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Operación sinarquista continental
Los amigos de Blas Piñar incendian los Andes


Portada del periódico de los etnonacionalistas peruanos, cuyo lema
permanente es: “Peruano, sigue haciendo patria; siembra y consume
muchísima más coca”.

por Luis Vásquez Medina

Un contingente de desempleados, principalmente licenciados del Ejército, golpeados por una espantosa crisis económica, vistiendo camisas negras en un remedo de uniforme militar, fanfarroneando por las calles que si llegan al poder “faltarían balas para fusilar a tanto corrupto”, agitando un revanchismo contra un país vecino por una guerra de hace más de un siglo y hablando de su raza superior para gobernar su país.

Aunque las similitudes sean muchas, no nos referimos a la Alemania de Weimar ni al naciente partido nazi de principios de los 1930; es Perú hoy día. Estos nazis andinos forman parte de un grupo que se hace llamar los “etnonacionalistas” o “etnocaceristas”, encabezados en el campo por la familia de los Humala, quienes, con apoyo del Gobierno de Alejandro Toledo y financiados por los carteles del narcotráfico, se han convertido en el “fenómeno” político del Perú, a decir de la encuestadora estadounidense Gallup.

Las semejanzas con el movimiento nazi no son sólo formales. El movimiento etnonacionalista de los Humala es una operación de inteligencia que, desde su origen, fue dirigida y manejada por las redes sinarquistas francesas y españolas. Nació en los recintos académicos de la Universidad de la Sorbona de París, donde se cocinan y difunden las teorías nazis de la “etnohistoria” elaboradas por los herederos de la tradición de Vichy en Francia.[1] Hoy, la operación la maneja en Perú gente que pertenece a la internacional sinarquista del español Blas Piñar, un grupo de ultramontanos parapetados en el periódico La Razón. Estos sinarquistas peruanos, seguidores del conde Joseph de Maistre,[2] son partidarios de la idea de que el terror es la única forma de gobernar al país y, ahora, en alianza con los jacobinos de los Humala y con los carteles del narcotráfico, han inaugurado la etapa del narcosinarquismo, con el cual piensan incendiar toda la región. Esto ya ha comenzado en el altiplano peruano–boliviano con los linchamientos bestiales de funcionarios públicos en Ilave, Perú, y Ayo Ayo, Bolivia, donde el objetivo estratégico es destruir los Estados nacionales y facilitar la aplicación, en las regiones que los mismos sinarquistas vuelven “ingobernables”, del “corolario Rumsfeld” de la doctrina de globalismo imperial del Vicepresidente de los Estados Unidos, el neoconservador Dick Cheney. Al igual que Cheney, estos etnonacionalistas son “hombres–bestia” al estilo del gran inquisidor Tomás de Torquemada.

Las simpatías de los sinarquistas peruanos con los fines estratégicos de la camarilla de Dick Cheney son abiertas. La Razón es uno de los pocos medios de comunicación en el Perú que apoya la invasión a Iraq. En su demencial respaldo a las barbaridades que perpetra el sinarquismo mundial, el franquista Fernán Alstuve, uno de articulistas que escribe regularmente en las páginas de La Razón, y de quien hablaremos más a continuación, ha llegado a calificar el muro tipo Auschwitz que construye el primer ministro israelí Ariel Sharon en Palestina, de el “muro de la paz”.

Los etnonacionalistas peruanos son un típico movimiento sinarquista pro terrorista. Ellos fueron los únicos en Perú en alabar públicamente los atentados terroristas del 11 de septiembre del 2001, calificándolos de “genuinos actos antiimperialistas”. Su mensaje es una mezcla de chauvinismo revanchista con un milenarismo incaico.[3] Tienen como propuesta principal la legalización del cultivo de la hoja de coca, el viejo sueño de la mafia narcotraficante que aspira a extender de forma ilimitada la producción de la coca. Los etnonacionalistas no se cansan de señalar que, de llegar al poder, convertirían la hoja de coca en el emblema nacional, y que “los cocaleros serán declarados beneméritos a la Patria en grado heroico”.

La primera página de su periódico Ollanta trae permanentemente el lema “Peruano, sigue haciendo patria; siembra y consume muchísima más coca”.

Desde el 2002, los etnocaceristas de los Humala se lanzaron a tomar el control del movimiento cocalero peruano, fungiendo como fuerzas de choque de las mafias en las zonas cocaleras. Y han sido los principales organizadores de las marchas cocaleras que han llegado a las principales ciudades del país, incluyendo Lima. El 5 de septiembre del 2003, el periódico Ollanta realizó un foro “Agro, Coca y Nacionalismo”, que contó con la participación de dos personajes ligados a George Soros, el principal narcolegalizador del planeta, Roger Rumrrill, periodista pro legalización ligado a la revista NarcoNews; y Hugo Cabieses, el hombre de Soros en materia de legalización de las drogas en los Andes. Refiriéndose a los etnonacionalistas, Rumrrill comentó: “Aparentemente, la reacción a las multinacionales, a la globalización y al imperio norteamericano no sale de las clases medias, de los grupos políticos urbanos, sino que comienza a emerger desde el campesinado. . . Estamos viendo nacer uno de los movimientos políticos más importantes de esta década en América Latina”.

Por su lado, Cabieses, quien fue presentado como “el abanderado de la campaña en contra de la erradicación” de la coca, comentando el lema de primera página del periódico Ollanta, “Peruano, Haz Patria: siembra más coca”, pidió que se reemplace “siembra” con “consume más coca”, lo cual, como mencionamos, fue tomado en cuenta en las ediciones posteriores del periódico. En la última marcha cocalera de marzo de 2004, cuando 7.000 cocaleros llegaron a Lima exigiendo que el Gobierno de Toledo cumpla con su compromiso de legalizar el cultivo de la coca, el diario La Razón del 22 de marzo proclamaba en primera página: “Antauro Humala es el principal organizador de la marcha”. Y en su página central señalaba: “Con plantón, cocaleros y etnocaceristas reclaman reinvindicación de hoja de coca”.

Operación sinarquista continental

La operación de los Humala, desde que se lanzó públicamente con la sublevación del teniente coronel Ollanta Humala en octubre de 2000, ha contado con el efectivo respaldo del Gobierno de Toledo. En ese entonces, el líder de los Humala, acompañado por su hermano Antauro Humala, un mayor retirado del Ejército peruano hace años por medida disciplinaria, tomaron control de un cuartel del Ejército en la región fronteriza con Chile. La rebelión supuestamente era una protesta contra la corrupción del comando del Ejército peruano y del Gobierno de Alberto Fujimori.

La rebelión se disolvió por sí sola; la tropa que había sido engañada por los Humala, simplemente los abandonó después de pocos días. Los Humala fueron detenidos y juzgados por el Ejército. Sin embargo, meses después, fueron amnistiados por el gobierno que la OEA impuso en el Perú, que dirigía Valentín Paniagua, devolviéndosele el grado y rango al teniente coronel Ollanta Humala.

Ante el ostensible desagrado que esa medida causó dentro del Ejército, el presidente Toledo “premió” meses después a Ollanta Humala, enviándolo de agregado militar a Francia, donde el líder de los etnonacionalistas corrió a inscribirse en la carrera de doctorado de ciencias políticas en la Universidad de la Sorbona de París, el centro histórico de la “antropología de la acción” y el “indigenismo” imperial. En mayo de 2004, el Gobierno de Toledo lo designó agregado militar en Corea del Sur, un lugar clave para sus planes políticos si tomamos en cuenta las simpatías que el movimiento de los Humala ha hecho públicas por los líderes comunistas de Corea del Norte.

El continuo apoyo del Gobierno de Toledo al movimiento etnonacionalista no ha sido nada escondido: en abril de 2004, cuando la opinión pública presionaba para que el gobierno reprimiera a los etnonacionalistas, el entonces ministro del Interior, Fernando Rospigliosi, se negó a hacerlo, aduciendo que “si investigamos a Humala, nos acusarían de persecusión política”.

En su trabajo organizativo, el movimiento de los Humala también ha tenido el apoyo de muchos “ex” cuadros de Sendero Luminoso. Máximo Grillo, un conocido “doctrinario senderista” en la Universidad de San Marcos, regularmente dicta conferencias en la escuela de cuadros del movimiento; Maluencha Prado, un folclorista ayacuchano que fungió por varios años como el embajador de Sendero en Europa, es su principal promotor artístico; y la prensa peruana ha revelado múltiples otros casos de cuadros senderistas que se han unido al movimiento de los Humala, sobre todo en provincias del interior del país.

El periódico Ollanta, con misterioso financiamiento, se ha extendido casi a todo el país y a parte de Bolivia. De hecho, el movimiento nazi de los Humala es sólo parte de una gran operación etnonacionalista continental centrada en los países andinos de américa del Sur. Este quincenario anunció el 15 de octubre de 2003 que reservistas etnocaceristas cruzaron la frontera con Bolivia para apoyar las revueltas campesinas que derrocaron al Gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada. Recientemente, en medio de las huelgas y marchas que hoy tienen en jaque al Gobierno de Toledo, Antauro Humala ha declarado que “la solución a los problemas nacionalistas es un ‘bolivianazo’ ”.

En Bolivia, el movimiento de los Humala ha establecido fuertes vínculos con el movimiento cocalero, en especial con el movimiento MAS de Evo Morales y el Movimiento Pachacutec del guerrillero Felipe “el Mallku” Quispe.

La edición del 20 de febrero de 2003 de Ollanta proclamó: “El auge de los movimientos etnonacionalistas en Ecuador, Bolivia y Perú, tiene muchas similitudes”, y denunció un atentado contra el presidente de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE), Leonardo Iza, quien, junto a la Confederación de Pueblos de Nacionalidad Kichwa del Ecuador (ECUARUNARI), son, según el mismo periódico, las bases del etnonacionalismo en Ecuador.

Las relaciones entre los humalistas peruanos y el Movimiento Bolivariano de Hugo Chávez van más allá de una simple comunidad ideológica. Según lo ha declarado la amante de Antauro Humala, Nora Bruce, Hugo Chávez es uno de los principales financistas de los etnonacionaolistas. El periódico Ollanta propagandiza de forma permanente los logros de la “revolución bolivariana en Venezuela”, y funge de distribuidor para Perú y Bolivia de los libros de Hugo Chávez. Según la señorita Bruce, a quien hasta la fecha no han desmentido, uno de los nexos importantes entre Chávez y los Humala es el general en retiro de la Fuerza Aérea venezolana, Francisco Visconti, a quien respaldara el agente de Blas Piñar enquistado en el movimiento de Lyndon LaRouche por varios años, Fernando Quijano, cuando el general estuvo asilado en Lima a principios de los 1990. Visconti, en ocasiones posteriores, ha ido furtivamente varias veces a Lima.

En un artículo titulado “Hugo Chávez: ¡Ojalá tuvieramos en el Perú un ‘dictador’ así”, Ollanta denuncia las supuestas maniobras de la CIA en contra del Gobierno de Hugo Chávez, de quien dice que es “un comandante tropero, de color humilde (primer gobernante no blanco de Venezuela en 5 siglos) que rescata la democracia popular en Latinoamerica”.

En otro artículo publicado a fines del año pasado, y firmado por Eloy Villacrez Riquelme, un ex capitán del Ejército peruano que fue dado de baja por encabezar una rebelión comunista en 1976 y que pasó varios años asilado en Caracas, se dice que con la aparicion de Hugo Chávez, “el caso peruano, con su agregado étnico nos hace vislumbrar una patria grande y única, compuesta (además de Venezuela) por los actuales Perú, Ecuador y Bolivia”. Eloy Villacrez es el nexo peruano con el movimiento chavista. Él viajó junto con Antauro Humala a principios del 2004 a una reunión del Movimiento Bolivariano en Caracas, a invitación del propio Chávez.

Para los etnonacionalistas, la unidad política de los países andinos se basa en la “etnia común” indígena de los mismos.[4] Esta idea es muy similar a la propuesta de los hispanistas ultramontanos que buscan “rescatar” el “Gran Perú”, volviendo a las fronteras que existían antes de la restauración borbónica en el siglo 18, en el Virreinato Habsburgo de Perú, y que abarcaba lo que hoy es Ecuador, Perú y Bolivia.

La filosofía del hombre-bestia en los Andes

Tal como dicta la doctrina nazi de la etnohistoria francesa, los humalistas sostienen que la historia debe verse como la lucha de las etnias por la supervivencia. En esta lucha triunfará la etnia más fuerte. Antauro Humala expone este darwinismo social con claridad: “El mundo para los más aptos: el que no vence o no se adapta, está destinado a la extinción, recuerdo, olvido. Esto rige desde el átomo, la molécula y la célula, hasta la lucha intergaláctica. El dinosaurio, el tigre de Tasmania, el pájaro dodo, el neandertal y gran número de etnias cobrizas y negras ‘perdieron’, supongo que luchando contra el clima, el hambre, fieras y (en el caso del homo sapiens) además contra otras etnias competidoras”.

“Centrándonos al campo cultural ‘humano’ ”, prosigue, “la Ley de la Selección Suprema también rige. El choque de civilizaciones las refiere: las invasiones ‘bárbaras’ al impérium, el tráfico de negros. La ‘colonización’ de América, el despoblamiento de Indias, la conquista del Far West, la propia conquista del Perú, etc.”[5]

El periódico Ollanta ha publicado más de una vez el famoso decreto de guerra racial de Túpac Amaru, quien a fines del siglo 18 encabezó la más grande rebelión “milenarista”, que abarcó a toda América del Sur. La rebelión de Túpac Amaru, quien se proclamó inca rey de Perú con el sorprendente nombre castizo de José I, fue la respuesta de la orden jesuita a su expulsión de América del Sur en los 1700. Y el famoso decreto de “Tiquina” de 1780 decía: “Manda el soberano Inka (Túpac Amaru) que pasen a cuchillo a todos los corregidores, sus ministros, cobradores y demás dependientes, como así mismo a todos los chapetones, criollos y toda persona que sea o parezca ser europea”.

El minelarismo incaico, que reclama el regreso al Tahuantinsuyo incaico, se ha elaborado en base a una serie de mitos y leyendas “rescatadas” por la antropología francesa y estadounidense, en estudios que fueron iniciados por Paul Rivet a fines de la década de los 1940. Una serie de predicciones “mágicas”, llamada “Pachacutec” o “Inkari”,[6] señala que después de 500 años ha llegado el momento de la resurrección del antiguo imperio incaico. Por otro lado, tal como lo hemos denunciado desde el 2000, este operativo sinarquista busca la destrucción de las Fuerzas Armadas, introduciendo un elemento subversivo de corte “étnico” en las filas de los reclutas, sobre todo los de procedencia campesina.

Los Humala y compañía han tenido asidero en una pequeña tradición fascista que se introdujo en las Fuerzas Armadas peruanas desde el despliegue del general Wilhelm Von Faupel, quien dirigió la misión militar alemana en Perú entre 1927 y 1930, y llegó a ser el inspector general del Ejército, como parte del despliegue nazi a España e Iberoamérica. Hoy día, varios altos oficiales retirados del Ejército están vinculados al movimiento etnonacionalista. Entre ellos destacan los generales retirados Ludwig Essenwanger Sánchez, Eleazar Gutarra, Chávez Valenzuela y Gustavo Bobbio Rosas.

El general Essenwanger Sánchez es todo un caso. Fue director del Servicio de Inteligencia peruano durante el Gobierno de Fernando Belaúnde Terry (1984–1985); hoy anda en motocicleta vestido de chaqueta negra de cuero y es uno de los principales “instructores” del movimiento etnonacionalista. Su hermano Juan Essenwanger fue un connotado líder senderista que murió en la rebelión de los presos senderistas en la Cárcel del Frontón en 1988.[7]

La Razón: nido del sinarquismo peruano

El diario sinarquista La Razón, no sólo es el vocero de los hispanistas ultramontanos y propagandizador de las tesis del filósofo de cabecera de los sinarquistas, Leo Strauss, sino que es el principal promotor del movimiento etnonacionalista de los Humala. Este diario apareció en el 2000, con la intención de aglutinar la oposición al Gobierno de Toledo. Sus dueños, la familia de origen judío Wolfenson, colaboraron de forma estrecha con el rasputín de Fujimori, Vladimiro Montesinos, montando un imperio periodístico con una serie de diarios de bajo precio, llamados en el Perú “diarios chicha”. Son publicaciones de alto contenido pornográfico y amarillista, y que tenían además la función de “demoler” a los opositores políticos del gobierno en ese entonces. Fueron una de las operaciones más sucias de “ingeniería social” que se hayan hecho en el país.
Sus dueños, que en privado repiten la calumnia de que Lyndon LaRouche es “antijudío”, sin embargo, se han aliado a lo más sucio del neofascismo en el Perú. El abogado y principal asesor político de la familia es nada menos que el sinarquista Fernán Altuve Febres–Lores. Este personaje, quien está ligado a Blas Piñar y es miembro del comité editorial de la revista sinarquista argentina Maritornes, tuvo mucho que ver en la creación del diario La Razón, que tomó su nombre de La Razón Española.

Acompañan a Altuve una serie de sinarquistas, algunos de ellos ultramontanos hispanistas (Víctor Samuel Rivera, Martín Santibáñez), que terminan sus artículos con el lema “Viva Cristo Rey”. Otra figura clave es el veterano sinarquista peruano Juan Vicente Ugarte del Pino, un abogado que fue presidente de la Corte Suprema de Perú, quien se autodenomina “el mejor amigo de Blas Piñar en Perú”, y se ufana de ser uno de los principales historiadores del revanchismo contra Chile. Ugarte del Pino, que es un público defensor de Hitler,[8] es también asesor legal de la familia Wolfenson y editorialista permanente de La Razón.

La propaganda abiertamente franquista de este diario va de artículos editoriales donde se cita a José Antonio Primo de Rivera, hasta proclamas en las cuales se dice que la hora del carlismo ha llegado para Iberoamérica.[9] Junto a estos mensajes abiertamente franquistas, La Razón —tal como luego detallaremos— a través de su columnista estrella Eduardo Hernando Nieto, se ha dado a la tarea de propagandizar y popularizar las tesis nazis de Leo Strauss.

Lo que ha caracterizado al diario es su propaganda a favor de la liberalización del cultivo de la coca, habiéndose convertido en la principal tribuna de los legalizadores y del movimiento cocalero en el Perú. Este es el punto central en su alianza con el grupo nazi de los Humala. Y debido a ello, la Razón se ha convertido, tal como los propios dirigentes del etnonacionalismo lo reconocen, en el vocero cotidiano de este grupo. Casi no hay día en que La Razón no publique alguna entrevista con algún dirigente etnonacionalista. Y, a fines de 2003, con un inusitado despliegue propagandístico de primera página, este diario publicó una serie de reportajes biográficos de la familia Humala.[10]

Por otra parte, la línea editorial de La Razón está al servicio de la plataforma política de los etnonacionalistas. Así, el gran despliegue periodístico que realiza denunciando la supuesta amenaza chilena inminente y el peligro de una nueva Guerra del Pacífico (campaña en la que han destacado Fernán Altuve y Ugarte del Pino), sólo ha beneficiado a la plataforma revanchista antichilena de los Humala.

Las relaciones de La Razón y los Humala es algo extraña para muchos analistas. Parece raro ver juntos a los Wolfenson, una familia que hizo dinero con Montesinos y que es el prototipo de la corrupción en Perú, con los Humala, los supuestos campeones contra la corrupción. En más de una oportunidad, este extraño matrimonio ha sido cuestionado, incluso por los militantes etnonacionalistas. Frente a las críticas, Antauro Humala ha contestado que dicha relación es benéfica y necesaria para ambas familias: “La Razón levanta su alicaído tiraje con nosotros, y además en su confrontación con la otra mafia, bajo el slogan de ‘el enemigo de mi enemigo es mi amigo’, nos utiliza. Nosotros también a ellos: promoción y respuesta instantánea y diaria (pues el Ollanta es quincenal) a los ataques del resto de la hedionda prensa criolla”.[11]

La Razón promueve a Leo Strauss

La Razón, el único medio escrito en Perú que defiende la invasión a Iraq, se ha convertido en el principal difusor de las ideas del filósofo nazi Leo Strauss. La cintilla “Lea todos los miércoles al filósofo straussiano Eduardo Hernando Nieto”, adornó sus páginas por un largo tiempo. Esta campaña comenzó en el mismo momento en que se difundían en el Perú las denuncias de Lyndon LaRouche sobre los neoconservadores estadounidenses, discípulos todos de Leo Strauss, y sus sueños de imponer el fascismo global.

Eduardo Hernando Nieto, autoproclamado seguidor del filósofo judío nazi Strauss, hasta entonces era un oscuro profesor de la Universidad Católica de Lima. A la par que publicaba sus artículos en La Razón, comenzó a dar conferencias en la escuela de cuadros del movimiento etnonacionalista de los Humala. Hernando Nieto es miembro de la red de información sinarquista Kalki, la que en Argentina es dirigida por Alejandro Biondini, quien tiene un partido nazi (Partido Nuevo Triunfo) cuyo símbolo es la suástica. En Uruguay, la integra el Frente Nacional Revolucionario, Orgullo Skinhead y Uruguay Anticapitalista; en Chile, Al Sur del Mundo; en España, Juventud Nacional Revolucionaria, Nueva Era y el Partido Nacional de los Trabajadores; en Italia, Alianza Nacional, Fuerza Nueva, el Movimiento Fascismo y Libertad, y el Movimiento Social Italiano. La palabra Kalki significa en hindú “la última reencarnación de Dios”, el que viene a poner fin a “la era oscura” y a imponer “la era de la rectitud en la ley”. Los fundamentalistas católicos identifican a Kalki con el arcángel Miguel, el vencedor de la última batalla contra el dragón y sus partidarios.

Hernando Nieto tiene sus conexiones con las redes sinarquistas argentinas a través del filósofo Alberto Buela —especialista en Heidegger, Hegel y Aristóteles—, quien tambien se nutre de la influencia del jurista nazi Carl Schmitt. Es colaborador de la revista que dirige Buela, Disenso, la primera revista iberoamericana de metapolítica. Otra de sus conexiones sinarquistas es el filósofo chileno Francisco Widow, de la Fundación Pinochet, y muy cercano a Blas Piñar. Widow actualmente forma parte del consejo editorial de la revista Maritornes, cuadernos de la Hispanidad. Además, los trabajos de Hernando Nieto nutren al nacionalsocialismo chileno, donde sus trabajos son muy divulgados, como la revista La Ciudad de los Cesares, Philosophica.
Hernando Nieto ha escrito: “Sin la fama y corrección política de Hannah Arendt, el notable filósofo político judío nacido en Alemania, Leo Strauss, resulta hoy paradójicamente bastante familiar para la prensa internacional, a raíz de su supuesta influencia en el pensamiento político de muchos de los consejeros y analistas del presidente Bush, como Wolfowitz, Fukuyama o Kristal y, por supuesto, por el llamado neoconservadurismo”.[12]

Hernando Nieto, quien empieza sus artículos con el lema “Vetus Ordo”, es un buen discípulo del satanista Joseph de Maistre, sosteniendo con él la idea de que la violencia y el terror son la fuente más segura del poder, debido a que el hombre es fundamentalmente un animal: “La verdadera ética de la lucha franca es la que considera que el hombre es un animal racional y por ende la guerra es natural, es decir, que no estamos ante la pura animalidad como parecen creer los que dominan la tecnología y bombardean donde les da la gana, ni ante la pura racionalidad como preconizan los epígonos de los ilustrados, quienes se santiguan cada vez que se menciona la palabra guerra pero que, como decíamos, estarían dispuestos a utilizar las armas para acabar con aquéllos que aún consideran valiosa la guerra, como las fuerzas armadas por ejemplo. Desmistificar la guerra y adentrarnos en su metafísica es también una tarea pendiente”.[13]

La primera función de la política, según este seguidor de Strauss, es el restablecimiento del orden social, regresando a cada uno a su “categoría” prestablecida “de manera natural”.[14] La propuesta de Nieto, como él mismo lo dice, es que las tesis de Strauss se apliquen en el Perú, comenzando con su propuesta de la educación “liberal” straussiana: “La caótica situación de nuestra Patria, en donde la cultura de masas domina todos los espacios, hace prácticamente imperativo el recurrir a la obra straussiana y a la contundencia de su pensamiento. Con ello estaríamos recién en condiciones de empezar una actividad política seria que permita revertir la anomia”.[15]

El troquel nazi a favor de una educación elitista y el odio al Renacimiento Dorado es clara, y exime de mayor comentario sobre este filósofo nazi que es muy influyente al interior del movimiento etnocacerista, en especial sobre el general Edwin Essenwanger.

En su libro Pensamiento reaccionario,[16] Hernando Nieto expone a Hobbes, de Maistre, Donoso, Schmitt, Mills, Rawls y Habermas, así como a otros doctrinarios conexos. Según Nieto, estos filósofos reaccionarios tienen razón, pues el liberalismo ha fracasado. Según La Razón Española, diario que también promueve a Hernando Nieto, su libro es extraordinariamente erudito y comparte su visión de que “el pensamiento reaccionario está por encima de cualquier otro pensamiento político”.

Los filósofos del sinarquismo peruano

La Pontificia Universidad Católica de Lima (PUC), donde la oligarquía peruana mandaba a sus hijos a estudiar, y que tuvo como principal benefactor en la década de los 1940 al político y pensador reaccionario José de la Riva Agüero y Osma (quien terminó sus días apoyando a Mussolini y a Franco), ha sido el centro de irradiación del sinarquismo en Perú, tanto el de izquierda como el de derecha. Allí se desarrolló la teología de la liberación del cura Gustavo Gutiérrez, al igual que el pensamiento ultramontano hispanista. Hoy día, los herederos de dicha oligarquía sueñan con encontrar un paladín que les devuelva sus antiguos privilegios. Ven a Ollanta Humala, el líder del clan etnonacionalista, como el “nuevo Sánchez Cerro”. Luis M. Sánchez Cerro fue un mestizo que, también siendo teniente coronel del Ejército peruano, encabezó una rebelión militiar que derrocó al presidente Leguía en 1930. Sánchez Cerro, quien fue asesinado en 1933, era un ferviente católico y un hispanófilo de hueso colorado, y había luchado en ls guerras colonialles en las filas del Ejército español en África. La oligarquía peruana lo usó, con especial eficacia y ensañamiento, para detener el embate de los movimientos comunistas y populares que, a raíz de la crisis de 1929, pusieron en jaque al Estado peruano.[17] Esa oligarquía, que en su momento se encandiló con Franco y Mussolini, hoy, desde las páginas de La Razón, sigue clamando por la aplicación de las tesis de Primo de Rivera.[18]
Su patriarca es un cura del siglo 19, Bartolomé Herrera, quien fue un seguidor de De Maistre y que, entre otras cosas, se opuso a que se diera el voto a los ciudadanos que no sabían leer. Fue un ardiente defensor de la pena de muerte y de la vuelta de los jesuitas al Perú. Herrera, en 1844, se lanzó a formar una generación de “autoritaristas”.

Ahora, el llamado del grupo narcoterrorista de los Humala de “que el fusilamiento es el único camino para arreglar los problemas nacionales”, ha reavivado la polémica a favor de la pena de muerte, que con tanta vehemencia defendió Herrera. El diario Ollanta ha publicado y propagandizado repetidas veces el decreto de Simón Bolívar, dado en Lima en enero de 1825, por el cual éste implantó la pena de muerte a todos los funcionarios que “malversen” arriba de 10 pesos. La Razón ha hecho también gran propaganda sobre este tema, y para ello entrevistó al parlamentario Rafael Rey, miembro del Opus Dei y gran amigo del sinarquista venezolano Alejandro Peña, cabeza visible de la oposición más radical en Venezuela. Rey dice que aprueba la pena de muerte para “moralizar” el país, y Barba Caballero, otro parlamentario y socio político de Rafael Rey, ha declarado a La Razón que “el pensamiento Humala no me parece subversivo; las encuestas determinan que un 21 por ciento estaría de acuerdo con que se fusile a los violadores de niños, a los corruptos. Entonces, que me cuenten a mi también entre esa población. . . Así que realmente en este sentido, yo me sumo a ese clamor de cambios profundos de la legislación para poder alcanzar un orden más justo en el Perú”.[19]

Fernán Altuve Febres–Lores, hijo de un diplomático venezolano en Perú y en el Vaticano, y otra pieza clave del sinarquismo peruano, se ha convertido en el vocero de la “opción autoritaria”. Acaba de sostener una polémica con Hernando Nieto sobre las características de la “nueva derecha” peruana. Para Altuve, la nueva derecha debe basarse en el tradicionalismo y el conservadurismo, es decir, en el concepto ultramontano de “altar y política”. Altuve critica al straussiano de Nieto por ser “un laico” apegado a la meta política, es decir, por caer en el concepto “mundano” de que debe ser la cultura, en vez de la religión, la guía de la política.[20] Por estos conceptos, Altuve ha escrito que prefiere a Franco por encima de Hitler y Mussolini.[21] Sólo el origen divino del poder, según este amigo de Blas Piñar, es lo que legitima a un Estado; la democracia adolece de este defecto de nacimiento: “Si bien puede ser legal, está condenada al fracaso, porque no es legítima”.

Este último argumento, dicho sea de paso, es el preferido de Antauro Humala.

Junto a Altuve, entre las filas del sinarquismo peruano y como editorialista de La Razón, destaca Juan Vicente Ugarte del Pino, según él mismo, “el mejor amigo de Blas Piñar en Perú”. Ugarte del Pino es un viejo falangista peruano que llegó a ser presidente de la Corte Suprema del Perú y que se proclama como el principal historiador de la Guerra del Pacífico. Sin embargo, su nacionalismo no le prohíbe soñar con el regreso del dominio español en el continente.[22] Ugarte del Pino acaba de publicar en las páginas de La Razón un artículo defendiendo a la coca, según él por sus cualidades “geriátricas y terapéuticas”.[23] El artículo se publicó en el momento en que los cocaleros estaban en las calles limeñas exigiendo la legalización del cultivo de “el árbol de la vida” (tal como lo llama Ugarte del Pino).

Ugarte del Pino seguido viaja a España, y es el actual contacto de los sinarquistas peruanos con el Frente Español de Blas Piñar. Hay que notar que, en la actualidad, el secretario privado de Blas Piñar es el peruano Gianfranco Sangali, un egresado de la Universidad Católica de Lima, furibundo lefebrista y discípulo de Ugarte.

La lista del neoconservadurismo peruano, todos salidos de las canteras sinarquistas de la Universidad Católica de Lima, se completa con:

• Víctor Samuel Rivera,[24] quien es propagandizado por La Razón como su filósofo de la columna dominical y quien termina siempre sus artículos con “Viva Cristo Rey”, un fundamentalismo religioso que no le impide estar de acuerdo con el pensador satánico Friedrich Nietzsche.

• Martín Santibáñez Vivanco, actualmente estudia doctorado en ciencia política en la Universidad de Salamanca, también escribe para La Razón y dicta conferencias en Fuerza Nueva de Blas Piñar en España.

• Pedro Saldaña Ludeña, escribe para La Razón y cita a Primo de Rivera reclamando un golpe autoritario en el Perú.

• Antonio Peña Cabrera, asociado al sinarquista chileno Juan Antonio Widow, quien pertenece ala junta directiva de Maritornes.

• Manuel Migoñe, profesor que difunde el pensamiento de De Maistre en la PUC y en la Escuela Superior Naval.

• Alberto Wagner Reyna, el principal traductor de Heidegger en Iberoamérica.

• Ricardo Vásquez Kunse, un editorialista de La Razón y conferencista frecuente de la escuela de cuadros de los Humala.

Además de su proyecto Humala, estos sinarquistas se han desplegado para rodear y tratar de capturar al ex presidente Fujimori. En diciembre del 2002, apareció un artículo en el New York Times en el cual se anunciaba que Fujimori había terminado de escribir sus memorias políticas, en las cuales se iban a revelar todos los entretelones de su gobierno y su caída del poder en el 2000. Ese anuncio significó también el inicio de su campaña política para regresar al poder en el Perú, una campaña que ahora ha tomado vuelo con la constitución de un Nuevo partido político, “Fujimori sí cumple”, el cual, según las encuestas, bordea el 25% de aceptación. El artículo del New York Times también hizo hincapié en la “gran amistad” que unía a Fujjimori con la familia Bush, una amistad que, se sobreentendía, le posibilitaría su regreso a Perú.

¿Se dejará arrastrar Fujimori por estos cantos de sirena y por los consejos de los sinarquistas peruanos que lo rodean y le aconsejan hacer un pacto con los neoconservadores estadounidenses?

Un grupo de sinarquistas peruanos, que hace un par de años se autodenominaba “Los Patriotas”, está cobrando posiciones para tomar control del Nuevo partido político fujimorista. Carlos Raffo, el secretario del mismo, despacha con los sinarquistas de La Razón. Víctor Samuel Rivera y Fernán Altuve escriben de forma permanente en el boletín del Nuevo partido. En este proyecto, la intención de estos sinarquistas es ganar un espacio político y puestos en el Congreso usando la figura política de Fujimori. Pero su estrategia fundamental es incendiar toda la región con una serie de guerras étnicas y narcoterroristas.


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[1]Luis Vásquez Medina, “Proyecto senderista dentro del Ejército peruano: el extraño caso del levantamiento del coronel Humala”, Resumen ejecutivo de la 1a quincena de diciembre de 2000.

[2]Sinarquista francés del siglo 19, uno de los filósofos preferidos del movimiento neoconservador estadounidense, partidario de la tortura y del asesinato al estilo de la Inquisición española. Jeffrey Steinberg, “The return of the beasts”, en EIR del 21 de mayo de 2004, Vol. 31, No. 20.

[3]En su periódico Ollanta (12 de noviembre de 2003), los etnonacionalistas plantean un renacimiento incaico contrario a un renacimiento clásico: “Luego de mil años de oscurantismo, pestes, hambrunas e invasions, ciertos intelectuales patriotas europeos rescataron el modus operandi de los griegos. Acá los etnocaceristas queremos rescatar el modus operandi inca”.

[4]Ollanta, 5 de enero de 2003: “Si bien es cierto que actualmente se yuxtaponen ambos factores étnico y clasista), debemos considerer que el factor étnico es el estandarte que se bate en condiciones heroicas desde hace cinco siglos. Sería complicado enumerar la cantidad de rebeliones, levantamientos y sublevaciones ‘indias’ acaecidas desde Tierra de Fuego hasta Alaska El gran bastión etnocultural de esas etnias original lo constituyen, por su gravedad demográfica y vigencia cultural, el Perú, Bolivia y Ecuador, precisamente en donde los grupos etnonacionalistas son los que arañan el poder: el Movimiento Pachachuti de Felipe Quispe (Malku) en Bolivia, la Confederación Nacional Indígena (CONAIE) en Ecuador y los etnocaceristas en el Perú”.

[5]También en el libro Ejército peruano: milenarismo, nacionalismo y etnocacerismo, del mayor Antauro Humala, se afirma: “El enfoque étnico, puesto que conjuga la raíz biológica de la cultura —como es la raza— resulta más profundo que los enfoques ‘estrictamente culturales’ como podrían ser el político y económico. Se trata de un factor cuyo potencial, con más repercusión y desde antes que el factor clasista, sacude a la humanidad desde los conflictos tribales de la antigüedad”. En este libro, Antauro Humala revela su vínculo intelectual con el historiador pro Vichy francés Camile Julian, del cual toma la siguiente declaración: “El problema de la raza, sea cual sea la manera como se resuelva, es el problema más importante en la historia de los pueblos. Puede decirse que si estudiamos la historia es para resolver la cuestión racial”.

[6]El mito del “Inkari” cuenta que, después de mil años, los restos del Inka, que fueron descuartizados y enterrados en sitios alejados, terminarán de reunirse bajo la tierra y el Inka renacerá y el imperio incaico volverá a levantarse. Este mito ha sido propagandizado por ciertos intelectuales “marxistas”, como es el caso de Alberto Flores Galindo.

[7]El general Essenwanger escribió el prólogo del libro Ejército peruano: milenarismo, nacionalismo y etnocacerismo de Antauro Humala, en el cual dice: “Al aceptar esta realidad [el aspecto racial del Perú] lograremos, en singular ascendencia y plural descendencia, la anhelada identidad nacional que, superando la natural tendencia a la pugna étnica por la selección natural y cultural, nos permitirá por fin desarrollar nuestro país”.

[8]En un artículo en La Razón Española No. 115, titulado “La imagen de España en el Perú”, Ugarte del Pino exculpa a Hitler de haber iniciado la Segunda Guerra Mundial: “Seis meses más tarde, el 3 de septiembre de ese año, Inglaterra, tomando como excusa que Alemania había recuperado el llamado corredor de Dantzig, inicia la Segunda Conflagración Mundial, entre 1939 y 1945”.

[9]La Razón publicó el 9 de marzo de 2004 un insólito artículo editorial escrito por el ex presidente uruguayo Juan María Bordaberry, en el cual proclama que la hora del tradicionalismo carlista ha llegado a Hispanoamérica: “La monarquía tradicional española nunca fue parlamentaria como la inglesa, ni absoluta como la francesa. Las leyendas negras diseminadas por la revolución han hecho de que se asocie la monarquía con el absolutismo y éste desde luego con la arbitrariedad. La monarquía española no puede apartarse de su legitimidad de ejercicio, es decir, la defensa de la fe, el respeto de los fueros, la unidad de la Patria y la vigencia de la justicia de Dios, con la restauración integral de la fe; Patria, con la reunificación primero en las conciencias y luego en los hechos de Hispanoamérica y el Rey, como retorno a las instituciones naturales de gobierno. Es larga y difícil la marcha hacia las fuentes, pero tenemos una Buena hoja de ruta: el tradicionalismo carlista, que si partiendo de una cuestión en apariencia dinástica, atravesó casi dos siglos para ser la conciencia de España, ha ganado nuestro respeto y nuestra confianza para la empresa”.

[10]Por esta serie nos enteramos que Antauro Humala fue educado en el colegio francés de Lima, que en su juventud fue un “fanático de Pink Floyd”, y que la canción “Otro ladrillo en la pared” de este rockero drogadicto “todavía lo altera”. Además se cuenta que la lectura de Los condenados de la tierra del sinarquista Franz Fanón le produjo “una catarsis”. El rock, “aunque parezca contradictorio, ejerce una gran fascinación al interior del movimiento humalista”. El periódico Ollanta ha publicado regularmente artículos en defensa de la contracultura. Uno de ellos, del 26 de noviembre de 2003, “Rock peruano: vitalidad nacionalista”, dice: “Respecto a que si el rock genera alienación en los jóvenes, pues no exactamente. Digamos que genera pasión. El rock es rebeldía, protesta, ir contra lo establecido, contra la cultura impuesta. Tiende, pues, a lo revolucionario”.

[11]Ollanta, 17 de diciembre de 2003.

[12]Hernando Nieto, “Democracia de élites”, La Razón, 19 de marzo de 2003.

[13]Hernando Nieto, “Sobre la guerra”, La Razón, 6 de agosto de 2003.

[14]La Razón, 18 de junio de 2003: “Así pues, la política seria y el verdadero conocimiento político siempre pasó por delimiter espacios, establecer funciones y definir identidades. En un sentido trascendente llamamos a esta acción ‘razar la línea’ y el arte político ha descansado precisamente en esto, en un acto de voluntad o en una decisión que marca la línea y establece fronteras, a saber: aquí el bien, allá el mal, aquí el Estado, en el otro lado la comunidad, sin mencionar muchísimas otras cosas como ciudadano–delincuente, sagrado–profano, hombre–mujer, etc. Esta línea sobre la que conversaban durante el siglo 20 Junger con Heidegger, o este Nomos, como lo llamaba Carl Schmitt, o hasta cierto punto esta voluntad de poderío de la que hablaba Nietzsche, era entonces la evocación del orden imprescindible para restaurar la civilización perdida justamente por quienes intencionalmente o sin tomar conciencia real intentaban desdibujar la línea y con ello generar la confusión y el caos”.

[15]La Razón, 30 de Julio de 2003. Nieto añade: “Específicamente, la educación liberal sería educación en y hacia la cultura occidental y tendría también como objetivo contribuir a la formación y consolidación de una democracia que se caracterice por la virtud de los hombres, esto en directa oposición a la democracia de masas propia de las sociedades contemporáneas decadentes, entre ellas evidentemente la peruana. En este sentido, podríamos afirmar —siguiendo a Strauss y haciendo un simple examen de la realidad— por la apatía electoral, la carencia de espíritu público, la mediocridad exasperante de los políticos y el consumismo. Como se puede ver, el acceso a una cultura de masas no requiere mayor esfuerzo intelectual o moral y, se puede decir, tiene un precio relativamente insignificante, por lo que su avance no resulta sorprendente”.
“Desde esta perspectiva la educación liberal sería —en palabras de Strauss— como una escalera que nos permitiría ascender de la democracia de las masas a un régimen de la virtud en el que se mantendrían las jerarquías y el pluralismo propio del mundo de la naturaleza al que pertenece ciertamente el hombre, a pesar de que desde el Renacimiento en adelante se nos trató de adjudicar una imagen totalmente alejada de la naturlaeza y del reino animal”.

[16]Eduardo Hernando Nieto, Pensando peligrosamente: el pensamiento reaccionario, Editorial Universidad Católica, Lima 2000, 296 págs.

[17]La oligarquía peruana, que perdió poder económico con la revolución del general Velasco Álvaro en 1968, siempre ha sido pro hispánica. En 1910, un presidente perteneciente a la oligarquía cambió la letra del Himno Nacional por considerarla muy antiespañol. En 1913, otro representante de esta facción, el presidente Billinghurst, le encargó una nueva letra menos “subversiva” al poeta hispanófilo José Santos Chocano.

[18]La Razón, 28 de abril de 2004, publica un artículo editorial de Pedro Saldaña Ludeña, otro colaborador frecuente, en la que dice que ha llegado la hora de imponer las ideas de José Antonio Primo de Rivera. “En consecuencia, es bueno recordar lo que afirmaba José Antonio Primo de Rivera, ese gran ideólogo español que dio su vida por sus ideales —fue fusilado— cuando en España se tambaleaba la Segunda República”. Saldaña Ludeña pasa a citar al propio Primo de Rivera: “El ejército es, ante todo, la salvaguardia de lo permanente; por eso no se debe mezclar en luchas accidentales. Pero cuando es lo permanente mismo lo que peligra; cuando está en riesgo la misma permanencia de la Patria —que puede, por ejemplo, si las cosas van de cierto modo, incluso perder su unidad— el ejército no tiene más remedio que deliberar y elegir. Si se abstiene, por una interpretación puramente externa en su deber, se expone a encontrarse, de la noche a la mañana, sin nada a qué servir. En presencia de los hundimientos decisivos, el ejército no puede servir a lo permanente más que de una manera: recobrándolo con sus propias armas. Y así ha ocurrido desde que el mundo es mundo, al ejército le va a corresponder, una vez más, la tarea de reemplazar al Estado inexistente”.

[19]La Razón, 2 de diciembre de 2003.

[20]En un artículo de La Razón del 6 de junio de 2003, “Legalidad y legitimidad”, Altuve dice: “Por ello es correcta la afirmación del jurista (franquista) español Álvaro D’ors al sentenciar que la democracia sólo conoce la legalidad, no la legitimidad”. Esa legitimidad, sostiene Altuve, sólo proviene de Dios y el “tradicionalismo, que se sostiene en el principio de ‘Trono y Altar’ y evoca el paradigma agrario del Antiguo Régimen con su protección paternalista de la Fe y la comunidad”. Este tipo de gobierno, dice Altuve, “en Francia está representado por los Legitimistas que defienden a la Casa de Borbón, en España por los carlistas, en Inglaterra son los llamados jacobistas, en Italia eran los ultramontanos de Pío IX y Pío X, y en Alemania fueron los partidarios del príncipe de Metternich”. Añade que este tipo de gobierno, “de su preferencia”, tiene como sus escritores “más conspicuos” al conde De Maistre, Meléndez y Pelayo, Juan Vásquez de Mella y Juan Donoso Cortés. En Perú, según el propio Altuve, estas ideas fueron acogidas por Bartolomé Herrera (1808–1864), José Ignacio Moreno (1767–1841) y José de la Riva Agüero (1885–1944), éste último un ardiente defensor del fascismo y del franquismo.

[21]La Razón, 1 de Julio de 2003, “¿A qué llaman derecha clásica?” Para Altuve, el problema de Hitler y de Mussolini, no así de Franco, fue que su nacionalismo revolucionario se contaminó con el izquierdismo, pues asumieron una estrecha visión laica del mundo y se contaminaron con el izquierdismo intelectual y el racismo pequeño burgués.

[22]Refiriéndose al hecho de que España se alejó de Iberoamérica después de 1898, cuando sale de Puerto Rico, Ugarte del Pino dice: “Los lazos que unieron España con América comenzaron a debilitarse, salvo las excepciones que hemos señalado como el caso de arbitraje. No hubo inversiones económicas, y excepto las corrientes migratorias y el singular intento de Cambó de crear la Compañía Hispano–Americana de Electricidad (CHADE) en Argentina, no hubo ningún otro intento. Los estudios económicos hasta la década de los 1970, se referían a la Época Virreynal. De pronto todo ha cambiado. Hay que recordar a Ullastres. Tras el ingreso de España a la CEE en 1985, la peseta se integra en el Sistema Monetario Europeo en 1989. El 2 de mayo de 1998, España pasa a ser miembro de la Unión Monetaria y desde entonces España vuelve la mirada a Iberoamérica, cuyos valores son ahora cotizados en la Bolsa de Madrid, siendo España el mayor inversor en el Mercosur y en la Comunidad Andina. De pronto, como dice Velarde Fuertes, lo que el desastre deshizo un siglo antes en 1898, ha sido más que restablecido un siglo después. España se creía desterrada de América, en la que ingleses, holandeses y franceses continuaban en Honduras Británica, en Jamaica, en Puerto España, en Aruba, en las Guyanas, en Martinica o en Guadalupe, con sus banderas al tope. ‘No, España, no podía considerer suyo ni el más pequeño peñasco del continente que un día descubrió’. Pero creo que no lo necesitaba, porque siempre estuvo presente con ese cordón umbilical del idioma, y en el corazón de todos”. Para Ugarte del Pino, no cuenta el hecho de que esos capitales españoles son en realidad ingleses; lo único que importa es la vuelta al Imperio Español. La Razón Española, No. 115, “La imagen de España en el Perú”.

[23]La Razón, 15 de mayo de 2004.

[24]Rivera, de quien se dice es el filósofo preferido del ex presidente Fujimori, cuenta que “el profesor Manuel Migoñe (de la PUC) me presentó a Donoso Cortés y a De Maistre, maestros a quienes debo mis más arraigadas convicciones”.

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