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La influencia de LaRouche:
Italia impulsa 'Nuevo Trato' en la UE


El ministro de Economía y Finanzas italiano Giulio Tremonti propuso
crear un organismo europeo para financiar la infraestructura económica,
lo que refleja la tremenda influencia de LaRouche.

por Claudio Celani

El Gobierno italiano ha presentado su propuesta de reanudar las inversiones en infraestructura pública en Europa, pasando por alto las restricciones del "Pacto de Estabilidad" del Tratado de Maastricht. En un documento titulado "Acción europea por el crecimiento", publicado el 9 de julio, el ministro de Economía y Finanzas italiano Giulio Tremonti, propuso crear un organismo europeo para financiar "fuera de presupuesto" la infraestructura económica, siguiendo el modelo de la agencia de infraestructura italiana ISPA.

Si bien este es un resurgimiento del Plan Delors de corredores de transporte de la Comunidad Europea, de 1994, abandonado entonces y reanudado ahora en mayor escala, el que se lance en Italia en estos momentos refleja claramente la influencia del precandidato presidencial estadounidense Lyndon H. LaRouche, cuyas frecuentes invitaciones a Italia han dado pie a iniciativas en ambas cámaras del Parlamento en pro de un nuevo sistema monetario internacional. Dicha resolución, por un "Nuevo Bretton Woods", se encuentra ahora bajo consideración del Senado italiano.


Lyndon H. LaRouche durante una conferencia ante la Camara de
Comercio de Vicenza, Italia (Mayo 2003)

El nuevo "Instrumento de Financiamiento" esbozado por Tremonti se apoyaría en "la capacidad de crédito y la experiencia del Banco Europeo de Inversiones". Tremonti propone que la nueva entidad ofrezca bonos para generar 70.000 millones de euros al año para obras de infraestructura. Los bonos los avalarían los Estados miembros de la Unión Europea (UE), pero no se sumarían a sus déficit, pasando de largo los criterios restrictivos del Tratado de Maastricht. El Gobierno italiano ya está agitando en pro de la propuesta que Tremonti le ha planteado a sus colegas europeos y a los miembros de la Comisión de la UE; el 12 de junio la presentó a la Comisión de Finanzas del Parlamento Europeo.

"Tenemos motivos para creer que obtendremos un acuerdo a nivel de ministros de finanzas, y que el plan será plenamente aprobado en la primera reunión del ECOFIN (Consejo de Ministros de Economía y Finanzas de la UE—ndr.), presidida por Italia", que inicia el 1 de julio, dijo Tremonti. El documento italiano hace referencia al primer Plan Delors, de Redes Transeuropeas (RTE), que a su vez era reflejo bastante fiel del "Triángulo Productivo Europeo" propuesto por LaRouche en 1989.

Del Plan Delors al Puente Eurasiático

El proyecto de las RTE fue aprobado en la reunión de la UE en Essen, en 1994, e incluía 14 grandes obras de infraestructura que se tenían por prioridades. De éstas, sólo se han completado tres hasta ahora: el aeropuerto de Malpensa, el puente Copenhague–Malmö, y el ferrocarril Dublín–Cork. El principal motivo de este estancamiento ha sido la falta de fondos. Pero un comité especial creado por el ECOFIN y presidido por Karel Van Miert, ex comisionado de la UE, ha corregido y actualizado el Plan Delors, aumentando a 19 el número de proyectos prioritarios, para un nuevo total de 500.000 millones de euros en inversiones. En la primera semana de junio el grupo de Van Mier presentó su informe, que además propone aumentar a 75% la participación del Banco Europeo de Inversiones en cada proyecto, y extender de 25 a 35 años los plazos máximos de crédito. Entre las nuevas prioridades de las RTE se confirmaron todos los corredores que Italia considera estratégicos, tales como el Corredor 5 (Lisboa–Kiev), el de Génova a Rotterdam y el de Múnich a Nápoles.

Además se incluye por primera vez el puente sobre el estrecho de Mesina, que conectará a Sicilia con Italia continental. Esta decisión aumenta la probabilidad de que el ferrocarril de alta velocidad de Múnich a Nápoles se extienda hasta Palermo y Catania. El puente permitiría aumentar de dos a siete millones de personas la población de las áreas servidas por la línea de alta velocidad, lo que haría más rentable el proyecto para los inversionistas privados, dijo Giuseppe Zamberletti, presidente de la Corporación del Estrecho de Mesina.

El informe de Van Miert refuerza el carácter "eurasiático" de los proyectos de RTE, no sólo como manera de impulsar la productividad y las capacidades internas de la UE, sino extendiéndose hacia el Este y el Sur, como proyecto de la integración eurasiática que tan urgentemente exige la actual depresión económica mundial.

Domenico Sinsicalco, director general del Ministerio de Finanzas, recalcó la urgencia de esta iniciativa italiana para Europa, explicando que la motiva "un concepto sobrio, pero alarmado, de la caída en barrena que unos llaman deflación, y otros recesión", de la economía mundial. "Debemos levantar las expectativas inmediatamente, y luego emprender las obras en el más breve plazo posible", dijo.

La iniciativa italiana está cambiando la relación existente entre mercados financieros y Gobiernos soberanos; en tanto que hasta ahora los primeros le dictaban condiciones a los últimos, ahora la relación se invertirá. "Los gobiernos son los arquitectos de la inversión; ellos dan el impulso que falta, determinan el esquema; el mercado aporta capitales y agencia las obras en un marco de consenso operacional centrado en el papel de los Gobiernos del ECOFIN, de la Comisión y del Banco Europeo de Inversiones", declaró el ministro Tremonti al diario Il Foglio. "Ahora es el momento de las inversiones públicas condicionadas en el campo de la infraestructura material, que en Europa significa darle sentido a la apertura hacia Oriente y a sanear las desigualdades Norte–Sur", dijo.

En otras palabras, la integración de los países europeos orientales recién afiliados a la UE debe ser física también, y no sólo de liberalización de comercio y aranceles. El primer ministro italiano Silvio Berlusconi, adelantándose a Tremonti, instó a una intervención del Estado en la economía: "sugerimos que los Estados y sus instituciones deben intervenir, no en los gastos, sino invirtiendo en infraestructura, en tecnología militar, en investigaciones y educación".

Un nuevo mecanismo europeo de inversiones

El plan de acción italiano detalla propuestas para financiar infraestructura económica nueva en el plano europeo, con un capital mayor, de 150.000 millones de euros, a principios de 2003, lo que permitió aumentar de 234.000 a 375.000 millones de euros la cartera del Banco Europeo de Inversiones (BEI) para préstamos. El BEI todavía no ha prestado todo el dinero.

Además el banco podría comprarle carteras de préstamos a las instituciones financieras nacionales tales como las autoridades nacionales de transporte, que ahora financian la infraestructura económica, y reemitirlos al mercado de crédito como préstamos AAA. Ello potenciaría la capacidad del BEI de financiar infraestructura nueva, excediendo fácilmente los 70.000 millones de euros al año en préstamos directos, que evidentemente no representan un monto suficiente para impulsar una recuperación de la depresión económica que aflige a Europa.

Recibe apoyo el Plan Tremonti

Las reacciones a la propuesta italiana indican que Tremonti cuenta con el apoyo de sus principales socios europeos. El 12 de junio la edición alemana del Financial Times informaba que el canciller alemán Gerhard Schröder "ya ha dado su apoyo al plan". La prensa italiana indica que el gobierno francés apoyó desde el principio la iniciativa. También obtuvo el inesperado apoyo de la Comisión Europea: Gerassimos Thomas, portavoz de esa comisión, declaró al servicio noticioso Bloomberg que "es positivo. . . que algo se trate en el ámbito político para impulsar el crecimiento y la inversión en estas áreas de Europa, y compartimos en general ese objetivo". Loyola de Palacio, comisionado europeo de Transporte y Energía, dio a conocer que la iniciativa italiana "es una propuesta muy interesante". Pedro Solbes, comisionado de Finanzas de la UE, expresó por boca de un portavoz oficial que él considera que "la iniciativa italiana es una buena señal de confianza para la economía".

Por otra parte los medios de comunicación, generalmente muy atentos a los intereses de la comunidad financiera, han adoptado una actitud de resignación. El Frankfurter Allgemeine Zeitung, uno de los principales diarios de Alemania, en su edición del 12 de junio dedicó no menos de tres artículos a la propuesta de Tremonti, cargados de escepticismo e intentos por restarle importancia, describiéndola como un truco de Tremonti para "eludir ataques". El comentario editorial del diario, titulado "Maniobras italianas", advierte del presunto riesgo de que Italia, un país cargado de deudas, exporte sus vicios al resto de Europa; el destacado comentarista económico Heinz Brestel habla de "abrir de par en par las compuertas del dinero". Empero, aun Brestel debe reconocer que los nuevos "Bonos de la Unión" sí podrían atraer muy pronto flujos de capital para la infraestructura. "Vía libre a los `Eurobonos del Nuevo Trato' ", concluye Brestel.

Desde luego, el Financial Times de Londres ya lo entendió todo: Tremonti, el "cebador de la bomba" de liquidez, según lo llaman, ha encontrado la manera de que otros financien las mejoras de los "malos enlaces transalpinos [de Italia] con el resto de Europa". Pero ni siquiera este diario de los financistas británicos niega lo correcto de "alentar una mayor cooperación pública–privada en infraestructura. Eso podría abrirle al BEI un papel más importante en el aprovechamiento de los mercados privados de capital".

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