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A los financieros les preocupa Brasil
'Brasil es un perro', dicen banqueros sinarquistas

por Gretchen Small

Luiz Inácio Lula da Silva, el Presidente del Brasil, no quiere firmar un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional cuando venza el vigente a fines de este año, pero Brasil tendrá que hacerlo porque necesita otros treinta y tres mil millones de dólares en financiamiento extranjero para cumplir con los pagos de deuda que vencen en diciembre, según dijo el 8 de junio en Londres Roger Scher, jefe de Clasificaciones Soberanas de Latinoamérica de la agencia británica de clasificación de riesgos Fitch.

'Si decimos que es perro es perro'

Si Brasil decide no continuar bajo los dictados del FMI no obtendrá ese dinero. "Brasil todavía es prisionero del sentir del mercado. Si el mercado dice que Brasil es un perro, entonces Brasil es un perro", dijo el soberbio Scher.

Por tanto, el Gobierno de Lula debe anunciar de inmediato que negociará un nuevo acuerdo con el FMI. "Esto nos haría sentirnos más cómodos", dijo Scher. La misma mentalidad de "hombre–bestia" sinarquista se ve en las guerras que los angloamericanos libran en lugares como Afganistán e Iraq. El general Geoffrey Miller "me dijo que los presos son como perros, y que si les permites en cualquier momento creer que son más que un perro, entonces pierdes el control sobre ellos", dijo la general Janice Karpinski, ex comandante encargada de la prisión de Abu Graib en Iraq, en referencia a su sucesor, Miller, quien antes había estado a cargo de los prisioneros de EU en la base naval de Guantánamo, Cuba.

Cada vez más dispuesto a ladrar, si eso hace "sentir más cómodos a los mercados", el ministro de Hacienda Antonio Palocci, un ex militante trotskista ahora metido a hincha de Wall Street, aseguró que el Gobierno todavía no ha decidido si cancelar o no el acuerdo con el FMI.

Si alguien sabe del "sentir del mercado", ese es Scher. Fitch, junto con Moody's y Standard & Poors, emiten las calificaciones de crédito de los gobiernos y compañías, mismas que determinan si su deuda debe comprarse o venderse, y a qué precio. Cuando los grandes financieros quieren manipular el mercado, recurren a gente como Scher.

A los financieros les preocupa Brasil, el deudor más grande en el sector en vías de desarrollo, con una deuda gubernamental —federal, estatal y municipal— de más de 300 mil millones de dólares, encima de otros 200 mil millones en deuda empresarial y en inversiones extranjeras en la bolsa, que podrían retirarse en cualquier momento. Eso no es nada en comparación con el total de la deuda privada y pública de Estados Unidos, el deudor más grande del mundo. Pero, de Brasil decidir dejar de matar a su gente y canibalizar su economía para pagar la deuda, la moratoria resultante en los 500 mil millones de dólares en obligaciones extranjeras, todavía pudiera hacer volar al sistema financiero internacional.

El principal mecanismo que emplea el FMI para asegurar que Brasil le dé prioridad al pago de la deuda por encima de todas las cosas, es el superávit primario, que se calcula tomando todos los ingresos del gobierno menos todos los gastos, exceptuando el servicio a la deuda. Este "superávit" se destina exclusivamente a pagar la deuda. El FMI requiere que Brasil mantenga un superávit primario equivalente al 4,25% del PIB; en abril el superávit primario alcanzó la cifra sin precedentes de 3,8 mil millones de dólares, ¡extraídos de la economía en un mes para el pago de deuda!

Folha de São Paulo, uno de los principales periódicos del país, le explicó a sus lectores el 28 de mayo que el superávit primario de abril, "a pesar de ser un buen indicador fiscal y una noticia para que la festeje el mercado financiero. . . contribuyó a mantener la economía estancada". Ello, "porque el dinero recabado de impuestos que fue economizado para el pago de los intereses está dejando de ser invertido en obras públicas o en proyectos sociales, que podrían ayudar a reactivar la economía o a generar empleos".

Lo que desespera a los funcionarios brasileños en sus cabales es que, pese a todos los recortes que han hecho en los gastos necesarios vitales, no hay cómo escapar de la deuda por ese camino. El Gobierno pagó más de 13,7 mil millones de dólares en intereses en los primeros cuatro meses de 2004 usando tales superávit, lo que equivale al 8,08% del PIB, ¡y aun así la deuda brasileña siguió creciendo!

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