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La Unión Nacional Sinarquista de México

La ofensiva hitleriana contra Iberoamérica

por William F. Wertz, Jr.

Esta es la segunda entrega de nuestra serie sobre el sinarquismo en México.

Ya desde 1934 Hitler empezó a concentrarse en México como la clave de su estrategia para Iberoamérica. Según Hermann Rauschning, un político nazi que quedó desilusionado con Hitler y huyó a Suiza en 1936, Hitler estaba convencido de que México era “el mejor y más rico país del mundo, con la población más perezosa y despreocupada que haya sobre la faz de la tierra. . . México es un país que pide a gritos un amo capaz. Su gobierno lo está arruinando. Con el tesoro del suelo mexicano ¡Alemania podría ser rica y grandiosa! ¿Por qué no acometemos esta tarea?. . . Podrías comprar a este México por un par de cientos de millones”.

Hitler creía que podía tomar a Iberoamérica, no con ejércitos invasores, sino más bien mediante la subversión. “Crearemos una nueva Alemania ahí [en Sudamérica]. Ahí encontraremos todo lo que necesitamos. . . No desembarcaremos tropas como Guillermo el Conquistador conquistando Brasil por la fuerza de las armas. Nuestras armas son invisibles”.

Había un número importante de colonias en varias naciones iberoamericanas que los nazis organizaron. Sin embargo, con todo lo importantes que estas colonias pudieran ser para los propósitos de Hitler, él y su reichsmarschall Hermann Göring pronto reconocieron que, dadas las diferencias culturales y de idioma entre la Alemania nazi e Iberoamérica, la única forma de tener éxito era trabajando a través de España. Como escribió Göring en su periódico, el National–Zeitung de Essen: “España es la clave de los dos continentes. Sólo la victoria final de España puede preservar las verdaderas tradiciones y la cultura españolas de los países hispanoamericanos”.

En 1934 Hitler llamó al general Wilhelm von Faupel a la Cancillería en Berlín, y lo nombró jefe del Instituto Iberoamericano de Berlín. Von Faupel era conocido como el “general I.G.”, en referencia al hecho de que entre sus mecenas estaban Georg von Schnitzler, miembro de la directiva de la empresa química alemana I.G. Farben; Fritz Thyssen, el industrial Alemán que devino en el principal apoyo financiero de Adolfo Hitler y del partido nazi; el banquero simpatizante de Hitler, el barón Kurt von Schröder; y Franz von Papen. Como ex canciller del Reich, Von Papen promovió el ascenso de Hitler al poder luego de reunirse con éste en la casa de Von Schröder en Colonia.

Von Faupel ya tenía buena experiencia en Iberoamérica. En 1911 entró al cuerpo docente del Colegio de Guerra de Argentina en Buenos Aires; en 1921, después de la Primera Guerra Mundial, fue el asesor militar del inspector general del Ejército argentino; en 1926 tuvo un alto puesto en el Ejército brasileño, y luego, en 1926, fue inspector general del Ejército peruano.

Los nazis advirtieron que para poder dominar a Iberoamérica a través de España, tenían que aplastar a la república española. Así, el Tercer Reich conspiró con oficiales del Ejército español para llevar al general Francisco Franco al poder en 1936, usando a la Falange de José Antonio Primo de Rivera como su base de operaciones en España, y como el vehículo para penetrar a Iberoamérica. La Falange Exterior —una división hispanoparlante de la Organización del Exterior del partido nazi alemán— fue creada con este propósito.

Bajo la supervisión nazi, la Falange nació en México a semanas de que empezara la Guerra Civil española. La Falange oficial en México tenía 50.000 miembros. En julio de 1941 Eulogio Celorio Sordo fue enviado de España como jefe provisional de la Falange uniformada en México. Algunos dirigentes militares españoles de la Falange en México fueron el mayor Carril Ontano, a quien Von Faupel envió a México casi un año antes del ataque a Pearl Harbor; el mayor Francisco Garay Unzuenta; y el capitán Carlos Aravilla. Las órdenes venían del general Mora Figueroa, jefe de la Falange Española y ministro del Gabinete español.

Adolfo Hitler y Francisco Franco (der.) durante la Segunda Guerra Mundial.

Según un informe desclasificado de la inteligencia estadounidense fechado el 9 de marzo de 1942, la persona que hacía de jefe militar de la Falange antes de Ontano era Hans Hellerman. Este informe es importante porque identifica de forma concreta la participación de Von Faupel y de su Instituto Iberoamericano de Berlín, la forma en que los nazis y la Falange trabajaron de la mano en México, así como el entrenamiento militar que le dieron a algunos mexicanos. El informe decía que “sabemos de buena fuente que [Hellerman] es un director de la Gestapo en México. Su especialidad es el entrenamiento de tropas de asalto y se sabe que viene participando en el entrenamiento de tropas de choque para la Falange Española en México.

“Hay informes de que Hans Hellerman no sólo trabaja como agente de espionaje nazi, sino también como instructor militar de la juventud falangista, [y de que] asiste a sus reuniones y conferencias sobre temas de naturaleza política. Hay quienes afirman que existe la posibilidad de que Hellerman reciba sus órdenes desde el Instituto Iberoamericano De Berlín, el cual está bajo la dirección de D. von Faupel. Esta organización fue creada con el propósito expreso de penetrar en Latinoamérica.

“Los informes son que, antes de su llegada al Hemisferio Occidental, Hellerman era un jefe del partido nazi en España”.

“Un informante confidencial ha afirmado que Hellerman encabezaba el NSDAP [partido nazi] en España en 1936, y que antes de eso encabezaba al grupo nazi local de Barcelona. Su ingreso al partido nazi en España tuvo lugar en 1933”.

Cárdenas contraataca: la batalla por el patrimonio petrolero de México

El período crucial de la historia mexicana en el cual floreció la Unión Nacional Sinarquista (UNS) fue durante la presidencia del general Lázaro Cárdenas (del 30 de noviembre de 1934 hasta 1940). Éste fue el período en el que Hitler consolidó su poder en la Alemania nazi, y que luego apoyó al general Franco en la Guerra Civil española con el objetivo de usar a la Falange Española para tomar Iberoamérica y las Filipinas. Bajo Cárdenas, México fue la única nación de las Américas que apoyó a la república española contra la insurgencia de Franco en España.

Cárdenas estaba decidido a cumplir los objetivos de la Revolución Mexicana de 1910 y de la Constitución de 1917, que consistían en establecer a México como un Estado nacional soberano en control de sus propios recursos, incluido su petróleo, y en liberarse del dominio de la facción feudal de la Iglesia católica. Así, durante su régimen continuó la batalla de ya casi 20 años contra las empresas petroleras extranjeras, basándose en el principio de la Constitución mexicana de que la riqueza del subsuelo mexicano le pertenece a los mexicanos. Cárdenas también emprendió una reforma agraria. Expropió muchas propiedades feudales y haciendas, y repartió la tierra entre los campesinos desposeídos. También se abocó a brindarle educación pública al pobre México rural.

La política de Roosevelt del ‘buen vecino’

En su primer discurso de toma de posesión, el presidente Franklin D. Roosevelt dijo: “En la esfera de la política mundial, yo dedicaré esta nación a la política del buen vecino; el vecino que de modo resuelto se respeta a sí mismo y, al hacerlo, a los derechos de los otros; el vecino que respeta sus obligaciones y respeta la santidad de sus acuerdos en y con un mundo de vecinos”.

El presidente estadounidese Franklin D. Roosevelt (izq.) y el presidente mexicano Lázaro Cárdenas (der.), quien le dio la bienvenida a la política del buen vecino de Roosevelt. El acuerdo de buena vecindad entre México y los EU fue firmado en 1941, luego de que Cárdenas dejara la Presidencia.

El Día del Panamericanismo, el 12 de abril de 1933, Roosevelt aplicó esta política a las naciones del Hemisferio Occidental, afirmando: “Nunca antes el significado de las palabras ‘buen vecino’ ha sido tan patente en las relaciones internacionales”.

Con esta política, Roosevelt regresó a la intención original de la Doctrina Monroe, tal como la formuló el secretario de Estado de los EU, John Quincy Adams, quien instó a crear una comunidad de principio entre los Estados nacionales soberanos de América basada en el compromiso de fomentar el bienestar general de la población de cada nación. Esta política fue reflejo de la del Tratado de Westfalia, que acabó con la guerra de los Treinta Años en Europa en 1648. Este tratado estipulaba que la base de una paz dura

El presidente estadounidese Franklin D. Roosevelt (izq.) y el presidente mexicano Lázaro Cárdenas (der.), quien le dio la bienvenida a la política del buen vecino de Roosevelt. El acuerdo de buena vecindad entre México y los EU fue firmado en 1941, luego de que Cárdenas dejara la Presidencia.

dera estribaba en que cada nación actuara en “ventaja del prójimo”.

La política del buen vecino de Roosevelt fue, así, un rechazo a la interpretación imperialista de la Doctrina Monroe por parte del presidente Theodore Roosevelt. Franklin Roosevelt rechazó la acción unilateral y la intervención en los asuntos de los Estados nacionales soberanos del Hemisferio Occidental. En cambio, puso un acento en la seguridad mutua contra los agresores y el fomento del desarrollo económico para elevar los niveles de vida.

En el caso de México, Roosevelt no intervino para dar marcha atrás a la expropiación de 1938 de las empresas petroleras extranjeras, realizada por el Gobierno del presidente Lázaro CárÜntdenas. Por el contrario, en 1941 los EU firmaron un acuerdo de buena vecindad con México, reconociendo el derecho soberano de México a tener el control de su petróleo. Dicho acuerdo también incluyó la extensión de un crédito del Banco de Importaciones y Exportaciones de los EU a México, para el desarrollo de infraestructura.

La intención de Roosevelt era hacer de esta política, que al principio aplicó en el Hemisferio Occidental, la base de la política exterior estadounidense en todo el orbe luego de la Segunda Guerra Mundial. En septiembre de 1943 le dijo al Congreso de los EU: “La política del buen vecino ha tenido tal éxito en el hemisferio de las Américas, que su extensión al mundo entero parece ser el siguiente paso lógico”.

Por estas políticas, a Cárdenas lo acusaron falsamente de ser comunista, y los fascistas anticomunistas empezaron a organizar en su contra.

El 18 de noviembre de 1936 México aprobó una ley de expropiación “por razones de bienestar nacional”. Primero fue aplicada a los Ferrocarriles Nacionales, pero en 1937 Cárdenas creó la Administración General del Petróleo Nacional para administrar las propiedades gubernamentales. Es claro que éste fue el primer paso en dirección a la subsiguiente expropiación de las petroleras extranjeras.

A principios de noviembre de 1937 un portavoz de las petroleras extranjeras dijo que la decisión de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje del gobierno, de que las empresas petroleras debían pagar 26 millones de pesos en incrementos salariales a los trabajadores petroleros mexicanos, los obligaría a cesar sus operaciones.

Cárdenas aún no estaba listo para avanzar, y quizás todavía esperaba que las petroleras respetarían la decisión, de modo que el 14 de noviembre México le dio a Gran Bretaña una gran concesión en la zona rica en petróleo de Poza Rica. Para esto, Gran Bretaña ya controlaba 59% del petróleo mexicano.

El ex precandidato presidencial estadounidense Lyndon H. LaRouche enarbola hoy la tradición de la política de Roosevelt del buen vecino hacia México. Portada de dos de los folletos de la campaña presidencial de LaRouche.

Entonces, el 1 de marzo de 1938 la Suprema Corte de Justicia de México confirmó los hallazgos de la junta de arbitraje. Fue cuando las petroleras extranjeras impidieron que dicha decisión entrara en vigor, que vino la expropiación el 18 de marzo de 1938. La antigua ley española que establecía que toda la riqueza del subsuelo pertenecía a la nación, estuvo en vigor en México hasta 1884. Pero luego el Gobierno de Porfirio Díaz aprobó leyes que vinculaban la propiedad del subsuelo con la de la superficie, permitiéndole a las empresas extranjeras tomar control del petróleo mexicano. La mayoría de las concesiones petroleras a extranjeros fueron otorgadas entre 1905 y 1917. Pero en 1917 la Constitución regresó al concepto español original. No obstante, la Constitución de 1917 no pudo hacerse valer de inmediato por el poder que tenían dichas empresas, las cuales operaban en alianza con el elemento reaccionario de la Iglesia católica para incitar a la rebelión cristera de 1926–29, con el fin de derrocar al Gobierno mexicano.

La reacción a la expropiación fue instantánea: la Royal Dutch Shell y la Standard Oil Company le impusieron un boicot a México, y el general Saturnino Cedillo inició una revuelta militar contra Cárdenas, contando con el respaldado de las petroleras extranjeras.

El 13 de mayo de 1938 México rompió relaciones con Gran Bretaña, y sólo las reanudó hasta enero de 1942.

Durante su gobierno, que coincidió con el de Franklin D. Roosevelt en los Estados Unidos, Cárdenas contó con la inspiración del Nuevo Trato de Roosevelt, y confió en que éste cumpliría con su “política del buen vecino” (ver recuadro), que enunció en diciembre de 1932. Aunque Roosevelt no pudo evitar la imposición de ciertas medidas contra México por presión de las empresas petroleras, los EU no intervinieron. Como veremos, en noviembre de 1941, tras el Gobierno de Cárdenas, Roosevelt reafirmó la promesa de su política del buen vecino cuando México y los EU firmaron un acuerdo de buena vecindad, que reconocía la soberanía de México sobre la riqueza de su subsuelo.

Sin embargo, antes de que esto entrara en vigor, una de las consecuencias más terribles del boicot de la Royal Dutch Shell y la Standard Oil Company fue que México tuvo que venderle su petróleo a las potencias del Eje, entre ellas a la Alemania nazi, a la Italia fascista y a Japón, lo cual lo dejó indefenso ante una intensificación de la actividad subversiva del Eje. Como informó Betty Kirk, una periodista estadounidense con vínculos estrechos con el Gobierno de Lázaro Cárdenas: “El mayor consumidor de petróleo mexicano desde la expropiación hasta que estalló la guerra fue Alemania, que consumía el 50%. Italia tomó la mitad del resto. Es más, Alemania envió a México al doctor Joachim Herstlet, el segundo de a bordo en el Ministerio de Economía de Hitler, para fomentar los acuerdos aquí. Incluso el hermano del doctor Hjalmar Schacht, el viejo jefe del Reichsbank, hizo una visita a México durante el apogeo nazi”.

La ironía fue que tanto la Standard Oil de Nueva Jersey —controlada por los Rockefeller— como la Royal Dutch Shell también le surtían petróleo a los nazis, y trabajaron muy de cerca con el propio I.G. Farben al que Von Faupel le debía su trabajo en el Instituto Iberoamericano de Berlín. La Standard Oil también abasteció a los japoneses. Aun después del ataque contra Pearl Harbor, la Standard Oil le enviaba petróleo a la España fascista, la cual a su vez lo transfería a los nazis.

Cuando la Standard Oil y la Royal Dutch Shell emprendieron el boicot contra México, Alemania recibió el petróleo mexicano a través de la Davis Oil Company de William Rhodes Davis, quien tenía conexiones propias con Göring y Himmler, y quien, con el respaldo de I.G. Farben y Kurt von Schröder, recibió apoyo financiero del Reichsbank de Hjalmar Schacht.

Charles Higham escribió en Comerciando con el enemigo, que economistas tales como el doctor Joachim Herstlet hicieron acuerdos “para que Davis surtiera de combustible a la Armada alemana, mientras que Standard Oil abastecía a la Fuerza Aérea”.

El 12 de febrero de 1940 la embajada de los EU en la Ciudad de México informó que la Texas Oil de Arizona estaba coludida con grupos petroleros afiliados, entre ellos la Davis Oil Company, en el contrabando de armas hacia México en apoyo a un posible golpe militar del candidato presidencial mexicano que tenía el respaldo nazi, Juan Almazán, en caso de que lo derrotaran en las elecciones.

México condenó todas las agresiones que cometieron las potencias del Eje, rehusó reconocer a cualquiera de los gobiernos títeres impuestos por ellos en las naciones ocupadas, y fue el único gobierno americano en auxiliar a la república española. Pero el boicot petrolero había hecho a México vulnerable a la penetración de agentes enemigos que querían emprender una “contrarrevolución mexicana” para usar a México en contra de los EU, en caso de que éstos entraran a la guerra.

La ‘reconquista espiritual’ nazi de Latinoamérica

Betty Kirk escribió en 1941 que el general Franco había anunciado que la política exterior de España estaría dedicada a la “reconquista espiritual de Latinoamérica”. Lo que Franco quería decir con “espiritual”, era en realidad la conquista mundial nazi. El lema de Franco era: una raza, un idioma, una cultura y una religión; sin importarle que la religión católica profesa la universalidad y que, por tanto, no está limitada a una raza, a un lenguaje o a una cultura.

El 8 de octubre de 1938 Hitler y Franco firmaron un pacto que le daba a los nazis el poder de dirigir la política nacional e internacional de España.

La Gestapo entrenó a los fascistas españoles para que trabajaran para el Eje en Iberoamérica. Había escuelas para los españoles en Hamburgo, Brema, Hannover y Viena. A los graduados los comisionaban como oficiales del Servicio de Investigación Militar del Ejército español (SIM). A Alberto Mercado Flores, un oficial falangista veterano, lo enviaron a comandar las operaciones del SIM en México.

El artículo “Puentes a través del Atlántico”, publicado en el Deutsche Allgemeine Zeitung del 3 de diciembre de 1939, denunció que el modelo para venderle el anticristianismo de Hitler y sus nazis al mundo hispanoparlante, era el del Sacro Imperio Romano de Carlos V de Habsburgo, el nieto austríaco de la reina Isabel y del rey Fernando, quien también era Rey de España. El artículo dice: “La historia y la cultura han soldado los lazos que hay entre Alemania y los países iberoamericanos. Estos lazos se ven fortalecidos ahora por el Instituto Iberoamericano de Berlín. Este instituto estrecha aun más las relaciones entre los científicos, artistas, educadores y arquitectos alemanes y sudamericanos. . .

“Los Estados Unidos de América, a juzgar por su actitud política, parecen estar muy ligados al anglosajonismo a través de los océanos. . .

“España, Sudamérica y Alemania siguen, desde los días de Carlos V, sus propios caminos diferentes. Pero siempre concurren en la tarea común de la civilización”.

El artículo, que felicita al general Franco en ocasión de su obsequio del retrato de Tiziano del emperador Carlos V al Instituto Iberoamericano de Berlín, continúa:

“Los conquistadores y los misioneros que trajeron una cultura muy desarrollada a Sudamérica, han sembrado las semillas de la unidad espiritual que, como señala el general Franco, unen —en un plano imperial— a Sudamérica con España. El gesto del general Franco de donar el retrato del emperador Carlos V fue simbólico: este príncipe unió bajo su cetro a la comunidad de naciones iberoamericanas”.

Antes del ataque contra Pearl Harbor, los nazis incluso trataron de presentar a Hitler como el protector del catolicismo, en la propaganda que distribuyeron o que pretendieron distribuir en Iberoamérica. El 12 de diciembre de 1940, el Día de la Virgen de Guadalupe en México, se repartió un volante con la imagen de la Virgen por un lado, y por el otro con una declaración afirmando que Hitler era el protector del catolicismo. El volante continuaba en la tradición antisemita de la Inquisición española, diciendo que Hitler perseguía a los judíos porque habían sacrificado a Jesucristo en Palestina.

Luego, a fines de enero de 1941, quedó al descubierto que había una mayor coordinación entre la propaganda nazi y la falangista, cuando un crucero británico detuvo un barco en medio del Pacífico confiscándole toneladas de propaganda en español en la que Hitler aparecía como el nuevo defensor de la fe católica. La propaganda decía que los nazis en realidad pretendían restaurar el catolicismo, y bien decía que la victoria de Franco era obra de Hitler. Esto venía acompañado de fotos de Hitler estrechando la mano de curas católicos españoles. También presentaba a Inglaterra como un “país judío–protestante”.

En 1941 la labor de Von Faupel y del Instituto Iberoamericano quedó aun más al descubierto en un informe que emitió la Comisión Investigadora de Actividades Antiargentinas (es decir, las del Eje) la cual fue creada por el Congreso argentino. El Informe Taborda del presidente de la comisión, el diputado Raúl Damonte Taborda, decía que el verdadero objetivo del Instituto Iberoamericano, por una parte, era que los alemanes reforzaran sus “minorías arias” con alemanes emigrados, y por la otra, exaltar los sentimientos nacionalistas de las masas de origen hispano.

Con Franco, la Falange Española triunfó en la madre patria; con la Falange, el Instituto triunfó en Berlín, decía el informe. Y añadía que, en términos precisos, la Falange es una copia del partido nazi (una copia al carbón, a tal grado que hacían una traducción literal de los principios que el fascismo usa para sembrar las semillas de la propaganda). Los técnicos nazis toman parte en estos planes, explicaba, dirigiendo la parte política. Su trabajo en los países latinoamericanos está orientado a la formación de bloques sólidos de las masas hispanoparlantes, en un intento por alcanzar lo que los nazis lograron con los que consideraban ‘camaradas de sangre’ de los alemanes, denunciaba el informe, añadiendo que era un fuerte iberoamericanismo practicado desde Berlín, y que la más sencilla lectura del programa de la Falange nos advierte de esto.

No nos crean lo que gritamos en la oscuridad, decía el histórico informe citando los propios cálculos de los nazis, de que 22.000 hombres bien disciplinados estaban listos para atacar, además de 8.000 alemanes del partido nazi, 4.000 miembros del Frente de los Trabajadores Alemanes, 3.000 fascistas italianos, 15.000 falangistas, muchos otros de la Juventud Germano Argentina y otros miles más afiliados a la Alianza Nacionalista Argentina.

El informe también afirmaba que en junio de 1939, durante la Conferencia Panamericana de Lima, Von Faupel dio una disertación en la Academia Alemana en Berlín, en la que dijo: “Una victoria de la España fascista consolidará nuestras relaciones con Latinoamérica, y representará un duro revés a la política del buen vecino del presidente Roosevelt”.

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Este mapa de la quinta columna internacional del general Wilhelm von Faupel lo imprimieron los falangistas españoles en 1938. Hitler nombró a Von Faupel director del Instituto Iberoamericano de Berlín. Él trabajó a través de la Falange para difundir el programa nazi, y creó la división hispanoparlante de la Organización del Exterior del partido nazi alemán. También fue el creador del concepto de hispanidad.

La contraseña de la política de Roosevelt del buen vecino era “panamericanismo”, y a esto los nazis y la Falange le contrapusieron un bloque latinoamericano basado en la ideología de la hispanidad. Esta estrategia sale a relucir en lo que el informe citaba de Von Faupel, al efecto de que la idea del panamericanismo es una invención poco sólida, y que era necesario oponerle la idea de una América ibera. Según el informe, Von Faupel afirmaba que las naciones de América Central y del Sur estaban más cerca de España que de los EU.

El informe Taborda decía que la estancia de Von Faupel en España sirvió, entre otras cosas, para fundar en mayo de 1938 un colegio nazi para ciudadanos argentinos en San Sebastián, y que de allí saldrían los futuros dirigentes fascistas que gobernarían a Argentina. El informe también denunciaba que Von Faupel tenía una escuela para falangistas iberoamericanos en Barcelona.

Otro documento desclasificado de los EU es un informe de la inteligencia militar canadiense sobre Argentina, del 23 de octubre de 1941. Citando a la Comisión Taborda, dice: “Ya han venido saliendo bastantes pruebas de que los nazis han estado muy activos en el Ejército argentino, el cual, contando con un entrenamiento tradicionalmente alemán (en referencia al servicio militar de Von Faupel en ese país—Ndr.), ha probado ser un terreno fértil para la doctrina totalitaria.

“El objetivo principal de la propaganda del Eje es evitar, hasta donde sea posible, que cualquier nación entable relaciones estrechas (a) con Gran Bretaña y (b) con los EU. Todos los demás objetivos, aun el de mantener una actitud amistosa hacia Alemania, han quedado subordinados a esta meta, la cual, por supuesto, sólo es una de corto plazo.

“Las fases usuales que siguen los planes de la prensa nazi están señaladas con claridad:

“1. Establecer a Alemania y a las otras potencias del Eje como verdaderos amigos; está cultivándose un fuerte espíritu nacionalista. Esto tiene lugar al apoyar el desarrollo de todos los recursos nacionales que tenderían a hacer independientes a las naciones.

“En conexión con esto, hay un fuerte impulso hacia la creación de un bloque latinoamericano que, permitiéndole a cada país mantener su individualidad, unificaría la política exterior del continente sureño y proporcionaría una protección segura contra el imperialismo yanqui. Este impulso se vincularía a su vez con el movimiento de hispanidad, inaugurado formalmente por España y Portugal, pero obviamente dirigido por Alemania”.

La rebelión cristera

La rebelión cristera en México (1926–1929) fue un intento de elementos feudales ultramontanos de la Iglesia católica mexicana controlada por los jesuitas, con ayuda de bancos y empresas petroleras extranjeras, por derrocar la Revolución Mexicana de 1910 y la Constitución Mexicana de 1917.

Como lo documenta “La guerra cristera: el sinarquismo entonces y ahora” (Resumen ejecutivo de la segunda quincena de octubre de 2003, vol. XX, núm. 20), los jesuitas, quienes fueron expulsados de España y sus colonias —incluyendo a México— por Carlos III en 1767, combatieron todo esfuerzo de los mexicanos simpatizantes de los revolucionarios estadounidenses por establecer una república soberana, lo que requería la eliminación de los privilegios feudales de esa Iglesia católica que estaba impidiendo el desarrollo económico de la nación.

Cuando la Constitución mexicana de 1917 incluyó artículos basados en el principio de la separación de la Iglesia y el Estado —en la tradición de Carlos III de España, así como también de la Constitución estadounidense—, la jerarquía de la Iglesia católica mexicana controlada por Üntlos jesuitas organizó un derrocamiento de la Revolución Mexicana en defensa de sus privilegios feudales, con la intención de reestablecer un Estado teocrático.

Este movimiento contrarrevolucionario organizado por jesuitas como Bernardo Bergöend, fue apoyado y estimulado por las empresas petroleras extranjeras cuyos negocios en México estaban amenazados por los artículos de la Constitución de 1917, los cuales reestablecían el principio de que el subsuelo de México era propiedad de los mexicanos.

El magnate petrolero William F. Buckley padre y el banquero Thomas W. Lamont, de J.P. Morgan, formaron la Asociación Americana de México en 1921, para oponerse a la expropiación del petróleo por parte del Gobierno mexicano. Lamont también presidía el Comité Internacional de Banqueros, mismo que exigía que México garantizara el pago de su deuda externa a los bancos internacionales.

El padre jesuita Bernardo Bergöend organizó la Asociación Católica de Jóvenes Mexicanos (ACJM) y la Liga Nacional Defensa de la Libertad Religiosa, organizaciones de las que salieron los caudillos de los cristeros. Al terminar la rebelión cristera, formó la “Liga de la O”, misma que devino en La Base, de la cual la Unión Nacional Sinarquista (UNS) integraba la sección undécima. Luego fungió como asesor de la UNS.

En 1942 tanto Mussolini como Franco afirmaron la relación entre los nazis, los fascistas italianos y la Falange Española (por si alguien tenía dudas). El 30 de septiembre de 1942 Benito Mussolini dijo: “La gran unidad del Eje incluye a nazis, fascistas y falangistas. Ya no existe distinción alguna entre el fascismo, el nazismo y el falangismo”. El 7 de diciembre de 1942, un año después del bombardeo japonés contra Pearl Harbor, Franco le dijo a Hitler: “Muchas gracias a usted y al pueblo alemán. Que vuestras armas triunfen en la gloriosa empresa de liberar a Europa del terror bolchevique”.

La creación nazi de la UNS

En 1999 apareció un libro de Héctor Hernández titulado The Sinarquista Movement, With Special Reference to the Period 1934-1944 (El movimiento sinarquista, con especial referencia al período de 1934–1944), y publicado en Londres. El principal propósito de este libro —publicado justo antes de la elección del candidato del Partido Acción Nacional (PAN), Vicente Fox, como Presidente de México— fue el de contrarrestar las bien documentadas pruebas de que la UNS fue una creación nazi, en colaboración con la Falange Española, y que después de lo de Pearl Harbor y de la declaración de guerra de México contra las potencias del Eje, la UNS fue tomada por una facción imperialista angloamericana contraria a Roosevelt actuando a través de las redes de los Dulles y de Buckley asociadas con el cardenal Spellman y el obispo Fulton Sheen de los EU.

Hernández cita al Ministerio de Relaciones Exteriores británico, en un intento por refutar las evaluaciones de la División de Inteligencia de la oficina del jefe de Operaciones Navales de los EU y de la Oficina de Servicios Estratégicos (OSS), así como la labor del Gobierno mexicano y de los periodistas mexicanos y estadounidenses. Según Hernández, la legación británica en México tenía la siguiente evaluación:

“A principios de año inició una campaña de prensa en los EU contra el movimiento sinarquista de México, alegando que estaba inspirada por fascistas y dirigida por la Iglesia romana. Había buenas razones para pensar que estos ataques estaban basados en un informe exagerado pero inexacto de la Oficina de Servicios Estratégicos de los EU, hospedada en la embajada”. El Ministerio de Relaciones Exteriores británico comentó que las agencias de inteligencia estadounidenses, en particular la OSS, “demasiado a menudo tienden a creer lo que quieren creer, y ven fuerzas siniestras por doquier”.

En un reciente comunicado de prensa, el MSIA repitió como loro la línea de los controladores británicos de Hernández, al decir que la inteligencia sobre la UNS dada a conocer por el movimiento de LaRouche está basada en “material de desinformación producido por la Oficina de Inteligencia Naval para desinformar”.

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El agregado naval auxiliar de la embajada de los EU en México, Harold P. Braman, escribió el 31 de octubre de 1941 este informe “confidencial” sobre los sinarquistas mexicanos, documentando el control que los falangistas y los nazis tenían sobre ellos.

A pesar de todo, son abrumadoras las pruebas de que la UNS fue una continuación del movimiento que inició la rebelión cristera en México (1926–29), pero cuya constitución formal fue facilitada y dirigida por conocidos nazis que trabajaban de la mano con la Falange Española, la cual, a su vez, después colaboró con los japoneses.

Como Hernández se ve obligado a admitir, ésta fue la versión oficial, no sólo de los EU, sino también del Gobierno mexicano.

Del lado mexicano, el “Informe Confidencial A–3 sobre las actividades alemanas en México” que Eduardo Villaseñor, subsecretario de Finanzas y Crédito Público, le envió al presidente Cárdenas el 13 de octubre de 1939, dice lo siguiente sobre la UNS:

“Este grupo fascista es el instrumento organizado y dirigido por los alemanes nazis para dominar los estados de Querétaro y Guanajuato. Sus principales jefes son españoles naturalizados mexicanos. Su liga con el fascismo internacional se hace a través de un español llamado Tuero que reside en Ciudad Juárez. Los sinarquistas están abundantemente provistos de armas. Por el momento se ocupan sobre todo de luchar contra los ejidatarios. En dos años los sinarquistas han asesinado a cerca de 600 en el estado de Guanajuato y 400 en el de Querétaro.

“El organizador de los sinarquistas es un alemán Schreiter que hasta hace poco era profesor de lenguas vivas en la Universidad de Guanajuato”.

Villaseñor afirmaba que la estrategia de los sinarquistas era controlar Guanajuato y Querétaro para rodear el Distrito Federal en virtud de su posición estratégica, y permitir o impedir así el acceso al puerto de Veracruz, hacia el sur a Guatemala, o hacia el norte del país.

Otro documento del Gobierno mexicano del 23 de mayo de 1940, “El nazismo en México”, informa bajo el subtítulo de “Relaciones con los sinarquistas”:

“Todavía en 1939 las relaciones entre el nazismo y el sinarquismo eran estrechas. El hombre de enlace lo era el ‘profesor de idiomas’ Hellmuth Schreiter de Guanajuato, líder y hombre de confianza nazi en el centro de la república. En un saqueo que los comunistas de Guanajuato hicieron de las oficinas sinarquistas, encontraron en los archivos de éstos una parte de la correspondencia personal de Schreiter, que nosotros tuvimos después en nuestras manos”.

Los EU tenían la misma idea. Según un informe desclasificado emitido el 31 de octubre de 1941 por Harold P. Braman, agregado naval auxiliar de la embajada de los EU en México: “Los sinarquistas mexicanos son un grupo totalitario peligroso controlado por falangistas españoles y por la Iglesia, con nazis que tiran de las cuerdas tras bambalinas. . . El programa sinarquista, diseñado por falangistas, aspira a establecer un Estado totalitario bajo el control de España, en el que México formaría parte de un nuevo Imperio Español que estaría dominado por Alemania”.

A resultas de “una investigación intensa y cabal de los sinarquistas en el estado de Guanajuato”, el informe documenta la participación de nazis acreditados en la creación de la UNS y en su financiamiento inicial:

“Encontramos una fuerte y peligrosa afiliación nazi con los sinarquistas en todo el estado de Guanajuato. Los principales alemanes ligados al movimiento, y quienes pueden considerarse figuras poderosas tras bambalinas, son Oscar Hellmuth Schreiter y Otto Gilbert.

“Como documenta la referencia (a), Schreiter fue testigo del acta de sesiones de la organización formal legal de la Unión Nacional Sinarquista en León, Guanajuato, el 26 de mayo de 1937. Esto fue verificado de nuevo. También un informante de fiar, quien figura como un vendedor y presunto miembro de la Unión Sinarquista, asegura que cada centavo con que contaron los sinarquistas en el primer año [de su fundación], más o menos, vino directo de Schreiter, quien lo recibía de forma periódica de manos de miembros influyentes de la colonia alemana en la Ciudad de México. Se entiende que estos últimos (B–3) obtuvieron los fondos directo de la legación alemana en la Ciudad de México”.

Braman informó que Schreiter arregló todo “para la fundación y constitución de la Unión” por órdenes de Berlín, y constató “en persona su constitución legal en tanto grupo. . . Su esposa es pariente del gobernador del estado. Él emite propaganda alemana de vez en cuando, y obtiene sus fondos de operación de fuentes dudosas, parte de ellos por correo, de personas ligadas a la firma alemana Beick–Felix en la Ciudad de México.

H.O. Schreiter.

“Schreiter nació en Dresde, Alemania, el 18 de marzo de 1902. Llegó a México por el puerto de Veracruz el 20 de agosto de 1923 a bordo del SS Otto Hugo Stinnes, procedente de Hamburgo. Schreiter tiene la forma de inmigración 14, no. 66315.

“En agosto de 1943 Schreiter fue remitido a la Ciudad de México acusado de ser un extranjero peligroso, pero después pudo regresar a Guanajuato. Por alguna razón, regresó a la H.O. Schreiter. Ciudad de México y las autoridades le ordenaron quedarse en la capital por tiempo indefinido.

“Aunque Schreiter está activo con los sinarquistas en la Ciudad de México, pretende regresar a Guanajuato porque siente que sus actividades pueden ocultarse con mayor facilidad y puede trabajar con mayor libertad ahí. Los principales dirigentes de los sinarquistas, entre ellos Manuel Torres Bueno, el actual dirigente nacional de los sinarquistas, están tratando de granjearle el permiso para que regrese a Guanajuato. Schreiter es un íntimo amigo personal de Torres Bueno, y dicen que ejerce gran influencia sobre él, y que es la inspiración de la mayoría de los adversarios de las Naciones Unidas (las naciones aliadas contra las potencias del Eje), y de los discursos y actividades de Torres Bueno a favor de los nazis.

“En ausencia de Schreiter en Guanajuato, el principal agente nazi que opera dentro de la organización sinarquista es Otto Gilbert. . . Él nació en Berlín, Alemania, el 16 de febrero de 1887, e ingresó a México por Veracruz en 1921. . . Gilbert tiene la forma migratoria 14, no. 74208, emitida el 9 de Mayo de 1933.

“Gilbert llevó al informante a una reunión de dirigentes sinarquistas en la casa del cura Jesús García, en la ciudad de Guanajuato. Entre los asistentes estuvieron Alfonso Echeverría, secretario de Educación del estado de Guanajuato, y Alfonso Trueba Olivares, director de publicidad y propaganda de la Unión Nacional Sinarquista”.

“Otras figuras prominentes del movimiento en Guanajuato incluyen a Isaac Guzmán Valdivia, un abogado que ahora es dirigente estatal, y Adolfo Maldonado, un prominente funcionario del gobierno estatal cuando estaba organizándose la Unión Sinarquista. Ambos fungieron como testigos, junto con Schreiter, en la organización de los sinarquistas en León, en 1937”.

Además de Schreiter y Gilbert, quienes conservaban su ciudadanía alemana, Braman identificó a otros nazis en México que trabajaban con la UNS. En Guanajuato estaban Otto Rosenhofer, y Jacob Kilian y sus dos hijos, Heriberto y Ernesto; y Alejandro Holste, el doctor Otto Ritter de la Farmacia Principal y un tal Juan Baumgarten de la Librería Alemana, quien distribuía propaganda nazi, en la Ciudad de México. Se decía que Paul Reimers era el contacto en Zacatecas, y Fritz Shuarz en San Luis Potosí. Otros que varias fuentes mencionan son: Schwartz, Fritz, Carlos Goerner y Paul Klennert en la Ciudad de México; Schmol en Averítaro; y Wilhelm Pferdekamp, asesor de los falangistas en México.

En un informe del 2 de febrero de 1944, Braman reconfirmó que Schreiter era un nazi, y detalló la función del fascismo clerical: “Oscar Hellmuth Schreiter y Otto Gilbert son agentes nazis importantes conectados con organizaciones sinarquistas, y tienen su base en Guanajuato.

“Sucede. . . que la Iglesia y los falangistas tienen un consejo conjunto de estrategia que, por órdenes que vienen de España, jala las cuerdas de la Unión. Berlín da las órdenes a España. . . [La] Iglesia en México en estos momentos está trabajando en total cooperación con los falangistas a los que apoyó en la Guerra Civil española. Los Falangistas quieren un mundo hispano omnipotente que trabaje de la mano con Alemania, y consideran a México como un terreno fértil para la transformación de la España actual a los días de la vieja España”.

Según Braman, las siguientes personas están reconocidas de manera fehaciente como miembros del grupo secreto del Consejo Falange–Iglesia en México, llamado “Consejo de la Hispanidad”: Augusto Ibáñez Serrano, agente secreto del general Franco; Alfonso Junco, director del semanario de Acción Nacional (PAN), Nación, y principal apóstol de la hispanidad en México; Manuel Gómez Morín, fundador del PAN y director de Nación; el lugarteniente de Serrano, Alejandro Quijano; Salvador Abascal, dirigente de la UNS; José Vasconcelos, director de la revista pro nazi Timón y probable subcomandante de la UNS.

Las opiniones de José Vasconcelos a favor de los nazis y su apoyo a la UNS quedaron aun más documentadas en otro informe del 18 de junio de 1941, ahora desclasificado, de Josephus Daniels de la embajada de los EUA en México: “El nombre de José Vasconcelos no aparece en la junta editorial de Juventud Mexicana, pero ha de notarse que el artículo principal es una contribución suya. Este artículo bastante favorable a los nazis, titulado ‘La situación religiosa en Alemania’, alega que no hay una persecución religiosa en esa nación y que los principios nazis no son incompatibles con la libertad religiosa. Vasconcelos es el periodista mexicano que era director de Timón, suprimido por el Gobierno mexicano en junio del año pasado por sus fuertes tendencias nazis, como recordará el Departamento, y de quien ha habido el rumor de que estaba por crear una nueva publicación a favor de los nazis”.

José Vasconcelos fue ministro de Educación a principios de los 1920, tiempo en el que aplicó políticas educativas que fueron atacadas por la Iglesia y por los cristeros. En 1929 contendió por la Presidencia contra Ortiz Rubio. La publicación de Timón fue suspendida tras la expulsión de Arthur Dietrich, el director de propaganda nazi, en junio de 1939.

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Este informe desclasificado de inteligencia emitido el 2 de febrero de 1941 por el agregado naval estadounidense Braman, demuestra a mayor profundidad la existencia de la conexión nazi–sinarquista.

Este Vasconcelos nazista elogiaba el sinarquismo diciendo que la mejor bandera que pueden tener en sus manos los jóvenes mexicanos es la del sinarquismo.

Braman también informó que los principales asesores de la UNS eran Salvador Trueba Olivares, José Trueba Olivares y Alfonso Trueba (quien luego prefirió omitir el apellido Olivares, aunque es de la misma familia). Alfonso gobernó el estado de Guanajuato y dirigió el periódico de la UNS.

El comité central estaba integrado por delegados nacionales nombrados por Abascal. Entre ellos estaban René Capistrán del estado de Guerrero, ex dirigente de la Asociación Católica de Jóvenes Mexicanos (ACJM), de la Liga y de los cristeros, así como Feliciano Manrique de Guanajuato.

Al 31 de octubre de 1941, el dirigente regional de Guanajuato era Manuel Torres Bueno. El director de noticias de El Sinarquista era Juan Ignacio Padilla.

La versión del autor mexicano Mario Gill sobre la formación de la UNS es casi idéntica a la del informe del agregado naval de los EU. Gill afirma que Schreiter formó un grupo llamado Centro Anticomunista, previo a la creación de la UNS. El registro lo firmó el secretario general del gobierno del estado, el licenciado Adolfo Maldonado, y el abogado Isaac Guzmán Valdivia. El registro tuvo lugar el 13 de junio de 1936 en la notaría del licenciado Manuel Villaseñor, en la ciudad de Guanajuato.

No obstante, debido a que las masas asociaban el anticomunismo con la oposición a Cárdenas, quien era muy popular en 1936, Schreiter entendió que semejante organización no tenía futuro. Según Gill, discutió la situación con sus discípulos, los hermanos José y Alfonso Trueba Olivares, Manuel Torres Bueno, Manuel Zermeño, José Antonio Urquiza hijo (quien acababa de regresar de España, donde combatió al lado de Franco contra la república española) y otros, para transformar el Centro Anticomunista en una nueva organización.

El 23 de mayo de 1937 la UNS quedó formalmente constituida en la ciudad de León, en una reunión de 137 personas en la calle Libertad 49. Los 15 fundadores clave son: el licenciado Manuel Zermeño Pérez, Herculano Hernández Delgado, el licenciado Isaac G. Valdivia, el licenciado Manuel Torres Bueno, Hellmuth Oskar Schreiter, Federico Heim, Juvencio Carmona, Luis Reyes, Luis Belmont, Feliciano Manrique, Antonio Martínez Aguayo, Javier Aguilera Bourroux, Rodrigo Moreno Zermeño, José Trueba Olivares y Alfonso Trueba Olivares.

La otra fuente que informa de la participación del nazi Hellmuth Schreiter en la formación de la UNS es El Popular, el periódico de la Confederación de los Trabajadores Mexicanos (CTM).

La intervención jesuita

Según la periodista Kirk, una de las primeras cosas que hizo el general Franco luego de ganar la Guerra Civil española, fue devolverles todas las propiedades a los jesuitas españoles, las cuales Carlos III les había confiscado tras expulsarlos de España en 1767. Kirk dice: “No es oficial, pero la orden jesuita de hecho constituye un poder independiente de la Iglesia. Por desgracia, la mayoría de los miembros activos de los jesuitas mexicanos son franquistas, y difunden de forma activa las influencias de la Falange entre las organizaciones sociales católicas. . . La mayor influencia falangista tiene efecto sobre la Acción Católica mexicana y la Asociación Católica de Jóvenes Mexicanos (ACJM)”.

La personalidad jesuita determinante en este proceso fue Bernardo Bergöend, quien nació en Francia en 1871 e ingresó a la Compañía de Jesús a la edad de 18 años. La primera vez que fue a México tenía 20 años, en 1891. Después lo enviaron a España a estudiar “teología”, para luego ser ordenado sacerdote en San Luis, Misurí, antes de regresar a México, donde fue profesor de filosofía en el Instituto Jesuita de Guadalajara.

En 1906 Bergöend organizó la práctica de ejercicios espirituales entre los trabajadores en Guadalajara, y entró en contacto con miembros de los Operarios Guadalupanos, una organización creada en 1905. En 1913 creó la Asociación Católica de Jóvenes Mexicanos (ACJM). El futuro cabecilla de los cristeros, René Capistrán Garza, fue presidente de la ACJM en 1917. En 1925, Bergöend delineó el plan de la Liga Nacional Defensa de la Libertad Religiosa. La dirigencia de la ACJM, incluyendo a René Capistrán, devino en la dirigencia de la Liga. La Unión Popular, o la “U”, dirigida por el ahora beatificado Anacleto González Flores, también se unió a la Liga, de donde saldrían los caudillos de los cristeros. El padre de Salvador Abascal, el jefe más militante de la UNS, fue un miembro destacado de la Unión Popular. Según el informe de Harold Braman del 31 de octubre de 1941, Capistrán Garza fue luego miembro del comité central de la UNS.

Tras la rebelión cristera, Bergöend fundó la Liga de la O, también conocida como la OCA (Organización–Cooperación–Acción), que luego devino en La Base, una organización secreta más tarde conocida como el Consejo Falange–Iglesia o el Consejo de la Hispanidad. La UNS y el PAN eran secciones de La Base. La sección de los trabajadores la integraron los Operarios Guadalupanos controlados por Antonio Santacruz, quien luego sería jefe de La Base.

La ACJM seguiría siendo el semillero principal para reclutar a la dirigencia de diversas organizaciones controladas por La Base. Según el sitio electrónico de la ACJM, al término de la rebelión cristera en 1929, Bergöend hizo varias modificaciones a los estatutos de la ACJM para integrarla a la Acción Católica mexicana el 25 de diciembre de 1929, de modo que no quedara desarticulada por el fin de la guerra. Siguió asesorando a la ACJM hasta 1940. Según Mario Gill, Bergöend estuvo entre los jesuitas que asesoraban a la UNS hasta su muerte en 1943.

El impacto de los jesuitas también puede verse de manera directa en su efecto sobre la identidad y el sentido de misión de Salvador Abascal. Abascal creía ser la encarnación de san Ignacio de Loyola, el fundador de la Compañía de Jesús (de los jesuitas). Es más, aseguraba que veía su esfuerzo de establecer una colonia sinarquista en Baja California como una renovación del trabajo de los misioneros interrumpido por los masones, y desde luego por la Revolución, con la expulsión de los jesuitas en 1767. Abascal decía que la verdadera grandeza de María Auxiliadora residía en la continuación del trabajo misionero interrumpido por la masonería de una forma perversa, es decir, por la Revolución, con la expulsión de los jesuitas en 1767, una fecha que marcaba, según él, el verdadero origen de la Revolución Mexicana, a la que consideraba como una rama y un subproducto de la revolución global.

El hecho de que el sinarquismo en un principio fue creado tras el Tratado de París de 1763 por la secta martinista francesa instaurada por la francmasonería británica, y de que el general al que reclutaron para dirigir la rebelión cristera, Enrique Gorostieta y Velarde, era un masón, hacen que los ataques de Abascal y otros sinarquistas contra la francmasonería queden al descubierto como la hipocresía mentirosa que son. Lo que Abascal y otros en realidad no querían no era la francmasonería, pues ellos mismos eran una secta francmasónica; más bien eran contrarios a la facción de la francmasonería encabezada por los fundadores de la Revolución Americana, como Benjamín Franklin, quien era enemigo de la facción británica que creó el sinarquismo. El embajador de los EU en México, Joel Poinsett, quien estableció logias masónicas en México en 1822, representaba a esta facción antibritánica, como también el conde de Aranda, presidente del Consejo de Castilla en España, quien supervisó la expulsión de los jesuitas que ordenó Carlos III en 1767.

Salvador Abascal.

Según Gill, el segundo jesuita mas influyente en la historia de la UNS fue el padre Eduardo Iglesias, quien fue mentor del Comité Nacional de la UNS después de Bergöend. Iglesias, quien fue jefe de los jesuitas en México, visitaba a los dirigentes de la UNS al menos una vez por semana en la casa del ingeniero Vazagoiti, y dictaba las normas a seguir.

En 1944, dice Gill, la política de la Compañía de Jesús era dirigir toda la oposición al régimen revolucionario. Iglesias, asesor de La Base, era confesor de los abogados Manuel Torres Bueno y Manuel Gómez Morín, los respectivos jefes de la UNS y Acción Nacional. También tenía una columna sobre política en El Sinarquista.

La conclusión de Gill es que, en su primer año, la UNS era una organización 100% fascista. Sin embargo, el nazi Schreiter, quien había creado la UNS, a la larga fue desplazado por el padre Iglesias, y la organización fue convertida, de manera gradual, en un instrumento al servicio del fascismo clerical.

Aunque los jesuitas eran la orden religiosa públicamente más implicada en la dirección de la UNS y del PAN, uno no puede pasar por alto el hecho de que los benedictinos también estaban muy activos tras bambalinas, y que ayudaron a encubrir las conexiones nazis de la UNS. Jean Meyer, quien escribió el libro Sinarquismo: ¿un fascismo mexicano? en un verdadero esfuerzo por reivindicar a la UNS, fue entrenado por los Benedictinos. Otro libro por el estilo, publicado en febrero de 1943 con el título de Sinarquismo: La esperanza de los pobres de México, fue escrito por el padre Alcuin Heibel, un sacerdote Benedictino radicado en los EU.

Un documento desclasificado de la inteligencia estadounidense informa el 24 de octubre de 1943 que la Aduana de los EU interceptó de manos de otro sacerdote benedictino, el padre Lambert Dehner, una carta dirigida a Heibel. La carta proponía enviar a varios sacerdotes benedictinos a México para “tomar todas las escuelas de la Ciudad de México”. El informe continúa, en referencia a Heibel: “Los informes son que Heibel es un reverendo padre que antes estaba en la Mt. Angel College, St. Benedict, Oregón. . . Se informa que en agosto de 1943 dio algunas charlas sobre sinarquismo en Kansas City, y que la universidad de St. Benedict en Atchison, Kansas, otorgó seis becas completas y seis parciales a jóvenes varones que ya eran o estaban por ser dirigentes del sinarquismo”.

La rebelión cristera y la UNS

Contrario a los que, como Marivilia Carrasco del MSIA, argumentan que no existe conexión alguna entre los cristeros y la UNS, la realidad es que los cristeros fueron creados por los mismos sinarquistas que luego crearon la UNS con ayuda de los nazis. La dirigencia de la UNS declaró de forma explícita que su inspiración vino de la cristiada. Juan Ignacio Padilla escribió que la rebelión cristera, con todas sus fallas y su fracaso, no deja de representar el momento más bello y esplendoroso del catolicismo en México, y la explosión de fe más asombrosa de nuestro pueblo, pues defendía a capa y espada la bandera de nuestra resistencia porfiada contra los enemigos de nuestras libertades, y constituye el antecedente glorioso del sinarquismo.

Otro documento de la UNS dice que, en cuanto a estilo, en cuanto a la forma de ser y de vivir, la Unión Popular, la “revolución cristera” y el sinarquismo, son una y la misma cosa.

Monseñor Plascencia y Moreira, obispo de Zacatecas, describía al sinarquismo como un movimiento político con las mismas tendencias de la Liga Nacional Defensa de la Libertad Religiosa, y que la única diferencia era que el sinarquismo no hablaba a la hora del movimiento armado, aunque las tendencias eran las mismas.

Quién es quién en la lucha del sinarquismo mexicano

Abascal, Salvador: fue la principal figura antisemita y antiestadounidense de la Unión Nacional Sinarquista (UNS), misma que encabezó de 1940 a 1941, y de La Base, que controlaba a la UNS. Permaneció como cabecilla de La Base cuando la rebautizaron en 1955 como el Yunque, hasta su deceso en el 2000.

Bergöend, Bernardo: fue el principal jesuita fascista en México por más de 50 años. Jesuita desde los 18 años, se mudó de Francia a México en 1891. Creó la Asociación Católica de Jóvenes Mexicanos (ACJM) en 1913; delineó los planes de la Liga Nacional Defensa de la Libertad Religiosa en 1925; fundó la “Liga de la O” tras la rebelión cristera; siguió asesorando a la ACJM y a la UNS hasta 1940. Murió en 1943.

Ávila Camacho, Manuel: fue Presidente de México en tiempos de la guerra, de 1940 a 1946. Firmó el acuerdo de buena vecindad con el presidente Roosevelt en 1941.

Cárdenas, Lázaro: fue Presidente de México de 1934 a 1940, y aliado del presidente Roosevelt. Continuó la Revolución Mexicana de 1910 al expropiar el petróleo en 1938, y al redistribuir las grandes propiedades feudales de México entre los campesinos desposeídos.

Félix Díaz Escobar, Alfredo: fue el diputado mexicano que presidió una comisión nacional antinazi y antifascista creada por el Congreso mexicano en 1942.

Von Faupel, Wilhelm: fue el general alemán cuya experiencia en los ejércitos de Argentina, Brasil y Perú llevó a Hitler a darle la dirección del Instituto Iberoamericano de Berlín. Este instituto coordinó las actividades nazis en Iberoamérica a través de la Falange Española.

Franco, general Francisco: fue el dictador fascista de España que llegó al poder con el apoyo militar de los nazis de Adolfo Hitler y de los fascistas italianos de Benito ÜntMussolini.

Hidalgo y Costilla, Miguel: fue el cura católico que encabezó la guerra de Independencia de México en 1810. Fue excomulgado por la Iglesia católica, y los sinarquistas lo consideran su enemigo.

Iglesias, Eduardo: fue el sacerdote jesuita que daba consejo espiritual a La Base, y que era confesor y mentor de los dirigentes tanto de la UNS como del PAN.

Iturbide, Agustín de: fue el héroe sinarquista autoproclamado Emperador de México en 1822, a quien los republicanos mexicanos ejecutaron en 1824 por traidor.

Juárez, Benito: fue Presidente de México en 1867, y formó una alianza con Abraham Lincoln durante la Guerra Civil estadounidense.

Padilla, Juan Ignacio: fue uno de los fundadores de la UNS y director de El Sinarquista. En 1951 encabezó una facción de la UNS.

Piñar, Blas: fue un protegido del almirante Carrero Blanco, quien era el segundo en mando en la España falangista después de Franco. Piñar dirigió el Instituto de Cultura Hispánica en tiempos de Franco, pero lo renunciaron por ser demasiado antiestadounidense. En 1966 fundó un partido fascista pro franquista llamado Fuerza Nueva.

Primo de Rivera, José Antonio: era hijo del ex dictador español y fundador de la Falange Española.

Santacruz, Antonio: fue jefe de La Base de 1940 a 1944.

Schreiter, Oscar Hellmuth: fue un nazi alemán que organizó la fundación de la UNS en México en 1937, y que le consiguió recursos financieros durante su primer año funcionando.

Lombardo Toledano, Vicente: encabezó la Confederación de los Trabajadores Mexicanos (CTM), hasta que Fidel Velásquez lo remplazó en 1941. También encabezó la Confederación de Trabajadores de América Latina. Durante el período del pacto de Hitler y Stalin fue un opositor del imperialismo angloamericano, pero después de la invasión nazi a Rusia devino en un fuerte adversario de la UNS.

Según Hernández, la Liga Nacional Defensa de la Libertad Religiosa, que había establecido las bases de la rebelión cristera de 1926–29, desapareció en 1932; sin embargo, algunos miembros de la Liga y ex cristeros volvieron a las armas en 1933–34. En remplazo de la Liga, en 1934 nació la organización secreta Legión, cuyos miembros fueron entrenados en las congregaciones de la Santa Virgen bajo la dirección de Antonio Santacruz. Hernández, quien no menciona a Bergöend, alega que Manuel Romo de Alba, un maestro de Guadalajara, fundó la Legión en 1934. Al principio hubo dos facciones dirigidas por Santacruz y Romo de Alba, respectivamente. La Legión nació en Jalisco, que fue el centro de la rebelión cristera, pero adquirió sus características principales en Querétaro. Varios de sus dirigentes más activos venían de Querétaro, entre ellos Gonzalo Campos y José Antonio Urquiza. Campos presidió la ACJM, que reanudó sus actividades bajo la dirección de Bergöend luego de la rebelión cristera.

La Legión recibió la bendición del delegado apostólico, el arzobispo Leopoldo Ruiz y Flores, y del episcopado de la Iglesia católica, presidido por el arzobispo Pascual Díaz. La estructura que adoptó fue la de la célula, de modo que cada grupo local permanecía en secreto para todos los demás. La Legión tenía un dirigente nacional con nueve subordinados, y tenía reuniones cada semana. Al principio contó con diez secciones. Más tarde aparecería la sección undécima, la de la UNS.

En El Universal aparecían artículos a favor de la Legión escritos bajo el seudónimo de Oscar Calderón Álvarez (cuyas iniciales, O.C.A., eran las de Organización–Cooperación–Acción).

Monseñor Ruiz y Flores sugirió que los jesuitas tomaran a su cargo la dirección de la Legión. A fines de 1934 apareció la organización llamada “La Base”. En esencia, ésta era una Legión reestructurada, con la propia Legión como núcleo.

Luis María Martínez fue nombrado arzobispo de México el 20 de febrero de 1937, y representante activo del Vaticano el 9 de agosto del mismo año, tras la muerte de Díaz y la renuncia de Ruiz y Flores. La UNS fue fundada en 1937 en la ciudad de León, Guanajuato, cuando Martínez estaba en la cúspide de su poder.

Según Hernández, todos los futuros dirigentes de la UNS pertenecieron a la Legión en 1935, pero admitían que llevaban un año de existir. La lista incluye a José Trueba Olivares, Manuel Zermeño y Pérez, Salvador Abascal y Juan Ignacio Padilla.

En 1934 tres jefes de división destacaban: Gonzalo Campos de Querétaro, José Antonio Urquiza de Guanajuato y Antonio Santacruz de la Ciudad de México. Manuel Romo, el fundador, fue remplazado por Julián Malo Juvera a principios de 1935. Gonzalo Campos, dirigente de la división de Michoacán, tomó el lugar de Juvera en septiembre de 1937. Él provenía de una familia de ricos hacendados. Fue agente diocesano de la ACJM y coordinador del trabajo de preparación del movimiento sinarquista. Salvador Abascal alegaba que la UNS fue obra de los dirigentes secretos de la Legión, en especial de Juvera y Campos.

Urquiza, de la división de Guanajuato, como muchos otros dirigentes de La Base y más tarde la UNS, era hijo de un rico hacendado. En septiembre de 1937 viajó a Washington, acompañado de su hermano y de Abascal, a reunirse con obispos estadounidenses, en particular con monseñor John J. Burke, secretario general de la Conferencia Católica Nacional de Bienestar de los EU, para hablar de la Legión y del movimiento sinarquista. Fue monseñor Burke quien estuvo involucrado en las negociaciones para terminar la rebelión cristera en los 1920. Aunque desconocemos la reacción de Burke, el hecho de que sinarquistas importantes hayan tenido una reunión con él acabada de fundar la UNS, indica la influencia, para bien o para mal, que ejercían las diversas facciones de la Iglesia católica de los EU sobre los acontecimientos políticos de México.

Antonio Santacruz también pertenecía a una familia pudiente, que apoyó al dictador mexicano Porfirio Díaz. Él tuvo las riendas de La Base y de la UNS de 1939 a 1944. Él era el poder detrás de Felipe Coria, el jefe de La Base de 1939 a 1940, cuando tomó su dirigencia. Fue presidente de las congregaciones de la Santa Virgen, y estaba en contacto con la jerarquía de la Iglesia, incluido Luis María Martínez, el arzobispo de México, y los jesuitas, en particular el padre Iglesias, posterior consejero espiritual de La Base.

Hubo una reunión nacional secreta en mayo de 1937, en la que Urquiza pidió la creación de la UNS en Guanajuato. Dijo que ya existía un grupo llamado el “Grupo de León”, que llevaba activo unas cuantas semanas.

Hernández dijo que el nombre era una sugerencia de Ceferino Sánchez, dirigente de la división de San Luis Potosí. Sánchez dijo que debía llamarse sinarquismo, porque la palabra viene del griego syn (con), y de arje (autoridad, orden), que quiere decir “con orden”, dizque lo contrario de la anarquía. El nombre de Unión Nacional Sinarquista lo propuso Abascal.

Las raíces internacionales del sinarquismo

La idea de que el sinarquismo era sólo un fenómeno mexicano obra de algún dirigente regional, es un encubrimiento total. Aun Hernández se ve obligado a informar que en 1915 un ingeniero llamado Tomás Rosales publicó un volante titulado El gobierno de mañana: República Social Sinárquica, que presentó a la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística. Esto indica que aun antes de la rebelión cristera, 22 años antes de la creación de la UNS, la idea del sinarquismo ya estaba presente en México.

Esta historia encubierta quedó hecha añicos en México, cuando el 17 de abril de 1942, según informa Kirk, United Press divulgó un reportaje desde Vichy, Francia, de que la marioneta francesa de Hitler, Pierre Laval, escogería como su ministro del Trabajo a Hubert La Gardelle o a Leroy–Ladurie, jefe del grupo sinarquista en Francia. Julio De Kook, ex director de la Oficina de Estudios Económicos y Sociales de la Confederación Belga del Trabajo, le dijo a El Popular que el primer jefe de los sinarquistas franceses fue un reaccionario llamado Coutrot, quien se suicidó. Leroy–Ladurie encabezó los sindicatos agrarios, así como también los de los sinarquistas. Y dijo que el sinarquismo francés apareció en junio de 1940 en la zona ocupada por los nazis, bajo influencia directa de éstos.

En un documento desclasificado de los EU del 22 de abril de 1942, Raleigh A. Gibson, primer secretario de la embajada de los EU en México, le envió al secretario de Estado de su nación una traducción al inglés de un editorial de El Popular del 21 de abril de 1942, que en parte decía que los sinarquistas franceses trabaron una furiosa lucha contra la democracia francesa y europea; que los de México organizaron el combate contra la democracia mexicana y continental; que a los sinarquistas franceses los adoptó Abetz, el embajador de Hitler en Francia; que los sinarquistas mexicanos fueron reclutados, nombrados, educados y dirigidos por agentes nazis en México, y por directivos de la Falange que trabajan de forma ilegal entre nosotros. Y esto es tan patente, tan concluyente, decía el editorial, que elimina la necesidad de contar con pruebas concretas de la conexión orgánica entre ellos. La prueba fundamental es que el sinarquismo no es un producto único y exclusivo de México, como sus dirigentes falsamente argumentan, pues este sinarquismo, incluso con el mismo nombre, existe en otras partes del mundo, y es un movimiento internacional formado por aquellos sujetos a las órdenes supremas de Hitler, concluía.

Con todo lo explosivo que fue este informe en México entonces, la verdad es que el sinarquismo lo creó la facción martinista de la francmasonería británica tras el Tratado de París de 1763. Los propios nazis eran una secta sinarquista, y las potencias del Eje una internacional sinarquista.

Según Hernández, Urquiza solicitó autorización para realizar la primera reunión fundadora de la UNS el 23 de mayo de 1937 en León. Abascal dijo que Malo Juvera quería que él encabezara la UNS. Pero cuando se reunió con los fundadores del Grupo de León, Manuel Zermeño y Pérez, José Trueba Olivares y Urquiza, la tarde del 23 en el Hotel Condesa en León, sus desacuerdos con ellos forzaron a Abascal a declinar de la posición de conducción. A consecuencia de esto, no asistió a la reunión de fundación. En su ausencia, formaron una comisión organizadora con Trueba Olivares como presidente, Rubén Mendoza de secretario, y Francisco Ornelas como tesorero.

Pero es obvio que esto es un cuento de encubrimiento, como pronto deja claro el hecho de que Hernández intenta luego desacreditar la prueba de que la UNS fue urdida por los nazis como parte de una conspiración subversiva. Trata de refutar a Mario Gill, quien, según dice, informa que Oscar Hellmuth Schreiter, un profesor de idiomas en el Colegio de Guanajuato, se reunió con sus discípulos —Zermeño, los hermanos Trueba Olivares y Urquiza— para formar la UNS. Hernández dice que Gill alega que Urquiza acababa de llegar de España, donde había peleado del lado nacionalista contra la república, y tenía la capacidad de proporcionar información acerca de la organización de la Falange y el partido fascista italiano, añadiendo que Schreiter podría haber contribuido con información del Partido Nacional Socialista.

Hernández alega que el único vínculo entre el movimiento sinarquista y Schreiter era Manuel Torres Bueno (futuro dirigente nacional de la UNS). Éste fue profesor de filosofía en la escuela donde Schreiter daba clases de alemán, dice Hernández, señalando que luego sería abogado de Schreiter en cuestiones no políticas. Según él, estos contactos fortuitos y casuales entre estos dos hombres no representaban una afinidad ideológica, y no había pruebas de que Schreiter haya tenido influencia alguna sobre los orígenes del sinarquismo.

En 1944 Torres Bueno escribió que, en cuanto a las pruebas mencionadas como documento legal el 25 de septiembre de 1938 en Guanajuato, mismo que Schreiter y Torres Bueno —como su abogado— firmaron para demostrar la conexión de Schreiter con el sinarquismo, en 1938 la guerra aún no comenzaba ni había Organización de las Naciones Unidas, y que nuestro país tenía relaciones amistosas con Alemania. Así, dice Torres Bueno, Maldonado, Schreiter e Isaac Guzmán Valvidia fundaron el Centro Anticomunista en la ciudad de Guanajuato, algo que dizque era completamente diferente del sinarquismo, que según él fue fundado en 1937 por estudiantes católicos en León.

Carece de importancia que Hernández omita toda referencia al registro formal de la UNS, del que Schreiter fue testigo oficial. Sin embargo, aunque niega la conexión nazi, Hernández protesta demasiado y suelta más pruebas. Informa que Torres Bueno admitía que Isaac Guzmán Valdivia, quien fundó el Centro Anticomunista en Guanajuato junto con Schreiter y Adolfo Maldonado (entonces secretario de gobierno del estado de Guanajuato), era un colaborador frecuente de El Sinarquista, el periódico oficial de la UNS. Hernández también dice que Abascal, quien murió en el 2000, confirmó la participación de Valdivia como colaborador de El Sinarquista en una entrevista que dio en agosto de 1987.

La colaboración nazi–comunista

En el período del pacto que Hitler y Stalin firmaron el 23 de agosto de 1939, y que no fue anulado sino hasta el 22 de junio de 1941, cuando Alemania invadió Rusia, hubo una intensa colaboración entre los nazis y los comunistas en México. Kirk informa que a fines de 1940 los comunistas y los falangistas firmaron un pacto en Barcelona. El informe del agregado naval del 9 de abril de 1940 sobre el asunto de México, Alemania y Rusia dice:

“Hay informes de que agentes comunistas y nazis están trabajando de forma activa, hombro con hombro, en todos los grupos sindicales, para generar agitación en contra de los EU, fomentar desórdenes civiles y ganar el control ideológico de México.

“Los supuestos propósitos de sus actividades son:

“1. Fomentar una guerra civil para:

“a) asegurarle el control político de México al eje Berlín–Moscú;

“b) usar a México como base de operaciones contra los aliados y los EU, cuando los EU entren en el conflicto europeo; y

“c) usar a México como base para emprender una mayor penetración ideológica de Latinoamérica, y para la difusión de propaganda antiestadounidense.

“2. Pretender distraer a los EU de la situación en Europa y evitar que entren en el conflicto mediante la agitación y la guerra civil. El 1(b) entraría en vigor si el 2 fallara. Esto es, hasta donde concierne a los EU.

“La técnica:

“Los agentes alemanes han infiltrado a varias organizaciones que apoyan a Almazán. (Un informe desclasificado del FBI del 11 de enero de 1941 dice que J.A. Almazán, quien contendió contra Ávila Camacho por la Presidencia de México, hizo una donación al partido nazi. ‘Su donación de 10.000 pesos el 4 de abril de 1940, al parecer fue para realizar actividades nazis en su campaña’).

“Los agentes rusos han infiltrado a varias organizaciones que apoyan a Ávila Camacho, tales como el PRM, la CTM, la CNC, el Partido Comunista, etc.

“Ellos son las células de la agitación, de la violencia, de los que incitan a tomar medidas extremas, etc. en los dos bandos.

“Se dice que los agentes comunistas son los responsables de organizar la campaña estadounidense que ahora están creando por toda la nación los grupos favorables al gobierno, como resultado de la nota estadounidense que solicita el arbitraje de la controversia petrolera.

“Lo importante:

“Los agentes rusos y alemanes, aunque están en bandos políticos mexicanos contrarios, no están en oposición. Ellos actúan en perfecta colaboración y cooperación. El suyo es un sólo objetivo de revolución armada en México, de medidas contra los EU, del control político de México.

“Su información, sus recursos y su personal los aglutina este esfuerzo único.

“El comentario: ‘En varias ocasiones he informado que hay una tendencia muy fuerte en los círculos del Gobierno mexicano y en varios grupos políticos tales como ‘Acción Nacional’, a desarrollar un latinoamericanismo en oposición a un panamericanismo, como un arma para adversar a los EU. . . El agregado de nuevo quiere recalcar este asunto, pues sin duda tendrá un peso en el desarrollo futuro de la política del buen vecino’ ”.

Vicente Lombardo Toledano, uno de los principales dirigentes sindicales de México, quien visitó la Unión Soviética en 1935 y tuvo una influencia comunista, fue remplazado por Fidel Velásquez como secretario general de la CTM el 25 de febrero de 1941. Su remplazo vino a consecuencia de que el Gobierno mexicano estaba por llegar a un acuerdo con los EU. El 19 de noviembre de 1941, 17 días antes del ataque japonés contra Pearl Harbor, el acuerdo de buena vecindad fue firmado, estableciéndose un marco para resolver el problema del petróleo. La alianza nazi–comunista para denunciar a los EU y a Gran Bretaña como “matones imperialistas” quedó rebasada.

Tras la invasión nazi de Rusia hubo un cambio definido de la política comunista. Un documento desclasificado del agregado naval auxiliar estadounidense Earl S. Piper del 11 de septiembre de 1941, informa: “Como lo establece el informe confidencial del agregado naval en México del 17 de julio de 1941, con número de serie 360, se cree que desde el estallido de la guerra entre Alemania y Rusia los comunistas como grupo han roto de forma definitiva con los nazis en tanto grupo. Por supuesto, es probable que unos cuantos comunistas individuales sigan trabajando aquí para los nazis”.

Por ejemplo, según Alan Chase, Lombardo Toledano, el jefe de la Confederación de Trabajadores de América Latina, que era “contraria al Eje”, resumió las aspiraciones del Eje en México en un discurso que dio un mes antes de lo de Pearl Harbor —es decir, luego de la invasión nazi de Rusia—, en el que identificó las intenciones bélicas del Eje en México:

“1. Usar a México como la base de espionaje nazi más cercana a los EU.

“2. Usar nuestro país como fuente de materias primas para su guerra.

“3. Hacer de México un centro de actos organizados de sabotaje contra los EU, así como también contra nuestras propias exportaciones comerciales, de modo que no podamos ayudar a los países que combaten al Eje.

“4. Establecer un centro de provocación fascista contra los EU, distrayendo así su atención de Europa y de otros escenarios de guerra.

“5. Asegurar un centro desde el cual pueda distribuirse propaganda fascista a toda Latinoamérica.

“6. Instigar provocaciones contra el Gobierno de México desde dentro de nuestro propio país, de modo que el gobierno tenga que responder con medidas restrictivas. Al final, esas medidas serán usadas para desacreditar al régimen actual de México, y contra la democracia dentro y fuera de nuestro país”.

En su informe del 31 de octubre de 1941, ahora desclasificado, Harold Braman escribió que “Vicente Lombardo Toledano ha pronunciado discursos muy eficaces contra los sinarquistas y Acción Nacional. De hecho, parece encabezar cualquier contramovimiento que pueda haber”. Como un ex colaborador de los fascistas durante el pacto de Hitler y Stalin, es claro que Lombardo Toledano estaba en la mejor posición de conocer las intenciones de las potencias del Eje.

 

 

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