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Cooperación interamericana para ponerle alto al terrorismo: primero, enfrenten los hechos

En las secuelas del ataque del 11 de septiembre a los Estados Unidos, ha habido un intenso debate en Iberoamérica sobre cómo responder al terrorismo, tanto a escala mundial como en las Américas. La reunión de cancilleres de la Organización de Estados Americanos (OEA) celebrada el 21 de septiembre convocó formalmente una reunión bajo los auspicios del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), el Tratado de Río, para abordar la cuestión de la acción hemisférica colectiva en contra de la amenza del terrorismo. Y en los meses venideros se darán otros pasos.

Pero el verdadero problema que enfrenta el mundo [la puesta en marcha de las primeras fases de un golpe de Estado en contra de los Estados Unidos por parte de elementos renegados que operan dentro de los servicios de inteligencia estadounidenses] ha quedado peligrosamente oscurecido por la adopción de posturas furibundas de los dos extremos en Iberoamérica. Por ejemplo, el líder cocalero boliviano Felipe Quispe respondió a los sucesos del 11 de septiembre ladrando: "Necesitamos este tipo de acciones para destruir al enemigo. Le enviamos nuestro saludo fraternal y revolucionario a los que realizaron el ataque. El imperialismo está matando al mundo".

Comentarios parecidos, aunque más circunspectos, se le oyeron al narcocartel de las FARC, así como a otras fuerzas reunidas en torno al Foro Social Mundial, organización del ricachón franco-británico Teddy Goldsmith que celebró su reunión de fundación en Porto Alegre, Brasil, a fines de 2000.

En el otro extremo, véanse los delirios recientes del autollamado "filósofo" brasileño Olavo de Carvalho, cuyas columnas se publican regularmente en los periódicos de la cadena O Globo de Brasil, encabezada por José Roberto Marinho, presidente de la rama brasileña del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) del príncipe Felipe. En una entrevista reciente, De Carvalho vituperó a cualquiera que critique las futuras represalias de los Estados Unidos por el ataque del 11 de septiembre.

"Todos los que colaboren con la desinformación y la guerra sicológica son también criminales. Son tan criminales como los que hacen estallar las bombas, y eso incluye a los periodistas, aun periodistas brasileños... Esos individuos son moralmente culpables del crimen de genocidio, porque eso es genocidio. Todos esos periodistas son culpables, son criminales... No tenemos que discutir ideas con esos sujetos; tenemos que someterlos a juicio por apología del delito", gruñó Carvalho.

De Carvalho concluyó echándole la culpa de los ataques del 11 de septiembre a China y Rusia: "Creo que si de veras hubo este apoyo chino, lo cual es muy posible, eso es un proceso de inducir una guerra... Esta es una operación de un servicio secreto sumamente hábil; es una operación para la KGB".

Rabia

Lyndon H. LaRouche, precandidato presidencial estadounidense para 2004, comentó que, a juzgar por su diatriba, es probable que Olavo de Carvalho esté urgido del tratamiento de Pasteur para la rabia. "Esto es como la Revolución Francesa. Hay que ver quién azuza los ladridos que vienen tanto de la derecha como de la izquierda. Son los globalistas [en el caso de De Carvalho, tendríamos que hablar de los O Globalistas] los que quieren un choque de civilizaciones, y tratan de ejecutar un golpe de Estado dentro de los Estados Unidos para producirlo".

"Hay tipos", explicó LaRouche, "que tratan fanáticamente de cerrar los ojos respecto al componente estadounidense interno del golpe que se intenta. Dan muestras de cobardía intelectual frente a las pruebas, y prefieren mejor ir a matar al gato del vecino. Los asusta la realidad, y prefieren ir a bombardear morenos en algún lugar remoto. Proponen despachar diez regimientos para ir a ocupar algunas tiendas vacías en las montañas de Afganistán".

"Esto no ayudará a los Estados Unidos. Sólo los destruirá", advirtió LaRouche.

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