Internacional

Resumen electrónico de EIR, Vol.XXIV, núm. 11
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Estudios estratégicos

¡El Puente Terrestre Eurasiático se vuelve realidad!

Lo siguiente viene de una declaración que emitió el 14 de junio Helga Zepp-LaRouche, presidenta y fundadora del Instituto Schiller, quien llama por una conferencia al efecto para septiembre.

Cuando el CAME (Consejo de Ayuda Mutua Económica) y la Unión Soviética empezaron a desintegrarse en el lapso de 1989 a 1991, Lyndon LaRouche y el Instituto Schiller propusieron un plan de reconstrucción económica, primero para Europa, y luego para Eurasia. En 1989 propusimos el llamado “Triángulo Productivo París, Berlín, Viena”, y en 1991 el programa para la integración económica e infraestructural de Eurasia conocido como el Puente Terrestre Eurasiático.

Es precisamente esta idea, la de unir a todo el mundo con un sistema de corredores de desarrollo, la que ahora está a punto de hacerse realidad. En abril de este año el Gobierno y la Academia de Ciencias de Rusia organizaron una conferencia sobre la construcción acelerada de una conexión de transporte desde Siberia hasta Alaska, a través de un ferrocarril de 6 mil kilómetros y un túnel de 100 kilómetros bajo el estrecho de Bering. Lyndon LaRouche y el ex gobernador de Alaska Walter Hickel fueron los dos estadounidenses de relieve que señalaron en sus ponencias el potencial que tienen estos proyectos para fomentar la paz.

De ahí que estemos a punto de construir una red mundial de ferrocarriles de gran velocidad como, por ejemplo, el tren de levitación magnética Transrapid, para el transporte de pasajeros y carga. El fulcro y gorrón de esta red mundial sería el túnel desde Uelen en Siberia, hasta el cabo Príncipe de Gales en Alaska, que uniría a Eurasia con las Américas. Esta red tendrá a su vez que extenderse por Europa y el sudeste de Asia hasta África. El desarrollo del territorio entre Kazajstán, el norte de Rusia y Alaska es esencial para lograrlo, ya que solamente con la ayuda de las tecnologías de fisión y fusión nuclear será posible cubrir las necesidades de las densamente pobladas regiones de Asia central y del sur.

Enlace entre Siberia y Alaska

La construcción de este enlace entre Siberia y Alaska sería de gran importancia económica: haría posible el desarrollo de los enormes recursos de materias primas de Siberia, para beneficio de todo el mundo; vastas zonas de Alaska y Canadá se volverían habitables; e impulsaría de un modo impresionante la producción en muchos campos, tales como el de los ferrocarriles convencionales y de alta velocidad, la economía de isótopos, la producción y el trabajo bajo condiciones de permafrost, etc. El proyecto mismo podría convertirse en el motor de una revolución industrial mundial. Una vez completado el sistema, la gente podría viajar más rápido por tren o por Transrapid desde Acapulco, por ejemplo, a través del estrecho de Bering, hasta Bombay, de lo que ahora es posible por barco.

Todos estos proyectos constituyen un contrapolo que la economía física necesita con urgencia frente a las condiciones decrépitas del sistema financiero mundial, cuya crisis sistémica sigue adquiriendo dimensiones cada vez más preocupantes. Pero sólo podremos encontrar una salida a la crisis si logramos aliar a Rusia, China, India y un Estados Unidos transformado desde adentro, en la tradición de Franklin D. Roosevelt. El mundo necesita un nuevo sistema de Bretton Woods y un Nuevo Trato, pero esta vez para todo el mundo.

La reconstrucción de la economía mundial en los cinco continentes tiene que ponerse en el orden del día como un asunto estratégico para obviar guerras. Esto significa una política de desarrollo mundial que le sirva a los intereses comunes de la humanidad.

Hoy día encaramos la pregunta de si la humanidad se puede organizar a sí misma, de forma que garantice nuestra supervivencia a largo plazo. ¿Es factible en lo económico el proyecto de desarrollo mundial de infraestructura en el momento actual? ¿Es posible lograrlo en lo político? La respuesta a ambas preguntas es un “Sí” enfático. Sí es posible, y además se necesita con urgencia.

Hoy, cuando la humanidad está igualmente cerca de caer en el abismo de la nueva Era de Tinieblas que amenaza y de una posible guerra asimétrica mundial, como de empezar un nuevo milagro económico mundial y un nuevo Renacimiento, es esencial que hablemos de un programa positivo y lo llevemos a la práctica.