Editorial

Resumen electrónico de EIR, Vol.XXV, núm. 10
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Espera lo inesperado

Como demuestra el estudio estratégico de Lyndon LaRouche que publicamos en esta edición de Resumen ejecutivo, el principal enemigo de la humanidad hoy es el Imperio Británico (o mejor dicho, “brutánico”). En ningún momento de que se tenga memoria, desde la muerte del presidente estadounidense Franklin Delano Roosevelt, el Imperio Británico ha enfrentado el problema existencial que encara hoy.

Independientemente del resultado de la contienda por la Presidencia de Estados Unidos, el desplome del sistema monetario y financiero mundial es imparable, a menos que haya un cambio fundamental de orientación y se aplique de manera íntegra la propuesta del Nuevo Bretton Woods de LaRouche. Los gobiernos y las principales élites políticas de todo el mundo están estudiando la “opción LaRouche” como nunca antes.

El 15 de noviembre, los jefes de Estado del Grupo de los 20, que congrega a países importantes del mundo, se reunirán en Washington, en la primera de lo que se espera sea una serie de conferencias, para hablar de un nuevo Bretton Woods. Varios participantes destacados de esa conferencia —Italia y Francia, por nombrar sólo dos de ellos— pugnan ya seriamente por la necesidad de restaurar un sistema de tipos de cambio fijos, para erradicar la influencia de los especuladores en los acuerdos monetarios internacionales.

Aunque se desconoce a dónde nos llevará la conferencia del 15 de noviembre, así como las subsiguientes, el mero hecho de que la propuesta de LaRouche esté sobre el tapete hizo que la oligarquía financiera de la City de Londres saliera corriendo despavorida.

Por eso, espera lo inesperado. A mediados de 2008, operando a través del mandarín sir Mark Malloch–Brown y del agente George Soros del Ministerio de Relaciones Exteriores británico, Londres estuvo a punto de desatar una guerra total entre Rusia y la OTAN por lo del Cáucaso. Esa situación todavía es explosiva, y el conflicto maquinado por los británicos ha complicado la cooperación entre Estados Unidos y Rusia, que es la fuente de esperanza de la que depende el éxito del Nuevo Bretton Woods.

De la mano con facciones de Arabia Saudita, los británicos pretenden armar una crisis entre Siria y el Líbano, precisamente en momentos en que se gestiona un acuerdo de paz entre estas dos naciones, que también incluye a Israel. Los insurgentes salafistas, a los que financia Arabia Saudita, atacan a los alauitas y a los chiítas en el norte del Líbano y a través de la frontera con Siria. El plan de Londres consiste en fraguar una crisis tranfronteriza entre Siria y el Líbano, y hacer que estalle de nuevo toda la región oriental del Mediterráneo.

En el sur de Asia, el conflicto en la frontera entre Pakistán y Afganistán sigue intensificándose, y Londres fomenta de manera flagrante el regreso de los talibanes al poder en Kabul. Esto es una suerte de detonador para una nueva conflagración estilo “Gran Juego”, que devoraría todo el sur y el centro de Asia.

Especialistas en inteligencia estadounidenses también señalan el peligro de que haya un “nuevo 11–S” durante este período de transición presidencial en la Casa Blanca, que se extendería hasta fines del 2009. Semejante ataque directo contra Estados Unidos sin duda le vendría bien al plan de caos de Londres. Como ciertas personalidades de la inteligencia estadounidense saben, en los atentados de hace ocho años intervino un significativo factor “al–Yamamah”, y el aparato de inteligencia anglosaudita asociado con ese trato de petróleo por armas de la empresa BAE, que metió su cuchara en esos acontecimientos, sigue intacto hasta la luz de hoy, gracias, en gran medida, al encubrimiento que concertó el Gobierno de Bush y cosas peores.

En momentos de gran tribulación, cuando la existencia misma del sistema liberal angloholandés actual peligra, históricamente Londres ha recurrido a la guerra como el arma primordial para no perder su poder oligárquico.

Éstas son las enseñanzas de la historia, y hoy se aplican más que en ningún otro momento de nuestra vida.