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Resumen electrónico de EIR, Vol.XXV, núm. 2
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Iberoamérica

El LYM pide petróleo por tecnología nuclear para México

Tal vez ya te diste cuenta de que se manejan mil y una versiones en la televisión, la radio, los partidos, con la comadre, la tía o la vecina, sobre quién o quiénes se quieren apoderar del petróleo mexicano; y no sólo eso, sino de las principales materias primas y recursos naturales del subsuelo mexicano. Pero, por encima de estas versiones, hay una causa fundamental que determina todo el problema, y esa causa es que el actual sistema financiero mundial se desintegra a pasos acelerados, como lo ha advertido el economista estadounidense Lyndon LaRouche.

Ya tuvimos una probadita de esto en los meses pasados, durante los cuales las principales bolsas de valores del mundo se vinieron abajo, no una vez, sino varias. Los bancos centrales más importantes, incluyendo el Banco Central Europeo y la Reserva Federal norteamericana, han optado por meterle cada vez más dinero al sistema, de una manera descomunal. Presos de la locura, niegan más y más la realidad que pronto nos alcanzará. De ahí la gran desesperación de los principales grupos financieros por mantener con vida artificial al sistema.

¿Qué pasa cuando ocurre una crisis financiera como la que tenemos a nivel mundial? Tenemos un ritmo de crecimiento financiero exponencial, a la par que se emite más y más dinero para solventarlo, pero la infraestructura física de las naciones se desploma de manera acelerada. Estos tres fenómenos son efecto de una sola causa: un desplome físico–económico (ver gráfica 1). En tal situación, el dinero pierde tanto valor, que podrías ser multimillonario y no poder comprar nada. En ese caso, sólo los bienes físicos valen, como la industria, las materias primas como el petróleo y, sobre todo, los alimentos. ¿Ahora entiendes por qué están tan “preocupados” los grupos financieros por apoderarse de nuestro petróleo y demás recursos?

¿Quién le jala la correa al perro?

¿Recuerdas aquella tarde cuando se declaró presidente a Felipe Calderón? Ese mismo día se celebraba una reunión en la provincia de Alberta, Canadá, donde el equipo económico y de transición de Calderón se reunió nada más y nada menos que con el padrino político de Bush, el magnate George Shultz. Y, para reafirmar su pedigrí, su última visita a la “comunidad mexicana” en Estados Unidos comenzó en el Consejo de las Américas, presidido por David Rockefeller; después tuvo una reunión privada con la junta editorial del Wall Street Journal, con el vicepresidente de la Reserva Federal de Nueva York, Timothy Geither, y no podía faltar el “Gobernator” nazi de California, Arnold Schwarzenegger; ¡qué extraña comunidad mexicana!

¿Qué hay detrás del Plan Nacional de Infraestructura?

El plan de Calderón, en sus propias palabras, es “que México sea la plataforma logística” del llamado “bloque económico norteamericano”, un plan diseñado por la firma financiera Goldman Sachs. El plan se reduce a oficializar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte o TLCAN como el “Tratado de Trabajo Esclavo de América del Norte”, porque las economías de México y EU son “complementarias” (ver pág. *).

Goldman Sachs usa a la empresa ICA (Ingenieros Civiles Asociados) como vehículo para hacerse de un paquete carretero y cobrar peaje al transporte de mercancías y personas dentro de la “plataforma logística” calderonista. Y esto no apestaría lo suficiente sin que Carlos Slim metiera su traserso con su empresa Ideal para el saqueo de Iberoamérica.

Y eso no es todo, en la actual crisis económica con centro en EU, los grupos financieros buscan la forma de imponer en ese país a un candidato de mano dura que pueda manejar la crisis económica, la misma mano dura que “necesitó” Alemania en tiempos de crisis, la de Adolfo Hitler. El candidato de los financieros hoy es Michael Bloomberg, el actual alcalde de la Ciudad de Nueva York, a quien se promueve para instaurar un régimen fascista mundial.

Calderón y Bloomberg han venido trabajando juntos durante el último año, para poner en marcha el programa de corte nazi “contra la pobreza”.

Llámalo como quieras: privatización, corporativismo o, de plano, robo

Las propuestas actuales de los carteles internacionales, que quieren quedarse con los recursos de las naciones, son como las de la mafia, que te ofrece protección después de robarte y amenazarte, pues ellos mismos, a través de la globalización y engendros como el TLC, han impedido el desarrollo de tecnología e infraestructura.

Hoy estos intereses financieros representados por el banquero neoyorkino Félix Rohatyn y George Schultz usan a achichincles como Bloomberg y Schwarzenegger en EU, y a individuos como Carlos Slim y Calderón en México.

Éste no es un fenómeno local o nacional, sino internacional. Como dijera Peter Feaver, uno de los voceros de Rohatyn de la Universidad de Middlebury en una conferencia de la misma: “De hecho, lo que estamos viendo es un regreso al neofeudalismo. Si piensas en cómo la Compañía de las Indias Orientales intervino en el surgimiento del Imperio Británico, hay paralelos similares con el surgimiento del cuasiimperio estadounidense”. Lo que Feaver no dice, es que no es un imperio estadounidense, sino una extensión del mismo Imperio Británico para el que trabaja Rohatyn, a través de los nazis Bloomberg y Schwarzenegger, con la llamada iniciativa de las asociaciones público–privadas.

Pero estas políticas no son nuevas, sólo les han cambiado el nombre. En los 1920 y 1930 inició este proceso con el nombre de corporativismo, impulsado por intereses financieros y llevado a cabo, en Italia, bajo la dictadura fascista de Benito Mussolini, y en Alemania, con Adolfo Hitler. La premisa del fascismo, como la del nazismo, siempre fue ver y tratar a la gente como ganado humano. La idea del bienestar no era más que un gasto innecesario, y la población, un recurso desechable.

En 1932 Mussolini escribió en el libro La doctrina del fascismo: “El fascismo. . . no cree en la felicidad como posibilidad en la tierra, como fue concebido por los economistas del siglo 18. . .

“El fascismo niega la concepción materialista de la felicidad como una posibilidad, abandonando esta idea a los economistas del siglo 18. Esto significa que el fascismo niega la ecuación: bienestar = felicidad, la cual ve a los hombres como meros animales, felices de ser alimentados y engordados, reduciéndolos a un estado de existencia vegetativa, simple y pura”.

Lo más importante entonces era equilibrar el presupuesto, tener una disciplina fiscal rígida, sin importar las consecuencias. ¿Te suena familiar? Qué tal esta frase: “No hay crisis que aguante 16 horas de trabajo”. De ese pensamiento a la creación de campos de concentración sólo hay un paso. Aquel que no logre visualizarlo deberá recapacitar cuántas horas al día pasa en MySpace, Facebook o cualquier otro entretenimiento de lavado cerebral.

La pelea histórica por nuestra soberanía

La mayoría de nosotros sabemos de esas grandes batallas por nuestra soberanía. Cómo olvidar a Benito Juárez movilizándose contra Maximiliano, restableciendo nuestra república. Benito Juárez y Abraham Lincoln, además de ser dos personajes que se respaldaron mutuamente en tiempos de crisis, guerra e intervención, fueron el dolor cabeza de los grupos financieros británicos de la época. Tampoco podemos olvidar al general Lázaro Cárdenas, quien estuvo a la altura del momento político e histórico que lo llevó a nacionalizar el petróleo y, desde luego, a tener una alianza con el presidente norteamericano Franklin Delano Roosevelt, una alianza de cooperación y desarrollo mutuo que los financieros de Wall Street odiaban. Sin olvidar lo que muchos mexicanos desconocen, la pelea que dio José López Portillo en defensa del petróleo, peleando a la vez en el ámbito internacional por un nuevo orden económico mundial más justo. López Portillo movilizó y desplegó a todo su equipo para que defendiera a capa y espada el petróleo mexicano, a fin de usarlo como la palanca del desarrollo nacional.

Petróleo por tecnología


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El Movimiento de Juventudes Larouchistas (LYM) está difundiendo el contenido del presente artículo en la forma de un volante nacional en México.

¿Qué gobierno exclamaría hoy, “¡Maravilloso! ¡Ésta es nuestra puerta para convertirnos en una economía nuclear!”, al descubrir reservas de petróleo gigantescas? Pues ésa fue la respuesta del presidente José López Portillo y sus colaboradores. No se veía al petróleo como “dinero”; era el recurso que podía darle a México los medios para, por fin, poder industrializarse y lograr la verdadera independencia. Un estudio del gobierno había llegado a la conclusión de que la energía nuclear debía ser la fuente energética primordial de la siguiente generación en el país. En noviembre de 1977 el presidente del Instituto Nacional de Energía Nuclear, Francisco Vizcaíno Murray, dijo lo siguiente en una conferencia con las juventudes priistas: “El uranio es el recurso más abundante en el país, y no el petróleo, y para el año 2000, 70% de la electricidad en México la generarán al menos 20 reactores. México necesita formar a los técnicos e investigadores del futuro que manejarán esta nueva industria. Y para acelerar su programa de capacitación y experimentación, el gobierno pretende construir un reactor de fusión Tokamak”.

Sólo imaginemos qué México tendríamos hoy de haber continuado el programa de intercambio de petróleo por tecnología que con tanto afán procuró López Portillo con Francia, la entonces Unión Soviética, Japón y EU, propuesta que defendieron en conjunto López Portillo y Lyndon LaRouche. A 26 años de distancia, López Portillo sigue teniendo razón, y es hora de retomar ese programa ambicioso para industrializar a México.

Soluciones globales a problemas locales

Como lo ha propuesto LaRouche, sin una reorganización del sistema económico mundial, no hay salida. El sistema entero está en quiebra, y no hay forma de pagar las deudas especulativas creadas en él con la globalización. No hay una solución financiera, sino sólo política, y por eso el Estado debe intervenir para proteger a la población y a la economía productiva.

El Estado debe dirigir y proteger la economía; su función es crear las condiciones necesarias para que cada ciudadano de la nación pueda desarrollarse, al brindarle educación, una pensión, seguro médico, empleo productivo, energía, transporte, etc.; en pocas palabras, bienestar. Quizás estés pensando: “Sí, pero, ¿de dónde vamos a obtener todo ese dinero? ¿Quién nos lo va a prestar?” Es muy importante entender que el Estado tiene la facultad de generar crédito dirigido a través de su banca nacional y, con esto, de comenzar la construcción de estos proyectos de infraestructura.

Como planteó LaRouche en una conferencia reciente en Múnich, Alemania: “La infraestructura a gran escala es la medida del crecimiento económico esencial. Ahora bien, esto no puede ser inversión privada. Puede haber inversión privada, pero no es una parte importante del programa, porque debe ser principalmente crédito público. Y sólo puede ser crédito creado bajo la promesa de pago del Estado mismo, lo que significa crédito estatal, proveído directamente por el Estado o en algunos casos por bancos convencionales, es decir, los bancos comerciales; a pesar de que ahora, en EU, ¡todo banco importante está en quiebra! ¡No hay ningún banco importante en EU que no esté ya en bancarrota! Y es una situación similar en Europa. Cuando la bancarrota sea totalmente abierta, verás esto; cuando los libros se abran, descubrirás que todos los bancos ya están en quiebra”.

Así que el Estado tiene que intervenir y, para eso, tú tienes que exigirlo.

Tenemos que construir obras de infraestructura que no sólo resuelvan los problemas del país, sino que también le ofrezcan una salida a los millones de mexicanos que están siendo expulsados de EU (ver mapa 1).

MAPA 1

Para ayudar a la humanidad, México necesita consolidarse como un verdadero Estado nacional, y no como una colonia de algunos intereses privados. Tenemos que evitar que aberraciones como la “globalización” vuelvan a ocurrir, peleando por un nuevo sistema financiero internacional justo y por desarrollar las capacidades creativas del ser humano.

Ésta es la pelea que libra LaRouche y su movimiento internacional, pelea que debe encabezar nuestra generación, si en verdad queremos que nuestras vidas signifiquen algo para las siguientes generaciones.