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Congresista Teixeira ante la Cámara de Diputados de Brasil
La guerra contra Iraq

Al hablar ante el pleno de la Cámara de Diputados de Brasil el 11 de abril, el congresista Irapuan Teixeira, del partido PRONA, dio el siguiente discurso sobre la estrategia de guerra perpetua de aquéllos que lanzaron la guerra contra Iraq.

El gobierno brasileño no hizo nada contra la guerra unilateral que el gobierno de George W. Bush, cautivo de un grupo de ideólogos neoconservadores coordinados por el vicepresidente Dick Cheney, desató en contra Iraq. Del mismo modo celebramos el notable crecimiento de un movimiento mundial antiguerra, pero no compartimos algunos de los análisis populares que ahí se plantean, los cuales desorientan el entendimiento sobre las causas reales de esa obsesión bélica de Washington y Londres.

La guerra no representa ni la fase final del capitalismo, ni una manera de lograr la recuperación económica, por la simple razón de que los Estados Unidos ya no disponen más de una pujante base industrial, sobre la cual el presidente Franklin Roosevelt pudo implementar su célebre Nuevo Trato y la movilización económica hacia la Segunda Guerra Mundial, de la cual el país emergió como la mayor potencia económica de la historia.

Por el contrario, a lo largo de las tres últimas décadas, la industria y la infraestructura económica estadounidense fueron devastadas por la misma ideología liberal heredada de la experiencia colonial angloholandesa, cuya hegemonia transformó la economía mundial en un casino financiero especulativo, provocando una crisis sistémica que ahora vive sus últimos estertores.

De la misma manera, tampoco se trata de una simple guerra por el control de los recursos naturales, como el petróleo del Oriente Medio y del Cáucaso, aunque es incuestionable que los Estados Unidos de América y sus escasos aliados, o mejor dicho, y su único aliado, podrían beneficiarse de eso en el corto plazo.

Estas explicaciones minimizan la naturaleza geopolítiÜntca del interés de los angloamericanos y de sus aliados en Israel. La embestida angloamericana contra Iraq representa un parteaguas para toda la humanidad, no sólo por su naturaleza abiertamente injusta e ilegítima, sino también por el efecto destructivo global sobre las propias bases del derecho internacional y la convivencia civilizada entre las naciones. El ataque angloamericano contra Iraq pronto podría definir una situación de guerra perpetua, cuya consecuencia inmediata podría ser un conflicto que involucrara a la desesperada Corea del Norte y, posteriormente, a otros países considerados rebeldes —ya incluso nombrados por los estadounidenses— para los designios imperiales de los belicistas de Washington y Londres.

Así, la ofensiva contra Iraq y las denuncias contra el régimen de Saddam Hussein, son apenas pretextos para poner en marcha un choque de civilizaciones, un estado de guerra perpetua, que comenzaría contra los pueblos islámicos y se extendería como reguero de pólvora a lo largo de las rutas de la integración eurasiática.

La destrucción del esfuerzo por establecer un Puente Terrestre Eurasiático, capaz de desatar un proceso urgente de recuperación económica mundial, es el objetivo primario de la ofensiva imperial.

La verdad es que el ataque a Iraq ha venido planeándolo desde hace más de una década, un grupo de ideólogos y planificadores supremacistas como Paul Wolfowitz, Richard Perle, Dick Cheney, Lewis Libby y otros, quienes ocuparan diversos cargos en el gobierno de Bush padre, y que ahora están de vuelta con Bush hijo. Teniendo presente que nos extenderíamos mucho analizando estos escritos, que también tiene a mano un crítico inteligentísimo, el periodista Lorenzo Carrasco (corresponsal de EIR—ndr.), me ha sorprendido la facilidad con la que los Estados Unidos tomaron a Iraq.

El gobierno brasileño debe estar pendiente, no sólo de la política interna, sino de la exterior, para que podamos preservar el país para nuestros hijos y nietos. Me preocupa la posibilidad de que Brasil sea invadido, como Iraq, por gobiernos belicistas que no tuvieron la más mínima compasión por el pueblo de ese país.

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