Economía

Resumen electrónico de EIR, Vol.XXV, núm. 7
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Economía

A EU se le acaba el tiempo para salvarse

por John Hoefle

El estallido de la burbuja especulativa más grande de la historia desfondó al sistema bancario de Estados Unidos, y no se avisora una recuperación de no tomarse las medidas de emergencia diseñadas por Lyndon LaRouche. Cada día la situación es más desesperada, al destinarse el dinero necesario para la reconstrucción de nuestro devastado sector productivo al saco sin fondo de Alan Greenspan.

A poco más de una semana de que los bancos y otras firmas financieras sufrieron su peor día en 16 años en la Bolsa de Valores de Nueva York, volvieron a descalabrarse el 24 de julio. Los grandes bancos continúan reportando pérdidas a un ritmo pasmosamente alto y, no obstante, muy por debajo de la realidad.

El sistema bancario de EU está en quiebra, y no podrá recuperarse sin cambiar de rumbo. El “equipo de protección contra hundimientos” ha respondido a la crisis bombeando fondos, falsificando cuentas y con otras medidas para evitar un derrumbe, pero aun así la desintegración avanza implacable, destruyendo todo a su paso. Lejos de ayudar a resolver las situación, las medidas del “equipo de protección han acelerado la hiperinflación en los mercados del petróleo y los alimentos, entre otros. Estos aumentos, junto con la reducción general en la disponibilidad de crédito para el consumidor debido a la defunción del mercado de valores subyacentes, han acabado con las familias del 80% con menos ingresos de EU. Los embargos hipotecarios andan por las nubes, las tarjetas de crédito morosas van en aumento, y hay una contracción en los gastos de consumo, excepto para alimentos y combustibles, todos los cuales son señales ominosas de una ola creciente de quiebras que dará al traste con los bancos, tanto los ya malheridos por las pérdidas sufridas en sus transacciones de valores como los que no participaron en ese juego.

Cortafuego

Para resolver el problema, el primer paso es admitir su existencia y verlo en su verdadera dimensión. El secretario del Tesoro de EU, Henry Paulson, insiste en forzar a los bancos a aceptar sus pérdidas (Citigroup va a la cabeza, con 50 mil millones de dólares a la fecha) y a obtener capital, pero esas medidas no sirven para resolver el problema subyacente, al aumentar las pérdidas más rápido de lo que los bancos pueden movilizar el capital que les permita reportarlas. Los bancos han obtenido más de 300 mil millones de dólares en capital desde el inicio de la crisis, pero sus inversionistas han visto caer el valor de sus carteras, lo cual dificulta obtener fondos adicionales. El problema para Paulson, y para el resto de nosotros, es que un sistema quebrado no puede autorescatarse y requiere una intervención desde afuera. La única solución es una intervención del gobierno, actuando en su capacidad soberana, para someter al sistema a una reorganización similar a la de los procesos de bancarrota, anular las deudas impagables y tomar medidas para proteger el bienestar general de la población. Negar la realidad no es una solución.

valor de las acciones de Washington Mutual
valor de las acciones de Wachovia
Ingresos netos de Citigroup
Ingresos netos de Merrill Lynch

LaRouche ha señalado varias medidas a tomar para reencarrilar la economía. La primera sería que la Reserva Federal aumente las tasas de interés a 4%, y así asegurar que los depositarios institucionales retengan su dinero en el sistema bancario. De esa forma se defiende al sistema contra los intentos de Londres por atraer los depósitos y debilitar la banca de EU. Aunque este paso no resolverá la crisis principal, sí ayudará a retener el capital en EU, lo cual será necesario para financiar los proyectos de recuperación. También le pondría un ojo morado a los británicos y les enseñaría que es peligroso saquear a EU.

Una vez aplicada esta política de las tasas de interés, podemos pasar a la segunda fase, empezando por promulgar la ley de Protección a los Bancos y Propietarios de Vivienda. Dicha ley constituiría un cortafuego para proteger a los propietarios de vivienda de los embargos hipotecarios, y echaría a andar el proceso de someter al sistema financiero a una reorganización por bancarrota. No se interrumpirían funciones necesarias tales como la producción y distribución de alimentos, la educación y los servicios de salud, pero se congelaría la masa enorme de apuestas especulativas en derivados financieros, valores y cosas por el estilo para una posterior decisión. Cosa irónica, entre los servicios esenciales a proteger estaría la banca, ya que es esencial un sistema bancario para el funcionamiento de una economía y para el proceso de reconstrucción que necesitamos. Sin embargo, debemos recalcar que hablamos de proteger funciones y no entidades, lo cual en muchos casos podría significar salvar a los bancos que los administran. A muchos de los bancos habrá que reorganizarlos.

Tras erigir el contrafuego, podemos empezar la reconstrucción echando mano de crédito a bajo interés, orientado a reparar y modernizar nuestra infraestructura desgastada, a reconstruir nuestras manufacturas y a adoptar nuevas tecnologías para levantar la economía total a una nueva era de productividad. Parte de ello sería la expansión a gran escala de la energía nuclear, y construir trenes bala de levitación magnética (maglev) para resolver nuestros problemas de transporte, grandes proyectos hidráulicos y de desalación para encarar el problema creciente de la escasez de agua en los estados del oeste de EU, en especial, y otros proyectos de la misma índole. Lejos de costarnos dinero, dichos proyectos a la larga aumentarán el poder productivo de la economía y crearán riqueza muy por encima de su costo.

Al mismo tiempo que empezamos la reconstrucción, debemos firmar acuerdos con otras naciones —en particular con Brasil, Rusia, India y China— para aplicar estas medidas a escala internacional. Con semejante bloque de naciones comprometidas a defender la soberanía nacional y a fomentar la cooperación internacional, puede acabarse con el poderío del Imperio Británico y del moho lamoso del liberalismo angloholandés, y así finalmente librar al mundo de su garra mortal.

Con estas medidas, cuyo modelo son las del Sistema Americano, se levantó la economía más poderosa de la historia; las empleó Alexander Hamilton, Abraham Lincoln y Franklin Delano Roosevelt; son probadas y funcionan. Pero se nos acaba el tiempo y tenemos que actuar pronto.

“Nos queda muy poco tiempo”, dijo LaRouche recientemente. “Tenemos las medidas, tenemos el método; funcionará. ¡No nos queda de otra! O ganamos y logramos imponerlas, o adiós Estados Unidos. Y eso es a corto plazo. . . ¡El sistema está muerto! El paciente se muere. Estamos al lado del paciente, presenciando su agonía. El paciente es la economía de EU. Están sentados al lado de su lecho mientras el paciente se muere”.

“Ya he definido la única solución posible. Ninguna otra cosa funcionará”, añadió LaRouche. “Cualquier otra cosa es perder el tiempo. El sistema está muerto. Está muerto en vida. ¡Se acabó! O establecen un nuevo sistema —y sólo hay una forma de hacerlo—, o caen Estados Unidos y el sistema, y el resto del mundo junto con ellos”.

Ni pichan ni cachan. . .

Los mercados bursátiles no sirven como indicadores económicos; el índice Dow Jones es más que nada un arma de propaganda para ocultarle el derrumbe de la economía de EU a la población. Las fluctuaciones cotidianas de la bolsa pueden ser de interés para el especulador (o para esa especie más rara: el inversionista), pero no significan mucho para la economía física en la que vive la gente.

Pese a esa salvedad, vale la pena mirar el desempeño reciente de las acciones bancarias como un reflejo de lo grave de la crisis. Desde que empezó, las acciones bancarias han ido cuesta abajo, a medida que los inversionistas, al ver la “escritura en la pared”, retiran su dinero. Desde su cotización máxima a principios de 2007, las acciones de Washington Mutual han caído 91%, las de Lehman Brothers 78%, las de Wachovia 71%, las de Merrill Lynch 69% y las de Citigroup 60%. JPMorgan Chase, supuestamente el menos golpeado de los bancos grandes hasta el momento, ha visto sus acciones caer 23%. Aunque las bajas en las acciones no tienen un efecto directo sobre el estado de cuenta, nos alertan que los bancos están malheridos, y hay más problemas a la vista.

Los informes trimestrales de los estados de ingreso de los bancos, a pesar de mentir, también son muy reveladores. En los tres trimestres de 2008, Citigroup ha reportado pérdidas colosales de 17 mil millones de dólares, en tanto que las de Merrill Lynch en los últimos cuatro trimestres superan los 18 mil millones. Washington Mutual ha perdido más de seis mil millones de dólares en los últimos tres trimestres y Lehman Brothers perdió casi tres mil millones tan sólo en el segundo trimestre. Wachovia, cuya gerencia general acaba de asumirla Robert --Steel, perdió casi nueve mil millones de dólares en el segundo trimestre, encima de los 664 millones que perdió en el primero.

-Steel, quien renunció como subsecretario del Tesoro a cargo de Finanzas Nacionales bajo Paulson para tomar el puesto de Wachovia, era un miembro clave del “equipo de protección contra hundimientos” y, al igual que Paulson, viene de la casa inversionista Goldman Sachs, donde era un vicepresidente. -Steel es otro de la lista de ex ejecutivos de Goldman que han asumido puestos clave a medida que profundiza la crisis. En esa lista también aparecen el presidente de Merrill Lynch, John Thain; el presidente de la Bolsa de Valores de Nueva York, Duncan Niederaurer; el asesor de Paulson, Ken Wilson; el presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick; el jefe de mercados de la Reserva Federal de Nueva York, William Dudley; y el subsecretario de Estado a cargo de Finanzas, Randall Fort, entre otros. También incluye al jefe de gabinete de la Casa Blanca, Josh Bolten, y al gobernador de Nueva Jersey, Jon Corzine. El nombramiento de uno de esos enterradores como presidente de Wachovia no augura ningún bien para el futuro de ese banco.

Aun esos indicadores, por malos que sean, no comunican la magnitud del derrumbe. Como LaRouche ha reiterado una y otra vez desde hace un año, el sistema financiero ha muerto, y las instituciones que dependen de él están condenadas a desaparecer, a ser muertos en vida, a pretender que están funcionando mientras se mantienene con dádivas del gobierno federal. No podemos darnos el lujo de esta pretensión. Es hora de que el 80% de la población de menores ingresos obligue a Washington a dejar de lado a los zombis y a atender a los vivos.