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Resumen electrónico de EIR, Vol.XXV, núm. 6
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Soros toma el Partido Demócrata en EU

por Jeffrey Steinberg

El 20 de diciembre de 1998, en medio de su asesina juerga especulativa contra las monedas de Malasia, Indonesia, Corea del Sur y otras naciones asiáticas, George Soros se presentó en el programa de televisión de CBS, “60 Minutos”, para explicar y defender su conducta. Al enfrentarlo el entrevistador Steve Kroft en cuanto a sus experiencias de adolescente en Hungría bajo la ocupación nazi, Soros admitió con la mano en la cintura que se hizo pasar por “ahijado adoptivo” de un funcionario del gobierno de ocupación nazi y que ayudó en la confiscación de propiedades de los judíos.

“Kroft: Y usted vio enviar a mucha gente a los campos de exterminio.

“Soros: Correcto. Yo tenía 14 años, y diría que fue entonces que se formó mi carácter.

“Kroft: ¿De qué manera?

“Soros: En que uno debe pensar por adelantado. Uno debe entender y anticipar los acontecimientos y cuándo se ve amenazado. Fue una amenaza tremenda de perversidad. Digo, experimenté el mal de manera muy personal.

“Kroft: Entiendo que salía con este protector suyo que juró que usted era su ahijado adoptivo.

“Soros: Sí. Sí.

“Kroft: Salía, de hecho, y ayudaba en la confiscación de propiedades de los judíos.

“Soros: Sí. Eso es correcto. Sí.

“Kroft: Quiero decir, eso es. . . eso suena como una experiencia que mandaría a muchos al diván del psiquiatra por muchos, muchos años. ¿Fue difícil?

“Soros: No. Para nada. En lo absoluto. Tal vez uno de niño no. . . uno no ve la conexión. Pero no fue —no creó— ningún problema en lo absoluto.

“Kroft: ¿Ningún sentimiento de culpa?

“Soros: No.

“Kroft: Por ejemplo, de ‘Soy judío y heme aquí, viendo a esta gente irse. Muy bien pudiera estar ahí. Debiera estar ahí’. ¿Nada de eso?

“Soros: Bueno, por supuesto podía haber estado del otro lado o podría ser uno de los que les estaban quitando sus cosas. Pero no tenía ninguna sensación de que no debiera estar ahí, porque eso fue. . . bueno, en realidad, de un modo curioso, es como en los mercados, de que si no estuviera ahí.. Por supuesto, yo no estaba haciéndolo, pero, de cualquier modo podrían, podrían estárselo quitando a alquien más. Y fue la. . . ya fuera que yo estuviera ahí o no. Yo sólo era un espectador; tomaban las propiedades. No tuve ninguna participación en quitar las propiedades, así que no tenía ningún sentimiento de culpa”.

En una entrevista televisiva previa sobre el mismo tema, Soros fue aun más franco sobre su participación en el Holocausto como un colaborador de los nazis. El 15 de abril de 1993 Soros declaró en WNET–TV que, “cuando llegaron los alemanes”, su padre le explicó: “ ‘Ésta es una ocupación anárquica. Las reglas normales no se aplican. Tienes que olvidarte de cómo te comportas en una sociedad normal. Ésta es una situación anormal’. Y él [el padre de Soros] nos consiguió a todos papeles falsos; todos tenían un arreglo diferente. A mí me adoptó un funcionario del Ministerio de Agricultura cuya labor consistía en tomar las propiedades de los judíos, así que, de hecho, iba con él y tomábamos posesión de esas grandes propiedades. Ésa era mi identidad. Así que era una vida extraña, muy extraña. Tenía 14 entonces”.

De hecho, el “padrino” de Soros estuvo al servicio del general de las Waffen SS, Kurt Becher, quien dirigía lo que eufemísticamente se llamaba el Departamento de Economía del Comando de la SS, el cual supervisó el exterminio de 500.000 judíos húngaros. En su famoso libro Perfidia, una denuncia de los judíos que se coludieron con los nazis para sobrevivir, Ben Hecht describió el Departamento de Economía de Becher en términos más gráficos que los de Soros. El departamento se encargaba de saquear las propiedades de los judíos húngaros, “remover los empastes de oro de los millones de dientes de los judíos muertos; cortarle el pelo a millones de judías antes de matarlas y enviar los fardos de cabello a las fábricas de colchones de Alemania; convertir la grasa de los judíos muertos en jabones de baño e idear métodos eficaces de tortura para inducir a los judíos que esperaban la muerte a revelar dónde habían ocultado sus últimas posesiones”.

Un psiquiatra diagnosticaría a alquien que pasó por semejante experiencia y que, no obstante, no sintió remordimiento, ninguna culpa, y que de hecho se jactó de que eso definió sus estrategias como un especulador despiadado y muy exitoso, como un sociópata. Pero, independientemente de tal diagnóstico clínico, el sencillo hecho es que Soros se ha dedicado toda su vida adulta a saquear a los indefensos, en el interés de la oligarquía financiera británica que patrocinó su carrera como uno de sus primeros especuladores de ultramar. Él afirma que la moralidad no tiene cabida en el mercado y que, si tuviera conciencia, nunca podría haber amasado sus miles de millones.

La ‘toma hostil’ de Estados Unidos

Como política, el fondo Quantum de Soros nunca ha aceptado dinero de ningún inversionista estadounidense, para que el Gobierno de EU no pueda investigarlo. Opera en lugares tales como las Antillas Neerlandesas y Suiza, y, no obstante, muchas de sus ganancias malhabidas las ha canalizado a lo que algunos de sus colegas refieren, en tono de broma, como la “toma hostil” de EU.

A lo largo de los 1980 y los 1990, Soros le metió decenas de millones de dólares a la campaña para legalizar las drogas; la marihuana, la heroína y hasta el crack. A esto le llama la “sociedad abierta”, un dominio sin ley en el que la única máxima es “reducir el daño”. Las políticas narcolegalizadoras de Soros siguen el modelo de la Compañía de las Indias Orientales británica, la cual libró dos guerras del Opio contra China en el siglo 19, a finde volver adicta a la población para lucro y control social británico.

El blanco de la más reciente toma hostil de Soros es el Partido Demócrata y, en los últimos ocho años, junto con una pandilla de colegas multimillonarios, se han acercado bastante a su objetivo.

Desde poco después de la toma de posesión de George W. Bush como presidente a principios de 2001, se informa que Soros le metió 18 millones de dólares a la campaña por la aprobación de la ley financiera McCain–Feingold (y sigue siendo un donador importante al Instituto Reforma de John McCain), la cual impuso un tope a los donativos de “dinero blando” para los partidos políticos, pero que dejó una laguna que les permite a los grupos nominalmente independientes —conocidos en EU como “527s”— recibir donativos ilimitados. Soros empezó por comprar la primera generación de grupos independientes, entre ellos MoveOn, ACT (America Coming Together) y Media Matters. También tuvo una participación central, en 2004, en la candidatura presidencial de Howard Dean, quien se lanzó como aspirante presidencial, pero fue recompensado con la presidencia del Comité Nacional Demócrata por su acceso al botín de Soros, luego de que George Bush derrotó a John Kerry en noviembre de 2004.


El Comité de Acción Política Lyndon LaRouche publicó este folleto (George Soros, tu enemigo) en EU, en el que desenmascara al “hombre que está destruyendo el Partido Demócrata” (disponible en larouchepac.com).

Desde ahí, Dean libró una campaña despiadada contra la candidatura de Hillary Clinton en las elecciones primarias de 2008, de la mano con la Alianza por la Democracia de Soros, un club secreto de magnates que juntó su dinero para dirigir una “amplia conspiración izquierdista” de grupos independientes, comités de acción política y centros ideológicos que han reemplazado a todas las organizaciones de base del Partido Demócrata.

Entre tanto, Soros fundó su legión de enemigos de Bush en grupos como MoveOn y ACT, a modo de instrumentos útiles en otras de sus sucias juergas especulativas. Tras la derrota de Kerry, MoveOn, el Centro Para el Progreso Estadounidense y otros grupos progresistas en la lista de beneficencia de Soros la agarraron contra el vicepresidente Dick Cheney y la gigante petrolera y contratista de defensa Halliburton, que hizo su agosto con la aventura imperial de Bush y Cheney en Iraq.

La andanada de ataques contra Halliburton tumbó el valor de sus acciones, de un máximo de 40 dólares, a 26, que fue cuando Soros empezó a comprarlas. Entre el tercer trimestre de 2005 y el cuarto de 2006, Soros compró dos millones de acciones de Halliburton, a un precio promedio de sólo poco más de 31 dólares.

Conforme estos ataques de la prensa —que en parte alimentó el celo de Soros contra la guerra, y contra Bush y Cheney— menguaban para fines de 2006, su precio pronto repuntó. Para principios de 2008, con sus acciones a cerca de 50 dólares, Soros se llevó unos 40 millones libres de polvo y paja, lo que lo convirtió en uno de los principales ganones de la guerra de Bush y Cheney.