Economía
A la caza de liquidez para parar el estallido
por Paul Gallagher y Rainer Apel
El estallido de la apalancada burbuja mundial de adquisiciones de fondos
especulativos puede empezar este mes en tu sala, en especial si vives en
Manhattan o Dresde. Dos fondos especulativos —producto de
adquisiciones— que especulan con el precio de la vivienda, uno con sede en
Nueva York y el otro en Alemania, amenazan con estallar, uno en el mercado de
los bonos chatarra y el otro en una oferta pública de acciones en los
mercados de Nueva York y Fráncfort. Ambos ardides, aparte de la
posibilidad de que no funcionen y desaten una cadena de incumplimientos en la
enorme burbuja mundial de deudas por tomas hostiles, también representan
las peores operaciones de los fondos especulativos en tanto depredadores
financieros o “plaga de langostas”, como les dicen en
Alemania.
La oferta de la firma Fortress Investment Group LLC inició el 8 de
febrero en las bolsas de valores de Wall Street y Fráncfort. Esta
operación, diseñada para atraer inversionistas y recabar unos 650
millones de dólares de capital nuevo, se funda en la gran cantidad de
apartamentos en ciudades alemanas que ese fondo especulativo le ha comprado a
los gobiernos locales o, en algunos casos, empresas de bienes raíces.
Fortress posee 165.000 apartamentos en toda Alemania, 110.000 en Berlín y
47.000 en Dresde. Otros fondos especulativos, como Cerberus o Terra Firma,
vienen haciendo lo mismo desde 2004. En total se han privatizado como 600.000
apartamentos, en tanto que unos 3.300.000 (residencia de unos 10 millones de
alemanes) siguen en manos de los gobiernos locales y estatales, y de otros
grupos y entidades públicas.
Fortress Investment Group, con 30 mil millones de dólares en
activos, lo dirigen casi en su totalidad hombres de los bancos de
inversión de Wall Street, Lehman Brothers y Goldman Sachs. Tres de los
cinco ejecutivos eran directivos de Rock Partners, un fondo que ha venido
adquiriendo viviendas de clase media en Manhattan. Varios de ellos tienen nexos
de trabajo con el banco suizo UBS AG, que le presta a los depredadores para
hacer tomas hostiles en todo el mundo, como las del muy conocido “buitre
capitalista” Wilbur Ross. Son todo un grupito. Pero Fortress ha hecho
buena parte de sus inversiones en fondos de pensiones.
El aval en la oferta de Fortress es el banco Goldman Sachs, y los
administradores son Lehman Brothers, Bank of America, Citigroup y Deutsche Bank.
La propaganda de Fortress le dice a los inversionistas que su subsidiaria
alemana, GAGFAH, tiene 4.900 millones de dólares en activos, en lo
principal en bienes raíces comerciales alemanes alquilados a
arrendatarios de mucho crédito. La propaganda afirma que se concentran en
activos apuntalados en flujos de liquidez estable y de largo plazo con un
potencial que tiende a la alza.
¿La verdad? Fortress es un fondo especulativo prominente de la
“plaga de langostas” en Alemania. La empobrecida ciudad de Dresde,
en la antigua Alemania Oriental, le vendió los 48.000 apartamentos que
poseía el gobierno de la ciudad por 1.200 millones de dólares,
¡a pesar de la oposición de 45.000 de los arrendatarios! Fortress
tuvo que firmar acuerdos que la restringen para aumentar el alquiler y ordenar
desalojos, aun para los apartamentos con alquileres por debajo del precio de
mercado. En Dresde las condiciones de los bienes raíces son más
que sombrías, con una tasa de desempleo oficial de 15% y 40.000 unidades
de vivienda vacantes. Muchos residentes no pagan alquiler porque no tienen un
ingreso significativo. Fortress no puede deshacerse de tres cuartas partes de
los apartamentos de Dresde ni venderlos sin contravenir un contrato que
también le prohíbe convertirlos en condominios.
Nada de eso aparece en la propaganda de la oferta de Fortress.
Pero la mayor atrocidad de esta oferta es que se calcula que el
“valor” o precio de mercado de los apartamentos de Fortress en
Alemania se calcula en 17,4 veces el alquiler anual bruto que pagan sus
inquilinos. Eso es inaudito. En contraste, el precio de los apartamentos en la
ciudad de Nueva York equivale a entre 8 y 9 veces —o 12 cuando
mucho— el alquiler anual.
Como es improbable que Fortress se deshaga de esos apartamentos, y de otros
165.000 en Alemania, sin sufrir pérdidas, los 650 millones de
dólares que pretenden conseguir con la oferta parecen más bien un
plan para que nuevos inversionistas paguen las deudas de capital de los
anteriores; es el típico truco de la pirámide.
Estos fondos especulativos siguen cierta pauta, luego de la juerga de
adquisiciones hostiles apalancadas (es decir, financiadas con préstamos
bancarios) de 2006, que ha generado una deuda bancaria de entre 3 y 4
dólares por cada 1 de inversión; ahora andan emitiendo acciones.
Antes se suponía que eran fondos exclusivamente para los inversionistas
acaudalados y sofisticados, pero ahora van “mercado abajo”, para
conseguir efectivo de los millones de inversionistas menores y, por supuesto, de
los fondos de pensiones.
Un negociazo a punto de tronar
En octubre de 2006 Tischman Speyer Realty y el fondo Black Rock Partners
adquirieron, con palanca de la banca, más de 12.000 apartamentos en la
zona de Peter Cooper Village y Stuyvesant Town, las únicas viviendas de
clase media que quedaban en Manhattan, donde el mercado de bienes raíces
ha disparado los precios a la estratósfera. Esas firmas administran cerca
de un billon de dólares de capital especulativo. Black Rock era la
entidad de especulación en bienes raíces del fondo Blackstone,
fundado por el ex presidente de Lehman Brothers y protegido de George Shultz,
Peter Peterson. Luego Black Rock se fusionó con una entidad de Merrill
Lynch y el banco PNC. Por más de 60 años esas comunidades de
apartamentos de Manhattan fueron famosas por su calidad y alquileres controlados
moderados, hasta que la aseguradora MetLife se los vendió a Tischman
Speyer y Black Rock sin consultar con el gobierno de la Ciudad de Nueva York,
que había financiado su construcción en los 1940, en
asociación con MetLife, para las familias de los soldados que regresaban
del frente.
En tres meses, para enero, el alquiler de unos 2.000 de esos apartamentos
había aumentado 33%. ¿Por qué? Porque se habían
endeudado tanto, o sea “apalancado”, para juntar los 5.400 millones
de dólares de la adquisición de Stuyvesant Town y Cooper Village,
que el arreglo suponía grandes aumentos a los alquileres para pagar. En
general, se reconocía en el sector de bienes raíces que “el
negocio sería un fracaso” sin un aumento significativo de los
alquileres. El negocio contravino una ley del estado de Nueva York de 1992, que
le prohíbe a los propietarios de apartamentos retirar los que
estén sujetos al control de alquiler sin la autorización
municipal. Ahora las demandas judiciales en la Corte Suprema del estado pueden
deshacer todo el negocio. Lo más probable es que, si impiden los aumentos
de alquiler que planean Black Rock y Tischman, el “negociazo” de
bienes raíces estalle en un incumplimiento de la deuda
apalancada.
Los fondos especulativos amenazan al sistema
mundial
Estos son sólo los dos excesos más recientes que plantean la
prohibición de tales actividades financieras. A raíz de la
campaña del Movimiento de Juventudes Larouchistas en Alemania, en los
primeros meses de 2005 la urgencia de adoptar medidas contra los fondos
especulativos se ha convertido en el centro de acalorados debates
públicos, en especial luego de que Franz Müntefering, entonces
presidente del Partido Socialdemócrata, calificó a esos fondos de
“plaga de langostas”. Desde entonces, así se les denomina a
dichos fondos en el debate. Otro prominente socialdemócrata, el ex
canciller Helmut Schmidt, pidió poner “en cintura a los nuevos
especuladores”, en un ensayo que publicó el semanario Die
Zeit el 1 de febrero. Schmidt califica a dichos fondos de una amenaza al
sistema financiero global, en especial por su agresivo comportamiento
empresarial y los endeudamientos apalancados, por lo que Schmidt exhortó
a una prohibición total de préstamos para esos fondos.
Más recientemente, el Gobierno alemán le ha dedicado
más energía a su iniciativa de julio de 2005 (propuesta por el
entonces canciller Gerhard Schröder) en el G–8, para aumentar la
“transparencia” de los fondos. El primer ministro británico
Tony Blair y el presidente estadounidense George W. Bush obstruyeron la
iniciativa de Schröder, y cuando tomó posesión la actual
canciller alemana Ángela Merkel en noviembre de 2005, se congeló
casi un año. Sin embargo, el incumplimiento espectacular de varios fondos
de esa plaga de langostas a fines de 2006 (MAN Group, Amaranth y otros),
despertó de nuevo un interés por la iniciativa de controlar los
fondos especulativos.
En una entrevista en el diario alemán especializado en
economía, Handelsblatt, el 6 de febrero (tres días antes de
la reunión de los ministros de Finanzas del G–8 en Essen,
Alemania), el viceministro de Finanzas Thomas Mirow declaró que era
urgente hacer una evaluación realista de los riesgos que plantean los
fondos langosta para el sistema financiero mundial. El endeudamiento
multiapalancado excesivo de los fondos es motivo de preocupación sobre la
estabilidad del sistema financiero mundial, señaló Mirow. La
iniciativa del gobierno, añadió, que será presentada en la
reunión cumbre del G–8 del 6 al 8 de junio en Heiligendamm,
Alemania, se centra en dos pasos, principalmente: 1) obtener una visión
preliminar de cuáles grandes bancos y fondos han prestado dinero a los
fondos especulativos, y en qué cantidad; y, 2) obtener una visión
preliminar del alcance de las inversiones de los fondos especulativos en
empresas industriales, para saber cuáles podrían ser afectadas por
la crisis de dichos fondos.
LaRouche: ‘Lo que hay es locura’
El economista Lyndon H. LaRouche comentó al respecto el 6 de
febrero: “Lo que hay son jugadores afuera de los mismos bancos, que usan
dinero de éstos para esta clase de operaciones, y una vez que consiguen
que los bancos suelten el crédito, hay otro grupo de jugadores que trama
todo el asunto, y son los que pudieran saberlo, o quizás no; si
están jugando de modo tan irresponsable, tal vez en realidad no lo sepan.
Ellos quizás han fragmentado las cosas para que su propia gente apueste
una contra otra. Por tanto, en realidad no tienen un control centralizado
eficaz. Lo que hay es locura, la locura de una burbuja, como la de John Law,
llevada al extremo. En realidad nadie sabe. Si te dicen que saben, o son
estúpidos o mienten”.
Por eso, la simple “transparencia”, como la que quiere lograr
el Gobierno alemán, no va a funcionar con estos fondos de locura. Como lo
ha señalado LaRouche una y otra vez, no hay remedio para esta locura
dentro de un sistema que es en sí toda una locura. Se necesita un nuevo
enfoque, principios completamente nuevos sobre la emisión de
crédito, no para la especulación, sino para la producción,
y eso empieza con intervenir a los bancos y los fondos en una
reorganización por bancarrota ordenada. Restaurar el control de las
finanzas mundiales implica nada menos que una reorganización financiera,
un Nuevo Bretton Woods como el que ha propuesto LaRouche.
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