OBITUARIO

Lyndon H. LaRouche, Jr.
(1922–2019)

21 de febrero de 2019 (EIRNS) -- El economista y estadista estadounidense Lyndon H. LaRouche, Jr., quien compiló entre 1957 y 2007 el registro más preciso de pronósticos económicos en el mundo, falleció el 12 de febrero de 2019. Autor de miles de artículos y más de 100 libros y opúsculos, y estudios estratégicos, LaRouche fue uno de los personajes políticos más controvertidos en toda la historia de Estados Unidos.

Uno de los motivos de esto fue la altiva, vigorosa y perdurable campaña presidencial de LaRouche desde 1976 a 2004, para restablecer el autogobierno constitucional estadounidense luego de los asesinatos de John F. Kennedy, Malcolm X, Martin Luther King, Jr., y de Robert F. Kennedy, entre 1963 y 1968. Otro motivo fue la fundación exitosa de un servicio noticioso independiente y una capacidad de recopilar inteligencia que le permitió a él y a sus asociados una capacidad de hacer evaluaciones sin filtros, lo cual les facultó para informar de manera precisa sobre el verdadero estado de la economía estadounidense, y a menudo, la verdadera naturaleza de los procesos políticos nacionales e internacionales, de otra manera misteriosos.

LaRouche creó también una asociación filosófica internacional, basada en la recreación del conocimiento sobre la controversia milenaria entre la tradición platónica y la escuela de Aristóteles, la pelea entre el modelo de Estado republicano y el sistema oligárquico del imperio.

LaRouche se extendió fuera de Estados Unidos como fruto del exitoso reclutamiento de cientos de estudiantes politizados de muchas naciones, en particular de Europa, Canadá y de Centroamérica y Sudamérica. Esta intelectualidad autoseleccionada le dio el poder de originar e implantar cambios políticos mediante el despliegue de unidades modestas pero bien entrenadas y extremadamente bien informadas que catalizaron fuerzas más grandes en varias naciones para actuar en veces como “una mente a través de muchos continentes”.

LaRouche era conocido porque insistía en que todo ciudadano de Estados Unidos, al igual que los ciudadanos de cualquier nación soberana, tienen la responsabilidad de educarse a sí mismos en las cuestiones fundamentales de la política que afectan el futuro de sus naciones y de la humanidad, para proponer y defender solo aquellas políticas que “promueven el bienestar general nuestro y de la posteridad”, y para derrotar las medidas financieras depredadoras dictadas en procura de medidas racistas de despoblación, algunas veces disfrazadas de “ambientalismo” o “desarrollo sustentable”, dirigidas en particular contra las naciones de África, Asia y de Centroamérica y Sudamérica.

Aunque personalidades e instituciones prominentes del mundo han comenzado recientemente a informar sobre LaRouche, a pesar de haber sido uno de los escritores más prolíficos de Estados Unidos, ningún “medio informativo” se ha atrevido todavía a citar las verdaderas opiniones de Lyndon LaRouche sobre cualquier asunto político o programático por el cual se destacaba. Este miedo a LaRouche es notable, pero no es nuevo. Ha sido siempre cierto que sus oponentes temían profundamente el poder de las ideas de LaRouche, tanto o más que a la persona de LaRouche. Ese miedo no se calmará con su desaparición física.

Las Cuatro Leyes de LaRouche, su propuesta para alcanzar un Acuerdo de las Cuatro Potencias, entre Estados Unidos, Rusia, China e India, su invención de la Iniciativa de Defensa Estratégica (SDI en sus siglas en inglés) de 1983, anunciada por el entonces Presidente Ronald Reagan, su defensa singular durante de la energía de fusión termonuclear durante cinco décadas, no se puede permitir que se mencionen en los “medios dominantes” hoy en día, ni siquiera en la ocasión de la muerte de LaRouche. Si el pueblo estadounidense llegase a conocer ahora sobre esas propuestas, y por lo tanto, de lo que han sido privados por la conspiración de silencio impuesta en décadas en torno a LaRouche, en particular durante las crisis financieras y las inútiles guerras depredadoras de los últimos 15 años, llegaría de inmediato a la conclusión de que alguien ha estado tratando muy enérgicamente todos estos años de mantenerlos alejados de las ideas de Lyndon LaRouche.

“Es un tipo malo, pero no te podemos decir por qué”, ya no será suficiente como explicación para estas personas, de por qué no deben, incluso ahora, saber “quién es Lyndon LaRouche”. Al romper con éxito los confines de las noticias falsas en este momento, se puede escuchar finalmente al verdadero Lyndon LaRouche y llegar a conocerlo. Con ese fin, se ofrece la siguiente reseña breve, muy incompleta, de su vida y de su obra.

El desarrollo de un estadista mundial

LaRouche se afirmó durante más de cuatro décadas como el principal enemigo del sistema imperial británico, tanto en su forma previa a la Segunda Guerra Mundial como en su encarnación de la Mancomunidad de la posguerra. LaRouche prestó servicio en la Segunda Guerra Mundial, y en particular su experiencia en Birmania fue decisiva en lo personal. “Fue la experiencia en Calcuta, en 1946, lo que definió mi compromiso de principios, durante toda mi vida, de que Estados Unidos debía tomar el liderato mundial en la posguerra para establecer un orden mundial dedicado a fomentar el desarrollo económico de las que hoy se llaman ‘naciones en desarrollo’|”, escribió LaRouche en su autobiografía El poder de la razón:1988. LaRouche comenzó a dar batalla a los “teóricos de la economía política” y a los traficantes de esclavos de la Compañía de Indias Orientales británica de los tiempos modernos, cuyas teorías dominaban los departamentos de economía de las universidades estadounidenses después de la Segunda Guerra Mundial.

LaRouche se oponía ferozmente al concepto bestial del hombre que defienden Francis Bacon, Thomas Hobbes, Parson Thomas Malthus, y John Locke. Por lo contrario, LaRouche restableció la ciencia de la economía física en Estados Unidos, una ciencia inventada en 1672 por el filósofo alemán Gottfried Leibniz, inventor del cálculo y coinventor de la máquina de vapor. Durante un intenso período de estudio entre 1948 y 1952, LaRouche avanzó sus estudios independientes en la ciencia física para desarrollar su método de pronóstico económico. En el libro de 1983, LaRouche: Will This Man Become President? (LaRouche: ¿Llegará a ser Presidente este hombre?) se señala: “Lo que reconoció LaRouche primero en 1952, fue que al adoptar un concepto de energía que fuese cabalmente congruente con la disertación de [Bernhard] Riemann de 1854, ‘Sobre las hipótesis en que se fundamenta la geometría’, es posible medir la tecnología y el crecimiento económico en términos de la energía definida de ese modo. En la obra de LaRouche, el valor económico, el crecimiento económico real, se mide primordialmente en términos del aumento de la densidad relativa potencial de población de la sociedad”.

Pero LaRouche veía el conjunto de su trabajo sobre economía física como la expresión específica de una tarea epistemológica más profunda. En su artículo de 1988 “Beethoven as a Physical Scientist” (Beethoven como científico físico) LaRouche escribe:

Mis descubrimientos más importantes, en todos los campos en los que he contribuido, se basan en mi refutación exitosa de la famosa paradoja kantiana que Emanuel Kant reafirma en su Crítica de la facultad de discernir. Kant afirma dos cosas que son pertinentes aquí.

Primero, insistía en que, aun cuando existen los procesos creativos responsables de los descubrimientos científicos fundamentales válidos, estos procesos propiamente están fuera de todo entendimiento humano posible. Yo demostré que eso es falso, y a partir de esa prueba desarrollé un enfoque para la representación inteligible de esos procesos creativos, y por consiguiente la medición implícita del progreso tecnológico como tal.

Segundo, sobre la base de la primera suposición, Kant argumentaba que no había ningún criterio inteligible de verdad o de belleza en la estética. La tolerancia que se ha ganado de manera generalizada a todo el irracionalismo moderno en materia de arte, ha dependido de la aceptación alemana y demás, de esta tesis sobre la estética, adelantada por Kant y posteriormente por Friedrich Carl von Savigny”.

La naturaleza fecunda de los escritos de Lyndon LaRouche, en los campos de la música, la economía, historia, lenguaje y en las ciencias físicas, inspiró muchas colaboraciones e intercambios con gente de todo el mundo. Más importante. LaRouche fue un estadista, no un político, un practicante del arte de gobernar, en el sentido socrático ateniense. Creó diversas organizaciones a través de la enseñanza, empezando con una serie de disertaciones en 1966, mediante las cuales presentó y debatió su método de prognosis económica, en especial en los campus universitarios. Muchos se encontraron por primera vez con LaRouche en un lado de algún debate con las autoridades en economía y política del campus en la década de 1970. Esto se detuvo luego del famoso debate de LaRouche con el economista Abba Lerner en 1971, quien perdió luego de admitir que si las políticas de austeridad del Ministro de Finanzas alemán Hjalmar Schacht, se hubiesen implementado en la década de 1920, “Hitler no hubiera sido necesario”. A los pocos meses, ya no se podía encontrar a nadie que debatiera con LaRouche, y nunca más se realizó algún debate semejante.

Las disertaciones de LaRouche sobre lo que en ese entonces se conocía como “economía dialéctica”, fueron eso precisamente, diálogos entre LaRouche y personajes de la historia, filósofos, economistas y científicos, que él presentaba con la precisión de buen narrador, siempre sin notas, y a menudo sin ningún libro a la mano. Los estudiantes recibían un plan de estudios y una extensa bibliografía como material de lectura, con lecturas sugeridas cada semana. Un estudiante recuerda que “se comentaban pasajes de una obra la Crítica de la Razón Práctica de Kant, por ejemplo. Se nos pedía que la leyésemos. Si lo hacías, y llegabas a la clase a la semana siguiente, él exponía su idea sobre ese pasaje, que era persuasivo y preciso. Luego procedería a destruirlo parte por parte, y como ya lo habías leído, y lo habías aceptado, tenías que descubrir las falacias que se escondían en el fondo de tu mente. Él te demostraba la diferencia entre leer y pensar. No eran clases: eran soliloquios. Y fue así como nos interesamos”.

La principal organización de LaRouche fue la Junta Nacional (luego Internacional) de Comités Laborales, una asociación filosófica organizada en torno a un “sistema de conferencias”, que se realizaban generalmente dos veces al año. De esta asociación salieron muchas otras organizaciones, como la Fusion Energy Foundation (Fundación de Energía de Fusión), el U.S. Labor Party (Partido Laboral de Estados Unidos), el Comité Nacional Programático Demócrata, la Coalición Antidrogas, y otras. LaRouche fundó también y trabajó con organizaciones en Francia, Alemania, Italia, Suecia, Canadá, Dinamarca, México, Colombia, Perú, Venezuela, Australia y muchas otras naciones.

En diciembre de 1977, LaRouche se casó con Helga Zepp, de Alemania, quien posteriormente creó el Instituto Schiller, una institución programática para el fomento del arte de gobernar y el renacimiento de la cultura clásica.

“En el otoño de 1977, le sugerí que nos casáramos… Me sentí un poco sorprendido, pero gratamente, cuando ella aceptó.… No había nada común y corriente sobre las vidas de ninguno de nosotros, ni era probable que fuese a ser de otro modo. Nos casamos en Wiesbaden el 29 de diciembre de 1977. La ceremonia fue en alemán; el funcionario del Standesamt (el Registro Civil alemán) me preguntó en alemán si sabía yo lo que estaba sucediendo. Hubo risas por la pregunta entre mis amigos las semanas después”. Estuvieron casados por 41 años.

La naturaleza combativa y el estilo polémico de las campañas, electorales y no electorales, de LaRouche y sus asociados, eran únicas en la vida política estadounidense en las décadas de 1970, 1980 y 1990. El programa de media hora de LaRouche por TV en 1976, “Llamado de emergencia a la nación”, fue la primera vez que un candidato independiente compraba esa cantidad de tiempo en la televisión en una campaña electoral federal de Estados Unidos. LaRouche apareció en la televisión 15 veces durante la campaña Presidencial de 1984 en segmentos de media hora, con lo cual prácticamente inventó lo que sería imitado posteriormente como el “infomercial”. Las campañas presidenciales de LaRouche, y las candidaturas de sus asociados, de los cuales hubo 1000 candidatos para cargos diversos tan solo en 1986, aterrorizaron a los oponentes de LaRouche en Estados Unidos, y inspiraron a otros para tener el valor no solo de participar en elecciones, sino para respaldar los programas diseñados para beneficio de la humanidad, no meramente para “su humilde choza local”.

Uno de estos programas fue el Banco de Desarrollo Internacional (BDI), una propuesta que hizo LaRouche en 1975 para reemplazar al Fondo Monetario Internacional, y para ayudar a desarrollar lo que se denominaba “el Tercer Mundo” para poner a su disposición las exportaciones, no solo de tecnología estadounidense, sino ciudades enteras. Estas ciudades se construirían como sitios de capacitación para el desarrollo rápido de las capacidades de las poblaciones del sector en desarrollo, para posibilitarlas a crear sus economías propias plenamente, en vez de convertirlas en esclavas de una deuda eterna como ocurría de hecho.

Personalidades como Frederick Wills, ex Ministro de Relaciones Exteriores de Guyana, quien defendió la propuesta del BDI de LaRouche en una sesión de las Naciones Unidas en 1976. El Presidente de México, José López Portillo, y la Primera Ministra de India, Indira Gandhi, se reunieron con Lyndon y Helga LaRouche y adoptaron aspectos de sus propuestas, muchas de las cuales se presentaron en forma de opúsculos, como “Operación Juárez” para México y “La industrialización de India: del atraso a potencia industrial en 40 años”, y “Un programa de desarrollo de 50 años para la cuenca de los Océanos Índico-Pacífico”, todos estos, documentos escritos por LaRouche a principios de la década de 1980, y cuya perspectiva central es todavía vigente, no solo para el día de hoy sino para la próxima década o más.

El método poco ortodoxo para diseminar estas ideas de LaRouche, era socrático: hablar con las personas uno a uno. Esta actividad organizativa diaria en las calles se daba en los centros de desempleo, en las oficinas de correo, aeropuertos, intersecciones de tráfico, en las esquinas, en el centro de las ciudades, en los centros comerciales. Este contacto directo con la población estadounidense tuvo como fruto el que LaRouche tuviese una mejor percepción de lo que sucedía en Estados Unidos, “desde el terreno mismo”, que cualquier otra fuerza política del país. Los elementos corruptos del Departamento de Justicia, y sus “organizaciones dizque no-gubernamentales”, que recibieron la luz verde para perturbar ilegalmente el derecho a organizar, garantizado constitucionalmente, de los asociados de LaRouche, tuvieron que recurrir a la artimaña de caracterizar a la organización como “secta”, con el fin de disuadir a los ciudadanos a que dejasen de contribuir a las compañías asociadas al movimiento político de LaRouche.

Pero ninguno de los detractores de LaRouche es capaz de negar su récord de pronósticos económicos exitosos, empezando con el colapso del Sistema de Bretton Woods el 15 de agosto de 1971, y luego el derrumbe del mercado de valores de Wall Street en octubre de 1987 (que LaRouche pronosticó en mayo de ese año), y su pronóstico del 22 de julio de 2007, registrado en el formato de una videoconferencia, de lo que más tarde devino en el “rescate financiero de los billones de dólares” de septiembre de 2008. Sin embargo, algunos de los pronósticos más impresionantes de LaRouche, no fueron económicos, hablando estrictamente. El 12 de octubre de 1988, Día de la Raza, Lyndon LaRouche dijo desde un salón del Hotel Bristol Kempinski, en Berlín:

“De profesión, soy economista en la tradición de Gottfried Wilhelm Leibniz y Friedrich List, de Alemania, y de Alexander Hamilton y Mathew y Henry Carey, de Estados Unidos. Mis principios políticos son los de Leibniz, List y Hamilton, y también son congruentes con los de Federico Schiller y Wilhelm von Humboldt. Al igual que los fundadores de mi república, tengo una creencia inflexible en el principio de la soberanía absoluta de los Estados nacionales, y por lo tanto me opongo a toda autoridad supranacional que pudiese socavar la soberanía de cualquier nación. Sin embargo, como Schiller, yo creo que toda persona que aspira a llegar a ser un alma bella, debe ser al mismo tiempo un verdadero patriota de su nación, y también un ciudadano del mundo.

“Por este motivo, durante los últimos 15 años he llegado a ser un especialista en los asuntos exteriores de mi país. Como resultado de este trabajo, he adquirido una significativa influencia cada vez mayor entre algunos círculos alrededor de mi gobierno sobre los temas interconectados de la política y estrategia exterior de Estados Unidos. Mi papel durante 1982 y 1983 en la colaboración con el Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos para forjar la adopción del programa conocido como Iniciativa de Defensa Estratégica, o ‘SDI’ [por sus siglas en inglés], es un ejemplo de esto. Aunque los detalles son confidenciales, les puedo informar que mis opiniones sobre la situación estratégica actual tiene más influencia en Estados Unidos hoy que en cualquier otro momento del pasado. Por lo tanto, les puedo asegurar que lo que les presento ahora, sobre el tema de la perspectiva de la reunificación de Alemania, es una propuesta que será estudiada de la manera más seria por los círculos pertinentes de las instituciones dentro de Estados Unidos. Bajo las condiciones apropiadas, muchos coincidirán hoy, que ha llegado el momento para dar los primeros pasos hacia la reunificación de Alemania, con la perspectiva obvia de que Berlín pueda reanudar su papel como la capital”.

Objetivo para la destrucción

Dos días después de su discurso en el Hotel Kempinski, se emitieron acusaciones judiciales en contra de Lyndon LaRouche y varios asociados. LaRouche habló luego sobre la acusación en el Club Nacional de Prensa, de Washingto, DC, en donde declaró: “Uno podría decir de la acusación misma, que todos aquellos que perpetren ofensas contra Dios, o contra la humanidad, o contra ambos, son castigados tarde o temprano”. Las acusaciones se hicieron dos años después de un intento de asesinato contra LaRouche el 6 de octubre de 1986, de lo cual escribió LaRouche en su escrito titulado “|’¡Condénenlo o mátenlo!’ La noche que vinieron a matarme”, lo siguiente:

“El 6 de octubre de 1986, un ejército prácticamente de más de cuatrocientos efectivos armados descendió sobre el pueblo de Leesburg, Virginia, para realizar el allanamiento de las oficinas de EIR y sus asociados, y desplegados también para otro misión, más tenebrosa. El recinto en donde yo residía en ese momento fue rodeado por una fuerza armada, mientras que las aeronaves, los vehículos blindados y demás personal esperaba la orden para avanzar disparando. Afortunadamente, el asesinato no sucedió, porque alguien con mayor autoridad que William Weld, el jefe de la división penal del Departamento de Justicia, ordenó detener el ataque en mi contra. Las fuerzas que estaban listas para lanzarse sobre mí, mi esposa y varios de mis asociados, fue retirada en la mañana.

Este fue el segundo caso plenamente documentado de una participación del Departamento de Justicia de EU en operaciones dirigidas a mi eliminación personal de la política”.

Aunque LaRouche y otros seis fueron declarados culpables en un tribunal de Alexandria, Virginia, en diciembre de 1988, y fueron llevados a prisión el 27 de enero de 1989, el clamor nacional e internacional contra esas condenas injustas sigue hasta el día de hoy. El ex Procurador General de Estados Unidos, Ramsey Clark, caracterizó el caso de LaRouche como un caso que “involucra una gama enorme de malicia deliberada y de conducta indebida durante un largo período de tiempo en el uso del poder de los recursos del gobierno federal, que cualquier otro encausamiento del gobierno de Estados Unidos en mi tiempo o en mi conocimiento”. El expediente publicado por la revista Executive Intelligence Review en septiembre de 2017, “Robert Mueller Is an Amoral Legal Assassin: He Will Do His Job If You Let Him” (Robert Mueller es un asesino judicial amoral. Él hará su trabajo si lo dejas) repasa de manera abarcadora cómo el actual fiscal especial contra Donald Trump fue un componente de la persecución política contra Lyndon LaRouche en la década de 1980.

Durante el tiempo que pasó en prisión, LaRouche siguió escribiendo, pero a menudo dictaba capítulos enteros de los manuscritos de un libro en llamadas telefónicas, de nuevo sin tener a la mano libros de referencia de ningún tipo. Además de la colección titulada The Science of Christian Economy and Other Prison Writings, (La ciencia de la economía cristiana y otros escritos en prisión) LaRouche escribió o grabó muchos otros documentos, algunos de los cuales han sido compilados junto con otros escritos no publicados antes.

Durante 1989, en la medida en que se hacía patente que la esfera del Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME) de la Unión Soviética pasaba cada vez por mayores dificultades económicas, LaRouche y su esposa Helga unieron esfuerzos en torno a un programa llamado “Triángulo Productivo París, Berlín, Viena”, que después de la desintegración de la Unión Soviética se amplió para llegar a ser el “Puente Terrestre Eurasiático”. Después de la eliminación de la Cortina de Hierro, este programa proponía la integración de la población y de los centros industriales de Europa con los de Asia a través de los llamados corredores de desarrollo. Este fue el único plan de paz integral para el siglo 21 que se presentó en ese momento, una opción que fue combatida ferozmente por los británicos y los neoconservadores anglófilos en Estados Unidos, que por lo contrario, empujaron su programa de un mundo unipolar y de su sistema neoliberal. El Puente Terrestre Euroasiático, desde muy al principio, se conoció como “La Nueva Ruta de la Seda”. Dos décadas más tarde, la Iniciativa de la Franja y la Ruta china, que se deriva de este concepto, se ha convertido en el motor fundamental de la economía física mundial.

Miles de vidas cambiadas

En cuanto salió de prisión en el 26 de enero de 1994, LaRouche continuó en su carrera de pronosticador. En 1995 desarrollo su pedagogía de la “Triple Curva” para ilustrar al público lego en economía cómo se había apoderado del mundo transatlántico el proceso de “hiperinflación al estilo de la Alemania de Weimer”, y qué tanto lo había saqueado que ya no se podía hacer nada para preservar al sistema monetario dominante. Se tendría que reorganizar desde arriba a abajo, echando mano de la Ley Glass-Steagall de la era del Nuevo Trato de Franklin Roosevelt, para empezar el proceso de reorganización bancaria. En enero de 2001 advirtió del peligro de un ataque terrorista violento en una o más ciudades estadounidenses, y ubicó esta advertencia en el contexto de explicar por qué y cómo había entrado el sistema financiero en una fase de una “burbuja de alta tecnología” durante el período de 1999-2000.

LaRouche habló de la posibilidad de un “incendio del Reichstag”, a la luz de la ingobernabilidad emergente de Estados Unidos bajo las condiciones de ruina económica cada vez más profunda. Y como en su pronóstico de mayo de 1987 sobre el derrumbe del mercado de valores en octubre de 1987, el 22 de julio de 2007 LaRouche señaló, un año antes de la quiebra de Lehman Brothers, y la AIG de septiembre de 2008:

El sistema financiero monetario mundial se encuentra ahora en realidad en proceso de desintegración. No hay nada de misterioso al respecto; he hablado sobre esto desde hace tiempo, ha estado en marcha, no ha amainado. Lo que se cotiza como valores de las acciones y valores del mercado en los mercados financieros internacionales ¡una patraña! Son puras creencias ficticias. No hay nada de verdad en ello, la farsa es enorme. No hay posibilidad de que no haya un colapso del sistema financiero actual, ¡ninguna! Se acabo, ¡ya!

El sistema financiero actual no puede seguir existiendo bajo ninguna circunstancia, bajo ninguna Presidencia, bajo ningún liderato, ni cualquier liderato de naciones. Solo un cambio repentino y a fondo del sistema financiero monetaria mundial impedirá una especie de colapso en reacción en cadena general e inmediata. A qué velocidad, no sabemos; pero seguirá, y será imparable. Y entre más dure antes de terminar, las consecuencias serán peores”.


Como es evidente a partir del pronóstico anterior, hecho a los 84 años de edad, LaRouche no solo siguió siendo singularmente productivo. A la vuelta del milenio, LaRouche impulsó un movimiento para reclutar jóvenes, un movimiento que llegó a ser tan exitoso que el Partido Demócrata intentó cooptarlo en varias partes del país. Miles de jóvenes pasaron por este proceso educativo. El Movimiento de Juventudes LaRouchistas realizó contribuciones revolucionarias en la presentación de la obra del físico Johannes Kepler, en la práctica del método clásico del bel canto, para la educación secundaria en la escuela y como antídoto a la autodegradación cultural; y en la presentación de la historia de Estados Unidos, tanto la historia actual (en vez de los “sucesos actuales” o el término más degradado aún, “noticias”) en formato de video, como el programa 1932.

Desde el momento de su surgimiento como personaje público desde hace más de 50 años, la única tragedia que caracterizó la vida de Lyndon LaRouche es que nunca se le permitió llevar a cabo, ya sea como Presidente o como asesor al Presidente en turno, las reformas económicas que hubiesen mejorado las vidas de decenas de millones de estadounidenses y cientos de millones de personas en todo el mundo.

Aunque Lyndon LaRouche tiene muchos amigos que fueron líderes en los campos de la ciencia, la música, la economía y la política, su mejor amigo, además de su esposa Helga, fueron los hombres y mujeres olvidados de Estados Unidos y muchos otros países.