Internacional

Resumen electrónico de EIR, Vol.XXV, núm. 10
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La solución está en la producción, no en los parásitos

por John Hoefle

Cuando la principal especuladora de bonos del mundo, la Royal Institution of Chartered Surveyors (RICS) del Imperio Británico, se siente obligada a pedirle al gobierno que rescate los mercados financieros, las cosas no andan muy bien que digamos. El fondo de bonos PIMCO advierte de un “tsunami financiero” si el el Gobierno de Estados Unidos no empieza a comprar valores, mientras que la RICS le pide al de Gran Bretaña que emita títulos hipotecarios garantizados por el Banco de Inglaterra.

Estas propuestas descabelladas indican el creciente pánico en los mercados financieros, con la destrucción sistemática de las hojas de balance, no sólo de los bancos y los fondos de inversión, sino también de los hogares y de sectores enteros de la economía, a causa de la vaporización de los activos financieros. Estos parásitos del mercado tal vez no estén dispuestos a admitir todavía lo previsto por el economista estadounidense Lyndon LaRouche el año pasado, de que el sistema financiero ya está muerto y no tiene la menor esperanza de recuperarse, pero sí empiezan a ver la “escritura en la pared”. Sin embargo, lo entiendan o no, la fiesta ya se acabó.

¿A salvar la deuda?

PIMCO, con sede en California, es el fondo de bonos más grande del mundo, y maneja unos 830 mil millones de dólares en activos. Es propiedad de Allians, una de las principales aseguradoras en el ámbito internacional y ficha clave en el cartel de los seguros y reaseguros. Las empresas de seguros como Allianz y su competidora veneziana Assicurazioni Generali están estrechamente conectadas con los fondi, los fondos familiares de la antigua aristocracia financiera europea. Estas familias han usado la deuda para dominar gobiernos, negocios y pueblos por siglos, y su idea de que la deuda es sagrada y ha de pagarse, sin importar el costo para las naciones y sus poblaciones, es la piedra angular del sistema liberal angloholandés.

La británica RICS se describe a sí misma, con toda modestia, como “la organización de su tipo más preeminente del mundo. Como tal, representa todo lo bueno en la profesión del manejo de propiedades”. RICS también se jacta de que sus “miembros ofrecen la mejor asesoría”, aseveración hueca, dada su propuesta idiota de un rescate gubernamental. Pese a su pomposidad, RICS sólo es portavoz de los aun más pomposos financieros de la City de Londres, quienes están hasta en peores aprietos.

Los gobiernos deben rescatar los mercados financieros, dicen una y otra vez, pues sería demasiado horroroso contemplar la alternativa. El rescate, alegan, al menos en público, es para salvar “al ciudadano común” y su hogar; sus planes en realidad están diseñados para salvar las grandes hipotecas adeudadas por ese ciudadano común, y la montaña de deuda especulativa apiñada encima de dichas hipotecas.

En verdad buscan proteger la capacidad de la oligarquía financiera para cobrar sus acreencias, transfiriendo esa deuda privada a manos del gobierno, o sea, de los contribuyentes, y reducir al Estado a la condición de cobrador, en una perversión de la función que le corresponde.

Según Bill Gross, de PIMCO, en un artículo publicado por Investment Outlook en septiembre de 2008, el sistema financiero mundial pasa por “una liquidación sistemática de la deuda”, y es necesario “adoptar nuevas hojas de balance y nuevas formas de liquidez para sostener el precio de los activos”. Algunos se quejarán “de rescates para Wall Street y para los ricos, pero el sentido común no lleva a otra conclusión: si hemos de evitar que continúe la liquidación de proporciones casi históricas de activos y deuda, necesitaremos medidas para abrir el balance del Tesoro de Estados Unidos, no sólo a [las agencias de garantía hipotecaria] Freddie Mac y Fannie Mae, sino también a la tienda de la esquina, a través de préstamos hipotecarios subsidiados emitidos por la Administración Federal de Vivienda (FHA) y otras instituciones del gobierno”.

Sentido común

El argumento de Gross es un fraude en ventaja propia, en especial en lo tocante a la tienda de la esquina. Gross es en esencia un traficante de bonos, cuyo mundo gira en torno a cobrar deudas, y muy pocos traficantes y banqueros entienden mucho de economía. Si lo piensas, el sentido común te dirá que un sistema cerrado no puede rescatarse a sí mismo; cualquier intervención eficaz sólo puede venir de afuera.

La economía de EU sufre de dos problemas principales. Primero, nuestra base industrial y manufacturera se ha erosionado a un grado por debajo del punto de equilibrio, donde ya no somos capaces de producir lo necesario para sobrevivir. Segundo, hemos compensado este déficit endeudándonos a todos los niveles, desde el gobierno, hasta los negocios y los hogares. Convertimos nuestra economía en un castillo de naipes, y ahora se ha venido abajo. Los especuladores ahora pretenden hacernos rescatar esa montaña de deuda endeudándonos aun más y, a la larga, ese nuevo endeudamiento haría necesario otro rescate, y así hasta el infinito.

Más aun, el intento de llevar a cabo un eterno rescate es muy hiperinflacionario, pues el dinero inyectado al sistema con semejante estratagema no le añade nada a la capacidad productiva de la economía, sólo más dinero para sostener más activos ficticios. No es sino más del mismo veneno que ya nos mató.

La solución, la única solución, es admitir que la deuda existente es impagable, y no sólo eso, sino que cualquier intento por pagarla sólo le hace más daño a la economía y a la nación. Ése es el primer paso, y hasta no ser aceptado por suficiente gente, no hay posibilidad de recuperación. Será doloroso, pero es la realidad, y aceptar la realidad a la larga siempre duele menos que lo contrario.

Una vez aceptes que es impagable, entonces el próximo paso obvio es borrarla de una forma equivalente a un proceso de reorgqanización por bancarrota. La premisa de un proceso de bancarrota es que lo viable se salva, y lo que no, se borra, de tal forma que la persona o la empresa puedan valerse por sí mismas de nuevo. En este caso nos referimos a someter al sistema económico–financiero de Estados Unidos a un proceso de bancarrota, mediante el empleo de los poderes que la Declaración de Independencia le confieren a su gobierno, la cual define el marco general, y del mecanismo establecido por la Constitución. Lo fundamental es proteger el bienestar general; proteger el derecho del pueblo a la vida, la libertad y la busqueda de la felicidad es la esencia del Sistema Americano y de nuestro orden jurídico.

Construyamos la solución

Ya que el tiempo es de esencia para resolver esta crisis, no podemos esperar hasta desatar el nudo gordiano de las finanzas mundiales y evaluar todos los reclamos, un proceso de años, y tal vez décadas. La solución, entonces, es congelar todo el desastre y concentarnos en las prioridades: los embargos hipotecarios deben suspenderse hasta arreglar las cuentas; debe continuar el flujo de bienes y servicios esenciales. Las tiendas de abarrotes deben tener comida, los hospitales deben mantener sus puertas abiertas, los sistemas de acueductos y alcantarillado deben seguir funcionando, e igual las escuelas.

Al mismo tiempo, el Gobierno de Estados Unidos, en uso de sus facultades constitucionales, debe empezar a emitir crédito a bajo interés para estas actividades esenciales y otras afines, y para reconstruir nuestra moribunda base productiva y nuestra infraestructura desgastada. La idea es restablecer la productividad lo antes posible, con la mejor tecnología disponible, para convertirnos de nuevo en un productor de riquezas, en vez de un mero consumidor. La energía nuclear, los trenes de levitación magnética (maglev), los carros de hidrógeno, y un montón de otras tecnologías nuevas existentes o engendradas por éstas, transformarían nuestra economía en una más poderosa de la que teníamos antes de destruirla tontamente.

Esto es el sentido común, y es también la esencia filosófica y científica que hizo grande a Estados Unidos. No somos una nación de parásitos como el Imperio Británico, sino una nación libre, dedicada a sacar al mundo del feudalismo medieval dominado por el imperialismo, y del saqueo colonialista que imperaba antes de nuestra irrupción en el escenario mundial. Hemos perdido mucho de esto, pero podemos, y debemos volver a ser lo que éramos. El tiempo apremia, la tarea es ardua, pero podemos hacerlo.