Economía

Resumen electrónico de EIR, Vol.XXIV, núm. 2

Versión para imprimir

Regrese al inicio

 

Internacional

 

El golfo de los estornudos

por Jeffrey Steinberg

Una encuesta entre especialistas militares, diplomáticos y de inteligencia de Estados Unidos confirma que el Gobierno de Cheney y Bush en estos momentos busca provocar un enfrentamiento militar con Irán en algún momento antes de que termine el segundo trimestre de 2007. De no ponérsele alto a semejante provocación lunática en los próximos días y semanas, el planeta se hundirá en una guerra perpetua, y en un caos económico y financiero, de los que tomaría años salir. Una consecuencia segura de una guerra provocada contra Irán significaría la destrucción total de EU como la república soberana de sus padres fundadores, y su satanización a los ojos de lo que quede de la población mundial.

La forma más sencilla y elegante de parar esta locura es obligar al vicepresidente Dick Cheney, el matón al mando de esta ofensiva bélica en el golfo Pérsico, a que deje el cargo este mismo mes. Hasta el momento de escribir esto, se han sometido cuatro diferentes propuestas a la Cámara de Representantes para prevenir que haya una acción militar contra Irán sin la ponderación y plena autorización del Congreso. El senador demócrata Robert Byrd (por Virginia Occidental) sometió una propuesta similar al Senado. Sin embargo, la debilidad de todos estos esfuerzos bien intencionados es que ninguno especifica que un acto de guerra contra Irán, sin la previa autorización del Congreso, constituiría un delito punible por parte tanto del presidente Bush como del vicepresidente Cheney. En las condiciones presentes de demencia e intransigencia del Poder Ejecutivo de Cheney y Bush, sólo con semejante lenguaje contundente, respaldado con un compromiso claro de actuar, podría contribuirse a evitar la guerra.

Es un secreto a voces que las legiones crecientes de estrategas republicanos y “ángeles” financieros están llegando a la conclusión de que Cheney tiene que irse, o si no, el Partido Republicano no sobrevivirá el ciclo electoral del 2008. Según fuentes allegadas a la familia Bush, cada vez hay más desmayo porque el Presidente es incapaz de encarar la realidad de que Dick Cheney es la fuente de todos los fiascos políticos de los últimos 6 años, y que la partida oportuna de Cheney es la única “estrategia de salida” que tiene, si es que no quiere pasar a la historia como el peor presidente estadounidense de todos los tiempos. En estos momentos el Presidente Bush es el principal candidato —por amplio margen— a tan dudosa distinción.

Un ‘estornudo’ puede desatar una guerra

Fuentes militares y de inteligencia con décadas de experiencia en el golfo Pérsico le han advertido a EIRNS que una vez que el segundo grupo de portaaviones estadounidenses, encabezado por el U.S.S. Stennis, arribe al golfo Pérsico en algún momento a mediados de febrero, habrá tal concentración naval estadounidense e iraní en esa estrecha región, que “un estornudo” podría desencadenar una conflagración. Por “estornudo”, estos expertos se refieren a que los capitanes navales —tanto estadounidenses como iraníes— a nivel táctico, que se encuentran hacinados en zonas fronterizas mal delimitadas del Golfo, podrían llevar a cabo una provocación que desate una guerra general, sin que necesariamente sea ésa su intención.

En cierto sentido, el Gobierno de Bush ya ha emitido, de facto, una declaración anticonstitucional de guerra. El 10 de enero, mientras el presidente Bush daba su discurso televisivo en el que le anunciaba a la nación el aumento de tropas estadounidenses en Iraq, comandos de las Fuerzas Especiales de EU allanaban el consulado iraní en la ciudad curda de Irbil. Los soldados estadounidenses detuvieron a cinco funcionarios iraníes, y los acusaron de apoyar a los insurgentes que combaten a las fuerzas estadounidenses y de la coalición en Iraq. Como lo planteó un diplomático estadounidense retirado, “éste fue un acto de guerra” por parte del Gobierno de Bush.

En su discurso del 10 de enero, el Presidente puso un gran acento en la supuesta participación de Irán y Siria en apoyar la insurgencia. Bush empleó un término legaloide, “apoyo material para la insurgencia”, para describir la intervención siria e iraní. Como demostró lo acontecido en Irbil, el Gobierno de Bush ha decidido adoptar una posición directa y agresiva en cuanto a la presencia iraní en Iraq, independientemente de si hay en realidad alguna prueba de que Irán esté implicado en apoyar a insurgentes y proporcionar armas. Según algunas fuentes, puede que los Guardianes de la Revolución iraníes hayan participado en actos de provocación contra las fuerzas de ocupación estadounidenses y de la coalición en Iraq. Pero, al negarse a emprender tentativa diplomática alguna y destacar la presencia de larga data de Irán en el vecino Iraq, el Gobierno de Cheney y Bush ha adoptado un plan deliberado para, en efecto, respaldar una guerra total contra Irán.

Desde el discurso que dio Bush el 10 de enero y el “acto de guerra” en Irbil, se han sumado a la lista otros actos de provocación del Gobierno de Bush. El diario Los Angeles Times informó el 31 de enero que la Fuerza Aérea estadounidense está intensificando su patrullaje a lo largo de la frontera con Irán, para cortar el flujo de armas y agentes de los Guardianes de la Revolución hacia Iraq. La combinación de estas operaciones fronterizas, que podrían resultar en ataques contra territorio iraní, con la concentración naval de EU en el Golfo, preocupa a muchos. El Times cita a un oficial militar estadounidense anónimo: “Podría cometerse un error, y terminaríamos en algo que en realidad ninguna de las partes quiso nunca, y, de pronto, es agosto de 1914 otra vez”. El oficial planteó un caso semihipotético: “Un bote cruza una línea. . . ¿pero qué significa eso? Tienes que tener mucho cuidado de no reaccionar de forma exagerada”.

El primer ministro iraquí Nuri al Maliki fue igual de llano en una entrevista con CNN el 31 de enero: “Les hemos dicho a los iraníes y a los estadounidenses: ‘Nosotros sabemos que tienen un problema entre ustedes, pero les pedimos, por favor, que resuelvan sus diferencias fuera de Iraq’. No queremos que las fuerzas estadounidenses agarren a Iraq de base para atacar a Irán. . . No aceptaremos que Irán use a Iraq para atacar a las fuerzas estadounidenses. ¿Pero hay tal cosa? La hay, y les aseguro que la hay”.

portaaviones dick cheney

El portaaviones U.S.S. Stennis parte el 22 de enero para el golfo Pérsico. El vicepresidente Cheney está empeñado en la guerra contra Irán. (Fotos: Ron Reeves/Armada de EU; Stuart Lewis/EIRNS).

La treta de las armas de gran poder destructivo

Según un alto funcionario de la inteligencia estadounidense, a fines del año pasado los embaucadores de la Casa Blanca concluyeron que el Gobierno estaba tan desacreditado por lo de las inexistentes armas de gran poder destructivo de Iraq, que nadie apoyaría una guerra contra Irán con el cuento de que está a punto de hacerse de armas atómicas. En ese momento, el acento de la retórica oficial de Cheney y Bush pasó a la interferencia de Irán en la ofensiva de contrainsurgencia estadounidense en Iraq. Aunque hasta ahora la Casa Blanca no ha presentado ninguna prueba detallada de que Irán sea responsable de la intensificación de la insurgencia, la retórica del Gobierno se ha pasado de la raya. Hace poco el Presidente reconoció que a fines del 2006 emitió un informe de inteligencia con el que se autorizó a las fuerzas estadounidenses para ir tras agentes iraníes en suelo iraquí.

El 20 de enero cinco soldados estadounidenses murieron en un ataque a manos de hombres disfrazados de oficiales de seguridad iraquíes que hablaban inglés. El Gobierno de Bush le ha achacado el incidente a Irán, al alegar que los insurgentes chiitas iraquíes no son tan sofisticados como para haber realizado semejante ataque. Sin embargo, el Gobierno de Bush todavía no da a conocer su muy prometido informe sobre la participación de Irán, y el último Estimado Nacional de Inteligencia en esencia dice que otros países no son responsables de lo que pasa dentro de Iraq. La presteza con la que el Gobierno de Bush concluye que una mano iraní está detrás de todo acto de insurgencia importante, sólo subraya la fiebre belicista que ha cundido en la Casa Blanca.

Es en este marco que la llegada de una gran fuerza naval estadounidense al golfo Pérsico representa el potencial de lo que un oficial de la infantería de marina estadounidense retirado llamó la pesadilla de un “segundo golfo de Tonkín”.

Un ataque unilateral

La concentración naval pronto pondrá a EU en posición de poder atacar a Irán sin depender del apoyo de ningún Estado del golfo Pérsico que les proporcione bases ni para realizar sobrevuelos. No es ningún secreto que el Gobierno iraní les ha advertido a todos los Estados principales del Consejo de Cooperación del Golfo, entre ellos a Arabia Saudita, que cualquier apoyo a un ataque estadounidense contra Irán recibirá con una seria respuesta de guerra irregular. Kuwait y Bahréin, dos Estados del consejo con una presencia de la Fuerza Aérea estadounidense significativa, son muy vulnerables a una guerra asimétrica iraní semejante, dado el tamaño de la minoría chiita en ambas naciones.

En los últimos días, Irán y Arabia Saudita han intercambiado misiones diplomáticas, con el claro objetivo de evitar un enfrentamiento.

Sin embargo, la llegada inminente del U.S.S. Stennis a aguas del golfo Pérsico pronto matará todos esos esfuerzos. Dado lo impredecible de la situación en Teherán, nada menos que una intervención decisiva —la destitución del vicepresidente Cheney— podrá asegurarle al mundo que un “estornudo” no desencadene una tercera guerra mundial.