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Resumen electrónico de EIR, Vol.XXV, núm. 3
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Haciendo cola para la cuenta regresiva

¿De verdad queremos una tercera guerra mundial?

por Helga Zepp-LaRouche

La señora Zepp–LaRouche es la presidenta del BüSo (partido Movimiento de Derechos Civiles Solidaridad) de Alemania.

Quienquiera que tuvo la idea de realizar la GröNagiaZ (la madre de todas las cumbres de la OTAN)[1] en la moderna y superfea torre de Babel de Bucarest, la cual, con sus 330.000 metros cuadrados, es el segundo edificio más grande del mundo después del Pentágono, debe tener un sentido de humor macabro. En efecto, este montruoso edificio —alrededor de 3.000 delegados oficiales e igual número de periodistas apenas ocuparon una tercera parte de la gigantesca estructura— se construyó acorde los deseos del magalomaníaco dictador Nicolás Ceausescu, quien fuera, no obstante, derrocado y ejecutado antes de inaugurarse el edificio. Según rumores no confirmados, fue la antigua firma de relaciones públicas Drácula, S.A. la encargada de organizar todo lo relacionado con la megareunión, desde la propaganda y la decoración, hasta el servicio de comida (en especial las excelentes bebidas) y el diseño gráfico del famoso escrito en la pared durante la cena de gala para conmemorar el "festín de Baltazar" y su sucesor rumano.

Pero, ironías aparte, la cumbre de la OTAN del 2 y 3 de abril en Bucarest, que se suponía iba a transformar a la OTAN esencialmente en una organización imperial global, es apenas un elemento de una intensificación sin respiro en la situación estratégica. Tras los bastidores del derrumbe financiero que a diario arrecia, la oligarquía financiera del Imperio Británico trata de sumir a los principales enemigos del imperio angloamericano en el caos. Así, tenemos la violenta campaña que han armado contra China, al igual que la implacable ofensiva británica contra Rusia y Putin en lo personal, y el intento de regresar a Zimbabue al control colonial. Por tanto, es evidente que la geoestrategia que impulsa esta política global de provocación se lleva adelante sin importar las consecuencias o, incluso, busca fomentar un factor de rabia enorme contra Londres y Washington en países como China, Rusia, India y otros. Si no se pone en el orden del día una política totalmente diferente, se avisora una nueva guerra mundial, que amenaza con llegar a ser todavía más horrible que las guerras mundiales del siglo 20.

En la cumbre de la OTAN en Bucarest, la totalidad del programa imperial recibió el apoyo de todos los miembros, con la excepción del asunto de la aceptación de Georgia y Ucrania, "por ahora". Así, tuvimos la admisión de Croacia y Albania; la reincorporación de Francia a la OTAN; el establecimiento del sistema de defensa antiproyectiles y la instalación de radares en Polonia y la República Checa; el reforzamiento de las tropas de la OTAN en Afganistán con 700 soldados franceses; la integración de la estructura militar de la OTAN con la Unión Europea, según las directrices del tratado de Lisboa, y —según información periodística sin confirmar—, tras bastidores, también el debate y acuerdo sobre un nuevo documento de estrategia que incluiría la "anulación preventiva de conflictos" en el mundo, como lo contemplan los cinco jefes del estado mayor retirados.[2]

Una mirada al mapa no deja dudas de que la incorporación de Georgia y Ucrania a la OTAN, como expresión de la estrategia de cercar a Rusia, así como la instalación de los sistemas de defensa contra proyectiles en Polonia y la República Checa, violan en grande los intereses de seguridad de Rusia. Este país ha advertido por adelantado que esas medidas tendrán "consecuencias catastróficas". Ocho Estados miembros de la OTAN, entre ellos Alemania y Francia, se pronunciaron contra la absorción de Georgia y Ucrania. Y aunque Bush supo de la negativa de estos ocho, en su visita a Kiev dos días antes de la Cumbre de Bucarest, prometió la pronta incorporación de Ucrania a la OTAN. La canciller alemana Ángela Merkel, quien en opinión de la versión electrónica de Spiegel se había convertido en una "jugadora hábil en el área de la OTAN", al parecer convenció al presidente Bush de transigir en que ambos países no ingresaran "por ahora". La secretaria de Estado de Estados Unidos, Condolezza Rice, dejó claro que esta "concesión" merecía una conferencia de prensa, donde dijo que era sólo "un asunto de cuándo, no de si" estas naciones ingresarían a la OTAN.


El verdadero orden del día en Bucarest era que la oligarquía financiera del Imperio Británico —y sus lacayos estadounidenses— avanzara sus planes de arrojar a sus adversarios principales al caos y la guerra. El primer ministro británico Gordon Brown y el presidente estadounidense George Bush hablan en la reunión cumbre de la OTAN el 3 de abril. (Foto: Eric Draper/Casa Blanca).

El presidente Putin aclaró la posición de Rusia al respecto en una conferencia de prensa de una hora en Bucarest, en la que subrayó que el establecimiento de un poderoso bloque militar en las fronteras de Rusia sería visto como una amenaza directa a su seguridad nacional. Declaraciones de que esto no representa una amenaza, no serían suficientes, especialmente cuando ya se ha escuchado antes de cada expansión. Putin acusó a la OTAN de no despejar las imprecisiones acerca del futuro papel de la alianza, tales como el intento en convertirse en un actor mundial que domina el territorio de sus Estados miembros.

A pesar de esta claridad, la señora Merkel comentó que la OTAN no tenía en la mira a nadie en particular y, en especial, no a Rusia.

Este dejar de lado la oposición a esa política, y a la de aumentar constantemente la presión, pone de relieve las intenciones perversas de la estrategia que ésta implica. A Rusia y, en otro respecto, a China se les provocará y presionará hasta que lleguen al límite de lo que puedan tolerar, para que luego reaccionen de una forma precalculada que la facción imperialista ya ha tomado en cuenta. El vicepresidente estadounidense Dick Cheney formuló abiertamente esa política hace años, de que jamás podrán permitirle a una nación o grupo de naciones aproximarse al poderío económico y militar de EU.

Exactamente en el momento en que la crisis financiera estadounidense se ha convertido en una depresión de la economía física, la revista The Economist de Londres, en un reportaje especial sobre el futuro de la política exterior de EU, describe, por un lado, su decadencia, y por el otro, a Rusia y —sobre todo— a China como sus grandes rivales en el siglo 21. Otros informes de diversas firmas de inversión sencillamente varían en especificar cuándo China, y poco después India, habrán superado a EU, cuando menos en el aspecto económico.

La misma revista The Economist había iniciado el 3 de febrero de 2007 una serie de artículos con el título de "Britannia Redux" (Britania revivida), en los que sostiene que ya pasó la época en la que Gran Bretaña era "el enfermo de Europa" y Londres, a través de la globalización, es de nuevo la sede legítima del poder. Según este parecer, el que alrededor del 80% de todos los fondos especulativos tengan sus oficinas centrales en las islas Caimán y, por tanto, dentro de la Mancomunidad Británica, tiene definitivamente un papel esencial.

Uno podría enumerar un sinfín de detalles que muestran que el Imperio Británico ha decidido salir de esta crisis sistémica como el factor dominante y, así, incorporar tanto a EU como a Europa continental, sujetada por la camisa de fuerza de la Unión Europea, como vasallos del imperio. La asociación estratégica de Rusia, China e India supuestamente será destruida, y cada una de esas naciones, luego de quedar aislada y enredada en conflictos territoriales, será aplastada.

Hipótesis de guerra del Sunday Times

Si todavía necesitabas otra prueba más de este análisis, entonces lo puedes encontrar en el asombroso artículo del Sunday Times de Londres del 30 de marzo, titulado "El Tibet es una cosa, pero las tensiones de India y China implican un desastre más grande". El autor elogia primero las maniobras "geniales" de George W. Bush para atraer a la India al lado de EU (que en la India se ve exactamente como lo contrario, como una presión enorme y manipulación geopolítica). Después describe las tensiones entre China e India sobre el estado indio de Arunachal Pradesh (justo al sur del Tibet), donde China también tiene un reclamo territorial, y sobre Aksai Chin, una región muy poco poblada en el altiplano de los Himalayas (al noreste de Cachemira) sobre la cual la India tiene un reclamo territorial. Pero, para China Aksai Chin es muy importante porque está construyendo la autopista más elevada del mundo, que hará que el viaje entre el Tibet y Xinjiang sea mucho más rápido de lo que sería posible por la ruta del norte. El autor se calla el hecho de que China e India conscientemente le han echado tierra en años recientes a esos precisos problemas fronterizos.

Arunachal Pradesh y Aksai Chin, al igual que el Tibet y Cachemira, son parte de esas regiones sobre las cuales Gran Bretaña ejerció control al final de su dominio sobre India, precisamente con el fin de propiciar sus manipulaciones étnicas y territoriales. Londres siguió la misma política con el tratado Sykes–Picot, para la partición del Sudoeste de Asia, y con el tratado Trianon, para los Balcanes, siempre con la idea de fomentar conflictos étnicos centenarios para beneficio del imperio.

El Sunday Times ahora desarrolla una hipótesis según la cual, tras la muerte del Dalai Lama, ahora de 73 años de edad, habrán diferencias entre el Gobierno chino y los exiliados tibetanos sobre quién será la auténtica reencarnación del nuevo Dalai Lama. China, según el Sunday Times, reprimiría a los insurgentes. Pero —y aquí es donde el articulista deja salir el gato encerrado—, si el Gobierno chino resulta debilitado por un derrumbe económico y se propaga el descontento por todo el país, entonces le sería más difícil reprimir a los tibetanos. India, plantea esta hipótesis, podría abogar entonces por una intervención militar internacional y, ya sea enviar tropas propias, u ofrecerle a los tibetanos exilio en Arunachal Pradesh (en realidad, el canciller indio ya le advirtió al Dalai Lama que sólo puede seguir en India como exiliado religioso, no como dirigente político).

De China hundirse más en una crisis a resultas de la de EU, y de reaccionar a los mayores disturbios desde 1989 reforzando su control nacional, aumentarían las tensiones con Japón. Si la muerte del Dalai Lama coincide con la de Kim Jong–il de Corea del Norte, mayor razón tendría Japón para rearmarse y, en esas condiciones, aumentarían las tensiones entre China, Japón y EU, y podría haber un intercambio de golpes por Taiwán. Añade el Sunday Times: "El cálido fulgor de las Olimpiadas de Pekín de 2008 sólo se recordaría a través de una espesa neblina de tensiones".

No es sólo teoría

Muchos aspectos de estos supuestos desquiciados, en la mejor tradición de la geopolítica de Karl Haushofer, lord Milner y sir Halford Mackinder, ya están funcionando. La desestabilización de la provincia occidental china de Xinjiang por terroristas uigures adiestrados en Pakistán está a toda marcha. También ya hay disturbios en la provincia de Sichuan. El plan que esconde toda esta campaña contra China es nada menos que escindir a Xinjiang y hacerla un Estado musulmán hostil, crear el Gran Tibet y reducir a China a un territorio relativamente pequeño. Hay planes parecidos para India, que apuntan a fomentar conflictos entre los hindúes, sijs, musulmanes, tamiles y así por el estilo.


A pesar de la oposición de ocho miembros de la OTAN y de Rusia, a Ucrania y a Georgia no se les admitió en la OTAN, “por ahora”; pero la secretaria de Estado estadounidense Condoleezza Rice nos asegura que no es cosa de “si”, sino “de cuándo”. De izq. a der.: el presidente ucraniano Víctor Yuschenko estrecha la mano del secretario general de la OTAN, Jaap de Hoop, y el presidente georgiano Mijaíl Saakachvili y Bush hacen lo propio, en la reunión cumbre de Bucarest. (Fotos: OTAN; Eric Draper/Casa Blanca).

Cuando en la cumbre franco–británica celebrada en Londres a fines de marzo el presidente francés Nicolás Sarkozy invocó, no sólo la entente cordiale del siglo pasado, sino también la tradición colonialista de las potencias europeas como una ventaja para el papel de Europa en el mundo actual, esto de ninguna manera fue sólo nostalgia. La campaña británica contra el Presidente de Zimbabwe, Robert Mugabe, entraña nada menos que la intención de darle marcha atrás a la independencia de lo que se llamara Rodesia del Sur. Tampoco hay duda de que las "ex" potencias coloniales están salvajemente empeñadas en romper los acuerdos amplios que China (y también, en segundo plano, Rusia) ha firmado con países de África, para obtener materias primas a cambio de desarrollar la infraestructura y capacidad industrial de esos países.

Es más, hay esfuerzos ambiciosos para convertir al primer ministro británico Gordon Brown, bajo la Reina de Inglaterra, en el ministro de Relaciones Exteriores de la Mancomunidad, a la que pertenecen las 53 naciones y 16 llamados "realmes". Además, Brown y Sarkozy ya propusieron a Tony Blair como el primer presidente de la Unión Europea, quien luego, según el tratado de Lisboa, sería elegido por un período de dos años y medio. Si uno luego observa el entrelace de la Unión Europea con la OTAN, que ya realiza misiones militares comunes en los Balcanes, en la costa del Líbano y, en el caso de la Unión Europea, también en Darfur, ¿cuál es el cuadro que surge? Si se revelara que la cumbre de la OTAN en Bucarest en realidad se organizó en torno al documento de estrategia de los cinco generales a favor de ataques preventivos globales y de usar primero los armamentos nucleares, que al momento de escribir esto no pudo confirmarse a plenitud, entonces el mundo se encuentra en la vía rápida hacia la tercera guerra mundial.


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El plan británico para China consiste en escindir a Xinjiang y hacerlo un Estado musulmán hostil, crear el Gran Tibet y arrebatarle otras regiones étnicas, reduciéndolo a un territorio relativamente pequeño. También entrán en juego las tensiones entre India y China sobre el estado indio de Arunachal Pradesh, donde China también tiene un reclamo territorial. El nuevo ferrocarril de Xining a Lhassa es el más elevado del mundo, y un proyecto magnífico para el desarrollo del Tibet.

Lo entienda o no la señora Merkel, lo que se vive en estos momentos es el alineamiento global de un orden de batalla para una guerra mundial que se avecina, en la que el Imperio Británico, con sus vasallos, EU y Europa continental, con la ayuda de la dictadura militarizada de la Unión Europea y la OTAN, se lanzará contra Asia, en especial contra Rusia, China e India. Ése era el "mensaje escrito en la pared" en Bucarest.

La intención británica

Si uno buscara expresar las razones de la monstruosa crisis actual, diría que el Imperio Británico, el principal autor de esta crisis mundial en extremo decisiva, procede así debido a una desesperación e irracionalidad total. En todo el período desde el desembarco exitoso de los aliados en 1944 en Normandía, el poder financiero angloholandés, que en cierto sentido usa la fachada de la monarquía británica como una máscara veneciana, sólo ha tenido un deseo ardiente. Vio como su orientación estratégica de largo plazo, de arrancar de raíz los planes de posguerra de Franklin Delano Roosevelt, quien falleciera en un momento de lo más infortunado en 1945, y de corromper a EU desde adentro para finalmente eliminar, no sólo cualquier recuerdo del legado de la Revolución Americana, de la victoria de la Unión Americana sobre los títeres de la Confederación de lord Palmerston y la brillante victoria del presidente Roosevelt, sino también acabar en todo el mundo con la política en la tradición de la Paz de Westfalia de 1648.

Para la oligarquía financiera angloholandesa y sus cómplices en la élite estadounidense esto significa, sobre todo, extirpar el Sistema Americano de economía mediante el cual EU llegó a ser la potencia económica más grande que haya existido jamás.

En la actualidad, este propósito oligárquico británico ya casi se ha vuelto realidad. El sistema financiero mundial actual ha sido destruido a tal grado, que el derrumbe del sistema financiero y la economía física globales, que ha venido intensificado desde agosto de 2007, se encuentra al borde de una situación que sólo podría compararse con la Era de Tinieblas desencadenada por la bancarrota de la Liga Lombarda de los venecianos.

El temor más grande que tiene el Imperio Británico sobre sus actuales planes de guerra contra África y Asia yace en el hecho de que precisamente esa acciones podrían llevar a EU al punto de revivir la política de Franklin Roosevelt, como ocurrió en 1932–1933. El dilema británico está en el hecho de que la velocidad, extensión y profundidad de la actual crisis financiera global no les permite titubear a los poderes del Imperio Británico. El impulso de Londres, y el de las potencias vinculadas, es que tienen que actuar ahora, sin importar el riesgo. En consecuencia, nos encontramos en una situación en la que, o derrotamos ahora al monstruo, o los planes británicos, que ya están en marcha, conducirán al planeta entero a la ruina y hundirán al Imperio Británico, junto con el resto del mundo, en el abismo.

Ya es hora de poner en el orden del día, en oposición a esto, la cooperación entre Rusia, China, India y EU en la tradición de Franklin D. Roosevelt, el Nuevo Trato y un Nuevo Bretton Woods.

FOOTNOTES:

[1] Durante el período nazi, la gente hablaba (en privado, por supuesto) acerca del "Großfaz", sigla para "Große Führer Aller Zeiten" (El líder más trande todos los tiempos), es decir, Hitler.

[2] Ver "No to Europe as an Empire! The Militarization of the EU Must Be Stopped" (¡No a la Europa como imperio! Hay que detener la militarización de la Unión Europea), por Helga Zepp–LaRouche, en la edición del 21 de marzo de 2008 de la revista EIR.