Economía

Resumen electrónico de EIR, Vol.XXIV, núm. 2

Versión para imprimir

Regrese al inicio

 

Editorial

The Economist suelta la sopa

En su edición del 3–9 de febrero, la institución imperial británica con 164 años de antigüedad a la que llaman The Economist, mostró sus mañas de costumbre. En un suplemento especial, y en un breve artículo que repasaba la importancia del mismo, los apologistas del imperio afirman que, “por su pasado imperial y comercial, Gran Bretaña se siente extraordinariamente cómoda con la globalización”, y luego pasan a documentar el por qué. El mensaje es claro: la globalización es el imperialismo británico, y deben aprender a aceptarlo.

Quienes no son muy duchos en historia no captarán el cuadro completo. Para eso, uno tiene que entender que la revista The Economist nació en la cima del Imperio Británico de las Indias Orientales en 1843; que de ordinario metió su cuchara en la política estadounidense, aun contra las gestiones del presidente Abraham Lincoln para salvar a la Unión; y que hoy representa todo lo que sea la antítesis de la Revolución Americana.

Esta nueva declaración de intención de revivir al Imperio Británico y destruir el Estado nacional —muy en particular a la república por excelencia, Estados Unidos— es hoy la realidad estratégica primordial del mundo, como LaRouche ha señalado. La ofensiva empezó en 1963, con el caso Profumo, que fue el que echó abajo al Gobierno de McMillan y le abrió paso al primer Gobierno de Harold Wilson. Con Wilson, se desmanteló la capacidad productiva de las Islas Británicas, y este país fue el que pavimentó el camino hacia la pesadilla posindustrial que se ha posado ahora sobre el mundo.

Con los instrumentos británicos Bush y Cheney en el Gobierno de EU, la oligarquía angloholandesa se siente más próxima a lograr su objetivo. En colaboración con las facciones traicioneras estadounidenses en Wall Street, los partidos políticos y otras partes, literalmente están desmantelando el poderío productivo de EU. Están empeñados en crear una versión moderna del gobierno medieval de los banqueros venecianos, que usaban a mercenarios privados, como las viejas órdenes de la caballería normanda, para efectuar el saqueo y las masacres.

¿Suena exagerado? De hecho han avanzado mucho en su objetivo al arrebatarle de manera sistemática el control de la banca y el crédito a los gobiernos soberanos, y ponerlo en manos del cartel bancario global. Ese mismo cartel financiero trabaja con otros monopolios internacionales para dominar el abasto mundial de alimentos, minerales y productos vitales como el acero. En la fase actual, los gobiernos nacionales ni siquiera controlan sus propios ejércitos, a los cuales se les está remplazando con ejércitos mercenarios con el poder y la deshinibición necesarias para hacer lo que los intereses privados les pidan.

Por más de 200 años la Revolución Americana ha frustrado a la turba angloholandesa, que en particular se enfureció cuando el Sistema Americano de economía política se extendió por Eurasia, aun después de que sus paniaguados asesinaron a Lincoln. Luego, en los 1930, mientras propagaban el nazismo y el fascismo, tuvieron que vérselas con un EU que, al mando de Franklin Roosevelt, se convirtió en la principal potencia industrial del mundo, y estaba decidida a eliminar el asqueroso sistema imperial angloholandés.

La orientación de EU dio un giro de 180 grados tras la muerte de Roosevelt, y desde entonces los británicos se han lanzado con todo para eliminar cualquier cosa que remotamente rememore a Roosevelt y su legado. Sólo porque han tenido un éxito peligroso en hacerlo, la facción de la traición que encubre el Gobierno de Cheney y Bush logró apoderarse de la Presidencia de EU y emprender la farra de agresión bélica que amenaza con desestabilizar al orbe entero. Su siguiente paso es eliminar toda soberanía nacional e imponer la tiranía mundial.

Hemos regresado a una situación como la que imperaba antes de la Revolución Americana, cuando patriotas de todo el mundo libraron una guerra total por los valores republicanos, que le atizó un golpe histórico mundial al imperio y le dio esperanzas de libertad a toda la humanidad. Una vez más las fuerzas del Estado nacional republicano tienen que derrotar a la globalización, al imperio. Empecemos por hacer que EU recupere su tradición antiimperial, y las demás naciones se sumarán a la causa.