Economía

Resumen electrónico de EIR, Vol.XXIV, núm. 6

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Editorial

Ve el documental que desmiente a Gore

En nombre de “salvar al planeta”, se ha creado un movimiento fascista internacional que pretende reducir la población mundial a una escala mayor que la que Hitler jamás se atrevió a soñar. Ambientismo es sólo un nuevo nombre para la política maltusiana o eugenésica que el sistema financiero angloholandés viene impulsando desde hace mucho. El propósito del fraude del calentamiento global es justificar la reducción radical del nivel de vida en el mundo desarrollado, y condenar a miles de millones en el subdesarrollado a una vida subhumna, sin acceso siquiera a un beneficio tan básico de la vida moderna como la electricidad.

Al Gore se alzó en los 1980 como un vocero de este movimiento fascista. Ya entonces, a imagen del Partido Laborista británico, el Partido Demócrata de EU iba camino a convertirse en el vehículo de masas de una política fascista, con su adopción del culto anticientífico y antiindustrial al llamado ambientismo. Hoy, tanto como 30% de los miembros activos del Partido Demócrata de EU, en su mayoría del estrato “de corbata” de la generación del 68, puede movilizarse como fuerza de choque cada vez que escucha palabras mágicas como “calentamiento global”, “especie en peligro de extinción” o “energía nuclear”. Con apoyo de Gore y del Grupo Intergubernamental sobre el Cambio Climatológico (IPCC), ese movimiento alega que ningún científico se opone al embuste del calentamiento global, al tiempo que aguijonea a los que sí lo hacen diciendo que es como negar el Holocausto.

¿Podemos salvar al mundo de las iracundas rabietas irracionales de estos fascistas de la Nueva Era?

Un documental de televisión que se transmitió el 8 de marzo por el Canal 4 de Gran Bretaña podría ser una cura poderosa. The Great Global Warming Swindle (La gran estafa del calentamiento global) puede conseguirse como devedé de sus productores, Wag TV, y también en “youtube” en la internet.

La mentira de que ningún científico respetable se opone al cuento del calentamiento global se viene abajo a los 5 minutos de ver el documental, donde participa más de una docena de expertos en climatología, oceanografía, meteorología y biogeografía, de instituciones tales como la NASA, el Centro Internacional de Investigación del Ártico, el Instituto Pasteur y el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). En los 70 minutos restantes, te absorberá un vuelco profundo e intelectualmente estimulante a toda la hipótesis del CO2. El dióxido de carbono, sea que lo produzca el hombre o fuentes naturales mucho más abundantes como los volcanes y la absorción oceánica, no define el clima. Aprenderás, en cambio, que el motor climático de la Tierra son los ciclos largos y cortos de la radiación del Sol. También verás una presentación de uno de los científicos daneses que acaba de establecer la conexión entre los rayos cósmicos y el clima.

El final deja claro que el ambientismo es genocidio. En una visita a una clínica de salud africana, a sólo unos kilómetros de las lujosas salas en las que la ONU dirigía la conferencia de Nairobi sobre el cambio climático, vemos el verdadero significado del cuento de la energía solar. En un edificio con una sola celda solar para abastecerlo de electricidad, los trabajadores de salud tienen que decidir entre prender la luz o el diminuto refrigerador donde guardan las vacunas y medicinas.

El documental termina con las palabras del doctor Patrick Moore, uno de los fundadores de Greenpeace, quien dejó ese movimiento asqueado: “El movimiento ambientista ha evolucionado en la fuerza más fuerte para impedir el progreso en los países en vías de desarrollo. Creo que es legítimo que los llame ‘antihumanos’ ”.

¿Pueden nuestros gobernantes aprender esa sencilla enseñanza? Ninguno de los problemas apremiantes del bienestar general puede abordarse sin rechazar por completo los prejuicios anticientíficos y antiindustriales del fascismo ambiental. Sin energía nuclear, sin una dedicación al desarrollo económico mundial con eje en los conceptos de Lyndon LaRouche, lo que le dejas a la siguiente generación es un mundo de peste y miseria. Nuestro consejo es: ve la película, aprende la moraleja, y abandona a Al Gore a su propia suerte helada.