Iberoamérica
Londres es el responsable de las atrocidades en
Argentina
por Cynthia R. Rush
Cuando el juez federal argentino Raúl Acosta ordenó el 12 de
enero el arresto de la ex presidenta María Estela Martínez de
Perón, achacándole las atrocidades que se llevaron a cabo durante
su Gobierno de 1974–1976, se desató una tromba política en
el país, al tiempo que atrajo la atención de los medios de
comunicación internacionales. “Isabelita”, como la llama la
gente, de 75 años de edad, llegó a la presidencia en 1974, tras la
muerte de su esposo, el tres veces presidente Juan Domingo Perón.
Derrocada por un golpe de Estado militar el 24 de marzo de 1976, se fue al
exilio en España luego de pasar ocho años en
prisión.
Acosta, y unos días después el juez federal Norberto
Oyarbide, acusó a la señora Perón de haber emitido tres
decretos como presidenta que, con el uso de las palabras “aniquilamiento
del accionar subversivo”, autorizó las actividades de los
escuadrones de la muerte de la Alianza Anticomunista Argentina (AAA) y el
establecimiento de centros de detención ilegal en varias regiones del
país. Bajo la dirección del ocultista fascista José
López Rega, quien fungía como ministro de Bienestar Social, la AAA
secuestró, torturó y asesinó aproximadamente a 2.000
personas en un período de 30 meses en 1974–1975, una probadita de
la masacre que vendría con la Operación Cóndor tras el
golpe de 1976.
El encubrimiento
La orden de arresto del 12 de enero encendió un acalorado debate en
Argentina, en el que facciones de todo el abanico político tomaron bando
en contra o a favor de la inocencia o culpabilidad de Isabel, sobre lo que
sabía y lo que no, qué otros ministros estuvieron implicados,
etc.
Pero, como Lyndon LaRouche señaló el 16 de enero, todo esto
es un fraude que está usándose para encubrir a los verdaderos
responsables de las atrocidades cometidas en Argentina, que comenzaron mucho
antes del Gobierno de Perón, y que continuaron después del mismo.
Como preguntó el abogado de la señora Perón, Atilio Neira,
¿por qué no están investigándose las conexiones
internacionales de López Rega?
La oligarquía financiera angloholandesa con sede en Londres y
elementos sinarquistas aliados, entre ellos los infiltrados en el Opus Dei
“católico” y los de la logia fascista Propaganda 2
(P–2), fueron los que dirigieron las actividades de los escuadrones de la
muerte en Argentina para imponer políticas económicas
librecambistas y desmantelar al Estado nacional soberano. La misma terna que
instaló al fascista chileno Augusto Pinochet en el poder con el golpe de
1973 y que respaldó su represión fascista —los ex
secretarios de Estado George Shultz y Henry Kissinger, y el financiero
sinarquista Félix Rohatyn—, estuvo en el centro de los
acontecimientos que llevaron a la “guerra sucia” de los 1970 y 1980
en Argentina.
Según Robert Hill, ex embajador de EU en Argentina después
del golpe de 1976, fue el propio Kissinger quien, en junio de 1976, le
pidió al Ministro de Relaciones Exteriores de Argentina “acabar con
el problema” de la subversión, con la exigencia de que fuera
“rápido”. El compinche de David Rockefeller y Kissinger que
devino en Ministro de Economía de la junta militar de 1976–1983, el
recluta británico José Martínez de Hoz, no sólo
impuso las directrices económicas de la Universidad de Chicago de Shultz,
sino que apoyó la salvaje represión
“antisubversiva”.
Como señaló el presidente Néstor Kirchner el 24 de
marzo del 2006, en un discurso en que rememoraba el 30 aniversario del golpe de
1976, De Hoz representó a esos “poderosos intereses
económicos” y al “nacionalismo ultramontano” que
tocaron a “la puerta de los cuarteles” para exigir un golpe. Usaron
el poder militar porque, “sólo así podían imponer un
proyecto político y económico que remplazara al proceso de
industrialización sustitutivo de importaciones por un nuevo modelo de valorización financiera y ajuste estructural”.
La logia P-2 y la sinarquía
Conocido como el “Brujo”, José López Rega
pertenecía a la P–2, cuyo cabecilla Licio Gelli era un protegido
del Opus Dei, el cual históricamente ha encubierto a una serie de
elementos fascistas y sinarquistas que operan internacionalmente.
Gelli engatuzó a un débil y vulnerable Juan Perón
durante los últimos años de su exilio en España, y
usó a López Rega, quien se había vuelto indispensable para
el matrimonio Perón en Madrid, para ganar cada vez más control de
las dos presidencias de los Perón entre 1973 y 1976. Miembros de la
P–2, como el almirante Emilio Massera, fueron colocados en ministerios
clave de ambos gobiernos.
La red del Opus Dei y los agentes sinarquistas a los que estaba ligado
López Rega, tanto en Europa como en las Américas, incluye a
personajes tales como el fascista italiano Stefano Delle Chiaie, y diversos
nazis y falangistas con antecedentes terroristas y participación en el
derrocamiento de gobiernos. Era bien sabido que la AAA colaboró con la
DINA de Augusto Pinochet, la policía secreta que precedió a la
Operación Cóndor y con la que Delle Chiaie colaboró de
manera estrecha.
Las agencias de inteligencia militar que infiltraron tanto a la
derecha como a la izquierda en Argentina obviamente ayudaron a tramar los
crímenes de la AAA. Pero esta clase de atrocidades de ningún modo
comenzó con López Rega o el Gobierno de Isabel Perón.
Agentes “católicos” antisemitas ligados al Opus Dei, junto
con redes fascistas francesas y españolas, le habían clavado el
diente a los círculos civiles y militares argentinos décadas
antes.
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Le achacan a Isabel Perón las atrocidades que cometieron los
escuadrones de la muerte en Argentina, mismas que comenzaron antes de que ella
llegara a la presidencia, y continuaron luego del golpe militar que la
derrocó. |
Tampoco se limitaron a definir la ideología de la ultraderecha.
Muchos de los dirigentes de clase media alta, bien educados, de los grupos
guerrilleros izquierdistas de Argentina, entre ellos los Montoneros y el
Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), comenzaron como miembros del
grupo “católico nacionalista” Tacuara, de inclinación
nazi, cuyo consejero espiritual era el sacerdote fascista antisemita Julio
Meinvielle. Más tarde se autoproclamaron como “marxistas” y
“revolucionarios”. Así, a los sinarquistas de
“izquierda” y “derecha”, de quienes combatieron unos
contra otros a principios de los 1960, los parió la misma
madre.
A fines de los 1950 y principios de los 1960, miembros de la
Organización Ejército Secreto (OES) de Francia, la
agrupación sinarquista que ideó la política de tortura y
desapariciones que se aplicó en la guerra de Argelia en los 1950, y que
en varias ocasiones trató de asesinar al presidente francés
Charles de Gaulle, empezó a adiestrar al Ejército argentino en
estas mismas tácticas “contrarrevolucionarias”. Por
años, oficiales de la OES pasaron por el Colegio Superior de Guerra de
Argentina, donde le dieron clases a toda una generación de oficiales
militares, varios de los cuales se convirtieron en miembros de la junta que
derrocó a la señora Perón en 1976. También hubo
grupos de oficiales argentinos que viajaron a Francia para continuar su
adiestramiento.
Se responsabiliza a la señora Perón de la notoria
“Operación Independencia” de 1975, la limpia antisubversiva
en la provincia de Tucumán que se caracterizó por los arrestos
indiscriminados, la tortura y los centros de detención clandestinos. Pero
su principal arquitecto fue el brutal y sádico general Acdel Edgardo
Vilas, quien se jactaba de dirigir un “gobierno paralelo” en
Tucumán para sacarle la vuelta a las normas que se establecieron tras
aprobarse los tres decretos de 1975, que aseguraban que los acusados de
actividades subversivas enfrentaran un juicio legal y gozaran de
garantías constitucionales.
Fue el Opus Dei el que controló al régimen militar de
1966–1970 del general Juan Carlos Onganía, conocido como el
“Franco argentino”, en cuyo Gobierno el secuestro y el asesinato
devinieron en prácticas comunes. Su gabinete en gran medida lo integraban
miembros del Opus Dei, así como de los cursillos de cristiandad integristas, fundados originalmente en la España de Franco, y la
sinarquista Cité Catolique francesa, que también
estableció células en las Fuerzas Armadas.
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