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Resumen electrónico de EIR, Vol.XXV, núm. 4
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El LYM aporta el liderato en la convención demócrata de California

por Harley Schlanger

Los representantes de Lyndon LaRouche le dieron una dosis de realidad a la convención estatal que organizó el Partido Demócrata en San José, California, Estados Unidos, del 28 al 30 de marzo, al desafiar a los presentes a hacer suya la tarea de darle marcha atrás al desplome financiero y la depresión económica más grandes de la historia, como el único tema que vale la pena discutir. Los miembros del Movimiento de Juventudes Larouchistas (LYM) —algunos de ellos delegados, otros elegidos para cargos oficiales del partido— han venido organizando a los demócratas en California desde el 2000.

Su intervención, tanto en la convención desde el podio, en las juntas, como de forma informal en los pasillos y en la mesa del Club del Legado de Franklin Roosevelt, fue decisiva para que muchos demócratas bienintencionados, pero ignorantes e impotentes, reflexionaran sobre la mejor tradición del partido: la del presidente Franklin Delano Roosevelt y su principal representante moderno, Lyndon LaRouche.

Demócratas prestantes que están metidos en la campaña presidencial calificaron esta suerte de “patada en el trasero” del LYM como fundamental para recuperar la Casa Blanca y ampliar la mayoría demócrata en ambas Cámaras del Congreso en la elección general de noviembre.

Esta intervención era necesaria, pues muchos de los que participan en “la política” en California siguen extrañamente ajenos a las cuestiones de vida o muerte que enfrenta la mayoría de los estadounidenses. Con la economía física en picada y el Banco de la Reserva Federal inyectándole cientos de miles de millones de dólares al mes a un sistema bancario en desintegración, en un esfuerzo vano por “estabilizarlo”, y con la llamada crisis de las hipotecas de alto riesgo amenazando a cientos de miles de californianos con el embargo, el debate económico entre los dirigentes del partido se subordinó a las palabras extáticas de encomio a la “diversidad” y a las palmaditas de elogio que ellos mismos se daban por la locura del ambientismo, lo cual ha descaminado a los demócratas del estado, reduciéndolos a la condición de socios menores del fascista gobernador verde de California, Arnold Schwarzenegger.

En vista de este enfoque desmoralizador, del que es típica la presidenta de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi —a quien muchos demócratas comunes y corrientes culpan, correctamente, de que el Congreso no haya contrarrestado las políticas del Gobierno de Dick Cheney y George Bush—, el espíritu de la intervención del LYM puede apreciarse en el siguiente informe que escribió el joven larouchista Ian Overton:

“La negra sombra del rescate ilícito de[l banco de inversiones] Bear Stearns sobrecogía cada vez más la mente de todos los asistentes, una confirmación renovada de la advertencia de LaRouche de que el modelo ‘librecambista’ liberal angloholandés de la globalización está muerto y que, a menos que se tomen medidas de emergencia para protegerla, la población será la sacrificada para rescatar este cadáver.

“Sin embargo, cosa extraña, la crisis económica no fue tema oficial de deliberación en toda la semana. Gracias a Dios que el LYM estaba ahí, organizando desde las 8 de la mañana hasta la medianoche, para hacer que se tratara el asunto de restaurar las medidas económicas del ‘Sistema Americano’ estilo Roosevelt, al mismo tiempo que se mofaba de la dirigencia ‘verde’ oficial del partido por declarar con tanta pasión su amor por los témpanos de hielo cuando el Titanic se hunde”.

Roosevelt versus Hitler

El LYM abordó la economía al señalar la candidatura y elección de Franklin Delano Roosevelt en 1932 como el precedente para los demócratas hoy. El rescate de Bear Stearns estaba presente en la mente de todos, como informa Overton, pero pocos tenían idea de lo que significa en realidad. Al contraponer el análisis de LaRouche —de que el rescate no es un esfuerzo por “salvar el sistema bancario”, pues ya reventó— a los lamentos populistas impotentes de que “no puedes ganarle a Wall Street”, los larouchistas catalizaron el debate sobre por qué sólo una reorganización bancaria a la Roosevelt, como la de 1933, puede revivir la economía.

Esto encendió un intercambio más profundo sobre la naturaleza de este año electoral, de que lo que está en juego es la supervivencia de EU en tanto república constitucional. Los organizadores del LYM sacaron a los demócratas de los estrechos confines de la pantomima de Hillary Clinton y Barack Obama, para enfrentar la amenaza existencial que representan hoy los intereses financieros de la City de Londres para EU y el mundo, pues las mismas redes que apoyaron a Hitler y el movimiento fascista europeo en los 1920 y 1930, están enfrascadas ahora en arreglar la elección presidencial estadounidense de 2008. Su estrategia consiste en usar a Obama para dejar fuera de combate a Clinton, a sabiendas de que Obama es inelegible por los escándalos que le tienen preparados.

Así, creen poder impedir que resurja la alternativa económica del Sistema Americano rooseveltiano al orden fascista global que pretenden imponer.

El LYM recalcó el peligro del fascismo con la presentación casi continua, en la mesa del Club del Legado de Franklin Roosevelt, del devedé “Cortafuego: En defensa del Estado nacional”. Legisladores tanto federales como estatales, así como los delegados, se detenían a ver el documental y a hablar con los organizadores.

La mañana del 29, el integrante del LYM Quincy O’Neal, quien también es miembro del Comité Central del Partido Demócrata en el condado de Los Ángeles y vicepresidente de la Junta Afroamericana del partido en California, puso sobre el tapete en la convención la polémica de “Roosevelt versus Hitler”. O’Neal fue uno de los oradores oficiales, a nombre de la junta, del grupo sobre inmigración.

O’Neal alborotó a los delegados cuando afirmó que el debate sobre la inmigración sólo toca los síntomas del problema, y no la causa, a la que identificó como “las políticas librecambistas británicas” que “han destruido economías y fuerzas laborales por todo el mundo, obligando a [los inmigrantes] a abandonar sus países y a sus familias”. Estas políticas de la globalización, continuó, “también han arruinado nuestra propia economía, otrora productiva, al deslocalizar los trabajos productivos bien remunerados y altamente calificados que representaban el alma de nuestra comunidad afroamericana”.

O’Neal ofreció entonces la alternativa, fundada en el “gran principio westfaliano de la ventaja del prójimo”, como la encarnó la política del “Buen Vecino” de Roosevelt. Hoy eso significaría la colaboración de EU y México en grandes proyectos, tales como la construcción de la Alianza Norteamericana de Agua y Energía (NAWAPA), junto con el Plan Hidráulico del Noroeste (PLHINO) y el Plan Hidráulico del Golfo Norte (PLHIGON) en México.

Su presentación fue bien recibida, y otros miembros del LYM le dieron seguimiento en sus intervenciones, entre ellos Cody Jones, quien atacó a Al Gore, un no muy disimulado aspirante a la candidatura presidencial demócrata. Jones estalló contra el falso ambientismo de Gore como parte de la doctrina imperial británica, en tanto aspecto integral de la “globalización”.

Bill Clinton advierte de la ‘desintegración financiera’

El orador invitado el 30 de marzo fue el ex presidente Bill Clinton, quien habló del derrumbe económico en su discurso. Clinton preguntó: “¿Por qué tenemos toda esta energía [en el partido]? Porque enfrentamos una desintegración financiera”. Y detalló cómo la crisis de “embargos” amenaza con lo que calificó de “una calamidad”, añadiendo que el “paquete de estímulo” de Bush no sirve y que el desplome de los instrumentos financieros especulativos, tales como los paquetes de hipotecas, “harán zozobrar” su programa.

El Partido Demócrata debe actuar para parar los embargos, dijo, como lo ha puesto de relieve su esposa Hillary en su campaña. “Apoyo a Hillary porque tiene el mejor programa económico”.

El único otro orador que abordó la crisis económica a este nivel fue el vicegobernador John Garamendi, quien habló de la necesidad de convertir de nuevo a California en un centro de mano de obra altamente calificada. Garamendi cerró su discurso con una cita de Roosevelt, para subrayar su tema de que, como nación, a EU se le juzga por cómo trata a los menos afortunados.

En esos comentarios, Garamendi reflejó una tradición más antigua de California, una de orgullo por cómo el estado se desarrolló como una economía agroindustrial integrada, atendida por amplias obras de infraestructura pública con respaldo del gobierno. Entre estas obras están las capacidades de gestión de aguas e irrigación a gran escala; los puertos de alta tecnología, conectados con los mercados mediante obras integrales de transporte; y servicios de salud de clase mundial, con el apoyo de universidades públicas accesibles de lo mejor.

LaRouche señala que este orgullo se ha perdido, pues el avance de la política económica posindustrial del “libre comercio” que patrocinan los británicos ha tenido su precio. El remplazo de este orgullo indica una obsesión por hacerse célebre, que está directamente relacionada con la ilusión de que el crédito es riqueza y de que el acceso al dinero es señal de una “economía buena”.

La personificación de esta ilusión es Arnold Schwarzenegger, un hijo de nazi que ha adoptado la economía fascista y que fomenta la clase de austeridad brutal contra el 80% de los californianos de menores ingresos que enorgullecería a Hitler.

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El Movimiento de Juventudes Larouchistas (LYM) interviene en la convención demócrata de California. De izq. a der., desde arriba: la mesa del Club Demócrata del Legado de Franklin Roosevelt atrajo a mucha gente; “Arnie, el Gobernator” (Allen Egre, del LYM) se burla de los demócratas, presumiendo del poder que ejerce sobre ellos; Quincy O’Neal, vicepresidente de la Junta Afroamericana del partido en California, habla en una sesión sobre inmigración; los cánones políticos y las pancartas acapararon la atención de los participantes en la convención. (Fotos: EIRNS).

Esta obsesión con la celebridad y la renuencia a bregar de manera eficaz con su hijo, Schwarzenegger, es lo que ha incapacitado al partido para derrotar sus presupuestos fascistas. También le ha permitido a Nancy Pelosi —una “demócrata” de California a las órdenes de uno de los amos de Arnie, el fascista y demócrata nominal Félix Rohatyn, quien está aliado con otro de los amos del “Gobernator”, el nazi republicano George Shultz— sofocar cualquier iniciativa nacional por darle marcha atrás a la política bélica y de depresión del Gobierno de Cheney y Bush.

Por eso, la intervención del LYM en San José pone al Partido Demócrata sobre aviso: en este año electoral decisivo hay un solo tema, el de Roosevelt versus Hitler. Muchos delegados y dirigentes del partido entablaron diálogos profundos con integrantes del LYM sobre este asunto. ¿Tendrán el coraje de actuar —como Roosevelt lo tuvo, contra la oposición mortal de los fascistas de Wall Street en 1932— por el bien de la humanidad, contra los fascistas modernos al servicio de Londres, tales como Félix Rohatyn y Al Gore?