Internacional

Resumen electrónico de EIR, Vol.XXIV, núm. 1
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¿Detonará la estratagema británica una tercera guerra mundial?

por Jeffrey Steinberg

Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, nunca, hasta ahora, tantas regiones del mundo han estado sumidas en el caos, la guerra asimétrica y la desintegración económica, como hoy. Esta combinación de conflictos “regionales” y desestabilizaciones al parecer aisladas, que ocurre en momentos en el que el sistema financiero mundial ya se vino abajo, representa nada menos que la amenaza creciente de una tercera guerra mundial global y asimétrica.

El espejo de la historia

El mito popular cuenta que la Primera Guerra Mundial vino a consecuencia de un suceso aparentemente aislado: el asesinato del archiduque Fernando en Sarajevo. Sin embargo, entonces, como ahora, fueron las maquinaciones geopolíticas británicas las que llevaron al mundo al borde de la guerra general, antes de que hubiera un solo disparo en la capital balcánica.

El Rey de Inglaterra, Eduardo VII —antes príncipe heredero Eduardo Alberto—, fue el arquitecto de los sucesos de fines del siglo 19 y principios del 20 que culminaron en la Primera Guerra Mundial. El gran objetivo geopolítico de Eduardo VII era impedir la propagación del Sistema Americano por toda Eurasia y África.

Al terminar su guerra civil, Estados Unidos emergió como la potencia económica más grande del mundo, y el Sistema Americano de economía política —primero codificado por el secretario del Tesoro Alexander Hamilton y perfeccionado por el destacado economista republicano del siglo 19, Henry C. Carey, y por su colaborador y protegido, el alemán Federico List, y otros— había sido adoptado por estratos dirigentes de Rusia, Japón, Alemania, China y Francia, lo que representaba una amenaza existencial al entonces reinante Imperio Británico. El gran secretario de Estado y luego presidente estadounidense John Quincy Adams había establecido una política exterior fundada en el concepto de una comunidad de principio entre Estados nacionales perfectamente soberanos, política que representaba un reto directo al colonialismo e imperialismo de Europa.

Para evitar que emergieran Estados nacionales soberanos que usaran el sistema nacional de economía política por toda Eurasia, el enorme aparato militar y de inteligencia de “corte veneciano” de los británicos instigó conflictos regionales, étnicos, religiosos y tribales, aprovechando cualquier diferencia que existiera en la región, lo que creó condiciones de inestabilidad mundial tales, que el asesinato en Sarajevo devino en el detonador de la guerra mundial. Un repaso cuidadoso de estas tramas geopolíticas británicas de largo de plazo de fines del siglo 19 nos permite entender el porqué de muchos de los brotes más conflictivos de hoy, entre ellos la crisis curda, la palestina–israelí, la afgana–paquistaní, y las guerras que amenazan con estallar en África.

La otra invasión británica de EU

El factor decisivo que distingue el presente peligro de guerra mundial de los sucesos que llevaron a la Primera Guerra Mundial, es el hecho de que EU ha caído de bruces en la trampa de los manipuladores geopolíticos británicos, y lo aflige mucho más la enfermedad cultural del pensamiento liberal angloholandés, que lo que era el caso cuando la Primera Guerra Mundial. Esto también es consecuencia de una de las prioridades geopolíticas británicas de larga data que se manifestó con la creación del consorcio Rhodes, el grupo de la Tabla Redonda y otros proyectos británicos cuya misión pública era reconquistar a EU y reintegrarlo al redil del Imperio Británico. En un famoso viaje a EU a mediados de los 1930, el destacado agente fabiano británico H.G. Wells, autor de La conspiración abierta, se jactó de que la captura de EU a largo plazo estaba prácticamente garantizada, porque el pensamiento liberal británico dominaba su sistema educativo de pe a pa.

Hoy día, a través de agentes como el doctor Bernard Lewis, de la oficina de asuntos árabes; del economista sinarquista George Shultz; y de muchos otros de sus agentes —entre ellos todo el aparato “neoconservador”—, el Gobierno de Bush y Cheney ha sido moldeado como el instrumento casi perfecto del viejo objetivo oligarca británico de inducir a EU a autodestruirse, y de acabar con el sistema de Westfalia de los Estados nacionales soberanos.

Como resultado de las desastrosas “guerras preventivas” del Gobierno de Bush y Cheney contra Afganistán e Iraq, el capital político de EU ha caído a su nivel más bajo jamás en el mundo, y hay el peligro de que las cosas empeoren mucho más si el vicepresidente Cheney se sale con la suya y EU ataca a Irán.

Fuentes bien informadas de los servicios de inteligencia de EU describen la actual estrategia británica como un “caos controlado”, que tiene el fin de llevar a cada vez más naciones en vías de desarrollo a la condición de “Estado fallido”, a la vez que se evita cuidadosamente que estalle una guerra mundial generalizada. Al mismo tiempo, los carteles energéticos y de las materias primas británicos continúan engullendo empresas por todo el mundo, apuntalados por la caída del dólar y el relativo fortalecimiento de la libra británica. Sin embargo, tales juegos tan cuidadosamente calibrados han llevado antes a la guerra mundial.

El gran círculo de crisis

Desde el Cuerno de África, al Cercano Oriente, al centro y sudoeste de Asia y el Cáucaso, están haciendo erupción crisis locales de una dimensión sin precedentes.

• Una serie de ataques militares que ha lanzado el PKK (Partido de los Trabajadores de Curdistán) desde la región curda de Iraq contra el Ejército turco, atiza una guerra fronteriza entre Turquía e Iraq. Según fuentes de inteligencia, la activación del terrorista PKK ocurrió, en parte, por el hecho de que el electorado en la región curda del oriente de Turquía le dio un gran voto al partido gobernante en las recientes elecciones parlamentarias. Las incursiones del PKK pretenden provocar una respuesta militar de Turquía y, de este modo, incitar a los curdos contra Ankara.

El Ejército turco y el partido gobernante islámico moderado coinciden en que las operaciones del PKK en la región curda en el norte iraquí cuentan con protección y apoyo de EU y la OTAN, porque los insurgentes curdos también realizan ataques transfronterizos en Irán, blanco prioritario del Gobierno de Bush y Cheney para un “cambio de régimen”.

La reciente visita a Washington del primer ministro turco Recep Tayyip Erdogan hizo poco por apaciguar la crisis turco–curda. El Gobierno de Bush prometió reprimir al PKK en Iraq, pero los turcos dudan que se tomará alguna medida seria, y cualquier nueva incursión del PKK casi con toda seguridad provocará una invasión turca a Iraq, encendiendo otra crisis en un Iraq ocupado por EU.

• La zona de la frontera paquistano–afgana está estallando, provocando crisis de Estados fallidos en ambas naciones, al tiempo que Afganistán emerge de nuevo como un narcoestado, con capos del opio por todo el país, que proveen entre 75 y 90% de la heroína mundial.

• Toda la región del Cuerno de África está por estallar, y cualquier inestabilidad en Sudán afectará de manera automática a Egipto. El 5 de noviembre el Grupo de Crisis Internacional (GCI) emitió una informe en el que advierte que Etiopía y Eritrea están al borde de una guerra, peor que el conflicto que afligió a la región de 1998 a 2000. Ambos países se han visto enfrascados en una guerra sustituta en Somalia y, hasta septiembre pasado, Etiopía amenazaba con romper el Pacto de Argel, que creó una comisión fronteriza y puso fin a la guerra de fines de los 1990.

• En el Cáucaso, el Presidente de Georgia, Mijaíl Saakashvili, declaró el 7 de noviembre un estado de emergencia de 15 días para reprimir a los manifestantes que demandaban su salida y que por días protestaron con creciente violencia frente al Parlamento. Saakashvili culpó a Rusia de fomentar las manifestaciones, lo que revivió las tensiones entre Moscú y Tiflis. La crisis podría ampliarse a otras insurgencias separatistas de la región, las que desde hace tiempo se nutren de combatientes extranjeros, con frecuencia reclutados en Inglaterra.

• La facción que encabeza Dick Cheney en la Casa Blanca de George Bush sigue presionando por un ataque militar de EU contra Irán, lo que detonaría una explosión regional que probablemente se extenderá como un conflicto religioso mundial total, que se prolongaría por décadas, como la guerra de los Treinta Años en Europa (1618–1648), que llegó a su fin con el tratado de Westfalia.

La convergencia de la desintegración financiera y monetaria mundial del sistema monetario posterior a Bretton Woods, de hechura británica, junto con la erupción de crisis regionales por todo el orbe, es precisamente la clase de coyuntura que pone de nuevo sobre el tapete la cuestión de si hemos de tener un mundo de Estados nacionales republicanos o un mundo oligárquico.