Internacional
El golfo de los estornudos
por Jeffrey Steinberg
Una encuesta entre especialistas militares, diplomáticos y de
inteligencia de Estados Unidos confirma que el Gobierno de Cheney y Bush en
estos momentos busca provocar un enfrentamiento militar con Irán en
algún momento antes de que termine el segundo trimestre de 2007. De no
ponérsele alto a semejante provocación lunática en los
próximos días y semanas, el planeta se hundirá en una
guerra perpetua, y en un caos económico y financiero, de los que
tomaría años salir. Una consecuencia segura de una guerra
provocada contra Irán significaría la destrucción total de
EU como la república soberana de sus padres fundadores, y su
satanización a los ojos de lo que quede de la población
mundial.
La forma más sencilla y elegante de parar esta locura es obligar al
vicepresidente Dick Cheney, el matón al mando de esta ofensiva
bélica en el golfo Pérsico, a que deje el cargo este mismo mes.
Hasta el momento de escribir esto, se han sometido cuatro diferentes propuestas
a la Cámara de Representantes para prevenir que haya una acción
militar contra Irán sin la ponderación y plena autorización
del Congreso. El senador demócrata Robert Byrd (por Virginia Occidental)
sometió una propuesta similar al Senado. Sin embargo, la debilidad de
todos estos esfuerzos bien intencionados es que ninguno especifica que un acto
de guerra contra Irán, sin la previa autorización del Congreso,
constituiría un delito punible por parte tanto del presidente Bush
como del vicepresidente Cheney. En las condiciones presentes de demencia e
intransigencia del Poder Ejecutivo de Cheney y Bush, sólo con semejante
lenguaje contundente, respaldado con un compromiso claro de actuar,
podría contribuirse a evitar la guerra.
Es un secreto a voces que las legiones crecientes de estrategas
republicanos y “ángeles” financieros están llegando a
la conclusión de que Cheney tiene que irse, o si no, el Partido
Republicano no sobrevivirá el ciclo electoral del 2008. Según
fuentes allegadas a la familia Bush, cada vez hay más desmayo porque el
Presidente es incapaz de encarar la realidad de que Dick Cheney es la fuente de
todos los fiascos políticos de los últimos 6 años, y que la
partida oportuna de Cheney es la única “estrategia de salida”
que tiene, si es que no quiere pasar a la historia como el peor presidente
estadounidense de todos los tiempos. En estos momentos el Presidente Bush es el
principal candidato —por amplio margen— a tan dudosa
distinción.
Un ‘estornudo’ puede desatar una
guerra
Fuentes militares y de inteligencia con décadas de experiencia en el
golfo Pérsico le han advertido a EIRNS que una vez que el segundo
grupo de portaaviones estadounidenses, encabezado por el U.S.S. Stennis, arribe al golfo Pérsico en algún momento a mediados de febrero,
habrá tal concentración naval estadounidense e iraní en esa
estrecha región, que “un estornudo” podría
desencadenar una conflagración. Por “estornudo”, estos
expertos se refieren a que los capitanes navales —tanto estadounidenses
como iraníes— a nivel táctico, que se encuentran hacinados
en zonas fronterizas mal delimitadas del Golfo, podrían llevar a cabo una
provocación que desate una guerra general, sin que necesariamente sea
ésa su intención.
En cierto sentido, el Gobierno de Bush ya ha emitido, de facto, una
declaración anticonstitucional de guerra. El 10 de enero, mientras el
presidente Bush daba su discurso televisivo en el que le anunciaba a la
nación el aumento de tropas estadounidenses en Iraq, comandos de las
Fuerzas Especiales de EU allanaban el consulado iraní en la ciudad curda
de Irbil. Los soldados estadounidenses detuvieron a cinco funcionarios
iraníes, y los acusaron de apoyar a los insurgentes que combaten a las
fuerzas estadounidenses y de la coalición en Iraq. Como lo planteó
un diplomático estadounidense retirado, “éste fue un acto de
guerra” por parte del Gobierno de Bush.
En su discurso del 10 de enero, el Presidente puso un gran acento en la
supuesta participación de Irán y Siria en apoyar la insurgencia.
Bush empleó un término legaloide, “apoyo material para la
insurgencia”, para describir la intervención siria e iraní.
Como demostró lo acontecido en Irbil, el Gobierno de Bush ha decidido
adoptar una posición directa y agresiva en cuanto a la presencia
iraní en Iraq, independientemente de si hay en realidad alguna prueba de
que Irán esté implicado en apoyar a insurgentes y proporcionar
armas. Según algunas fuentes, puede que los Guardianes de la
Revolución iraníes hayan participado en actos de
provocación contra las fuerzas de ocupación estadounidenses y de
la coalición en Iraq. Pero, al negarse a emprender tentativa
diplomática alguna y destacar la presencia de larga data de Irán
en el vecino Iraq, el Gobierno de Cheney y Bush ha adoptado un plan deliberado
para, en efecto, respaldar una guerra total contra Irán.
Desde el discurso que dio Bush el 10 de enero y el “acto de
guerra” en Irbil, se han sumado a la lista otros actos de
provocación del Gobierno de Bush. El diario Los Angeles Times informó el 31 de enero que la Fuerza Aérea estadounidense
está intensificando su patrullaje a lo largo de la frontera con
Irán, para cortar el flujo de armas y agentes de los Guardianes de la
Revolución hacia Iraq. La combinación de estas operaciones
fronterizas, que podrían resultar en ataques contra territorio
iraní, con la concentración naval de EU en el Golfo, preocupa a
muchos. El Times cita a un oficial militar estadounidense anónimo:
“Podría cometerse un error, y terminaríamos en algo que en
realidad ninguna de las partes quiso nunca, y, de pronto, es agosto de 1914 otra
vez”. El oficial planteó un caso semihipotético: “Un
bote cruza una línea. . . ¿pero qué significa eso?
Tienes que tener mucho cuidado de no reaccionar de forma
exagerada”.
El primer ministro iraquí Nuri al Maliki fue igual de
llano en una entrevista con CNN el 31 de enero: “Les hemos dicho a los
iraníes y a los estadounidenses: ‘Nosotros sabemos que tienen un
problema entre ustedes, pero les pedimos, por favor, que resuelvan sus
diferencias fuera de Iraq’. No queremos que las fuerzas estadounidenses
agarren a Iraq de base para atacar a Irán. . . No aceptaremos
que Irán use a Iraq para atacar a las fuerzas estadounidenses. ¿Pero
hay tal cosa? La hay, y les aseguro que la hay”.
|
|
El portaaviones U.S.S. Stennis parte el 22 de enero para el golfo
Pérsico. El vicepresidente Cheney está empeñado en la
guerra contra Irán. (Fotos: Ron Reeves/Armada de EU; Stuart
Lewis/EIRNS). |
La treta de las armas de gran poder
destructivo
Según un alto funcionario de la inteligencia estadounidense, a fines
del año pasado los embaucadores de la Casa Blanca concluyeron que el
Gobierno estaba tan desacreditado por lo de las inexistentes armas de gran poder
destructivo de Iraq, que nadie apoyaría una guerra contra Irán con
el cuento de que está a punto de hacerse de armas atómicas. En ese
momento, el acento de la retórica oficial de Cheney y Bush pasó a
la interferencia de Irán en la ofensiva de contrainsurgencia
estadounidense en Iraq. Aunque hasta ahora la Casa Blanca no ha presentado
ninguna prueba detallada de que Irán sea responsable de la
intensificación de la insurgencia, la retórica del Gobierno se ha
pasado de la raya. Hace poco el Presidente reconoció que a fines del 2006
emitió un informe de inteligencia con el que se autorizó a las
fuerzas estadounidenses para ir tras agentes iraníes en suelo
iraquí.
El 20 de enero cinco soldados estadounidenses murieron en un ataque a manos
de hombres disfrazados de oficiales de seguridad iraquíes que hablaban
inglés. El Gobierno de Bush le ha achacado el incidente a Irán, al
alegar que los insurgentes chiitas iraquíes no son tan sofisticados como
para haber realizado semejante ataque. Sin embargo, el Gobierno de Bush
todavía no da a conocer su muy prometido informe sobre la
participación de Irán, y el último Estimado Nacional de
Inteligencia en esencia dice que otros países no son responsables
de lo que pasa dentro de Iraq. La presteza con la que el Gobierno de Bush
concluye que una mano iraní está detrás de todo acto de
insurgencia importante, sólo subraya la fiebre belicista que ha cundido
en la Casa Blanca.
Es en este marco que la llegada de una gran fuerza naval estadounidense al
golfo Pérsico representa el potencial de lo que un oficial de la
infantería de marina estadounidense retirado llamó la pesadilla de
un “segundo golfo de Tonkín”.
Un ataque unilateral
La concentración naval pronto pondrá a EU en posición
de poder atacar a Irán sin depender del apoyo de ningún Estado del
golfo Pérsico que les proporcione bases ni para realizar sobrevuelos. No
es ningún secreto que el Gobierno iraní les ha advertido a todos
los Estados principales del Consejo de Cooperación del Golfo, entre ellos
a Arabia Saudita, que cualquier apoyo a un ataque estadounidense contra
Irán recibirá con una seria respuesta de guerra irregular. Kuwait
y Bahréin, dos Estados del consejo con una presencia de la Fuerza
Aérea estadounidense significativa, son muy vulnerables a una guerra
asimétrica iraní semejante, dado el tamaño de la
minoría chiita en ambas naciones.
En los últimos días, Irán y Arabia Saudita han
intercambiado misiones diplomáticas, con el claro objetivo de evitar un
enfrentamiento.
Sin embargo, la llegada inminente del U.S.S. Stennis a aguas del golfo
Pérsico pronto matará todos esos esfuerzos. Dado lo impredecible
de la situación en Teherán, nada menos que una intervención
decisiva —la destitución del vicepresidente Cheney—
podrá asegurarle al mundo que un “estornudo” no desencadene
una tercera guerra mundial.
|
|