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Resumen electrónico de EIR, Vol.XXV, núm. 1
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Iberoamérica

Declaración continental del LYM

¿Quién controla tu futuro, tú o el imperio financiero británico?

El Movimiento de Juventudes Larouchistas (LYM) emitió la siguiente declaración continental a principios de enero, para abordar la embestida actual del crac de todo el sistema financiero internacional.


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Los jóvenes del LYM encabezan en todo el mundo una batalla por la cordura y la razón, para plantear las cuestiones que sí definen y afectan el futuro, y las soluciones reales que sí resuelven la profunda crisis de bancarrota general que nuestro mundo enfrenta. (Foto: EIRNS).

¿Qué es lo más relevante que has hecho últimamente para definir tu futuro? Mientras algunos pagan a astrólogos por saber qué les depara el futuro, otros se preocupan por sacar buenas calificaciones en la universidad. O tal vez tú seas de los que opinan que la única opción es trabajar duro para sacar adelante a los tuyos; o de los que prefieren no preocuparse por nada y buscar todos los placeres posibles, como quien dice, “mientras el cuerpo aguante”; o, en estos días de adicción, que te laven el cerebro voluntariamente en espacios virtuales, llámense MySpace, Facebook o los videojuegos, según se diría, “hasta que mi computadora aguante”.

Lo que ninguna de las formulaciones anteriores ha incluido en su “sistema de creencias” es que el actual sistema económico y financiero mundial ya cayó, y que, de no actuar como individuos históricos, nos encaminamos rápidamente a una Nueva Era de Tinieblas sometida al yugo del imperio financiero británico. Esto fue lo que advirtió el estadista y economista estadounidense Lyndon LaRouche el 25 de julio, en una videoconferencia que dio desde Washington, D.C., donde dijo:

El sistema monetario internacional está en proceso de desintegrarse. Esto no tiene nada de misterioso; he hablado sobre el asunto durante algún tiempo, de que está en marcha, de que no está amainando. Lo que aparece como el valor de las acciones y de mercado en los mercados financieros internacionales es baba. Son puras creencias ficticias. No tienen nada de real; la farsa es enorme. No hay ninguna posibilidad de que el presente sistema financiero no se venga abajo, ¡ninguna! Ya se acabó. El presente sistema financiero no puede seguir existiendo bajo ninguna circunstancia, bajo ningún gobierno, bajo ningún liderato, ni bajo el liderato de ninguna nación. Sólo un cambio fundamental y súbito del sistema monetario–financiero mundial puede impedir un derrumbe inmediato de reacción en cadena. A qué velocidad, no sabemos, pero seguirá cayendo, y será imparable, y entre más dure antes de concluir, peor será. Y no hay nadie al presente en las instituciones de gobierno que tenga la competencia para lidiar con esto. El Congreso, el Senado, la Cámara de Representantes [de Estados Unidos] actualmente carecen de la competencia para lidiar con esto”.

Nuestra tragedia no yace en el desplome de la economía per se, y ni siquiera en los individuos que han diseñado el actual sistema británico oligárquico. La tragedia yace en la respuesta a la pregunta que plantea el título de este escrito: ¿qué es lo más relevante que has hecho últimamente para definir tu futuro? Estamos en una cultura de la que mentes brillantes como la de Boccaccio o la de Cervantes se burlarían a carcajadas, tal y como lo hacen en sus respectivas obras, el Decamerón y Don Quijote. Pero no se burlarían cínicamente, se reirían con cierta melancolía por lo que le depara a una sociedad así.

No se puede resucitar a un cadáver

El sistema de libre comercio no sólo está muerto, sino que ya apesta. El sistema ya estaba muerto desde que se optó por romper con el de Bretton Woods en los 1970. El error fatal de nuestros días, en especial el de los académicos, ha sido creer que la economía es el dinero, y con esa creencia se ha creado un sistema financiero mundial en el que abundan el dinero y los instrumentos financieros, pero se carece del desarrollo real en la infraestructura para respaldar esos papeles. Por eso, hace poco se tuvieron que borrar 1,5 billones de dólares en préstamos, y la política de la Reserva Federal de EU y del Banco Central Europeo ha sido la inyección desmesurada de dinero a la Weimar. En los últimos meses, los bancos centrales del mundo han inyectado 2 billones de dólares. Esta política es tan eficiente como hacerle una transfusión sanguínea cancerígena a un muerto. Esta situación no sólo nos conduce a una hiperinflación, sino al desplome mundial del dólar.

Como admitiera el bobo presidente anterior de la Reserva Federal de EU, Alan Greenspan (el ídolo de sus símiles): “Lo que tengo que pronosticar es que sucederá algo inesperado que nos va a derribar a todos. . . Las probabilidades de que ocurra, creo yo, aumentan porque estamos entrando en terrenos vulnerables”. Luego continuó: “Estamos en una etapa de inflexión, y las mejoras extraordinarias que han ocurrido en la economía mundial en los últimos 15 años son transitorias y están por cambiar. . . Yo creo que todo este proceso empezará a dar reversa”. Aunque Greenspan no es ningún sabio, la realidad es que el derrumbe es tan obvio para círculos de Londres, Wall Street y Nueva York, que negarlo no es de idiotas, sino de dementes clínicos.

Uno de los reflejos más grandes y recientes de este proceso es el de la burbuja hipotecaria, que en EU ya reventó, y el debate entre la población y en el Congreso estadounidense es el siguiente: por un lado está la ley de Protección a los Bancos y Propietarios de Vivienda de LaRouche, la cual insta a la defensa del bienestar general de la población con un alto a los embargos y desalojos, así como a la desintegración del sistema bancario, sometiendo al sistema mismo a una reorganización económica que reconozca las deudas legítimas y elimine las especulativas e injustas. La oposición a esta propuesta la encabezan en EU nazis como el banquero Félix Rohatyn, quien ayudó a instalar al dictador Augusto Pinochet en Chile y pretende perpetuar el dominio mundial de las redes financieras angloholandesas, incluso con dictaduras, de ser necesario.

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del Movimiento de Juventudes LaRouchistas, Prometeo


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El plan británico de sembrar el caos

Sólo en este marco del derrumbe económico puede entenderse la ola de asesinatos, guerras, y conflictos étnicos y religiosos que se está desatando por el mundo. El objetivo de los intereses financieros británicos es destruir los Estados nacionales y librar guerras asimétricas por todo el mundo, para impedir el surgimiento de una política como la de Franklin Delano Roosevelt, que es lo que propone Lyndon LaRouche hoy. En lugar del desarrollo económico y tecnológico de las naciones, buscan el caos en grande, para así dominar al mundo en medio del desplome. “Hay que dejar en claro que hay una crisis de desintegración financiera global y una estrategia de caos británica global única, no ‘crisis locales’. Si piensas en lo que está pasando y tratas de describir cada amenaza de desintegración nacional —Kenia, Pakistán, el Líbano, Bolivia, Tailandia— primero como ‘crisis locales’, estás perdido”, dijo LaRouche. El caos y la ingobernabilidad son la estrategia del Imperio Británico de “gobernar” a través de la desintegración financiera, para resultar los ganadores en la jugada final, destruyendo a sus demás “contrincantes” y obstruyendo cualquier debate e intervención nacionales en cuanto a la solución.

Esto mismo pretende hacerse al azuzar un conflicto entre Colombia y Venezuela usando a las FARC, no sólo para destruir a esas naciones, sino la cooperación que promete y que inició ya con el Banco del Sur.

El plan de cooperación de LaRouche

Tal vez te estarás preguntando: “Si el sistema económico mundial está en quiebra, ¿entonces qué?” La propuesta por la que LaRouche y su movimiento estamos peleando es la de reorganizar todo el sistema económico internacional, crear un sistema de crédito (no keynesiano) que tome como modelo lo que hizo el presidente Roosevelt con el Bretton Woods. Para ello, la cooperación entre los Gobiernos de EU, Rusia, China e India es decisiva. Esta cooperación ha de fundarse en la construcción de grandes obras de infraestructura y la transferencia tecnológica, para poder regresar a una idea sana de las relaciones exteriores que se cimente en el beneficio de la otra nación, tal y como lo hizo el tratado de Westfalia en 1648. Así podemos también incluir a otras regiones del mundo política y económicamente más débiles, como África e Iberoamérica.

Para las próximas generaciones, es determinante que abandonemos la práctica perversa de la llamada “globalización”. Nuestra misión es la cooperación, no la dizque competencia, misma que está destruyendo a todas las naciones del mundo.


Fuente: EIR.

La creatividad humana y la economía física

Los seres humanos no somos animales ni procesos digitales; los seres humanos pertenecemos a un dominio superior al de los procesos inertes y los meramente vivos. Los seres humanos podemos conocer el universo e intervenir en él. Esta capacidad creativa es el factor primordial de cualquier economía y de cualquier actividad humana. Esta capacidad humana se refleja en el descubrimiento de principios físicos en el universo que nos permiten transformar la biosfera. En ese sentido, la construcción de obras de infraestructura es un proceso natural del hombre; una sociedad productiva es lo más sano para poder sostener a una población mundial cada vez más grande. De ahí surgen un par de preguntas clave: ¿por qué los períodos de crecimiento demográfico están históricamente relacionados con los grandes avances científicos y artísticos? ¿Por qué ninguna especie animal ha aumentado su población más allá de un límite biológicamente definido?

De la respuesta a estas preguntas, surge el reconocimiento claro de que la “vida ecologista” estilo Al Gore es una aberración para cualquier persona inteligente.

La creatividad humana es el regalo más grande con el que nos dotó el Creador, y la pelea por hacer florecer esa creatividad en cada ser humano es el objetivo político más bello e imprescindible de nuestra pelea histórica.

Lyndon LaRouche ha encabezado esta movilización política mundial por más de 40 años. Es hora de que lo escuches con atención para que entiendas tu lugar en la historia y, en consecuencia, actúes con potencia