Economía

Resumen electrónico de EIR, Vol.XXIV, núm. 6

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Reportaje especial

 

La verdad incómoda es que Gore es un fascista

por Wesley Irwin, miembro del LYM

Si oír a Al Gore susurrando con voz profunda y romántica cómo se siente el barro al deslizarse bajo sus pies no te perturbó, los minutos restantes del documental “Una verdad incómoda” que siguen a esta primera escena escalofriante deberían hacerlo.

La norma de veracidad tanto en la política como en la ciencia rompió toda una nueva marca de degradación, fundada en el arbitraje de “expertos” y merecedora del Oscar, con el video de autoelogio de Al Gore que produjo el cineasta de Hollywood Davis Guggenheim, quien ha producido programas de televisión populares como Policía de Nueva York y Sala de Urgencias, a fin de revivir la requetemuerta carrera política de Al Gore (con escenas de la elección que “casi gana” en Florida, con todo y tomas de las boletas “mal perforadas”) y, al mismo tiempo, aterrorizar a la población con lo que ha devenido en el fraude anticientífico más grande de nuestros tiempos: la percepción de las consecuencias que tiene en el cambio climático el aumento del dióxido de carbono que genera el hombre.[1]

Contrario a la afirmación de Gore en esta película, de que todos los científicos del mundo concuerdan con su opinión de que el hombre está destruyendo la biosfera, muchos científicos, incluso algunos que originalmente firmaron la declaración del Grupo Intergubernamental sobre el Cambio Climatológico (IPCC), cuyas estadísticas son las que usa Gore, están refutándolo ahora. Estas afirmaciones se fundan en la información dudosa de muestras de hielo y en un método estadístico–mecanicista para proyectar a 50 años en el futuro aumentos de la temperatura ligados a la generación de dióxido de carbono, con el uso de modelos lineales computarizados.

Sin atender a Johannes Kepler (1571–1630),[2] cuya obra es la piedra angular de cualquier entendimiento competente de las causas de principio de la gravitación, así como de la relación armónica entre los astros de nuestro sistema solar, Gore traza proyecciones lineales en gráficas gigantescas, así como imágenes de realidad virtual de los casquetes polares derritiéndose, en las que la marea océanica devora regiones enteras de Europa y Estados Unidos. Gore predice que el nivel del mar ascenderá hasta 6 metros en los próximos 50 años, y que Manhattan quedará completamente sumergido, con todo y el monumento a las víctimas del ataque de 2001 contra las Torres Gemelas de Nueva York, como señala de modo tan horrendo. Como prueba, muestra imágenes de montañas de hielo que se desprenden de los glaciares del Polo Norte (el ártico) de la Tierra, para indicar la supuesta causa de un ascenso futuro del nivel del mar. Lo que no muestra es que las capas de hielo del Polo Sur (el antártico) de nuestro planeta de hecho están creciendo en este preciso momento. ¿Cómo puede ser que el hombre eleve de manera antinatural la temperatura de toda la Tierra con sus emisiones de dióxido de carbono y que, no obstante, el hielo de uno de los polos aumente?

Encima de esta paradoja, muchos científicos internacionales con décadas de experiencia vigilando las condiciones árticas, entre ellos los que participaron en el documental del Canal 4 británico, “The Great Global Warming Swindle” (La gran estafa del calentamiento global), dicen que lo único que vemos son cambios cíclicos normales en las condiciones del Polo Norte, ¡de donde Gore sacó sus imágenes! El hielo sigue derritiéndose cada verano, y luego recongelándose, como es natural. Sin embargo, Gore muestra animaciones computarizadas de tiernos ositos polares que se ahogan en el océano, dizque porque no tienen hielo dónde pararse. Tal vez Gore usa animaciones porque las tomas verdaderas de este fenómeno que —de nuevo— dizque se debe a la destrucción de la naturaleza por el hombre, ¡no existen! Los osos polares han sobrevivido perfectamente bien en el ártico en períodos más cálidos que los actuales, y un informe del servicio para la pesca de la Administración Nacional Oceanográfica y Atmosférica (NOAA) afirma que 11 de las 13 poblaciones de osos polares de Canadá están creciendo, en tanto que todas las de Alaska se consideran estables. Uno se pregunta si el aumento cíclico natural de la temperatura no significa una mejor pesca para los osos. Lo que sí es cierto es que si Gore se niega a ponerse a dieta pronto, es muy posible que un Al tamaño oso polar se ahogue en la enorme piscina climatizada que tiene en su mansión de Tennessee.

Lucrando con el fraude

Aunque el método estadístico–mecanicista que se usa para deducir semejantes conclusiones “Al Gorítmicas” es una falsedad descarada y de hecho anticientífica, Gore se atreve a asegurar que lo que explica cualquier discrepancia con los “hechos” sobre la relación lineal percibida entre el CO2 y la temperatura global, es el dinero con el que las grandes petroleras quieren encubrir “la verdad”. ¿Qué tal? A la mayoría nos gustaría dejar el petróleo, pero Gore no propone nuevas redes de transporte público con tecnologías de punta, como los trenes de levitación magnética (maglev), ni una economía animada por la energía de fisión y de fusión nuclear. En cambio, propone las mismas políticas “ibiotas” del presidente Bush, quien nos tendría quemando aserrín y estiércol como combustible, al tiempo que los carteles de las “tecnologías verdes” obtienen pingües ganancias.[3].

Si Gore se niega a ponerse a dieta pronto, es muy posible que un Al tamaño oso polar se ahogue en la enorme piscina climatizada que tiene en su mansión de Tennessee. La prensa entrevista a Gore el 25 de febrero, antes de la premiación de la Academia en Hollywood. (Foto: Richard Harbaugh/© AMPAS).

Esta involución de la densidad energética tecnológica significaría destruir adrede la capacidad para sostener a la humanidad, en lo más inmediato en el mundo subdesarrollado, a nombre del cual dice hablar Gore, al tiempo que protege a los intereses financieros que perderían las riendas en un mundo en el que las economías nacionales tuvieran la libertad de desarrollar el potencial de la “energía libre” de la tecnología nuclear. De modo que la “solución” de Gore disminuiría la fuerza y el potencial productivo de las economías nacionales del orbe, y seguiría protegiendo a los intereses financieros de los carteles globales. Al Gore protege al mismo sistema de mercado fracasado de la “globalización” que está destruyendo la economía física del planeta, incluyendo los procesos vivos, con el cual ha lucrado en lo político y lo financiero.[4]

Aunque de seguro la narrativa monótona de “Al Gordo” sobre su propia vida te pondrá a dormir, hay una escena estremecedora que me tuvo al borde del asiento. Es la parte en la que Gore dice que la causa final de todos los problemas de la Tierra es el crecimiento poblacional. En vez de las políticas librecambistas de la llamada “globalización”, Gore dice que lo que ocasiona la pobreza, las enfermedades y la carencia de la infraestructura básica necesaria para lidiar con los desastres naturales, los problemas del mundo —desde la quiebra del sector automotriz y su capacidad deslocalizada de máquinas–herramienta en EU, hasta todo y cualquier cambio que se perciba en el comportamiento climático—, es obra de la naturaleza humana en tanto fuerza destructiva del “ambiente”. Gore no sólo considera antinatural la capacidad creativa del hombre para descubrir principios científicos que nos permitan aumentar nuestra densidad relativa potencial de población, sino que, para él, ¡es la causa de todos los problemas del mundo!

Para cualquier ser racional, el crecimiento demográfico y el aumento del nivel de vida de los pueblos del mundo es una señal de gran progreso, un reflejo de los beneficios del descubrimiento científico, propio de las capacidades cognoscitivas de la humanidad. Sin embargo, para Gore el progreso humano es una delito contra la “madre naturaleza”. En su mente, el problema en última instancia no son las consecuencias de un sistema económico decadente y la falta de iniciativa científica avanzada para fomentar el progreso humano, sino la capacidad de la humanidad de cambiar por medios naturales el ambiente que habita y, así, aumentar su población mediante el dominio de principios científicos y su aplicación en tecnologías superiores más densas en energía, como la nuclear. ¿Cómo podría una mente como la de Al Gore, que cree que el mundo está “sobrepoblado”, enfrentar la crisis mundial de 2 mil millones de personas en el planeta Tierra que no tienen electricidad hoy? De modo que, para Gore, el enemigo no es el sistema; es la gente.

Gore dice que es “un asunto moral”, y tiene razón, lo es.


[1]Ver la videoconferencia de LaRouche del 7 de marzo de 2007, “Las implicaciones del fraude de Gore para la política internacional” en www. larouchepub.com/spanish, y “El calentamiento mundial por CO2 es un fraude” y “¿Qué hace que cambie el clima?”, por Laurence Hecht, en nuestras ediciones de la 1a y 2a quincenas de marzo de 2007, respectivamente.
[2]Ver el trabajo revolucionario del LYM sobre la Nueva astronomía (1609) y La armonía del mundo (1619) de Kepler en www.wlym.com/ ∼animations/harmonies/index.php.
[3]Ver “Etanol es sólo otro nombre para decir guerra”, por Creighton C. Jones, en nuestra edición de la 1a quincena de marzo.
[4]En 2004, Al Gore y David Blood, el ex director ejecutivo de Goldman Sachs, crearon un fondo de inversión con sede en Londres, llamado Generation Investment Management, del cual Gore es presidente. Ver “London Spreads Blood and Gore” (Londres esparce a Blood y Gore, que es un juego de palabras con estos dos apellidos, que en español significan “Sangre” y “Destripadero”), en la edición del 16 de marzo de 2007 de la revista EIR.