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Ciencia y cultura
El FMI ordena el cierre de la Orquesta Sinfónica de Colombia

La Orquesta Sinfónica de Colombia

por Javier Almario

Para cumplir con los recortes presupuestales ordenados por el Fondo Monetario Internacional (FMI), y en un afán no muy disimulado de suprimir la música clásica en Colombia, el gobierno del presidente de es país, Álvaro Uribe Vélez, está a punto de cerrar la Orquesta Sinfónica de Colombia y la Banda Nacional.

En respuesta, la Banda Nacional y la Orquesta Sinfónica decidieron lanzarse a una curiosa protesta en las primeras semanas de diciembre. Con conciertos ante los órganos de difusión y en las plazas públicas, salieron a defender las instituciones para las que trabajan. Una de las piezas que más usaron en esta inusual protesta, fue la Pequeña serenata de Mozart.

El primer anuncio en ese sentido, lo hizo Rudolf Hommes, ex ministro de Hacienda de la época del entonces presidente de Colombia, César Gaviria (1990–1994), y responsable de haber aplicado la apertura a las importaciones y la globalización económica que dejó en ruinas la economía y los ingresos del estado colombiano.

En un artículo del diario Portafolio el 26 de noviembre, Hommes afirmó que hay "que tomar resignadamente la decisión de dejar desaparecer" la Orquesta Sinfónica, porque ésta "absorbe el 20% del magro presupuesto del funcionamiento del Ministerio de Cultura".

A Hommes se le conoce como el Rasputín del presidente Álvaro Uribe, y fue el individuo que propuesieron los banqueros de Wall Street para ministro de Hacienda de su gobierno. Sin embargo, sus muy visibles lazos con Wall Street, en particular con la empresa Violy Biorum and Partners, empresa que patrocinó las calumnias contra el presidente Uribe, frustraron sus aspiraciones de ser ministro en este gobierno. Sin embargo, se ha convertido en columnista y personaje de la farándula, cuyas entrevistas y comentarios, que van desde el presunto derecho de los homosexuales a casarse, pasando por amenazas contra funcionarios, hasta sus ideas simplonas en materia de economía, que no difieren de las del tendero de la esquina —de comprar barato y vender caro—, aparecen en todos los óragnos de difusión.

Cada vez que el gobierno de Uribe amenaza con hacer algo por fuera de los dictados del FMI, Hommes surge como una especie de mazo de demolición para impedir el más leve desliz. Uribe intentó defender la agricultura con araceles, y Hommes movió sus contactos en Wall Street para hundir tal iniciativa. Uribe anunció que su gobierno promovería que los niños tocaran instrumentos musicales clásicos, y ahora Hommes sale con la idea de aplastar este género musical. En su artículo, tuvo el descaro de promover que la Orquesta Sinfónica se financiara organizando "orquestas de mariachis para darles serenatas a las novias de los yuppies bogotanos".

La ministra de Cultura, Adriana Mejía, que ya anunció el cierre de la Orquesta Sinfónica y la Banda Nacional, y su sustitución por una Asociación Sinfónica (que agruparía a las bandas de "rascatripas" que quedarían para animar bodas y fiestas), afirmó que son una "carga onerosa que anualmente le vale al Estado 3.100 millones de pesos (un millón doscientos mil dólares)", repitiendo los argumentos de Hommes. Lo que no dicen ni Hommes ni la Ministra, es que el gobierno gasta 3 billones de pesos (mil doscientos millones de dólares) anuales en bonos del Fondo de Garantía de las Instituciones Financieras para salvar los bancos nacionales (que en realidad son sucursales de la banca internacional) de una inminente bancarrota, y más del 50% del presupuesto se dedica al servicio de la deuda interna y externa. Si el gobierno no pagara intereses de la deuda, ese subsidio que los estados le otorgan a la banca privada internacional y nacional, tendríamos un déficit cero.[FIGURE 31]

El debate que inició Hommes coincidió con la visita a Colombia de Horst Köhler, director gerente del FMI, quien exigió que el gobierno aplicara todas las reformas diseñadas por el Fondo, entre ellas un recorte a las pensiones y a los gastos de salud y educación. El FMI pretende que el déficit se reduzca de casi 5% del PIB, a sólo 2%, sin recortar, por supuesto, el pago de la deuda.

Si el pueblo colombiano no defiende la Orquesta Sinfónica, el siguiente embate será contra las facultades de música de las universidades estatales, las cuales han sido calificadas por los "expertos" del Ministerio de Hacienda como las más ineficientes en cuanto a su "costo–beneficio", porque dictan clases individuales a los alumnos de instrumentos en comparación con la presunta eficiencia de las clases de derecho, donde un sólo catedrático dicta clase a 100 estudiantes.

No sería la primera vez que Hommes desparece una orquesta. Cuando fue ministro de Hacienda (1990-1994), obligó a los departamentos de Colombia a efectuar severos planes de ajuste, y en ese proceso desaparecieron la Orquesta Sinfónica del Valle, la Orquesta Sinfónica de Antioquia, la Orquesta Filarmónica de Medellín y la Sinfónica del Caribe. Dichas orquestas quedaron reducidas a grupos inestables que, en una lamentable condición de mera supervivencia, sólo se reúnen para una que otra presentación pagada.

A la ideología neoliberal de Hommes hay que sumarle una especie de ideología "neomaoísta", que permea los argumentos tanto de Hommes como de los que han manjeado el Ministerio de Cultura en los últimos años. Mao Tse Tung, durante la presunta "Revolución Cultural", decidió eliminar la música clásica de China con el argumento de que era una perversa música occidental burguesa y que la única música válida era la música folklórica china. Mao ordenó la destrucción y quema de todos los pianos, violines, violoncelo y demás instrumentos sinfónicos, así como los discos y libros de partituras de música clásica, en aras de conservar el atraso. Los músicos y muchos otros profesionales fueron obligados a realizar trabajos forzados, dizque para reeducarlos en la conciencia de la clase campesina. Tres generaciones de chinos sufrieron esta brutal represión cultural.

Por este mismo camino, el gobierno de Virgilio Barco eliminó el coro de Colcultura en 1986, porque según Barco, la población colombiana no tenía derecho a escuchar un coro de ópera, pues esa no era "nuestra cultura". A fines del 2001, dizque por razones presupuestales, en Bogotá, la capital colombiana, se eliminó al Coro Santa Fe de Bogotá, el único coro profesional que existía en Colombia.

La finada ex ministra de Cultura, Consuelo Araujo Noguera, afirmó en el 2000, durante el gobierno de Andrés Pastrana, que era absurdo que el presupuesto para la cultura se gastara en patrocinar música "extranjera" como la ópera y que las universidades del estado se dedicaran a enseñar música clásica, y que el esfuerzo debía centrarse en la promoción de los lamentos de los vallenatos.

La actual ministra, Adriana Mejía, afirmó que el género sinfónico "no tiene representatividad nacional", y dejó implícito que era preferible gastar ese dinero en bandas "papayeras" en los diferentes departamentos, dedicadas exclusivamente a la música bailable.

Hommes también mostró el mismo neo–maoísmo cuando, al salir del Ministerio de Hacienda para ser nombrado rector de la Universidad de los Andes, que pretende ser la sucursal de la Universidad de Harvard en Colombia, además de echar a los profesores de la Facultad de Economía que se oponían a la globalización, también la emprendió contra la Facultad de Música. No logró acabar con la Facultad, pero sí eliminó el programa de música para los niños.

Tal vez lo que Hommes pretende es eliminar el optimismo de la población colombiana, en especial el que se desprende de la cultura clásica, y que la población embrutecida no sienta ninguna esperanza mientras se aplican las políticas del FMI, que tienen quebradas las economías de casi todas las naciones del planeta.

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