Internacional

Resumen electrónico de EIR, Vol.XXV, núm. 9
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El LYM les pregunta a sus compatriotas mexicanos:

¿Ahora están listos para escuchar a LaRouche?’

por Dennis Small

 

El 13 de octubre, el Movimiento de Juventudes Larouchistas (LYM) se tiró al ruedo del debate económico nacional que tiene lugar en México, ante la desintegración del sistema financiero mundial. El LYM dió a conocer un volante en el que insta a la nación a por fin “escuchar y poner en marcha la solución que LaRouche ha estado proponiendo, de lograr una alianza entre las cuatro potencias, Rusia, China, India y Estados Unidos de América, para declarar en bancarrota el sistema financiero internacional y crear un nuevo Bretton Woods en la tradición de Franklin Delano Roosevelt”. En el mismo, el LYM también pide “acabar con los derivados financieros” y construir “el PLHINO”, en referencia al Plan Hidráulico del Noroeste, que abriría más de un millón de nuevas hectáreas de riego al cultivo.

La semana previa, en un período de 72 horas, el banco central de México había quemado casi 9 mil millones de dólares en reservas (11% del total de 84 mil millones con los que contaba), en un intento desesperado por parar una fuga de divisas y la consiguiente devaluación en picada del peso. A pesar de la titánica intervención, la moneda cayó 17% en una sola semana. Entre los aterrados compradores de dólares estaba un puñado de importantes empresas mexicanas a las que todo esto agarró hasta el cuello con una cantidad enorme de derivados financieros que no pudieron pagar. El gigante de las ventas al detalle Comercial Mexicana, por ejemplo, se declaró en bancarrota el 9 de octubre, después de perder 4 mil millones de dólares apostando con derivados. Se cree que otros apostadores internacionales importantes también tuvieron que salirse corriendo del mercado mexicano para tratar de protegerse de los riesgos en otras partes, conforme los mercados mundiales se desintegraban.

Algo parecido sucedió, de manera simultánea, en Brasil, donde unas 200 empresas perdieron 28 mil millones de dólares en apuestas con derivados, lo cual provocó que la moneda del país cayera a plomo.

La marcada devaluación del peso, para un país que importa una cuarta parte de sus cereales y muchos otros productos básicos, fue aterradora, pero no es más que parte del cuadro con el que los mexicanos están tratando de bregar ahora. A México también lo golpeó el anunció oficial de principios de este mes, de que las remesas que envían a sus hogares los mexicanos que trabajan en Estados Unidos habían caído un histórico 12% en agosto (ver gráfica 1), debido a la depresión que arrasa a la economía estadounidense. Las remesas han devenido en la segunda fuente de divisas más grande de México, después de las exportaciones petroleras, con un crecimiento de cerca de 20% anual a lo largo de la mayor parte de la última década. Hay estados enteros de México, en especial en el depauperado centro del país, en donde la mitad o más de la mitad de los varones en edad de trabajar se han visto obligados a emigrar a EU en busca de trabajo y cuyas familias dependen por completo de las remesas que ellos envían.

El Movimiento de Juventudes Larouchistas (LYM) advierte del desplome financiero desde principios de este año. El volante más reciente del LYM insta a la nación a pelear por la instauración del Nuevo Bretton Woods de LaRouche, en la tradición de Franklin Delano Roosevelt. (Foto: EIRNS).

Pero es peor que eso. Cruz López, el dirigente de la organización campesina más grande del país, la Confederación Nacional Campesina o CNC, le dijo a la prensa que la cifra oficial de una caída de 12% en las remesas estaba muy lejos de la realidad. Muchos estados, informó, ya han visto una reducción de 30% en los envíos de dinero, y la situación se deteriora con rapidez. Los migrantes mexicanos, dijo, ya no encuentran trabajo en una economía estadounidense que se desploma, y se espera que más de 350.000 personas estén regresando pronto a México, donde les será muy difícil encontrar empleo. “Estamos metidos en un gravísimo conflicto económico”, advirtió López.

El pronóstico de LaRouche

Lyndon LaRouche y su revista por años advirtieron que México chocaría contra un muro de ladrillo en el momento en que sobreviniera la “defunción del importador de último recurso”, o sea, de la economía estadounidense, que venía absorbiendo cantidades ingentes de productos y mano de obra importados de México, al igual que de muchos otros países de todo el mundo, mientras la burbuja especulativa de los bienes raíces y otras burbujas financieras seguían creciendo. En enero de 2001, Resumen ejecutivo de EIR publicó un reportaje sobre el tema, en el que LaRouche escribió:

“Lo que se viene abajo ahora no es una economía, sino una vasta burbuja financiera cuya expresión económica principal es el papel del sistema financiero estadounidense como ‘importador de último recurso’ para el mundo en general”.

Cuando LaRouche dió a conocer ese pronóstico (indicado en la gráfica 1 con una línea vertical punteada en enero de 2001), las remesas de México seguían creciendo a paso veloz. La mayoría de los mexicanos decidió no ver más allá de sus narices y descartó las advertencias de LaRouche tachándolas de alarmistas. En los siete años que siguieron, LaRouche y EIR advirtieron en repetidas ocasiones del estallido inminente de la burbuja especulativa del dólar y su impacto sobre la economía mexicana, advertencias que la mayoría de los maxicanos siguireron desestimando, pues el auge de las remesas parecía continuar.

Entonces, en agosto de 2007 (indicado en la gráfica 1 con la segunda línea vertical), EIR publicó un informe especial titulado “El desplome financiero internacional: Implicaciones para México”, que de nuevo daba la voz de alarma sobre la crisis inminente. En el artículo introductorio de ese informe, “El crac hipotecario aniquila al ‘importador de último recurso’ ”, escribimos que había claros indicios de que el apogeo de las remesas había llegado a su fin, y que “lo peor aún está por venir”.

“Vivienda” en la frontera entre México y EU. Con la desaparición de los empleos en EU, cientos de miles de mexicanos regresan a su país, donde enfrentan una situación precaria, a menos que cambiemos la política mundial de inmediato. (Foto: geography.wr.usgs.gov).

Las falsas ilusiones siguieron imperando en México. Pero de entonces —hace más de un año— a la fecha, las remesas han caído de manera constante, como advertimos que pasaría, y van hacia un desplome del 30% a nivel nacional de aquí a diciembre.

De ahí la polémica pregunta del LYM a sus compatriotas: “¿Ahora sí están listos para escuchar a LaRouche?”

Algunos en México sí que lo están.

Bajo el liderazgo del movimiento larouchista, instituciones del estado noroccidental de Sonora arrecian la pelea para cambiar la política nacional fracasada, que LaRouche reiteró durante su visita de abril de 2008 a Monterrey, México. La última andanada vino del gobernador sonorense Eduardo Bours, quien el 7 de octubre advirtió que sería “un grave error” que el Gobierno mexicano responda a la crisis recortando su inversión en infraestructura. En cambio, el gobierno federal debe financiar obras tales como el PLHINO, cuya construcción ayudaría a generar casi un millón de empleos y abriría hasta un millón de hectáreas de tierra de riego a la agricultura.

El presidente Felipe Calderón, sin embargo, piensa de un modo diferente. . . y mortal.

Les ofrecen Pemex a los especuladores

El 8 de octubre, Calderón dirigió un mensaje de emergencia a la nación en medio de los ataques especulativos contra el peso, en el que se vió obligado a admitir, tras meses de negarlo en público, que la crisis mundial definitivamente afectará a México, y con consecuencias muy graves. Presentó cinco medidas “anticrisis”, que giran en torno a un solo acto central: alistar a la empresa petrolera paraestatal Pemex (Petróleos Mexicanos) para su venta a los buitres financieros, llevándola a la quiebra.

Calderón anunció que el gobierno pasaría cerca de 1,6 billones de pesos (125 mil millones de dólares) en deuda contingente de los llamados Pidiregas (obligaciones extracontables) a la cuenta de Pemex, mismos que la paraestatal ahora tendrá que pagar con sus recursos. El Presidente también anunció que la transformación de Pemex en una entidad “autónoma”, separada financiera y técnicamente del Estado, debe empezar ipso facto.

LaRouche de inmediato criticó este embuste por ser una movida para convertir a Pemex en una sociedad público–privada, lo cual implica la privatización de facto de la empresa, acto prohíbido de manera explícita por la Constitución mexicana.

Como Calderón presentó toda la estafa como una manera de liberar dinero echando maromas contables para que el gobierno pueda gastar más aquí y allá, prometiendo incluso construir la primera nueva refinería de petróleo en 30 años, hasta el opositor Partido de la Revolución Democrática (PRD) y su ex candidato presidencial de 2006, Andrés Manuel López Obrador, recibieron con beneplácito la estratagema de Calderón, sólo quejándose de que no se hubiera propuesto antes. En el mismo tenor, el presidente nacional del PRD, Guadalupe Acosta Naranjo, afirmó que este plan de cinco pasos “rectifica el camino” y que el presidente Calderón va ahora por “el camino correcto”.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) también estuvo muy contento con el paquete de Calderón. David Robinson, subdirector del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI, dijo: “En cuanto al programa del Gobierno mexicano, el FMI apoya firmemente el anuncio”. Y añadió que el país también ha llegado a un “consenso sobre cómo fortalecer el sector petrolero”, o sea, cómo violar la Constitución mexicana y seguir adelante con la privatización de Pemex.

El director de este departamento del FMI y jefe de Robinson, Anoop Singh, prefirió salivar en público por el anuncio adicional de Calderón de que México usaría sus reservas de divisas extranjeras para pagar de inmediato una parte significativa de la deuda en Pidiregas. “Los países tienen grandes reservas en divisas extranjeras y es natural que deban empezar a usarlas”, babeó Singh.

La estafa de los Pidiregas

La “contabilidad creativa” de los denominados Pidiregas es una parte particularmente escandalosa del paquete de Calderón. Los Pidiregas (acrónimo de Proyectos de Impacto Diferido en el Registro del Gasto) fueron creados por el Gobierno del presidente Ernesto Zedillo en 1997, como una forma de generar obligaciones de facto para Pemex y otras empresas paraestatales, al contratar a compañías privadas para varios proyectos y darles pagarés que se saldarían unos años después, cuando empezaran a echarse a andar los proyectos. Ésta fue una manera de sacarle la vuelta a la disposición constitucional que prohíbe la privatización de Pemex, y también le permitió a México agarrarse de la sofistería de alegar que los Pidiregas en realidad no eran parte de la deuda pública, sino sólo “gastos diferidos”.

Con este fraude, la deuda extracontable de los Pidiregas ascendió a 1,6 billones de pesos en abril de 2008 (unos 125 mil millones de dólares al tipo de cambio actual), y se espera que llegue a los 1,8 billones para fines de 2008. Esto es casi tanto como la deuda pública oficial de México (2,35 billones de pesos), como puede apreciarse en la gráfica 2. De hecho, la deuda en Pidiregas ha venido creciendo un 20% al año en el período reciente. El otro elemento extracontable principal de la deuda pública real es la deuda del denominado Fondo Bancario de Protección al Ahorro (Fobaproa), que se creó con el rescate gubernamental del sistema bancario mexicano de los 1990, al estilo de Paulson.

Cabe señalar que EIR también lleva años denunciando este fraude de los Pidiregas, y advirtiendo que tarde o temprano le reventaría a México en la cara. Eso es lo que acaba de suceder.

El plan de Calderón es tirar toda esta montaña de deuda sobre Pemex, y al mismo tiempo excluir los gastos de la paraestatal —entre ellos el pago de la deuda en Pidiregas— del tope general al gasto del sector público. Con estas maromas de contabilidad, el gobierno afirma tener una capacidad, surgida de la nada, para gastar algo de dinero en “infraestructura”, gasto que en realidad nunca se concretará, pero que se ha usado como una treta de relaciones públicas para conseguir apoyo nacional.

Una historia de ‘éxito’ del libre comercio

La realidad es que a México —el niño bien portado de los preconizadores del libre comercio y la globalización a nivel mundial— ahora lo consume la misma necedad de la que antes presumía. Desde que la comunidad financiera internacional aplastó el esfuerzo del presidente mexicano José López Portillo por industrializar al país en 1982, los Gobiernos timoratos de México han optado por:

1. Encoger las manufacturas y la agricultura nacionales, a favor de las importaciones baratas. Y lo lograron: desde 1982, el empleo en las manufacturas cayó cerca de 25%, y la producción per cápita de alimentos básicos tales como el maíz, el frijol y el arroz se desplomó 15%, 51% y 71%, respectivamente.

2. Promover las plantas de ensamblaje con mano de obra esclava en el corredor fronterizo de las maquiladoras, como la punta de lanza de una estrategia general de orientar la producción hacia la exportación, en lo principal a EU. También lo lograron: las maquiladoras crecieron como el moho, y casi 90% del comercio de México se realiza ahora con EU.

3. Inducir a los mexicanos desesperados a irse a EU en busca de trabajo y enviar remesas a sus familias como la principal fuente de subsistencia en muchos estados. Otro éxito: ahora hay unos 13 millones de mexicanos que trabajan en EU, y las remesas aumentaron un 20% anual la mayor parte de la última década.

4. Mantener a México como un paraíso para los banqueros internacionales, al apilar una deuda gubernamental que paga un considerable 8% de interés. Un triunfo tremendo: la deuda pública real de México se cuadruplicó, y hasta más, en los últimos diez años, en gran medida gracias a los extracontables Pidiregas.

De hecho, México ha tenido tanto “éxito” con su política de libre comercio y globalización, que su propia existencia en tanto Estado nacional soberano se ve ahora amenazada.