Internacional

Resumen electrónico de EIR, Vol.XXIV, núm. 15
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Reportaje especial

Conferencia sobre el PLHINO

El optimismo tiende el puente hacia el futuro

por Alberto Vizcarra Osuna

Más de seiscientas personas, entre productores agropecuarios, obreros, jóvenes, académicos, autoridades gubernamentales y legisladores de los estados de Sonora y Sinaloa, se dieron cita el 9 de noviembre en Ciudad Obregón, Sonora, una de las principales ciudades del noroeste de México —ubicada en una de las regiones con el mayor potencial agrícola—, para participar en el “Foro Regional: Construyamos el Puente Hacia el Futuro, Hagamos el PLHINO del Siglo XXI” (el PLHINO es el llamado Plan Hidráulico del Noroeste—Ndr.).

Lo que animó el programa de este encuentro al que convocó el Comité Pro PLHINO del Siglo XXI, fue la idea de que el Estado debe retomar una política vigorosa de inversión pública en la infraestructura económica básica, que asegure una mayor disponibilidad de agua, energía y alimentos para darle marcha atrás a los severos daños físico–económicos que el país ha sufrido desde que se sometió de forma incondicional a los dictados del libre comercio y la globalización, de 1982 en adelante.

El concepto del PLHINO nació a mediados de los 1960, y se sistematizó como diseño de obra hidráulica a principios de los 1970. Desde entonces se convirtió en una aspiración de la mayoría de los habitantes del noroeste del país para consolidar los lazos de cooperación entre los estados de Nayarit, Sinaloa y Sonora, mediante la construcción de ambiciosas obras de infraestructura hidráulica que transfirieran grandes volúmenes de agua desde la cuenca del río Santiago en Nayarit, hasta las de los ríos Mayo y Yaqui en Sonora.

La gestión regulada de los aproximadamente 28 mil millones de metros cúbicos de agua de sus ríos le daría una sustentabilidad eficiente a esta región, que colinda, al norte, con el estado también desértico de Arizona en Estados Unidos. Se crearían decenas de miles de empleos productivos, una mayor disponibilidad de agua para uso urbano e industrial, nueva generación eléctrica, un desarrollo de la piscicultura y el turismo; se regularizaría el ciclo de los cultivos y se extenderían los períodos de humedad, lo cual aumentaría las posibilidades de lluvia en la región y, así, mejoraría la ecología y la vida prosperaría en general; y lo más importante, significaría una ampliación de la frontera agrícola para producir los granos básicos que la nación necesita con urgencia.

Sin embargo, por 25 años el PLHINO estuvo guardado en el bote de la basura, al igual que todos los proyectos de infraestructura importantes en México. Como el dogma del libre comercio se apoderó del país una vez que el presidente José López Portillo terminó su mandato en diciembre de 1982, se abandonó la construcción de infraestructura, ciudades e industrias, así como el proceso de industrialización y de fomento agrícola, al tiempo que la economía se redujo al pago de la “deuda eterna”, y a proteger el derecho de los carteles extranjeros y sus lacayos locales al dinero fácil.

Un hito para México entero

Lo que quedó de manifiesto en Ciudad Obregón el 9 de noviembre fue el surgimiento de un liderato comprometido con el movimiento de masas que ahora cobra cuerpo en el noroeste del país, bajo la bandera de por fin construir el tan pospuesto PLHINO, y decidido a darle marcha atrás al libre comercio para restaurar la política del bienestar general sobre la que se fundó y construyó el moderno Estado mexicano conceptualizado en la Constitución de 1917.

El liderato que por décadas ha ejercido el movimiento de LaRouche en torno al PLHINO lo conocen bien todos los sonorenses, como lo reconoció el Diario del Yaqui en la víspera del foro. El Diario informó el 28 de octubre que la demanda de concretar el PLHINO agarró su segundo aire “desde el año 2003, [cuando] los dirigentes del Foro Permanente de Productores Rurales (FPPR), Adalberto Rosas López, Alberto Vizcarra Osuna y Jaime Miranda Peláez, inspirados en los conceptos económicos de Lyndon H. LaRouche, intensificaron su ideal por la construcción de la megaobra”.

Modelo de la “NAWAPA–Más”
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Modelo a escala de los proyectos monumentales de la “NAWAPA–Más”, construido por miembros del Movimiento de Juventudes Larouchistas (LYM) como un instrumento pedagógico para organizar a la población en torno a la construcción del futuro. (Foto: EIRNS).

El movimiento en Sonora y en el noroeste en general es un microcosmos de la rebelión que se gesta en todo México contra las directrices de la globalización y el libre cambio, que han hundido a la economía mexicana más allá de lo tolerable, pero, fundamentalmente, es una referencia programática para todas las fuerzas nacionalistas que durante las últimas tres décadas han resistido y se han opuesto a estas políticas.

Al mismo tiempo que la gente se reunía en Ciudad Obregón para ver cómo ponerle fin a un modelo económico que abandonó la inversión en obras de infraestructura necesarias para acabar con los desastrosos episodios de sequía en la región, la nación entera se convulsionaba por la catástrofe humana que dejó una inundación, de proporciones como las de Katrina, en el sur del país, también a consecuencia de la falta de inversión pública en la infraestructura hidráulica.

La yuxtaposición de las inundaciones catastróficas en el sur del país con la sequía en los estados graneleros del norte, al mismo tiempo que la hiperinflación mundial amenaza con impedir la importación de alimentos de la que ahora se depende, hace evidente que México no puede seguir existiendo con la globalización y el libre comercio.

Una población que ha pasado por el proceso de ver cómo la construcción de una presa amplía las expectativas de crecimiento, al verse involucrada en una discusión cómo ésta, se conforma en un ánimo colectivo orientado por la pregunta: “¿Por qué dejamos de hacer esto? ¿Por qué abandonamos ese camino?” La nostalgia por la recuperación de un principio perdido que nos dio prosperidad, se convierte en una fuerza social que inspira y envuelve a toda la población.

Es así como el gobernador del estado de Sonora, Eduardo Bours Castelo, hizo de ésta su propia causa, y es también como el Senado de la República y el Congreso de la Unión se comprometieron a hacer posible que, en el presupuesto del 2008, se le asignen los primeros 30 millones de pesos (poco menos de 3 millones de dólares) a los estudios técnicos para el proyecto hidráulico.

El despertar cultural de una tradición

El PLHINO agarró su “segundo aire” en el 2003, el año en que llegó a su extremo la larga sequía en el norte del país. Ocurrió lo que, tras las recientes inundaciones en Tabasco, algunos productores de la región han dado en llamar un “Tabasco invertido”. La sequía golpeó severamente a los distritos de riego del sur del estado de Sonora y a parte del norte de Sinaloa, lo que provocó que, en los valles agrícolas del Yaqui y del Mayo, se dejarán de sembrar más de 200 mil hectáreas, generalmente destinadas al cultivo de maíz y trigo. En ese año las presas que abastecen a estos distritos de riego vieron reducida su capacidad a menos del 10%, y fue en el mismo año que los dirigentes del FPPR publicaron un folleto especial sobre el PLHINO y el monumental proyecto transfronterizo conocido como la NAWAPA (Alianza Norteamericana de Agua y Energía), para transferir agua desde las montañas Rocosas hacia el Gran Desierto Americano, el cual abarca la parte suroeste de EU y el norte de México.

El proceso social de debate en torno a este folleto incitó en todos estos sectores una dinámica que descubrió el poder de una tradición cultural muy fuerte en Sonora, estado que se le robó al desierto mediante la aplicación intensiva de tecnología e infraestructura, y que ha engendrado a numerosos dirigentes de las revoluciones que han definido el carácter soberano de México.

En abril de 2007, luego de que la crisis de la tortilla fuera el presagio de la escasez venidera de alimentos para México, a iniciativa del senador sonorense Alfonso Elías Serrano, y con el respaldo de los senadores Mario López Valdez y Raúl José Mejía Gonzáles de los estados de Sinaloa y Nayarit, respectivamente, se propuso y aprobó en el pleno del Senado de la República un punto de acuerdo que demanda que la terminación del PLHINO sea considerada prioritaria y de peso estratégico para el desarrollo económico nacional, dada la necesidad de agua, energía y alimentos que tiene la nación.

Este compromiso del Senado le dio una proyección nacional a la movilización regional, además de que despertó el entusiasmo de todos los sectores productivos del sur de Sonora. El 15 agosto se constituyó el Comité Pro PLHINO del Siglo XXI, el cual se manifestó con un desplegado de apoyo al punto de acuerdo del Senado, publicado en los principales periódicos de Sonora.

El desplegado, que iba dirigido al Presidente de la República, a los Gobernadores de Sonora, Sinaloa y Nayarit, y al Congreso de la Unión, y que contaba con las firmas de más de 30 organizaciones de productores agropecuarios, planteaba la necesidad urgente de que México restaure una política de autosuficiencia alimentaria, ante la inestabilidad financiera internacional actual y al hecho que las reservas mundiales de granos registran una caída significativa. El país entra a una fase crítica en materia alimentaria, justo cuando EU empieza a reducir sus volúmenes de exportación, en especial de granos como el maíz, del cual México es el primer importador mundial. Ésta es una convergencia dramática para el país, señalaba el desplegado, que tenemos que atender con urgencia para evitar problemas de desabasto y la amenaza de inestabilidad social que representarían los brotes de hambruna.

El debate en el Congreso

El desplegado circuló ampliamente en el Congreso de la Unión, en donde, el 19 de octubre, los presidentes de las Comisiones de Desarrollo Rural y de Recursos Hidráulicos programaron una reunión oficial para recibir a los coordinadores del Comité Pro PLHINO del Siglo XXI, en la que también participaron los senadores de Sonora y Sinaloa, así como diputados federales que integran las mismas comisiones y representantes de la Comisión Nacional del Agua.

La reunión giró en torno a la exposición del ingeniero Manuel Frías Alcaraz, quien, a nombre del Comité Pro PLHINO, presentó el aspecto técnico de la obra hidráulica; y de los planteamientos que expuso este autor, Alberto Vizcarra Osuna, coordinador del comité y conocido colaborador de LaRouche por 30 años, quien planteó el fundamento económico de la importancia estratégica que tiene la inversión pública en la infraestructura económica básica.

Este debate programático orientado a la reconstrucción física de la economía nacional, es uno que no se daba en el Congreso desde 1982. Después de ese año, las deliberaciones sobre el presupuesto nacional quedaron encarceladas en los desequilibrados axiomas del llamado equilibrio presupuestal. Desde entonces, la inversión pública dejó de ser un catalizador del crecimiento económico, y el gasto público se convirtió en un instrumento del asistencialismo social para recoger a los millones de damnificados que han arrojado las políticas de libre mercado en el último cuarto de siglo.

La realidad como aliada

El foro regional del 9 de noviembre inició con la exposición de Dennis Small, director para Iberoamérica de la revista Resumen ejecutivo de EIR, de LaRouche, quien, con el tema “El PLHINO y la NAWAPA, Proyectos de Infraestructura Hidráulica para una Relación Ejemplar entre México y Estados Unidos”, presentó la realidad estratégica mundial de que no puede construirse, ni se construirá, proyecto regional ni nacional alguno, sin importar qué tan grande sea, con el sistema financiero mundial ahora en desintegración. Small informó que hay una especie de alboroto internacional, en el que países como China, India, Rusia y otros vienen inclinándose por entablar una relación con EU que se funde en la cooperación y la unión de esfuerzos para la construcción de grandes obras de infraestructura económica. Este impulso internacional, dijo, representa, como lo hizo explícito el presidente ruso Vladimir Putin, el clamor de que EU regrese a las políticas de Franklin Delano Roosevelt, el presidente estadounidense que instauró un sistema económico para sacar a esa nación de la Gran Depresión, y que formuló el Nuevo Trato para entablar relaciones con los demás países, regidas por el respeto a la soberanía y la consecución de acuerdos para el desarrollo.

La construcción de un puente hacia el futuro tendrá que cimentarse en la idea que propone el economista y ex candidato presidencial estadounidense Lyndon LaRouche, de crear un nuevo sistema financiero que sustituya al modelo vigente, en función de la creación de crédito con bajas tasas de interés y de largo plazo para hacer viable la reconstrucción económica mundial.

Su presentación detallada de la idea de la NAWAPA como un proyecto hidráulico capaz de transferir más de 100 kilómetros cúbicos de agua hacia el Gran Desierto Americano —una parte sustancial de ellos, 12 kilómetros cúbicos, hasta el río Yaqui en Sonora— generó un gran entusiasmo entre los participantes del foro. “El PLHINO es bueno, pero la NAWAPA. . . bueno, ¡eso es grande!”, exclamaron algunos.

La NAWAPA, dijo Small, acabaría con los conflictos binacionales que derivan de la pelea por un agua que no alcanza. Esto, afirmó, es lo que habrían hecho Roosevelt y Cárdenas, y también Lincoln y Juárez, y es lo que debemos hacer nosotros. Instó a los participantes a apelar a esta tradición histórica, que es el referente para entablar una relación ejemplar entre México y EU. Es la tradición que LaRouche representa en mi país, dijo, pero también otras fuerzas del Partido Demócrata y del Republicano. Tenemos que asociarnos y constituirnos como una fuerza binacional, para que estos grandes proyectos de infraestructura que nos identifican y que son necesarios, también sean prácticos. Small terminó su exposición diciendo: “Lo que hoy es razonable, pero aparentemente utópico, con nuestro trabajo se volverá razonable y posible”, en una referencia explícita a la famosa consigna de José López Portillo, “hagamos posible lo razonable”.

El ingeniero Manuel Frías Alcaraz presentó lo que ya es considerado como el primer trazo físico que le da forma a la idea original del PLHINO, ahora conocido como “el PLHINO del Siglo XXI”. En apego a principios físicos elementales, la propuesta del ingeniero Frías contempla la transferencia de 7 mil millones de metros cúbicos de agua, aprovechando los escurrimientos de los ríos del norte de Nayarit y del sur de Sinaloa, para irrigar una superficie adicional de 800 mil hectáreas en los estados de Sinaloa y Sonora. La presentación del ingeniero Frías, que ilustró con mapas a escala y definiendo la ubicación de los nuevos sitios de almacenamiento que hay que crear, documentó la construcción necesaria de túneles para asegurar que el trasvase y transferencia del agua se haga fundamentalmente por gravedad, evitando al máximo el bombeo, para reducir el costo fijo de operación del proyecto.

Alberto Vizcarra destacó en su exposición que la crisis de desintegración financiera mundial le está planteando a México una convergencia de factores adversos que conforman “la tormenta perfecta”: un incremento en los precios internacionales de los productos agroalimentarios, una profundización de la dependencia alimentaria, una deportación en masa de indocumentados, una caída en el envío de remesas, una inflación importada y un desempleo nacional creciente. Ante esto, dijo, México tiene que definir políticas económicas de protección orientadas a fortalecer su potencial productivo, principalmente en aquellas regiones donde existe la posibilidad de incrementar la producción de granos básicos para enfrentar la gran vulnerabilidad que la nación presenta en este frente.

El noroeste del país, dijo, es una región que tiene una gran responsabilidad nacional en medio de esta crisis financiera internacional; es un asunto de Estado y de seguridad nacional que proyectos como el PLHINO se terminen, afirmó.

El carácter histórico de este movimiento y de este foro, subrayó Vizcarra, es que nos hemos reunido en nombre del futuro. La experiencia durante todo este proceso organizativo es que, cuando dos o más se reúnen en nombre de la posteridad, hay un poder extraordinario que los auxilia. Con ese poder, continuó, haremos que este gran momento no encuentre gente moralmente pequeña, sino con los tamaños que se requieren. Estamos recogiendo una intención de nuestros antepasados, concientes de que ellos velan por sus propios sueños; hagámoslos realidad para que descansen en paz, y para darle un futuro promisorio a las generaciones presentes y futuras.

El senador Alfonso Elías Serrano dio un discurso en el que reflexionó sobre el cambio general en la forma de pensar que se necesita para que México asegure su futuro. “¿En qué momento dejamos de pensar en el futuro y nos olvidamos de los grandes proyectos?”, preguntó, para luego afirmar que a partir de los 1980 dejamos de ser personas normales, y ya en los 90, cuando firmamos el Tratado de Libre Comercio, nos volvimos dependientes de los alimentos por la idea errónea de que sería más barato importarlos que producirlos nacionalmente.

La clausura de los trabajos del foro estuvo a cargo del gobernador del estado de Sonora, Eduardo Bours Castelo, quien, tras escuchar la lectura de las resoluciones, retomó los planteamientos del senador Elías Serrano, y señaló que, “ser personas normales es pensar en grande”. El país, dijo, no tiene escasez de recursos, sino falta de obras de infraestructura para aprovecharlos adecuadamente. Criticó a quienes cuestionan la idea de las grandes obras y su falta de visión. Por eso debemos de cambiar la mentalidad de la gente, llevarla a pensar en grande, pues, aunque proyectos como el PLHINO no son obras de corto plazo, sino para las próximas generaciones, es a la nuestra a la que le corresponde la responsabilidad de terminarlos.