Economía

Resumen electrónico de EIR, Vol.XXIV, nums 4-5

Versión para imprimir

Regrese al inicio

 

Iberoamérica

 

Argentina crece, crece y crece. . .

por Gretchen Small

El nombre de nuestro futuro es el cambio. Argentina protagoniza una profunda transformación, es hora del cambio cultural y moral. Producto del profundo cambio de paradigma que necesitamos, el éxito de la gestión tiene que ser juzgado desde las perspectivas del bien común. . . y el ejercicio del poder político a favor del bienestar del pueblo.

La economía argentina está transitando su quinto año consecutivo de crecimiento a un fuerte ritmo, que ronda entre el 8 y el 9% anual, sin mostrar signos de desaceleración y con firmes expectativas de que en el año 2007 continuará el proceso de crecimiento a una tasa todavía elevada.

Se confirma que, luego de la crisis económica y financiera más grave de la que se tenga memoria, lejos de experimentar un rebote, como decían los especialistas, la economía experimentó un cambio decisivo en su modo de funcionamiento. Los resultados son elocuentes en todos los frentes, a pesar de algunos representantes dignos y brillantes de las escuelas económicas que nos vienen asesorando.

—Presidente de Argentina, Néstor Kirchner,
1 de marzo de 2007.

El presidente argentino Néstor Kirchner, luego del discurso que dio el 1 de marzo. (Foto: Presidencia de Argentina).

Argentina, que era el modelo del éxito del Fondo Monetario Internacional en los 1990, y que luego los financieros internacionales la abandonaron a su suerte cuando su economía se desintegró por las propias directrices del FMI a fines del 2001, se yergue ahora como una nación donde los salarios, las pensiones, la industria, la infraestructura, la salud y la educación crecen, en tanto que el holocausto económico se propaga por todo el planeta. Para furia de los buitres financieros del imperio de las islas Caimán de Londres, gente de todo el mundo sabe que Argentina no emprendió el camino a la recuperación sino hasta que su actual presidente, Néstor Kirchner, rompió con el garlito del FMI.

Ahí radica la importancia estratégica del informe que Kirchner presentó ante el Congreso argentino el 1 de marzo, en el que identificó los principios que guían la recuperación nacional y resumió los logros alcanzados.

Como dejan claro sus palabras, Kirchner no es ningún sesentiochero cuando se trata de la economía. Los criterios financieros no determinan la decisión de su Gobierno de dónde invertir, sino más bien las necesidades físicas de la nación y su pueblo. Condena la intentona de reducir a la Argentina a una economía de servicios con una política que procuró imponerle “la paz del sepulcro” a los argentinos, mientras unos pocos se enriquecían con el pretexto de “combatir la inflación”. Argentina quiere una “sociedad viva”, dijo Kirchner, y así es que ahora con orgullo se reindustrializa e invierte en la energía nuclear.

Kirchner identifica el quid de su programa de recuperación como ese anatema para la sicosis sesentiochera: ¡el trabajo!

Para enojo de esos satélites del financiero fascista Félix Rohatyn que repiten hasta el cansancio que los métodos de Franklin Delano Roosevelt no funcionan en el mundo moderno, el hecho irrefutable es que el enfoque que adoptó el Gobierno de Kirchner sigue los mismos principios que los que Roosevelt aplicó: que la inversión dirigida por el gobierno en la infraestructura y la industria, la regulacion del Estado de los intereses privados en favor del bien común, un gobierno guiado por su responsabilidad de garantizar el bienestar general y la felicidad del pueblo de la nación, ¡sí funcionan!

Esos principios económicos del Sistema Americano han funcionado en todos los países del mundo que los han aplicado. Demostraron su poder con Roosevelt, y lo hacen ahora en la pelea de Argentina por recuperarse del infierno que le impusieron los buitres financieros y sus testaferros del FMI. Éstos son los principios que han de aplicarse de inmediato para remplazar al sistema financiero mundial en su totalidad, o el planeta entero caerá en una nueva Era de Tinieblas que arrastrará a todas las naciones, incluso a Argentina.

Lo que fraguó el FMI

Antes de que el FMI se apoderara de la economía con el golpe militar de José Martínez de Hoz que dirigieron los nazis en 1976, Argentina era una de las naciones más ricas de Iberoamérica, con altos niveles de vida, una fuerza laboral calificada, 99% de alfabetismo, y una infraestructura científica y tecnológica impresionante.

Tras 25 años de dictados del FMI, en los que los gobiernos de los 1990 aplicaron, por medios dizque “democráticos, una dictadura económica tan destructiva como la militar de Martínez de Hoz (quien remató las empresas y recursos del Estado, redujo los servicios públicos a nada, y “resolvió” cada crisis de la deuda creando más), para 2001 Argentina estaba acabada. En noviembre de ese año el gobierno incautó los ahorros de la gente para pagar deuda, el sistema financiero hizo implosión y el gobierno cayó. La economía se hundió en el abismo.

Antes de la llegada del presidente Kirchner en el 2003, Argentina se hundía en una pobreza tan abyecta, que la gente salía por las noches a escarbar en los basureros en busca de comida.(Foto: Carlos Pérez Galindo).

Para fines del 2002 se reconocía que 60% de los argentinos había caído por debajo del nivel de pobreza, a un ritmo de 762.000 al mes, o 25.000 diarios durante ese año. El desplome hacía parecer pequeño incluso el que sufrió Indonesia durante la “crisis asiática” de 1997–1998. Durante ese año, los pobres aumentaron a un ritmo de 762.000 por mes, o 25.000 diarios.

En un país que produce suficiente comida como para alimentar a 300 millones de personas, 30% de la población ya no podía ni comprar comida. En la capital, Buenos Aires, ejércitos de familias harapientas recorrían las calles por las noches en busca de comida de los basureros. Cuando no encontraban nada, comían ratas, ratones, ranas y sapos. Cuarenta por ciento de los argentinos cayó en la desnutrición, la mortandad infantil aumentó, y la muerte por inanición —desconocida antes en Argentina— fue la suerte que corrieron cientos de niños, al tiempo que los recortes presupuestales diezmaban el otrora excelente sistema nacional de salud.

Resultados elocuentes

Ése fue el país que encontró el presidente Kirchner al tomar posesión el 25 de mayo de 2003. No podía emprenderse reconstrucción seria alguna en tanto no se quitara la carga financiera de las espaldas del país. Invocando el principio de que la vida es primero que la deuda, Kirchner le dijo a los acreedores que Argentina sólo podía pagar entre 25 y 35% del valor nominal de su deuda, y que el resto tendrían que darlo por perdido. Tras ganar esa ardua batalla, Argentina pudo saldar su deuda con el FMI en enero del 2006, para librarse de sus chantajes.

Casi cuatro años después, Kirchner pudo informarle al Congreso que entre los avances logrados con el nuevo paradigma están que:

• El porcentaje de argentinos por debajo del nivel de pobreza se redujo, de 60% cuando tomó posesión, a 31,8% hoy, y el número de indigentes se ha reducido a la mitad, lo cual aún es “una vergüenza”, dijo, pero es mucho menor.

• El desempleo cayó a menos de 10% por primera vez en 14 años, a 8,7%, una tercera parte del 27% que era en mayo del 2003. Desde entonces, se han creado unos 3,4 millones de empleos.

• Desde el 2003, el salario mínimo aumentó de 200 a 800 pesos, el salario de los maestros se triplicó, el salario nominal promedio de los trabajadores con empleos registrados (es decir, que no están en la “economía informal”) aumentó 72%.

• El pago de las pensiones y el seguro social aumentó diez veces, luego de estar congelado por años. Mientras que treinta y cinco de cada cien de nuestros abuelos estaban condenados a la indegencia en el 2002, sin seguridad social, hoy nueve de cada diez están protegidos, afirmó.

• Está dándosele marcha atrás a la privatización del sistema de salud por medio de la cooperación entre la federación y los estados, que incluye el establecimiento de 179 nuevos centros comunitarios de salud, y un aumento de la atención básica y de la inversión en 40 hospitales a nivel nacional. Un ejemplo de los resultados es el aumento de 46% en las consultas médicas en los hospitales y los centros de atención básica combinados.

• Se construyen ya 2.400 km de carreteras nuevas, que integran a las provincias “olvidadas”. La inversión en los ferrocarriles aumentó en el 2006, con la reparación de equipo y 300 km de ferrovías ya construidos.

• La industria creció 8,3% en el 2006, con un incremento tal en la capacidad utilizada, que ramas tales como el acero y el papel ampliaron su capacidad de producción. En los últimos tres años la industria de más rápido crecimiento fue la de la construcción: 34,4% en el 2003, 29,4% en el 2004, 20,4% en el 2005, y se proyecta un ritmo de 20% para el 2006.

• La inversión en plantas de electricidad pretende añadir más de 4.600 megavatios de generación para el 2008, un aumento de 50% en las líneas de alta tensión del país, uno de 22% en la capacidad de transporte de gas natural, y está terminándose la central nuclear Atucha II.