llama "el alma humana", como lo expresan de forma refinada los más grandes compositores y científicos conocidos de nuestra civilización. La imagen de "Dios" no es una ficción teológica; es la esencia de nuestro conocimiento de ese ordenamiento de la Creación en el universo que es realmente cognoscible para la humanidad, al menos potencialmente.

Con todo esto dicho sobre este tema hasta ahora, el hecho esencial que se debe considerar sobre este asunto, es que la humanidad tiene una misión, que es más conocida para nosotros como el equivalente implícito de la práctica del gran arte clásico y el progreso científico físico, como en el progreso de las mentes más capaces, mentes cuyos mejores frutos son los cosechados de los campos de la humanidad. Exactamente a dónde nos pueda conducir ese camino de progreso a la larga, en términos de cambios con resultados concretos, no es seguro todavía; pero, la realidad de esa dirección es un hecho patente, y por ahora, no hay una mejor herramienta para usar. Como lo destaca el apóstol Pablo en ese lugar citado, algunas cuestiones importantes aún no se nos han dado a conocer; pero, tenemos acceso al conocimiento suficiente de la verdad para ser guiados hacia la dirección en la cual debemos proceder.

"Sobre la Radiación Cósmica"

Estas consideraciones inmediatamente precedentes conducen nuestra discusión directamente al tema de la "radiación cósmica". El siguiente razonamiento es decisivo.

La noción de la existencia del espacio, como noción derivada de la fe ciega en las supuestas certezas ontológicas de la percepción sensorial ciega, es una producción del supuesto de que lo que en realidad son solo sombras proyectadas como percepción sensorial, pueden ser en verdad la realidad física. En este respecto, una de las más persistentes fuentes de la crisis ontológica dentro de la ciencia física todavía hoy, es la falacia de todo intento por imponer una noción de "espacio" que es una noción peculiar al mero mundo de las sombras de la percepción sensorial, una noción que depende, a su vez, de expresiones tales del progreso científico físico como la noción de la existencia de un "espacio vacío" tendido entre la distancia que separa a puntos sobre una línea hipotética que conecta cualquier par de objetos imputablemente de la percepción.

Esto, en y de sí mismo, plantea la pregunta: "¿Qué tal si eso que no se percibe por sí mismo, el llamado 'espacio vacío', después de todo, no existe en realidad?" La evidencia real pertinente, muestra que el universo conocido está ricamente saturado con un amplio e inexplorado rango de radiaciones muy diversas, algunas de origen relativamente local dentro de la vecindad inmediata de la Tierra, algunas específicas a la galaxia cuya periferia habita nuestro sistema solar, algunos de especificidad ostensiblemente intergaláctica. También hay expresiones de un universo de radiación cósmica que son, de forma diversa, hostiles a las formas de vida, otras que no son tolerables en forma directa entre los procesos vivos conocidos, y otras específicos de las formas de vida como tal. Todo esto —hasta donde han reportado las autoridades notables sobre tales asuntos— está enfocado en la experiencia de la vida sobre la Tierra, y sobre lo que sabemos actualmente de la tendencia históricamente creciente de la humanidad de afectar la conformación del cosmos que habitamos.

No hay autoridad conocida para la presunción de que haya alguna parte concebible actualmente en el universo, que no esté densamente habitada por esta rica plétora de radiación cósmica. Entonces, ¿que hay del "espacio vacío"? Los informes que hay sobre los aspectos de la radiación cósmica, hasta los más recientes informes disponibles, definen lo que se estima que son singularidades de efectos cósmicos extendidos universalmente, evidencia que nos lleva a considerar al universo que habitamos de modo consecuente.

Este asunto de interés actual toca de forma inmediata las paradojas ontológicas bastante famosas referidas por Albert Einstein, como también por la noción provocadora de una estructura precisa constante, a la que se refería con frecuencia, más notablemente, nuestro estimado colega de la Fundación de Energía de Fusión, el difunto profesor Robert J. Moon de la Universidad de Chicago. Estas consideraciones coinciden con las implicaciones de las paradojas asociadas con los logros de Albert Einstein que delimitan la noción de un espacio-tiempo físico, en vez de espacio y tiempo. Para resumir este asunto en términos generales, la implicación de estas consideraciones constituye la creciente inclinación entre círculos pertinentes hacia una perspectiva de la tabla periódica de la química, situada en las singularidades de la radiación cósmica en espacio-tiempo físico, en vez de una física del espacio y tiempo.

Esta corrección se nos hace obligada de forma más prominente, ahora, por el impacto del papel de la radiación cósmica en el rangos de los procesos vivos, y los modos en que se puede proteger a los procesos vivos en forma organizada de la radiación hostil. La escuela rusa del difunto V. I. Vernadsky y sus asociados en las cuestiones específicos al dominio de los procesos vivos, es materia de importancia especial en este respecto. Con todo, los aspectos muy especiales de este último dominio solo estimulan mucho más nuestro interés en cuestiones más amplias.

Uno de los conjuntos de implicaciones mas notables que nos provoca hoy este tema de la radiación cósmica, es el papel oportuno de las expresiones de la radiación cósmica que se debe apreciar debidamente en cuanto que amplía el repertorio de la percepción sensorial humana en un rango mucho más extenso que la presunción habitual relativamente arbitraria, prácticamente sagrada, de los "cinco sentidos".

Una expresión de esta ironía específica aparece en los párrafos concluyentes de En defensa de la poesía de Percy Bysshe Shelley.

Mientras que, hay numerosas funciones de la radiación cósmica —tal como el uso de la radiación sintonizada como el medio por el cual las aves migratorias se pueden orientar eficientemente para llegar a sus destinos estacionales— en las que la radiación cósmica electromagnética constituye una categoría de percepción sensorial de los animales; existen efectos en masa de características similares en el comportamiento humano, como subraya Shelley la evidencia en la conclusión de su En defensa de la poesía.

De manera similar, más allá del papel de la radiación cósmica como una forma de función de comunicación efectiva consciente, o inconsciente entre especies animales, como también entre las plantas, tales aspectos del espectro de dichas radiaciones si tienen el efecto de comunicaciones que moldean el comportamiento entre personas, bajo varias circunstancias específicas. Parece, que lo que puede pasar correctamente por una forma aparentemente silente de comunicación en la sociedad, son expresiones de lo que solo pueden ser "canales" del espectro de la radiación cósmica que funcionan, en efecto, como canales de "comunicación silenciosa" patente entre personas.13 .

Tales comunicaciones tienen una parte conocida en la experiencia desarrollada de los psicoanalistas capaces y especialistas en las ciencias del comportamiento humano. Todos los que entre nosotros se han encontrado con formas excepcionalmente bien desarrolladas de habilidades bastante confiables, en momentos especiales, para percibir este dominio, se ven fuertemente afectados por la conciencia de tales influencias en cierto tipo de escenarios, en especial cuando el escenario psicológico se percibe especialmente "tenso" de modo pertinente, tal como Shelley respondió a tales realidades en su En defensa de la poesía, y como John Keats expresó esta función de forma más vívida en su famosa Oda, respecto a su experiencia al contemplar una Urna Griega. Todo gran drama clásico, cuando se compone y se interpreta de modo competente, cae en la misma categoría general de implicaciones especiales.

Sin algún acceso a ese medio más amplio, apenas si sería posible el psicoanálisis competente. Mientras tanto, la experiencia inquietante de los "efectos de masas" que reflejan un tipo similar de "comunicación" que se irradia aparentemente a través de un medio distinto al de las nociones ordinarias de la percepción sensorial, constituye un aspecto importante del comportamiento humano en general.

A menudo, lo que se estima como poderes misteriosos de perspicacia con respecto a la experiencia de los procesos sociales del tipo que acabo de mencionar, son menos un reflejo de lo que se puede clasificar como "I.Q.", sino que, constituyen el efecto del desarrollo de una cualidad expandida del sensorium expresado a través de un medio de radiación cósmica externo al comúnmente llamado sensorium "ordinario", como en casos tales como la composición artística clásica.

Mis observaciones generales respecto al alcance del dominio ampliado de las comunicaciones que he descrito en este capítulo hasta ahora, tienen que ver con las implicaciones más amplias de la categoría general de la radiación cósmica. El efecto apropiado de atención a tales consideraciones más amplias, consiste en cambiar el énfasis de la tendencia a ubicar la identidad personal dentro de los límites de la percepción sensorial, hacia el acto de ubicar la identidad personal de uno en la consciencia que uno tiene como el observador de esos aspectos de la conducta humana que liberan la mente y sus intenciones de las exigencias alborotadoras de una pseudo criatura chillona encarnada en el dolor y el placer de lo que son meramente pasiones personales de percepción sensorial, en vez de la formación del concepto de principios eficientemente universales.

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III. La identidad humana: Dos tipos de mente

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La distinción que acabo de subrayar, al cierre del capítulo anterior, es una distinción entre la creencia confiada de una persona en la certeza sensorial, y por otro lado, el acento que pone la personalidad creativa en la autoridad superior de las formas de composición irónica centradas en el principio clásico de la ironía artística, como en el caso de los modos de expresión clásicos de la metáfora. Cualquiera que sea la crítica que se intente contra la autoridad de los Siete Tipos de Ambigüedades del difunto William Empson, las implicaciones de su razonamiento apuntan hacia una dirección que no sólo es verdadera para los modos artísticos Clásicos de composición, sino que son, concientemente apreciadas así, como una reflexión, ya sea intencional o no, del mismo principio de la mente humana expresado en los descubrimientos validados de principios científicos físicos de los más grandes de nuestros científicos.

Este nexo se trabajó prácticamente hasta el agotamiento, en las dos secciones sucesivas sobre la pedagogía de Kepler que llevan a su descubrimiento declarado del principio universal de gravitación. La presentación minuciosa que hicieron mis asociados de los detalles de este último descubrimiento de Kepler, sigue siendo única por su precisión y la autoridad relacionada, entre los trabajos disponibles sobre la materia, conocidos hasta ahora, hoy día.

Kepler fue implacable en el examen exhaustivo de las peculiaridades de la percepción sensorial humana, antes de su presentación explícita de su descubrimiento singularmente original del principio de la gravitación universal. El resultado de esta meticulosidad en el transcurso del descubrimiento, fue un principio de gravitación que se define, no por una medición matemática de acuerdo a una sola categoría de percepción sensorial, sino más bien, la demostración de un contraste irónico de dos nociones opuestas de percepción sensorial para abordar el fenómeno medido. De ahí la referencia de Einstein a la cualidad única del genio de Kepler en este respecto, planteando que el descubrimiento de Kepler se hace eco del hecho de que el universo es finito, pero no limitado externamente.

De este modo, la importancia sistémica más significativa del tratamiento que dan Kepler y Einstein al principio universal de gravitación, es la demostración de que las percepciones sensoriales como tales, no representan los principios reales de coherencia universal en el universo. Esto significa que las percepciones sensoriales no son más que sombras de los principios de acción reales en el universo. Esto, a su vez, define un contraste ontológico de impresiones sensoriales entre los fenómenos de principio relacionados y el universo en tanto cognoscible a la mente humana.

La importancia de esa expresión de distinción ontológica en la recitación mecánica de una estrofa de poesía en inglés, y la musicalización del mismo conjunto organizado de palabras pronunciadas en una expresión definida en bel canto del significado de la misma estrofa, tiende a ilustrar el tipo de distinción cualitativa que se debe tener en mente. La diferencia es, en esencia, dejar que la máquina de escribir haga el discurso, y el uso de la voz humana para transmitir la ironía encarnada en la enunciación poética.

Para señalar ese pensamiento, considera las diferencias que se deben considerar entre, por un lado:

"¿Ser, o no ser?"

'Y por el otro, la corrección:

"¿Ser? "¿O, "No "Ser? "Esa "Es "La cuestión".

Luego, después de completar la lista de opciones:

"...Y, "Así, "la conciencia hace cobardes de todos nosotros..."

y al cierre:

"Así... a esa mirada torcieron rumbo".

¿No nos recuerda eso el comportamiento de la siguiente sesión de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, después de la elección general bianual más reciente?

No son las palabras las que contienen el significado pertinente; son los aspectos paradójicos de la totalidad de este soliloquio, lo que lo define como una unidad de sensación física literal de un pensamiento real, un pensamiento que representa, dentro de la expresión de sus límites, no un flujo de palabras, sino una unidad de acción autolimitada, una acción que moldea, implacablemente, paso a paso, lo que debe experimentar el público, no como palabras, sino la experiencia dentro de cada uno de ellos de una acción física dentro de cada miembro de ese público, que ha experimentado como la forma secuencias binarias, que llegan, que llegan como un redoble incesante de tambores en un funeral, uno tras otro, formando una sensación física, cada uno de los redobles de una marcha funeral de transformación física del que habla, en todo momento, del comienzo al fin. Es un ensayo para su tumba.

Desde ahí, llega la consecuencia pavorosa, golpe a golpe de tambor, como una marcha funeral. Una sensación rítmica de horror que fluye de ese soliloquio como unidad de acción, una unidad de acción que desata el destino que se alcanzará en los pavorosos momentos culminantes de ese drama en su totalidad. Dinamarca ya no existe, y una Noruega afligida revivirá ahora el error de Dinamarca. Para ambas, la muerte no fue un error; fue la vida que se había vivido, la que sería, una vez más, el desperdicio.

¿Qué más queda por decir? Para los que escuchan desde entonces la voz del dramaturgo Shakespeare a través del espacio, es un anticipo de la ruina de la casa Estuardo, y a menos que nosotros y nuestras naciones seamos más sabios súbitamente ahora de lo que han sido últimamente, es la marcha funeraria para todos nosotros. Este drama no es una locura de Shakespeare, sino como la advertencia de Federico Schiller contra aquellos tontos que no hicieron caso de la Paz de Westfalia, la advertencia de Federico Schiller en Wallenstein, como el Hamlet de Shakespeare, de lo que puede convertirse en la insensatez que puede ser la tuya.

El error trágico nunca es una equivocación como tal, sino, más bien la costumbre de continuar con la sandez de una nación, o conjunto de naciones, que les fue heredada antes del momento en que el drama fue puesto en escena. La tragedia no consistió nunca en la acción de ningún personaje individual, sino lo que esa sociedad había hecho para condenarse a sí misma, antes de fuese puesta en escena. La tragedia de Estados Unidos, fue, que la convención del Partido Demócrata en 1944, como una prostituta, llevó la enfermedad de Wall Street llamada Truman a su escenario presidencial.

¿Qué se puede decir, entonces, de quienes no le ponen el bigote a Obama, ahora?

La insensatez que se gana el nombre de "tragedia" no es nunca consecuencia de una sola acción, en y de sí misma. Estas especies de acontecimiento pertenecen a esas acciones, incluso una acción individual cuyo contenido decisivo se ubica ya sea en el efecto de elegir la vuelta equivocada en el camino, o la falta de reconocer la necesidad de regresar al cruce para encontrar el camino adecuado. No fue la elección de Obama lo que ha condenado a nuestro Estados Unidos a su terrible sufrimiento ahora; lo que nos condenó a sufrir todo esto, fue no haberle puesto el bigote a este Presidente, cuando se pudo haber hecho. La evidencia, que era concluyente, como de hecho la presenté yo, y a detalle, nunca se demostró que haya estado equivocado en este respecto en ningún momento desde el 11 de abril de 2009. Muchos, muchos han muerto ya debido a eso, y muchísimos más están amenazados ahora. De hecho, nuestra nación podría pronto dejar de existir.

La verdadera cuestión reside siempre en una elección de estado mental.

Notas

[1] EIR, 3 de diciembre de 2010 (http://www.larouchepub.com/lar/2010/3747fall_windsor.html) o LaRouchePac (http:/larouchepac.com/node/16619).

[2] Es decir, un dominio de radiación cósmica cuya existencia requiere poner atención a un campo de lo que se percibe eficientemente como efectos, pero que tiene una función comparable para la mente humana misma, distinta de las meras nociones ordinarias del rango de funciones de la experiencia sensorial que coinciden con el comportamiento meramente animal a menudo incluido de forma aparente en el comportamiento humano. Esto incluye los efectos considerados abajo, producidos por dominios pertinentes de lo que ahora se puede clasificar como radiación cósmica. El énfasis de Kepler sobre las experiencias percibidas que definen métodos del experimento científico decisivo, como se expresa en su descubrimiento singularmente original del principio de gravitación, es emblemático. La noción de Einstein del universo "finito, pero no limitado", expresa esta noción general. Ve el tratamiento de este tema más adelante.

[3] Así como el hombre es superior a las especies de existencia inferiores, así el hombre debe encontrar su propia existencia como una expresión de esa agencia superior que ha generado una humanidad distintivamente superior a la de las bestias. "El relojero tiene un hacedor".

[4] Estas consideraciones ponen en juego las implicaciones ontológicas asociadas por Lejeune Dirichlet y Bernhard Riemann con la cualidad revolucionaria de las implicaciones ontológicas para la física de las contribuciones de Niels H. Abel, en contraste con las perspectivas de Augustin Cauchy quien plagió y corrompió el trabajo de Abel del modo más desvergonzado. Luego de la atención al trabajo de Abel por parte de Dirichlet y Riemann, no hubo argumento competente para una física formalmente matemática, en vez de las matemáticas subsumidas por la atención a los principios universales expresados por una física competente. Me refiero a los fraudes asociados con los seguidores de Ernst Mach, y luego, los colegas de Bertrand Russell, por la parte de Russell, además de Whitehead, en el Principia Mathematica, y en los fraudes de Russell contra la ciencia durante los 1920 y más allá. La ciencia moderna real reside esencialmente dentro de los términos de principio de tales seguidores de Leibniz, el matemático más descollante de finales del siglo 17 y el 18, como Abraham Kästner, Gauss, Dirichlet, Riemann y Weber, y de los seguidores de Riemann como Max Plank, Albert Einstein, y V. I. Vernadsky.

[5] Una película cómica alemana de 1960.

[6] Ver el artículo complementario en preparación de Nancy Spannaus, sobre el rol de Hamilton. Http://www.larouchepub.com/other/2010/3748hamilton_constitution.html

[7] Véase las referencias bibliográficas de la familia de Jaques Necker, y la relación de la familia con Eduard Gibbon en Mistress to an Age de J. Christopher Herold (1958). Véase el tratamiento irónico de Gibbon a "Julián el pagano". Contrario al consejo de Gibbon, Juliano es el modelo propuesto para la presente llegada de la fase final del imperio británico, no su esperanza de virtual inmortalidad.

[8] Emblemático de esto fue el declive de la cultura de Sumer, un cultura otrora notable, pero que después degeneró de lo que había sido un asentamiento no semita en el Océano Índico de una cultura marítima de la región al sur de Mesopotamia, de un sistema de "servidumbre" de agricultores libres, al descenso de un sistema de campesinado, y luego de esclavismo. La ruina de Sumer a través de la salinización fomentada por esta degeneración cultural fue anterior al desarrollo de formas degeneradas como la de Babilonia después.

[9] Compara la intención de Dante Alighieri en su De Monarchia con la de Concordancia Catholica de Cusa, por ejemplo.

[10] Adam Smith, quien fue asignado por lord Shelburne para espiar a objetivos franceses y angloparlantes de Norteamérica, plagió secciones completas de los manuscritos que aún estaban por publicarse del fisiócrata A. R. J. Turgot, y los puso en sus propios escritos publicados.

[11] El verdadero Federico Engels salió a la luz los últimos años de los 1890, cuando los círculos de la Sociedad Fabiana confiaron en Engels para reclutar a Alexander Helphand (alias "Parvus") famoso por la "Guerra Permanente, Revolución Permanente", al entorno de la inteligencia británica. Marx mismo, sirvió como una pieza bajo control del jefe de los servicios de inteligencia británica, lord Palmerston, bajo el patrocinio de la organización de la Joven Europa. Existen numerosas ironías "deliciosas" y también lamentables en esos rumbos. A falta de principios verdaderos, los doctrinarios liberales se basaron en "conexiones" para su retórica, donde los necios sardianos como ellos mismos negaban el acceso a los principios.

[12] Sin embargo, incluso entonces, los hábitos adquiridos en cautiverio a menudo perduran, como cadenas de servidumbre acostumbrada, en el curso de generaciones aún por venir.

[13] La digitalización de la interpretación, la transmisión y grabación de las interpretaciones clásicas musicales, es típico de las artimañas con las cuales se han eliminado las facultades superiores de la mente humana de un medio esencial de la comunicación humana. Las políticas y prácticas fomentadas por medios tales como el Congreso para la Libertad Cultural, son emblemáticas de las prácticas virtualmente satánicas desplegadas para degradar la mente y la moralidad de las generaciones posteriores a la II Guerra Mundial.