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Este artículo se publicó originalmente en la edición del 28 de junio de 2024 del semanario Executive Intelligence Review (EIR).

La propuesta de Putin para la paz de Ucrania

Es hora de una nueva arquitectura económica y de seguridad

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El Presidente de Rusia, Vladímir Putin, pronunció el 14 de junio del 2024 un discurso en una reunión en el Kremlin con la plana mayor del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia. A continuación ofrecemos extractos de la traducción del discurso completo, tal y como aparece en la página oficial del Ministerio de Asuntos Exteriores de la Federación Rusa. Los subtítulos fueron añadidos por  EIR. 

La última vez que nos reunimos en esta forma fue en noviembre de 2021. Durante este tiempo, han ocurrido varios acontecimientos fundamentales, sin exagerar, trascendentales, tanto en el país como en el mundo. Por lo tanto, considero esencial evaluar la situación actual en los asuntos mundiales y regionales, así como establecer las tareas pertinentes para el Ministerio de Asuntos Exteriores. Todas ellas estarán subordinadas al objetivo principal: crear las condiciones necesarias para el desarrollo sostenible del país, garantizando su seguridad y mejorando el bienestar de las familias rusas... 

Permítanme repetirlo: el mundo está cambiando rápidamente. La política global, la economía y la competencia tecnológica mundial ya no serán las mismas que en el pasado. Cada vez son más los Estados que buscan fortalecer la soberanía, la autosuficiencia y la identidad nacional y cultural. Los países del Sur Global y del Este Global están pasando a un primer plano, y el papel de África y América Latina es cada vez mayor. Desde la época soviética, siempre hemos hablado de la importancia de estas regiones. Pero hoy la dinámica es muy diferente, y se está haciendo notar. También se ha acelerado de manera sensible el ritmo de transformación en Eurasia, donde se están implementando enérgicamente varios proyectos de integración a gran escala. 

Sobre la base de la nueva realidad política y económica se están formando hoy los contornos de un orden mundial multipolar y multilateral, y este es un proceso objetivo. Refleja la diversidad cultural y civilizatoria que, a pesar de todos los intentos de unificación artificial, es orgánicamente inherente al ser humano. 

Sin duda, estos cambios profundos y sistémicos inspiran optimismo y esperanza, porque la instauración de los principios de multipolaridad y multilateralismo en los asuntos internacionales, así como el respeto del Derecho Internacional y una amplia representatividad, permiten resolver juntos los problemas más complejos en beneficio común, construir relaciones mutuamente beneficiosas y una cooperación entre Estados soberanos en aras del bienestar y de la seguridad de los pueblos. 

Tal imagen del futuro coincide con las aspiraciones de la inmensa mayoría de los países del mundo. Lo vemos, entre otras cosas, en el creciente interés por la labor de una asociación universal como el BRICS, cuyos principios están basados en una cultura especial de diálogo basado en la confianza, igualdad soberana de los participantes y respeto mutuo. En el marco de la presidencia rusa de este año, facilitaremos la inclusión sin sobresaltos de los nuevos miembros del BRICS en las estructuras de trabajo de la asociación... 

En general, creo que el potencial del BRICS le permitirá eventualmente convertirse en una de las principales instituciones reguladoras del orden mundial multipolar. 

En este sentido, me gustaría señalar que ya está en marcha el debate internacional sobre los parámetros de la interacción entre los Estados en un mundo multipolar y sobre la democratización de todo el sistema de relaciones internacionales. En este sentido, hemos acordado y adoptado con nuestros colegas de la Comunidad de Estados Independientes, un documento conjunto sobre las relaciones internacionales en un mundo multipolar. Hemos invitado a nuestros socios a hablar de este tema en otras plataformas internacionales, principalmente la Organización de Cooperación de Shanghái y el BRICS. 

Estamos interesados en que este diálogo se desarrolle seriamente en el seno de la ONU, incluso sobre un tema tan básico y de vital importancia para todos como es el establecimiento de un sistema de seguridad indivisible. En otras palabras, consideramos crucial el establecimiento del principio global de que la seguridad de unos no puede garantizarse a expensas de la seguridad de otros. 

Una oportunidad única perdida 

Permítanme recordar a este respecto que a finales del siglo 20, tras el final de un agudo enfrentamiento militar e ideológico, la comunidad mundial tuvo una oportunidad única de construir un orden fiable y justo en el ámbito de la seguridad. Para ello no hacía falta mucho: se necesitaba la simple capacidad de escuchar las opiniones de todas las partes interesadas y la voluntad mutua de tenerlas en cuenta. Nuestro país estaba decidido a hacer precisamente ese tipo de trabajo constructivo.

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Ministerio de Asuntos Exteriores de la Federación Rusa
Presidente Vladimir Putin (izq.) presenta su propuesta estratégica a la plana mayor del Ministerios de Asuntos Exteriores de Rusia el 14 de Junio. A la derecha, el ministro de Asuntos Exteriores Serguéi Lavrov.

Sin embargo, prevaleció otro enfoque. Las potencias occidentales, encabezadas por Estados Unidos, creían que habían ganado la Guerra Fría y que tenían la prerrogativa de determinar el orden del mundo. La expresión práctica de esta perspectiva fue el proyecto de expansión ilimitada de la OTAN en el espacio y en el tiempo, a pesar de que, por supuesto, había otras ideas sobre cómo garantizar la seguridad en Europa.

A nuestras justas preguntas se respondía con excusas de que nadie iba a atacar a Rusia y la expansión de la OTAN no estaba dirigida contra nuestro país. Las promesas hechas a la URSS y luego a Rusia a finales de los 1980 y principios de los 1990 sobre la no inclusión de nuevos miembros en el bloque se olvidaron. E incluso si se recordaban, se aludía con sorna al hecho de que estas garantías eran verbales y, por tanto, no vinculantes.

Tanto en la década de 1990 como posteriormente, señalamos invariablemente el rumbo erróneo elegido por las élites de Occidente. No nos limitamos a criticar y advertir, sino que ofrecimos opciones, soluciones constructivas, y subrayamos la importancia de desarrollar un mecanismo para la seguridad europea y mundial que conviniera a todos; (quiero subrayarlo: a todos). Una simple enumeración de las iniciativas que Rusia ha presentado a lo largo de los años nos tomaría demasiado tiempo.

Recordemos al menos la idea de un tratado sobre seguridad europea, que propusimos en 2008. Los mismos temas se plantearon en el memorando del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, que se entregó a Estados Unidos y a la OTAN en diciembre de 2021.

Pero todos nuestros intentos (y han sido tan numerosos que no se puede enumerarlos todos aquí) de hacer entrar en razón a nuestros interlocutores, nuestras explicaciones, exhortaciones, advertencias y peticiones no han encontrado respuesta alguna...

En última instancia, el egoísmo y la arrogancia de los Estados occidentales han conducido al actual estado de cosas, extremadamente peligroso. Nos hemos acercado de forma inaceptable al punto de no retorno. Los llamados a una derrota estratégica de Rusia, que posee los mayores arsenales de armas nucleares, demuestran el aventurerismo extremo de los políticos occidentales. Parece que no comprenden la magnitud de la amenaza que ellos mismos plantean o están obsesionados con creer en su propia impunidad y excepcionalismo. Ambas cosas pueden resultar en una tragedia.

Obviamente, estamos asistiendo al derrumbe del sistema de seguridad euroatlántico. Hoy simplemente no existe. De hecho, hay que crearlo desde cero. Todo ello exige que elaboremos nuestras opciones para garantizar la seguridad en Eurasia junto con nuestros socios, con todos los países interesados, que son muchos, y que luego las propongamos para una deliberación internacional más amplia.

Una visión de la seguridad igualitaria e indivisible

Esta fue la tarea que planteamos en el Mensaje a la Asamblea Federal. Se trata de formular en un futuro próximo un esquema de seguridad igual e indivisible, de cooperación mutuamente beneficiosa, equitativa y de desarrollo en el continente euroasiático.

¿Qué se debe hacer para ello y sobre qué principios?

En primer lugar, necesitamos establecer un diálogo con todos los participantes potenciales en este futuro sistema de seguridad. Y para empezar, les pido que resuelvan las cuestiones necesarias con los Estados que estén abiertos a una cooperación constructiva con Rusia.

Durante nuestra reciente visita a la República Popular de China, el Presidente Xi Jinping y yo discutimos estas cuestiones. Observamos que la propuesta rusa no contradice sino que, por el contrario, complementa y concuerda plenamente con los principios básicos de la iniciativa china de seguridad global.

En segundo lugar, es imprescindible partir de la premisa de que la futura arquitectura de seguridad está abierta a todos los países euroasiáticos que deseen participar en su creación. La frase "a todos" implica a los países europeos y a los de la OTAN, por supuesto. Vivimos en un solo continente, y pase lo que pase, no podemos cambiar de geografía.

Sí, las relaciones de Rusia con la Unión Europea y con varios países europeos se han degradado, y lo he subrayado muchas veces, no por culpa nuestra. Una campaña de propaganda antirrusa en la que participan personalidades europeas de muy alto nivel va acompañada de especulaciones de que Rusia supuestamente va a atacar Europa. He hablado de ello en repetidas ocasiones, y no hace falta repetirlo muchas veces en esta sala: todos aquí entendemos que esto es un absoluto disparate y se trata de una justificación para una carrera armamentística…

Si Europa quiere preservarse como uno de los centros independientes de desarrollo mundial y polos culturales y civilizados del planeta, ciertamente necesita mantener buenas relaciones amistosas con Rusia, y nosotros, lo que es más importante, estamos preparados para ello…

En cuanto a Estados Unidos, los constantes intentos de las élites liberales y globalistas que hoy gobiernan allí, de extender su ideología a todo el mundo por cualquier medio necesario, de preservar su estatus imperial y dominio, no hacen sino agotar cada vez más al país, llevarlo a la degradación y entrar en clara contradicción con los auténticos intereses del pueblo estadounidense. Si no fuera por estas políticas sin salida, impulsadas por un mesianismo agresivo, basado en la creencia en su propia superioridad y excepcionalismo, las relaciones internacionales se habrían estabilizado hace tiempo...

Carta de la multipolaridad y la diversidad en el siglo 21

En cuarto lugar, creemos que ha llegado el momento de iniciar un amplio debate sobre un nuevo sistema de garantías bilaterales y multilaterales de seguridad colectiva en Eurasia. Al mismo tiempo, a largo plazo, es necesario reducir gradualmente la presencia militar de potencias externas en la región euroasiática.

Somos conscientes, por supuesto, de que esta tesis puede parecer poco realista en la situación actual, pero eso es ahora. Si construimos un sistema de seguridad fiable en el futuro, no habrá necesidad de una amplia presencia de contingentes militares extrarregionales. De hecho, para ser sinceros, hoy en día tampoco hay tal necesidad: se trata de ocupación y nada más...

En este sentido, apoyamos la iniciativa de nuestros amigos bielorrusos de elaborar un documento programático: una carta sobre la multipolaridad y la diversidad en el siglo 21. Puede formular no sólo los principios marco de la arquitectura euroasiática basada en las normas básicas del Derecho Internacional, sino también, en un sentido más amplio, una visión estratégica de la esencia y la naturaleza de la multipolaridad y el multilateralismo como nuevo sistema de relaciones internacionales que sustituya la idea del mundo centrado en Occidente...

En quinto lugar, una parte imprescindible del sistema euroasiático de seguridad y desarrollo deberán ser las cuestiones económicas, el bienestar social, la integración y la cooperación mutuamente beneficiosa, abordando problemas comunes como la superación de la pobreza, la desigualdad, el clima, el medio ambiente, el desarrollo de mecanismos para responder a las amenazas de pandemias y crisis en la economía mundial. Todos estos ámbitos son muy importantes.

Con sus acciones, Occidente no solo ha vulnerado la estabilidad militar y política en el mundo, sino que, mediante sanciones y guerras comerciales, ha desacreditado y debilitado instituciones de mercado clave. Utilizando al FMI y al Banco Mundial y torciendo la agenda climática, está ahogando el desarrollo del Sur Global. Perdiendo en la competencia, incluso bajo las reglas que Occidente ha escrito para sí mismo, utiliza barreras prohibitivas y todo tipo de proteccionismo. Por ejemplo, Estados Unidos ha abandonado de hecho la OMC como regulador del comercio internacional...

Ya existe una creciente desconfianza en el sistema financiero basado en las monedas de reserva occidentales...

Creo que debemos intensificar seriamente la formación de mecanismos económicos exteriores bilaterales y multilaterales eficaces y seguros, alternativos a los controlados por Occidente. Esto incluye ampliar las liquidaciones en monedas nacionales, crear sistemas de pago independientes y construir cadenas de suministro que eviten los canales bloqueados o comprometidos por Occidente.

Por supuesto, es necesario proseguir los esfuerzos para desarrollar corredores internacionales de transporte en Eurasia, es decir, en el continente cuyo núcleo geográfico natural es Rusia...

La política de contención dirigida contra nuestro país

Estimados colegas, el sentido de nuestras propuestas es formar un sistema dentro del cual todos los Estados confíen en su propia seguridad. Entonces, por cierto, podremos adoptar un enfoque diferente y verdaderamente constructivo para resolver los numerosos conflictos que existen en la actualidad. Los problemas de inseguridad y falta de confianza mutua no afectan solo al continente euroasiático; en todas partes se observa una tensión creciente. Constantemente vemos lo interconectado e interdependiente que está el mundo, y un trágico ejemplo para todos nosotros es la crisis ucraniana, cuyas consecuencias repercuten en todo el planeta.

Me gustaría aclarar las cosas: la crisis en torno a Ucrania no es un conflicto entre dos Estados, y mucho menos entre dos pueblos, causado por algunos problemas entre ellos. Si así fuera, no cabe duda de que los rusos y los ucranianos, que comparten una historia y una cultura comunes, valores espirituales, millones de lazos de parentesco, familiares y humanos, habrían encontrado una manera de resolver cualquier cuestión y desacuerdo de forma justa.

Pero la situación es diferente: las raíces del conflicto no están en las relaciones bilaterales. Los acontecimientos en Ucrania son el resultado directo del desarrollo global y europeo de finales del siglo 20 y principios del 21, de la política agresiva, sin miramientos y absolutamente aventurera que Occidente ha llevado a cabo y sigue haciéndolo todos estos años, mucho antes de que comenzara la operación militar especial..

De ahí la política de contención de nuestro país. Sus objetivos ya se declaran de manera abierta por algunas figuras en Estados Unidos y Europa. Hoy hablan de la notoria descolonización de Rusia. En realidad, este es un intento de proporcionar una base ideológica para el desmembramiento de nuestra Patria según líneas nacionales. De hecho, hace mucho tiempo que se habla del desmembramiento de la URSS y de Rusia. Todos los presentes en esta sala son conscientes de ello.

Al implementar dicha estrategia, los países occidentales han adoptado una línea de absorción y desarrollo político-militar de los territorios cercanos a nosotros. Ha habido cinco y ahora seis oleadas de expansión de la OTAN. Intentaron convertir Ucrania en su cabeza de puente y hacerla una Anti-Rusia. Para lograr estos objetivos, invirtieron dinero, recursos, compraron políticos y partidos enteros, reescribieron la historia y los programas educativos, alimentaron y cultivaron grupos de neonazis y radicales. Hicieron todo lo posible para socavar nuestros lazos entre los Estados, dividir y enfrentar a nuestros pueblos...

En Járkov, Jersón, Odesa, Zaporiyia, Donetsk, Lugansk y Mariúpol comenzaron a reprimirse las manifestaciones pacíficas contra el golpe de Estado, y el régimen de Kiev y los grupos nacionalistas desataron el terror. Probablemente no sea necesario recordarlo, todo el mundo recuerda muy bien lo que ocurrió en estas ciudades.

En mayo de 2014, se celebraron referendos sobre el estatus de las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk, en los que la mayoría absoluta de los residentes se pronunció a favor de la independencia y la soberanía. Inmediatamente surge la pregunta: ¿podría la gente haber expresado su voluntad de esta manera, podría haber declarado su independencia? Los que están sentados en esta sala entienden que, por supuesto, podían; tenían todo el derecho y toda la razón para hacerlo de conformidad con el Derecho Internacional, incluido el derecho de los pueblos a la autodeterminación. No hace falta recordárselo, pero como los medios están trabajando también, diré que el artículo 1, párrafo 2 de la Carta de la ONU otorga a la gente este derecho...

¿Qué hizo el régimen de Kiev en esta situación? Ignoró por completo la decisión del pueblo y desató una guerra a gran escala contra los nuevos Estados independientes -las repúblicas populares del Donbás, utilizando aviones, artillería y tanques. Comenzaron los bombardeos de ciudades pacíficas y los actos de intimidación. ¿Y qué ocurrió después? Los habitantes de Donbás tomaron las armas para defender sus vidas, hogares, derechos e intereses legítimos.

Occidente repite ahora la tesis de manera constante de que Rusia inició la guerra en el marco de una operación militar especial y es un agresor, y por lo tanto es posible golpear su territorio, incluso con el uso de sistemas de armamento occidentales; supuestamente, Ucrania se está defendiendo y puede hacerlo.

Quiero enfatizar una vez más: Rusia no empezó la guerra, fue el régimen de Kiev, repito, después de que los habitantes de parte de Ucrania declararan su independencia de acuerdo con el Derecho Internacional, el que inició las hostilidades y las continúa. Esto es una agresión; si no reconocemos el derecho de estos pueblos que vivían en estos territorios a declarar su independencia. Entonces, ¿qué es? Es una agresión. Y quienes han estado ayudando a la maquinaria militar del régimen de Kiev durante todos estos años son cómplices del agresor.

Entonces, en 2014, los habitantes de Donbás se rehusaron a rendirse. Las formaciones de resistencia se mantuvieron firmes, se enfrentaron a los castigadores y los expulsaron de Donetsk y Lugansk. Esperábamos que así se les pasara la borrachera a los que desencadenaron esta masacre. Para detener el derramamiento de sangre, Rusia hizo los llamados a las negociaciones habituales, y estas comenzaron con la participación de Kiev y representantes de las repúblicas del Donbás, con la ayuda de Rusia, Alemania y Francia.

Las negociaciones fueron difíciles, pero a pesar de ello en 2015 se concluyeron los Acuerdos de Minsk. Nos tomamos en serio su aplicación y esperábamos poder resolver la situación en el marco del proceso de paz y del Derecho Internacional. Esperábamos que esto condujera a la consideración de los intereses y demandas legítimos de Donbás y a la consagración en la Constitución de su estatus especial y los derechos fundamentales de las personas que viven allí, preservando al mismo tiempo la unidad territorial ucraniana. Estábamos listos a ello, y estábamos dispuestos a persuadir a las personas que viven en estos territorios para resolver las cuestiones de esta manera, y en más de una ocasión propusimos diversos compromisos y soluciones.

Pero al final todo fue rechazado. Kiev tiró a la papelera los Acuerdos de Minsk. Como confesaron más tarde representantes de la cúpula ucraniana, no estaban satisfechos con ninguno de los artículos de dichos documentos, simplemente mintieron y giraron las cosas lo mejor que pudieron....

A finales de 2021 y principios de 2022, el proceso de Minsk fue finalmente enterrado, y fue enterrado por Kiev y sus patrocinadores occidentales, y se planeó de nuevo un ataque masivo en Donbás. Un gran grupo de las fuerzas armadas ucranianas se preparaba para lanzar una nueva ofensiva sobre Lugansk y Donetsk, con depuraciones étnicas y enormes pérdidas de vidas humanas y cientos de miles de refugiados, por supuesto. Estábamos obligados a impedir esta catástrofe y proteger a la gente. No podíamos tomar otra decisión...

Al mismo tiempo, hicimos un llamado a las autoridades de Kiev para que retiraran sus tropas del Donbás. Puedo decirles que mantuvimos contactos y les dijimos directamente: retiren sus tropas de allí y todo acabará. Esta propuesta fue rechazada casi de inmediato y simplemente ignorada, a pesar de que ofrecía una oportunidad real de cerrar el asunto de forma pacífica.

El 24 de febrero de 2022, Rusia se vio obligada a anunciar el inicio de la operación militar especial. Dirigiéndome a los ciudadanos rusos, a los habitantes de las repúblicas de Donetsk y Lugansk y a la sociedad ucraniana, expuse los objetivos de esta operación: proteger a la población de Donbás, restablecer la paz, desmilitarizar y desnazificar Ucrania y desviar así las amenazas de nuestro Estado, y restablecer el equilibrio de seguridad en Europa.

Al mismo tiempo, seguimos considerando prioritario alcanzar estos objetivos por medios políticos y diplomáticos. Permítanme recordarles que ya en la primera fase de la operación militar especial, nuestro país entabló negociaciones con representantes del régimen de Kiev. Se celebraron primero en Bielorrusia y luego en Turquía. Intentamos transmitir nuestro mensaje principal: respeten la elección de Donbás y la voluntad de la gente que vive allí, retiren sus tropas y pongan fin al bombardeo de ciudades y pueblos pacíficos. No hace falta nada más, resolveremos el resto de las cuestiones luego. La respuesta fue: "No, lucharemos". Obviamente, esta fue la orden que claramente procedía de sus controladores occidentales, y ahora también lo comentaré.

En aquel momento, en febrero-marzo de 2022, como saben, nuestras tropas se acercaron a Kiev. Hubo muchas especulaciones al respecto tanto en Ucrania como en Occidente, entonces y ahora.

¿Qué quiero decir al respecto? Nuestras formaciones sí estuvieron cerca de Kiev, y los departamentos militares y el bloque de seguridad tenían varias propuestas sobre opciones para nuestras posibles acciones posteriores, pero no hubo una decisión política de asaltar la ciudad de tres millones de habitantes, no importa lo que alguien dijera o especulara.

De hecho, no fue más que una operación para obligar al régimen ucraniano a hacer las paces. Las tropas estaban allí para empujar a la parte ucraniana a negociar, para tratar de encontrar soluciones aceptables y poner fin así a la guerra desatada por Kiev contra Donbás desde el 2014, para resolver cuestiones que suponen una amenaza para la seguridad de nuestro país, para la seguridad de Rusia.

Curiosamente, el resultado fue que sí fue posible alcanzar acuerdos que, en principio, convenían tanto a Moscú como a Kiev. Estos acuerdos fueron puestos sobre el papel y rubricados en Estambul por el jefe de la delegación negociadora ucraniana. Esto significa que las autoridades de Kiev estaban satisfechas con esta solución del problema.

El documento se denominó Tratado sobre Neutralidad Permanente y Garantías de Seguridad para Ucrania. Era de naturaleza conciliadora, pero sus puntos esenciales coincidían con nuestras exigencias de principio y resolvían las tareas que se habían declarado como principales, incluso al comienzo de la operación militar especial. Incluía -por extraño que pueda parecer, llamo su atención a este hecho- los puntos de la desmilitarización y desnazificación de Ucrania. Hemos logrado encontrar coyunturas difíciles también a este respecto. Son complicadas, pero se encontraron. A saber, se trataba de aprobar la ley ucraniana sobre la prohibición de la ideología nazi y de cualquiera de sus manifestaciones. Todo está escrito allí....

El 29 de marzo de 2022, retiramos nuestras tropas de Kiev porque se nos garantizó que debíamos crear las condiciones necesarias para la finalización del proceso de negociación política, para la finalización del proceso. Y que era imposible que una de las partes firmara tales acuerdos, como decían nuestros colegas occidentales, con una pistola en la cabeza. Vale, estábamos de acuerdo con eso.

Pero, de golpe, al día siguiente de la retirada de las tropas rusas de Kiev, los dirigentes ucranianos suspendieron su participación en el proceso de negociación, organizando una conocida provocación en Bucha, y rechazaron la versión preparada de los acuerdos. Creo que hoy está claro por qué era necesaria esta provocación sucia: para explicar el rechazo de los resultados que se habían logrado durante las negociaciones. El camino hacia la paz fue rechazado nuevamente.

Esto se realizó, como ahora sabemos, al dictado de los gestores occidentales, incluido el ex primer Ministro británico, durante cuya visita a Kiev se dijo públicamente: no hay acuerdos, tenemos que derrotar a Rusia en el campo de batalla, lograr su derrota estratégica. Y empezaron a nutrir a Ucrania de armas y a hablar de la necesidad de infligirnos, como les acabo de recordar, una derrota estratégica. Y algún tiempo después, como todos saben perfectamente, el Presidente ucraniano emitió un decreto por el que prohibía a sus representantes e incluso a sí mismo mantener cualquier tipo de negociación con Moscú. Este episodio con nuestro intento de resolver el problema por medios pacíficos volvió a quedar en nada...

Les recuerdo también que, tras el inicio de la operación militar especial, el Occidente lanzó una campaña enérgica y bastante displicente en un intento de aislar a Rusia en la arena internacional. Hoy es claro y evidente para todos que este intento ha fracasado, pero, por supuesto, el Occidente no ha renunciado a su plan de construir alguna apariencia de coalición internacional antirrusa y de presionar a Rusia. También entendemos esto.

Como saben, han empezado a promover activamente la iniciativa de celebrar en Suiza una supuesta conferencia internacional de alto nivel sobre la paz en Ucrania. Y planean celebrarla inmediatamente después de la cumbre del G7, es decir, el grupo de los que, de hecho, provocaron el conflicto en Ucrania con su política..

Quiero subrayar a este respecto: sin la participación rusa, sin un diálogo honesto y responsable con nosotros, es imposible alcanzar una solución pacífica en Ucrania y en la seguridad global europea en general.

Hasta ahora, el Occidente ignora nuestros intereses, al tiempo que prohíbe a Kiev negociar y nos insta hipócritamente a negociar. Parece una estupidez: por un lado, se les prohíbe negociar con nosotros, mientras que, por otro, nos instan a negociar e insinúan que nos negamos a negociar. No tiene sentido. Pero parece que vivimos en algún tipo de mundo de fanasía.

Mientras tanto, primero deberían dar a Kiev la orden de levantar la prohibición, la autoprohibición de negociar con Rusia, y segundo, estamos dispuestos a sentarnos a la mesa de negociaciones incluso mañana mismo. Comprendemos las peculiaridades de la situación jurídica, pero allí hay autoridades legítimas, incluso de acuerdo con la Constitución, como acabo de decir, y hay personas con las que negociar. Sí, estamos dispuestos. Nuestras condiciones para iniciar esa conversación son sencillas y se reducen a lo siguiente...

Las tropas ucranianas deben retirarse completamente de las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk, de las provincias de Jersón y Zaporiyia. Y,  llamo a su atención al hecho de que se deben retirar de todo el territorio de esas regiones dentro de sus límites administrativos, que existían en el momento en que eran parte de Ucrania.

Tan pronto como Kiev declare que está preparada para tal decisión y inicie la retirada efectiva de las tropas de estas provincias, así como notifique oficialmente que abandona sus planes de adherirse a la OTAN, de nuestra parte saldrá inmediatamente, literalmente en el mismo minuto, una orden de cese al fuego y de inicio de las negociaciones. Repito: lo vamos a ordenar inmediatamente. Por supuesto, al mismo tiempo garantizaremos la retirada segura y sin obstáculos de las unidades y formaciones ucranianas...

Una conversación con mi homólogo estadounidense

Hoy voy a decir algo más sobre otro hecho importante que tampoco se ha mencionado antes públicamente, a saber, que literalmente a las mismas horas del 21 de febrero [de 2014] tuvo lugar una conversación con mi homólogo estadounidense por iniciativa de la parte de Estados Unidos. La esencia de la misma fue la siguiente: el mandatario estadounidense apoyó sin ambages el acuerdo entre las autoridades de Kiev y la oposición. Además, lo calificó de verdadero avance, una oportunidad para el pueblo ucraniano de asegurarse de que la violencia que había surgido no traspasara todos los límites imaginables.

Y luego, en el curso de nuestras conversaciones, elaboramos conjuntamente la siguiente fórmula: Rusia asegurará que el entonces Presidente ucraniano actúe con calma, que no utilice al Ejército ni a las fuerzas del orden contra los manifestantes. Y Estados Unidos, en consecuencia, según se dijo, llamaría a la oposición, como se dice, al orden, a desocupar los edificios administrativos, a mantener la calma en la calle.

Todo esto fue para crear las condiciones para que la vida en el país volviera a la normalidad, al ámbito constitucional y legal. Y, en general, acordamos trabajar juntos por una Ucrania estable, pacífica y en normal desarrollo. Cumplimos plenamente nuestro compromiso. El entonces Presidente ucraniano, Yanukóvich, que en realidad no pensaba utilizar el Ejército, no lo hizo y, además, incluso retiró de Kiev unidades policiales adicionales.

¿Qué podemos decir de nuestros colegas occidentales? En la madrugada del 22 de febrero y durante todo el día siguiente, cuando el Presidente Yanukóvich partió hacia Járkov, donde se iba a celebrar un congreso de diputados de las provincias del sudeste de Ucrania y Crimea, los radicales, a pesar de todos los acuerdos y garantías occidentales (tanto europeos como acabo de decir, estadounidenses), tomaron por la fuerza el control del edificio de la Rada, la administración presidencial, y tomaron el Gobierno. Y ni uno solo de los garantes de todos estos acuerdos sobre el arreglo político, ni Estados Unidos ni los europeos, [hizo nada] para cumplir sus obligaciones, para pedir a la oposición que libere las instalaciones administrativas tomadas y que abandone la violencia. Está claro que este curso de los acontecimientos no sólo les convenía, sino que parece que ellos fueron los autores de que los sucesos se desarrollaran de esta manera.

Además, ya el 22 de febrero de 2014 la Rada Suprema, violando la Constitución ucraniana, adoptó una resolución sobre la llamada autoeliminación del Presidente Yanukóvich del cargo de Presidente y fijó elecciones extraordinarias para el 25 de mayo. En otras palabras, se ha producido un golpe de Estado armado, provocado desde el exterior. Los radicales ucranianos, con el consentimiento implícito y el apoyo directo del Occidente, frustraron todos los intentos de resolver la situación pacíficamente.

Luego persuadimos a Kiev y a las capitales occidentales para que iniciaran un diálogo con la población del sureste ucraniano y respetaran sus intereses, derechos y libertades. No funcionó, porque el régimen que llegó al poder como resultado del golpe de Estado eligió la guerra y lanzó acciones de castigo contra Donbás en la primavera y el verano de 2014... Rusia se vio obligada a lanzar una operación militar especial para poner fin a la guerra en Donbás y proteger a los civiles del genocidio.

Al mismo tiempo, desde los primeros días, propusimos de manera consistente opciones para una solución diplomática de la crisis, ya he hablado de esto. Se trató de negociaciones en Bielorrusia, Turquía, la retirada de las tropas de Kiev para crear las condiciones necesarias para la firma de los Acuerdos de Estambul, que en principio fueron aceptados por todos. Pero incluso estos intentos fueron finalmente rechazados de nuevo. Occidente y Kiev fijaron un rumbo para derrotarnos. Pero, como sabemos, estos esfuerzos fracasaron.

Una solución definitiva al conflicto

Hoy hacemos otra propuesta de paz concreta y real. Si Kiev y las capitales occidentales también la rechazan, como antes, entonces finalmente es asunto suyo y su responsabilidad política y moral mantener el derramamiento de sangre. Obviamente, las realidades sobre el terreno y en la línea de separación continuarán cambiando no a favor del régimen de Kiev. Y las condiciones para el inicio de las negociaciones serán diferentes.

Quiero insistir en el punto principal: la esencia de nuestra propuesta no es una especie de tregua temporal o suspensión del fuego, como quiere Occidente, para restablecer las pérdidas, rearmar al régimen de Kiev y prepararlo para una nueva ofensiva. Repito: no se trata de congelar el conflicto, sino de ponerle fin definitivamente.

Y lo diré una vez más: tan pronto como Kiev acepte un curso de los hechos similar al que se propone hoy, acepte una retirada completa de sus tropas de la RPD y la RPL, de las provincias de Zaporiyia y Jersón, e inicie realmente este proceso, estaremos dispuestos a empezar las negociaciones sin aplazarlas.

Repito: nuestra posición de principio es la siguiente: el estatus neutral no alineado no nuclear de Ucrania, su desmilitarización y desnazificación, sobre todo porque estos parámetros fueron generalmente acordados por todos en el curso de las conversaciones de Estambul en 2022. Todo estaba claro allí sobre la desmilitarización, todo estaba detallado: el número de tanques y otro equipo militar. Llegamos a un acuerdo en todos los puntos.

Por supuesto, deben garantizarse plenamente los derechos, libertades e intereses de los ciudadanos rusoparlantes de Ucrania, y deben reconocerse las nuevas realidades territoriales y el estatus de Crimea, Sebastopol, las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk, y las provincias de Jersón y Zaporiyia como entidades constitutivas de la Federación de Rusia. En el futuro, todas estas estipulaciones básicas y de principio deberán fijarse en forma de acuerdos internacionales fundamentales. Por supuesto, esto implica también la anulación de todas las sanciones occidentales contra Rusia.

Creo que Rusia propone una opción que permitirá terminar realmente con la guerra en Ucrania, es decir, pedimos pasar la trágica página de la historia y empezar a restablecer las relaciones de confianza y buena vecindad entre Rusia y Ucrania y en toda Europa...

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