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Seineldín:

Debemos encontrar dentro de nosotros la misión de construir un destino común como continente

El coronel Mohamed Alí Seineldín, héroe de la Guerra de las Malvinas, envió el siguiente mensaje a la reunión "La Guerra de las Malvinas y la crisis argentina 20 años después", que tuvo lugar en Río de Janeiro, Brasil, el pasado 2 de abril, en el vigésimo aniversario del inicio de la recuperación de las Malvinas.


Queridísimos hermanos iberoamericanos reunidos en Río de Janeiro en el seminario "La Guerra de las Malvinas y la crisis argentina 20 años después":

Es un gran gusto para mí llegar a ustedes en este vigésimo aniversario de la recuperación de las Islas Malvinas para conversar y hacerles algunos comentarios. Desde aquel 2 de abril de 1982 cuando se logró la recuperación de las Islas, y primó la alegría y primó la emotividad entre el pueblo argentino, sabíamos que esas islas eran una herencia divina y humana que nos correspondía.

A este momento le siguió una etapa triste, después del revés militar, que nos obligó no solamente ya a usar el corazón, sino también a emplear el raciocinio. Esta fue la etapa larga, donde fuimos descubriendo aspectos importantes de las Islas. Fuimos tomando conocimiento que en el área de influencia de las Islas se localizan grandes reservas de recursos naturales y constituye un punto de extremo valor estratégico.

Descubrimos también que ahí se inició un penoso proceso que iba más lejos que las fronteras de nuestra querida patria, Argentina. En el transcurrir del tiempo, nuestros pueblos iberoamericanos fueron paulatinamente sometidos al sistema liberal más perverso de la historia, a partir de una fraudulenta "deuda externa". Fuimos acarreados, uno a uno, por los cuatro Jinetes del Apocalipsis, para imponer su hambre, sus guerras, sus enfermedades y muerte a nuestros pueblos torturados cada día más en su lucha por su sobrevivencia. Así, la crisis alcanza niveles insospechados y sólo queda la alternativa: o nos salvamos todos, o nos hundimos juntos.

A propósito, sé que están reunidos no sólo por la gesta de las Malvinas, sino también por los 20 años de la propuesta que nuestro amigo Lyndon LaRouche llamó "Operacion Juárez", urgiendo a los gobiernos de las naciones iberoamericanas a unirse para enfrentar la ofensiva colonial que se iniciaba con la agresión a Malvinas por el Imperio Británico. Sin conocernos en ese momento, yo en campaña al mando del Regimiento 25 de Infantería, LaRouche movilizó su movimiento político internacional en defensa de la soberanía argentina. La Guerra nos sirvió para saber quiénes eran nuestros amigos y quiénes nuestros enemigos. Más tarde, y en las oportunidades que se me presentaron, siempre tratamos de juntar fuerzas para la unidad de la Patria Grande. Así fue en el Segundo Congreso Anfictiónico de Panamá, organizado en el año de 1988. Más recientemente, a partír del mayo de año pasado, y ya previendo la crisis a la que se sometería Argentina, reiniciamos una fase más activa de nuestra cooperación a través de los seminarios Brasil-Argentina, La Hora de la Verdad, que, como dije en la ocasión, fue una oportunidad para volvernos a juntar. Primero, para hacernos amigos; segundo, para hablar de nuestra maravillosa Patria Grande y, tercero, para intentar concretar este elemento, de pensamiento y acción, imprecindible. Insisto que se requiere un nuevo sistema monetario internacional como el propuesto por Lyndon LaRouche.

Esta etapa que la estamos viviendo hoy, y que, indagando ya en lo espiritual, en lo profundo del ser, nos preguntamos ¿qué fue Malvinas?, y aquí tenemos que elevarnos, y desde arriba, profundizar en la parte espiritual. Malvinas fue un gran mensaje que nos envió el Señor, fue un campanazo tremendo para despertarnos de que venía una etapa triste, crítica y difícil, como la que hoy vivimos, y que debíamos encontrar cada uno dentro de nosotros la misión de construir un destino común como continente y transmitirle a nuestros pueblos y al mundo un camino de esperanza fuera del sendero liberal, cruel y egoísta.

Queridos todos, les hago llegar un gran abrazo, ruego a Dios y a la Virgen de Guadalupe, Emperatríz de América, para que nos ayude en este momento crítico y nos ilumine en la gesta definitiva por la unidad iberoamericana.

Por Dios y la Patria Grande,

Mohamed Alí Seineldín,

Prision de Campo de Mayo, Domingo de Resurrección, 31 de marzo de 2002.

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